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La potencialidad estratégica de la mujer trabajadora

Néstor Vera

La potencialidad estratégica de la mujer trabajadora

Néstor Vera

Ideas de Izquierda

La gran jornada del 8M reabre el debate estratégico sobre la mujer trabajadora y su rol.

8M y la fuerza del movimiento de mujeres

El 8 de marzo tembló la tierra, con millones de personas en todo el mundo movilizadas por el día internacional de la mujer trabajadora. En Chile, las calles se repletaron en más de 70 ciudades, con alrededor de 800 mil personas movilizadas que hicieron sentir su denuncia al machismo, la opresión de género, el patriarcado y el capitalismo.

El descontento se hizo notar con algunos paros efectivos, como en el sector docente que logro movilizar al 50% de sus fuerzas, por ejemplo, en Antofagasta paralizaron 30 establecimientos, con varias adhesiones de otras trabajadoras de la educación, como las asistentes de aula y llevaron adelante el corte de calle de una importante avenida. En Valparaíso con centro en el sector público, paralizaron y marcharon junto a más de 30 mil personas. Un escenario que sobrepasó las expectativas planteadas por el gobierno de Piñera y su intento por boicotear la movilización orquestada. La calle se transformo en una preocupación de Piñera, pues existe una posible fuerza con rostro de mujer que podría enfrentar los ajustes que prepara el gobierno, que en sintonía con la derecha que avanza en Latinoamérica con personeros como Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil, han demostrado con sus plantes económicos estar muy lejos de querer mejorar las condiciones de vida de la población.

Si bien es un movimiento policlasista, pues la opresión contra la mujer es transversal, no todas sufren los agravios de este sistema por igual. Por ejemplo, el acceso al procedimiento médico del aborto, una mujer de sector humildes y sueldos bajo se ve impedida de realizarse un aborto con atención médica segura, porque este derecho no esta garantizado por el Estado, más bien esta criminalizado. Las mujeres de clase alta, de familias empresarias y altos profesionales, en cambio tienen muchisimas mas posibilidades de decidir sobre su cuerpo, pues pueden resolverlo viajando a otros países donde es legal o pagando a médicos privados altas sumas de dinero para no arriesgar sus vidas.

El pasado viernes 8, el movimiento de mujeres reafirmó su fuerza como movimiento de masas, que guarda consigo la posibilidad de hacer temblar el conjunto del sistema patriarcal, y también a sus sostenedores, los capitalistas.

La enorme potencialidad de la movilización, es el detonante del temor del gobierno que lo llevó a levantar un discurso contrario a la movilización, que masificó y posicionó como nunca antes la idea de "la huelga va" mostrando el verdadero carácter del 8M, el día de la mujer trabajadora, sobre todo hoy con una creciente feminización del trabajo (y también una profundización de la precarización).

Esta misma potencialidad, para la izquierda revolucionaria, se convierte en un desafío estratégico.

El avance de la derecha en Latinoamérica

El avance de la derecha amenaza con precarizar aún más la vida de las mujeres trabajadoras con la imposición, por ejemplo, de la reforma laboral esclavista que impulsa Piñera, o la reforma al sistema de pensiones de Bolsonaro en Brasil que imita el sistema de AFP chileno, tan repudiado por amplios sectores.

Han sido las mujeres y las personas LGTB+ los focos de ataque frente a su política conservadora, levantando las banderas de lucha contra “la ideología de género” que busca barrer con todos los derechos conquistados con décadas de movilización. Así, lo ha hecho Bolsonaro al imponer una educación sexista y heteronormativa, Macri con los ajustes que afectan la condiciones de vida de las mujeres trabajadoras y Piñera con sus planes neoliberales que atentan contra los derechos básicos de subsistencia como las pensiones, la indemnización por años de servicio, el derecho al aborto legal, las movilizaciones de la juventud y el pueblo mapuche.

Este gobierno que planteó que la movilización no era necesaria porque en su mandato ya está resuelto el “problema de género”, es el mismo que ha impuesto una política que atenta contra la calidad y condiciones de vida de cientos de miles de mujeres.

Explotación y precarización de la mujer trabajadora

A lo largo de la historia las mujeres se han ido incorporando al mundo del trabajo remunerado. En los últimos veinte años, su inserción en la fuerza laboral aumentó en más de un 14,3%, llegando a un 50,6% (OCDE, 2018). Sin embargo, esto no ha venido de la mano con un aumento en la igualdad salarial, dado que la brecha salarial de género se mantiene en cifras preocupantes, llegando en Chile a recibir un 29,3% menos que los hombres según los últimos datos entregados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2019), cifra que se eleva aún más en la Región Metropolitana llegando a un 31,8%. Un problema que el gobierno de la ex-concertación prometió resolver con la política de ley de cuotas y paridad de género, sin embargo ha sido un profundo fracaso, puesto que a la fecha no supera el 1% de disminución desde hace 10 años y con Piñera y su gobierno de derecha a la cabeza, la situación no ha presentado absolutamente ninguna mejora.

Esta desigualdad no solo se expresa en el salario, sino también en el tipo de trabajo al que puede optar la fuerza laboral, en donde las mujeres tienen menores posibilidades de acceder a trabajos estables y con contrato, encontrándose relegadas a empleos mucho más vulnerables e inestables que los hombres. Lo que puede verse reflejado en la mayor predominancia de las mujeres en el área de servicios.

(Organización Internacional del Trabajo, 2019)

Cabe destacar que el gobierno de Piñera, ha fanfarroneando con el aumento de los puestos de trabajo, sin embargo estos han venido de la mano de mayor precarización con trabajos tercerizados y subcontrato. A esto hay que agregar que las mujeres no solo cumplen un rol como fuerza de trabajo en el mercado laboral, sino también en la jornada de trabajo doméstico no remunerado a la que en promedio dedican 42,1 horas semanales según los datos otorgados por OIT.

La burocracia como obstáculo

Las condiciones de opresión de las mujeres, y en particular la explotación y precarización de la mujer trabajadora, producto de la alianza patriarcado-capitalismo, ha sido la base objetiva desde donde ha surgido este gran movimiento internacional de mujeres, que mostró toda su fuerza el pasado 8M con millones movilizándose en todo el mundo.

Pero es la alianza de los gobiernos derechistas en latinoamérica, los mismos que justifican la intervención imperialista en Venezuela, quienes vienen organizando desde el Grupo de Lima (y próximamente en el PROSUR) la próxima ofensiva de la burguesía contra el pueblo trabajador. Desde Macri a Balsonaro, pasando por Piñera, buscan implementar políticas que atacan las pensiones, salarios y derechos reproductivos. Del conjunto de la clase obrera, son justamente las mujeres trabajadoras quienes verán aún más golpeadas sus condiciones de vida, si es que la envalentonada derecha logra hacer pasar sus reformas.

La cuestión es si es que la clase trabajadora logrará enfrentar y derrotar estas intenciones de la burguesía, y que rol cumplirá la mujer trabajadora en este sentido. Tal vez el mismo 8M puede dar pistas de esto.

Particularmente en Chile, si bien se desarrolló un llamado activo por la huelga feminista desde las distintas coordinadoras, del cual algunas dirigencias sindicales como el Colegio de Profesores y la CUT hicieron eco en el discurso, no se concretó en un paro productivo del conjunto del movimiento obrero. Y mayormente, con tal vez con la excepción de Valparaíso, los organismos de la clase obrera estuvieron ausentes de la movilización, sin desplegar una fuerza propia. Desarrollando así una brecha entre el movimiento y la clase, lo cual tiene implicancias en torno a la posibilidad de la articulación de una fuerza social capaz de enfrentar a la derecha.

Cerrar esta brecha y volver a unir y reconciliar la histórica alianza del movimiento obrero y el movimiento de mujeres es un desafío ante el cual estamos en un mejor pie, pues el conjunto de la clase trabajadora hoy tiene rostro de mujer.

En un sentido contrario a esta perspectiva se encuentra la política separatista que pretende separar al movimiento de mujeres de otros sectores, como la clase obrera, limitándose a llamar a una huelga feminista con eje en el trabajo doméstico (reproductivo) en contraposición a un paro efectivo de la producción y de los servicios. Para nosotros estas dos dimensiones son inseparables y la importancia de la paralización de los lugares estratégicos de la economía radica en organizar y preparar un paro que pueda golpear a la clase responsable de sostener la opresión de la mujer.

Por otra vía la burocracia sindical contribuye de la misma forma a la separación del movimiento de mujeres con la clase trabajadora. Sometida al mandato burgués de que los trabajadores solo deben preocuparse de sus asuntos gremiales y estar alejados de la política, no pelearon por transformar este 8M, el más masivo de la historia reciente de Chile, en un paro efectivo para luchar, por ejemplo, en contra de la reforma laboral de Piñera, cuya precarización de la vida que viene a imponer afecta principalmente a las mujeres trabajadoras.

Esta es la política tanto del Partido Comunista que dirige la CUT, como del Frente Amplio que dirige el Colegio de Profesores. Pero no solo actúan desde sus posiciones sindicales, sino que también desde sus posiciones parlamentarias desviando los movimientos hacia el parlamentarismo, tal como lo demostraron en la lucha por el aborto legal, donde prefirieron reducir nuestras expectativas presentando con la derecha liberal de Evópolis un proyecto de despenalización que hoy reposa en el parlamento.

Mujer trabajadora y factor subjetivo

El rol que puede cumplir el movimiento de mujeres y la mujer trabajadora en el contexto actual es fundamental, con su fuerza puede revolucionar las propias estructuras sindicales burocráticas, democratizando las organizaciones, siendo el factor de vanguardia que pueda desplegar las fuerzas del conjunto de la clase obrera para enfrentar a la burguesía y sus agentes de la burocracia sindical.

Desde esta perspectiva el desarrollar organismos de clase, como las Comisiones de Mujeres, pueden cumplir un rol fundamental en estas 2 tareas. Permitiendo organizar las fuerzas latentes de la clase obrera y ponerlas en movimiento. Esta potencialidad quedó demostrada en el rol de las docentes en Antofagasta, quienes lograron levantar un paro en el Colegio de Profesores para el 8M, así como también la Comisión de Mujeres del Centro Cultural Gabriela Mistral en Santiago. En ambos casos, fueron las trabajadoras quienes buscaron desplegar las fuerzas del conjunto de sus sindicatos y organizaciones compuestos por hombres y mujeres, tomando las demandas del movimiento de mujeres y además buscando organizar a otros sectores por fuera de lo corporativo, como estudiantes o trabajadores de otros sectores de la economía.

Pero no basta con estas instituciones, si éstas no están en función de un programa revolucionario, es decir, anticapitalista, antiburocrático y con total independencia de clase. Requerimos de una fuerza material y moral, que enfrente a la burguesía y a la burocracia sindical, necesitamos levantar una gran corriente del feminismo socialista que se proponga dar esta pelea por revolucionar las organizaciones estudiantiles y sindicales democratizándolas; unir la lucha del movimiento de mujeres y nuestra emancipación a la lucha por echar abajo el sistema capitalista y su sistema de explotación; y luchar por levantar un gran partido revolucionario de las y los trabajadores que pelee por la revolución socialista.

Esta es la perspectiva estratégica que desarrollamos desde Pan y Rosas Teresa Flores, el Partido de Trabajadores Revolucionarios en Chile y las distintas organizaciones de nuestra corriente internacional: la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional.


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Néstor Vera

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