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La rebelión obrera en Matamoros: resurgir de la lucha de clases

Javier Cast Aval

La rebelión obrera en Matamoros: resurgir de la lucha de clases

Javier Cast Aval

Ideas de Izquierda

Presentamos a nuestros lectores este adelanto de nuestro siguiente número impreso de Ideas de Izquierda México. Paros locos, huelgas y movilizaciones fueron los métodos de los obreros que dieron vida al Movimiento 20-32. Una gesta que trasciende y deja huella para el presente.

El 12 de enero comenzó en Matamoros, Tamaulipas, una rebelión obrera que sumó a más de 40 mil trabajadores de las maquiladoras de la ciudad, afiliados al Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de la Industria Maquiladora (SJOIIM). La lucha inició con 4 paros y se extendió velozmente hasta sumar 45 fábricas paralizadas, mismas que estallaron huelgas el 25 de enero —impuestas a los dirigentes de la CTM—, con las que surgió el Movimiento 20-32.

La exigencia común fue aumento salarial de 20 % y pago de un bono anual de 32 mil pesos. La mayoría de las fábricas cedieron a las demandas. Pero la lucha no terminó ahí: a partir del 31 de enero comienza una segunda ola a la que se suman trabajadores de otros sindicatos y empresas como Coca-Cola. La mayoría de los huelguistas conquistaron sus exigencias.

La génesis de la industria maquiladora

Para comprender a profundidad la lucha obrera en Matamoros hay que preguntar: ¿qué es la industria maquiladora y qué peso tiene en la frontera México-EE.UU.?, ¿en qué condiciones laboran los obreros de la maquila?

Podemos definir a la maquila como “la subcontratación hecha por una empresa extranjera para producir o ensamblar algunas partes de un producto, que posteriormente serán empleados en el proceso productivo de otra empresa” [1]. Los orígenes de este modelo en México se remontan a los 60’s. La primera mención la hallamos en el Programa Nacional Fronterizo de 1961, con el que el gobierno federal buscaba la industrialización de la zona fronteriza con Estados Unidos, creando parques industriales.

El primer impulso al modelo se lo da una combinación de factores: el desempleo generado por el final del Programa Bracero [2]; la crisis de sectores agrícolas como el del algodón en la frontera y el inicio de la deslocalización del aparato productivo de algunas empresas estadounidenses, en busca de ventajas comparativas. Las características de estas industrias son centralmente el uso de tecnología rudimentaria, la explotación intensiva de la mano de obra (procesos monótonos con ritmos muy acelerados); inversión de capital mínima si la comparamos con otras industrias y uso de materias primas importadas, facilidades fiscales y reducción de costos de transporte por su ubicación fronteriza. Como parte de esto, el porcentaje de contratación de mujeres, jóvenes y migrantes de otros estados ha permitido acrecentar la superexplotación y precarización.

Podemos identificar dos momentos importantes en la extensión de este modelo. Primero en 1986, cuando México se suma al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), desmantelando los aranceles de importación y exportación, dando paso a la instalación de nuevos sectores de la maquila.

El segundo momento se da con la firma del TLCAN en 1992, con el que la industria maquiladora incrementa sus inversiones. Comienza así, la formación de “clusters” o aglomeraciones industriales y una extensión de la industria maquiladora hacia otras zonas del país.

A partir de este contexto la industria maquiladora ha evolucionado: lo que se conoce como maquila de “tercera generación”, “se basa en la articulación con la maquila tradicional de centros de investigación, diseño y desarrollo, es decir, basada en trabajo altamente calificado” [3], lo cual implica una transformación del modelo, acorde con la relocalización de determinadas fases del proceso productivo de las empresas transnacionales y su traslado a la “periferia”. Sin embargo, no altera las características antes mencionadas ni el objetivo de la maquiladora: obtener amplio margen de ganancia, basado en el bajo costo de producción en comparación con el que tendría en otros países.

La industria maquiladora depende estructuralmente de los ritmos de la economía internacional, en particular de la estadounidense, como se vio en 2008, cuando el empleo retrocedió como resultado de la crisis.

En Cd. Juárez, en el 2000, habían registrados 264 mil trabajadores de maquila. En 2008, su número cayó a 239 mil; en Tijuana había 199 mil, cayendo a 176 mil; se perdieron respectivamente 25 mil y 23 mil empleos. Esto fue a causa de la desaceleración de la economía estadunidense y una baja en el consumo de automóviles, productos electrónicos y electrodomésticos. La consecuencia: cierres, despidos y paros técnicos en las maquilas. Paralelamente hubo un estancamiento en los salarios reales, con la complicidad de los sindicatos charros [4]. A pesar de estos vaivenes, debido a las ganancias que la industria maquiladora representa, el modelo se ha mantenido y extendido.

En las últimas décadas, la clase obrera de la frontera con EEUU se ha desarrollado de la mano de la industria maquiladora, y la extensión de este modelo visibiliza la integración subordinada de México con Estados Unidos. Además, el proceso se inscribe en una dinámica global, como explica Jimena Vergara en “La clase obrera oculta”:

Entre 1990 y 2010, la fuerza de trabajo global así calculada se incrementó 190 % en los países ’emergentes’, frente al 46 % en los países avanzados. Esta nueva clase obrera industrial en México se comporta también como refracción de una tendencia internacional. Son millones de personas “asalarizadas”, sea por la vía de la migración del campo a la ciudad, sea por la integración creciente de las mujeres al mercado laboral [5].

Hoy 13.2 % de los trabajadores mexicanos laboran en la industria maquiladora, un total de 2’373,416 y hay 5 mil empresas de este tipo en el país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Estos nuevos obreros, se incorporan a la industria en condiciones de superexplotación y atados por los sindicatos charros [6]. Viven con salarios muy bajos, muy inferiores a los que perciben los trabajadores de las mismas empresas en EEUU. La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) lo reconoce:

En 2019, incluso con el nuevo salario mínimo en la Zona Libre de la Frontera Norte, la brecha es de mil 42 por ciento. Ante un salario más de 10 veces mayor del otro lado de la frontera, los incentivos para migrar son atractivos [7].

Respecto a la sindicalización, destaca que el porcentaje de afiliación suele ser alto en comparación con otros sectores, acercándose al 100 % en ciudades como Reynosa y Matamoros [8]. La estructura sindical tradicional ha cambiado a partir de los 80’s, cuando nacen los sindicatos de empresa y los locales, bajo la forma de Sindicatos Industriales de Maquila, creados ad hoc para el sector. Pero las grandes centrales burocráticas mantienen su dominio.

La CTM lo encabeza, con 27.8 % de los sindicalizados y 31 % de las fábricas sindicalizadas. Junto a la CROC, la CROM y otras menores, sindicalizan a 57.7 % de los obreros maquiladores [9]. Ejemplo del peso que conserva el sindicalismo charro es el SJOIIM, de la CTM, que agrupa a alrededor de 50 mil obreros en Matamoros. Se trata de un sindicalismo antidemocrático que ha ido aceptando bajas salariales y recorte de condiciones de trabajo.

En estas condiciones encontramos algunas de las causas que encendieron la chispa del Movimiento 20/32 en Matamoros.

La lucha de clases se reanima, antecedentes del movimiento en Matamoros

El movimiento de los obreros de Matamoros, que representó una verdadera rebelión y se convirtió en ejemplo para el conjunto de los trabajadores del país, tuvo importantes antecedentes.

El más destacado, la lucha de cientos de obreras y obreros en Ciudad Juárez, Chihuahua entre 2015 y 2016, que inició con plantones fuera de fábricas como ADC ComScope, EATON Bussman y Scientific Atlanta (filial de Foxxcon), en exigencia de aumento salarial, sindicalización independiente, fin del acoso sexual y reinstalación de quienes fueron despedidos por organizarse. En Lexmark, a partir del 15 de diciembre de 2015 se realizaron 4 paros del turno nocturno y se instaló un plantón fuera de la fábrica contra los despidos posteriores. Éste se sostuvo bajo la nieve y con temperaturas inferiores a los cero grados.

En febrero de 2016, obreros de las fábricas mencionadas impulsaron una precandidatura obrera independiente para la alcaldía de Cd. Juárez. La precandidata fue Antonia Hinojos “Toñita”, despedida de EATON Bussman. Lograron cerca de 20 mil firmas de apoyo y dejaron asentado uno de los grandes ejemplos de lucha obrera de los últimos años.

Podemos rastrear más antecedentes. En marzo de 2015 más de 30 mil jornaleros realizaron un paro laboral en San Quintín, Baja California y un bloqueo, con barricadas incluidas, de la carretera Panamericana para exigir mejores salarios y condiciones de trabajo, además de la construcción de un sindicato independiente.

En Coahuila hubo importantes ejemplos de lucha obrera, que, a pesar de no ser de las dimensiones de los anteriores, dan cuenta de una tendencia a la lucha en el estado. En 2018, entre abril y mayo obreros de Inmagusa, Specco y FAMISA realizaron paros en exigencia de mejor pago de utilidades y condiciones de trabajo, denunciando a sus dirigentes sindicales. También ese año vimos la lucha de los mineros de Minergy Corp contra la reducción salarial. Un año antes, entre abril y mayo, también por pago de utilidades los obreros de Yazaki, Trinity Rail y la Mina Hércules realizaron paros laborales, mientras que en PKC Group los obreros se organizaron contra despidos injustificados.

Esto nos habla de un reanimamiento de la lucha de clases en los últimos años, siendo Matamoros, este 2019, la mejor muestra del potencial de los trabajadores. Esta lucha empató, en ese momento, con la movilización y el bloqueo de vías del tren de los maestros michoacanos en defensa de sus salarios y prestaciones, de la CNTE contra la reforma educativa, la combativa huelga del SITUAM y del STAUACH y con la resistencia de los trabajadores estatales contra los despidos y reducciones salariales, entre ellos, 15 mil empleados de Semarnat que hicieron paros en todo el país.

Primeras lecciones: “El cambio verdadero, está en manos del obrero”

El movimiento de Matamoros abrió un nuevo ciclo de lucha de clases, en el que se mostró una tendencia a la centralidad del proletariado industrial, usando métodos clásicos como el paro y la huelga, el enfrentamiento con la burocracia sindical y desarrollo de tendencias iniciales a la organización desde las bases. En ese marco destacó el protagonismo de las mujeres trabajadoras, que fueron la mayoría del movimiento en las tomas y movilizaciones. Aunque ese momento de lucha concluyó, sus características y lecciones son fundamentales para los futuros procesos.

Si bien las demandas inmediatas y locales fueron el motor del movimiento, para entenderlo hay que considerar las aspiraciones de cambio entre los trabajadores a partir de la llegada de López Obrador al gobierno.

En Matamoros, aquellos no se limitaron a esperar medidas provenientes de arriba: dieron vida a un movimiento que, para enfrentar a la patronal, tendió a la coordinación de entre 40 mil y 70 mil trabajadores.

Empezaron a superar a sus direcciones sindicales y dieron los primeros pasos en implementar un funcionamiento democrático con métodos asamblearios y el respeto al mandato de base. Esto planteaba —en el marco de la crisis del aparato charro— la posibilidad de recuperar a los sindicatos como organizaciones de lucha, expulsar a los dirigentes burocráticos e implementar la democracia obrera, para decidirlo todo: desde el monto de las cuotas sindicales (elemento de descontento entre los trabajadores), hasta el curso de la lucha.

Pero la patronal contraatacó con más de 5 mil despidos, buscando dividir y disolver la organización dentro de las fábricas, para conservar su feudo e imponer nuevas condiciones de explotación, lo cual planteó —y plantea — la necesidad de responder unificados, organizando la lucha por la reinstalación de los despedidos y sosteniendo las redes organizativas en las plantas. Y es que los despidos tienen como objetivo de la patronal, acabar con la vanguardia y desmoralizar a la clase trabajadora.

Otra lección importante es que la recuperación combativa de los sindicatos requiere su independencia de los partidos políticos del régimen y el gobierno, y no caer en un sindicalismo subordinado a la 4ª Transformación, como es el proyecto de la Confederación Internacional de Trabajadores, dirigida por Napoleón Gómez Urrutia, senador de Morena.

En Matamoros, además de repudiar a las empresas y dirigentes charros, los trabajadores enfrentaron a los representantes del Morena. Desde el presidente municipal que se opuso a sus demandas, la Secretaría del Trabajo Federal que actúo a favor de la patronal y hasta el senador Ricardo Monreal que actuó como auténtico rompe huelgas.

Un debate necesario

En este marco, después de la lucha, el impulso de candidaturas independientes sin registro del Movimiento 20-32 fue un hecho importante y progresivo, al intervenir la clase trabajadora en un proceso electoral, tradicionalmente reservado para los partidos patronales. Los candidatos obreros tuvieron más votos que PRI y PRD, con porcentajes de hasta 13.7 y 14.6 % expresando el potencial de esta táctica electoral [10].

El impulso de estas candidaturas requería (y ponía a debate) un programa para consolidar una política obrera independiente, que partiese de las demandas inmediatas y la lucha por reinstalación de los despedidos, y llendo más allá.

Un programa de clase implicaba, por ejemplo, dar respuesta a demandas obreras y populares como aumento salarial de acuerdo con la canasta básica ajustado a la inflación; expropiación de toda fábrica que cierre o despida, para responder contundentemente al chantaje patronal; recuperación de los sindicatos, así como la lucha por los derechos de la mujer trabajadora. Esto, junto a demandas como el fin de la militarización y de las desapariciones, que han golpeado a Matamoros.

Sin embargo, la abogada Susana Prieto —pese a que tuvo el mérito de emplazar a la patronal por fuera de los dirigentes charros e impulsó las candidaturas a partir del rol dirigente que juega en el movimiento 20/32—, no propició este debate en torno a un programa político más avanzado, de y para los trabajadores.

Otro aspecto que es fundamental debatir es que el movimiento, a instancias de Susana Prieto, se orientó hacia la formación de un Sindicato independiente de la CTM. Por parte de los trabajadores que se afilien al mismo, expresa un sentimiento progresivo de enfrentar al charrismo tradicional. Pero, a la par, la política propiciada por la abogada desde el inicio del movimiento, plantea el riesgo de que la necesaria lucha por la unidad de la clase obrera se vea retrasada, cuando un objetivo debe ser expulsar a la burocracia sindical de los sindicatos existentes, en los cuales participan miles de obreros, y recuperarlos para la lucha.

Esta discusión es concreta, además, porque la fuerza del Movimiento 20/32 planteó la posibilidad de arrebatar, desde adentro del SJOIIM, el control a esta dirigencia, imponiendo, para empezar, elecciones democráticas. De esta manera el movimiento 20-32 podría darle un carácter combativo y democrático al sindicato, y que los obreros que lucharon por sus demandas económicas, encabezaran también la lucha por la recuperación de sus organizaciones.

Esto complejiza hoy la lucha por arrancar a miles de trabajadores del dominio de los charros. El sindicato del 20/32 tiene ahora la tarea de impulsar —más allá de quien tenga la titularidad de los CCT— la unidad de las filas obreras en la acción y en la movilización.

Esto abre una reflexión necesaria. Si bien Susana Prieto ha jugado un rol destacado como abogada del movimiento —muy apreciado por los trabajadores —, se plantea el riesgo de que sustituya el lugar que los mismos deben tomar. Es decir, de darse, ellos mismos, una dirección propia.

Su forma de dirigir, elevándose por encima de los trabajadores, de manera unipersonal y sin impulsar los métodos democráticos propios de una política clasista, puede inhibir la autoorganización de las y los trabajadores y el desarrollo de dirigentes y cuadros obreros que construyan en perspectiva una dirección surgida de la clase.

Esa debe ser la apuesta. La reemergencia de la lucha de clases debe obligar a la izquierda revolucionaria a pensar cómo poner en pie una organización socialista con clara independencia de clase, que cuestione al sistema capitalista desde la raíz y plantee la necesidad de un gobierno de los trabajadores y el pueblo, que integre en sus filas a las obreras y obreros que están convencidos de la importancia de continuar organizados para acabar con toda explotación, conscientes de que como reza su consigna “El cambio verdadero, está en manos del obrero”.

Notas


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NOTAS AL PIE

[1Cirila Quintero Ramírez, Cuarenta años de maquila en el Norte de México: Los avances y retrocesos de un proyecto industrial fallido, Matamoros, El Colegio de la Frontera Norte, 2004, p. 2.

[2El programa bracero o Mexican farm labor program fue un programa binacional establecido para el empleo temporal de trabajadores mexicanos en Estados Unidos. Duró de 1942 hasta 1964, participaron casi 4.5 millones de trabajadores y surge debido a la necesidad de mano de obra en EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Cf., Juan Manuel Sandoval Palacios, “El Programa Bracero y las políticas de trabajadores migratorios temporales para un mercado laboral regional de América del Norte”. Istor. Revista de Historia Internacional, núm. 52, vol. XIII, 2013.

[3J.E. Mendoza, “El mercado laboral en la frontera norte de México: estructura y políticas de empleo”, en Estudios Fronterizos, vol.11 no.21 Mexicali ene./jun. 2010.

[4Huberto Juárez Núñez, La situación de los trabajadores de la maquila de exportación en la coyuntura actual, Puebla. Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social de la Facultad de Economía de la BUAP. 2009

[5J. Vergara, op. cit., p. 111.

[6Cf., Cirila Quintero Ramírez, “Estructura sindical en las maquiladoras. Entre la tradición y la modernización”, Ponencia ante el V Congreso Nacional Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo, Oaxtepec, UAM, 2006.

[7Verónica Gascón, “Crece con EU brecha salarial”, en Reforma, México, 19 marzo 2019.

[8Cf., Ibid., p. 7.

[9Cf., Cirila Quintero Ramírez, Estructura sindical…, p. 6.

[10HT Agencia, “Movimiento 20/32 hace historia en Matamoros”, en Hoy, Tamaulipas, 3 de junio 2019.
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