Las jornadas revolucionarias que estamos viviendo plantean desafíos concretos frente al régimen burgués: la Huelga General activa hasta echar abajo el estado de emergencia y a este gobierno anti-popular y autoritario, e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana sobre las ruinas del régimen. ¿Cómo llevarlo adelante? ¿Cómo evitar el desvío parlamentario?
Las calles y la lucha de clases nuevamente le dan un golpe al gobierno de Piñera y al régimen, que busca sobrevivir y ser rescatado tras un pacto o “consenso” con los partidos de la ex Concertación (principalmente la DC, el PR y el PPD), para restablecer la “gobernabilidad” tras una “agenda social” que no son más que “concesiones” con letra chica, medidas neoliberales (subvenciones) que vuelven a inyectar recursos a las empresas como respuesta a las legítimas aspiraciones de las masas. El “oído puesto” a las demandas sociales son un acto desesperado para desviar la lucha, y para blindar el régimen herido legitimando la represión.
Estos manotazos de ciego por parte del gobierno se dan en el marco de una semana que ha estado marcada por la tendencia al ingreso de la clase trabajadora (portuarios, mineros) y del movimiento estudiantil. Así como por la reubicación de la burocracia sindical y de los movimientos sociales (CUT, No+AFP, Confech, etc.) organizados en la “mesa social”, que presionados por varios sectores decidieron dejar de mirar por la galería y de dar apoyos testimoniales, y convocaron a una “Huelga General”.
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Pero el llamado a “Huelga General” de la burocracia dista mucho de ser una verdadera huelga general de masas, la que se niegan a organizar, porque su verdadera política y estrategia (PC y FA) es de “presionar” para “dialogar” con el gobierno autoritario que ya está orquestando su desvío parlamentario manteniendo a los militares en las calles ¡Pero con nuestros muertos no se negocian!. Esa estrategia lleva a estas jornadas revolucionarias al clásico callejón sin salida: un diálogo que descomprime y canaliza todas las fuerzas, hacia el congreso, lo que no es más que darle un respiro al gobierno y el régimen.
Las movilizaciones de este miércoles mostraron que hay una enorme fuerza social de trabajadores, jóvenes, pobladores, mujeres, y comunidades originarias. Más 1 millón de personas se movilizaron desafiando nuevamente al gobierno, la disposición, la fuerza y energía para luchar y ganar están de sobra. Hoy lo que está planteado es desarrollar una huelga general real, con movilización hasta que caiga el estado de emergencia y Piñera.
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Pero para que aquello se pueda desarrollar es indispensable la lucha política contra la burocracia que quiere domesticar el movimiento de masas, limitando el desarrollo de la autoorganización y la unidad en la acción contra el régimen y el estado. Las y los revolucionarios siempre luchamos por esta perspectiva, pero adquiere otro carácter cuando la realidad y la dinámica propia de la lucha de clases impone escenarios como el actual, donde se encuentra planteado dar un salto en la situación.
Las tareas planteadas y cómo realizarlas
Nos encontramos en una situación con rasgos pre-revolucionarios, los elementos revulsivos de las jornadas, el odio elemental contra el gobierno, el régimen, los carabineros y los militares, se expresaron en la combatividad incluso salvajismo de la rebelión. Un movimiento de "presión extrema" como respuesta y en defensa ante una situación desesperada que viven amplias franjas de masas.
El giro del oficialismo y de los partidos de la ex concertación se ha centrado en dividir la manifestación pacífica de las expresiones más revulsivas y combativas. Su estrategia consiste en dividir el sector más decidido a la lucha de las masas combinando dura represión más concesiones con letra chica, que dejan intacto el modelo y el régimen.
Frente a eso, la respuesta más revolucionaria es la organización del destacamento obrero, en conjunto con la juventud, las mujeres y el pueblo que vaya desarrollando organismos de autorganización y desate una huelga general de masas hasta que caiga el estado de excepción y el gobierno. La formidable espontaneidad de las masas desatada no ha sido suficiente para que los fenómenos de autoorganización que se han desarrollado como comités, asambleas, coordinaciones, se generalicen y sean la tónica; menos aún para conquistar una dirección revolucionaria en este proceso para vencer. Y es que ese desafío, es el que ha enfrentado por lo largo de la historia los procesos de ascenso de lucha, y los procesos revolucionarios: el límite que significa la burocracia para desatar toda la fuerza y las tendencias más avanzadas, así como la necesidad del arte de la estrategia para vencer. Ambas tareas para la cual se prepara un partido revolucionario.
Las migajas anunciadas el martes en la noche en cadena nacional por Piñera, demuestran que el régimen autoritario heredero de la dictadura no está dispuesto a conceder nada estructural que cambie las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo, no se toca nada de la herencia de la dictadura, ni a los grandes poderes dominantes del país.
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La primera tarea planteada por la realidad es alertar de las maniobras del régimen, denunciando las migajas del gobierno, organizar en todos los lugares los organismos de autoorganización, de coordinación, llamando a asambleas, en exigencia a la burocracia. Agitar abiertamente la huelga general de masas para sacar a los militares de la calle y derrotar a este gobierno que ya está fuertemente herido.
Organizar los destacamentos más avanzado que se transformen en un ejemplo y camino a seguir, como se viene desarrollando en Antofagasta con el comité de emergencia y resguardo, en el Hospital Barros Luco, y en el GAM con la creación del Cordón Centro. El desarrollo de los organismos de autorganización son una necesidad para sobrepasar los límites que le impone la burocracia sindical que lleva constantemente la fuerza en las calles a los estrechos márgenes de ser una mera presión “ciudadana”. Política que hoy, en plenas jornadas revolucionarias se reduce a ser la "pata izquierda" de un régimen que cientos de miles quieren echar abajo.
Las y los trabajadores, juventud y mujeres, en su propia experiencia de organización, de comités de lucha, de asambleas de coordinación, de organizar diversas comisiones, harán la experiencia de que el mayor límite para desplegar hasta el final la organización desde la base, y que el sector más avanzado dirija, es la propia burocracia política y sindical, quien al imponer sus métodos, políticas, y no desarrollar los métodos más democráticos de lucha se transforma en una especie de policía política de los destacamentos más avanzados.
Lo que se necesita es una verdadera huelga general de masas, no una marcha parcial y aislada para descomprimir cuando el gobierno prepara su desvío. Una huelga que pare la producción, que libere la energía creativa y combativa de la clase trabajadora, que ponga en jaque al gobierno golpeado. Por esta perspectiva peleamos las y los socialistas revolucionarios.
Si algo han mostrado hasta el momento a cientos de miles estas jornadas revolucionarias es que solo por medio de la lucha de clases es posible enfrentar la intransigencia de los capitalistas. Y es que como decía Trotsky “la burguesía cede algo solo cuando está amenazada de perderlo todo”. Y esa es la situación actual, temen que dé un salto, que pase de una situación con rasgos revolucionarios a una abiertamente revolucionaria que cuestione su propiedad y su Estado, y de vuelta su régimen, ese que ha sido levantado como un ejemplo y modelo a seguir por la derecha latinoamericana.
Una cosa es la intransigencia de los capitalistas, pero otra completamente distinta es su resistencia para mantener su modelo, su propiedad, su saqueo, y su explotación. Saben que la caída del gobierno de la mano una huelga general, serían una fisura muy grande, aumentaría la combatividad y la confianza en los métodos de la lucha de clases, en que la gran mayoría aumente sus expectativas en querer tomar el destino de sus propias vidas. El clamor popular de que renuncie Piñera y su gobierno marchado en sangre, no se logrará por fuera de los métodos propios de la lucha de clases, menos aún la consecución de las aspiraciones populares que se pueden lograr íntegramente solo en ruptura con los capitalistas y en contra de sus ganancias.
Se trata de un problema de fuerzas concreto, si el gobierno desvía las jornadas revolucionarias, o si estas dan un salto y le propinan una derrota decisiva al gobierno, lo que abriría la posibilidad de imponer una Asamblea Constituyente, Libre y Soberana sobre las ruinas del régimen. Ponemos todas nuestras energías en que se desarrolle el segundo camino, si bien no depende de nosotros el curso que tome la situación, ponemos todas nuestras fuerzas en que el curso sea favorable a un proceso revolucionario.
Programa transicional y estrategia soviética para vencer
Como socialistas revolucionarios intervenimos políticamente y en todos los procesos de la lucha de clases en pos de construir la herramienta política de la clase trabajadora que sea la pluma que desequilibre la balanza en un momento de ascenso revolucionario a favor de la consecución de la revolución obrera y socialista, que le ponga fin a la dictadura del capital. En ese camino nos proponemos la conquista un gobierno obrero en ruptura con los capitalistas. Estamos por expropiarlos y peleamos por una democracia muy superior a las de las repúblicas burguesas, que no son más que el mejor blindaje de la dictadura del capital. Peleamos por una república organizada por Consejos de delegados electos por unidad de producción (fábrica, empresa, etc.) para que gobiernen las y los trabajadores definiendo el rumbo político de la sociedad, y la planificación de los recursos económicos sobre la base de la propiedad estatal de los medios de producción.
Intervenimos en la lucha de clases con un programa de acción revolucionario que ligue la "necesidad inmediata", como en este caso el fin del estado de emergencia y el fuera a Piñera, a consignas transitorias (puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa de la revolución socialista) a las consignas relacionadas con la estrategia soviética (en este caso, asambleas de coordinación, desarrollo de la autoorganización para impulsar la huelga general de masas), que prepare hacia la lucha contra el sistema de producción y reproducción capitalistas. Es decir, un bloque de consignas que juegue de conjunto un rol transicional en una perspectiva revolucionaria hacia la dictadura del proletariado.
Sabemos que esta perspectiva no es aún compartida por la mayoría, quienes aún confían en los mecanismos de la democracia representativa. Por esto proponemos frente a la situación política actual imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, a partir de la caída del gobierno y sobre las ruinas de este régimen. Una Asamblea Constituyente es la instancia más democrática de la democracia burguesa, pero los supuestos “demócratas” no están dispuestos a que se desarrolle ninguna instancia que ponga el poder en las inmensas mayorías que pueda tomar medidas contra los capitalistas, se blindan para que no sea así.
Luchamos por una Asamblea Constituyente con representantes electos y revocables cada 20.000 electores, que ganen lo mismo que un trabajador, y que discuta sin ninguna traba todas las medidas sociales y políticas de emergencia en beneficio del pueblo trabajador. Una asamblea donde luchemos por un imponer un programa que instale medidas como salario mínimo y pensiones acorde a la canasta básica familiar; transporte público gestionado por trabajadores y usuarios que decidan las tarifas junto al pueblo trabajador; educación y salud pública y gratuita, así como la nacionalización del cobre bajo gestión obrera, y otras en ese sentido. Completamente soberana, es decir, que ninguna otra institución del estado esté por encima de ella.
Pero no somos ingenuos, sabemos que cuanto más se avance a tomar medidas radicales mayor será la resistencia de los capitalistas. Más que demostrado ha quedado que el rol de la policía y de los militares no es otro que resguardar sus intereses en contra del pueblo trabajador, aunque eso signifique dejar a su paso a decenas de muertos. El estado, basado en un ejército y en unas fuerzas represivas que tienen el monopolio de las armas tiene un claro carácter de clase, burgués.
Tomamos el legado de la revolución rusa y la estrategia soviética, basada en el desarrollo de los organismos de poder obrero en alianza con los sectores sociales pauperizados por este sistema que ofrece solo miseria, la autoorganización de las masas, tras la hegemonía proletaria, y los métodos de la lucha de clases preparan tanto políticamente como materialmente para el combate al proletariado y todas las capas empobrecidas. La lucha por imponer los intereses de las amplias mayorías será enfrentada por los capitalistas con la resistencia legal (Fuerzas Armadas y de Seguridad) y paralegal (bandas fascistas paramilitares) del orden burgués, como ya se ha visto con la salida de los militares a las calles. Frente a esa resistencia violenta del capital, es que el desarrollo de los organismos democráticos de las masas se hace fundamental para su propia defensa.
Serán esas experiencias en la misma lucha de clases en el cual sectores cada vez más amplios del pueblo trabajador hagan su experiencia con la democracia representativa y vean la necesidad de organizarse desde las empresas, fábricas, el transporte, las escuelas, las facultades, para desarrollar sus propios organismos democráticos de poder y sus propias organizaciones de autodefensa.
No nos caben dudas que cuando amplios sectores de masa se propongan conquistar el poder, desarrollando sus propios organismos de autodeterminación, la burguesía se levantará en armas, con todas las fuerzas militares, policiales y paraestatales que puedan movilizar contra el ascenso revolucionario del poder de las y los trabajadores como lo hicieron contra los cordones industriales y el ascenso revolucionario de los 70 en Chile ahogado a punta de golpe, represión, tortura y asesinatos el 73. Pero la victoria era posible, con una estrategia revolucionaria correcta y un partido fogueado en las experiencias y pruebas de la lucha de clases, como el que luchamos por construir las y los militantes del PTR en fusión con la vanguardia que dé cada experiencia de la lucha de clases.
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