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Red Internacional
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Cultura. Lali Espósito y la efervescencia cultural desde abajo

Milei ataca a Lali Espósito para atacar a un movimiento muy amplio de artistas y trabajadores de la cultura cuya lucha colaboró con la caída de la Ley Ómnibus. Un gobierno que odia la cultura.

Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r

Viernes 16 de febrero 12:00

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Por debajo de los debates mediáticos que enfrentan al presidente con Lali Espósito se cuece el germen de una nueva resistencia cultural. El motor de esta resistencia no son las figuras más famosas sino un movimiento muy amplio de artistas y trabajadores de la cultura organizados en asambleas en todas las provincias del país. Milei ataca a Lali Espósito para atacar a ese movimiento, al que considera uno de los responsables de su primer gran fracaso: la caída de la Ley Ómnibus.

Las figuras mediáticas, con vidas privilegiadas en relación con el promedio (algo de esto dice Espósito en su respuesta al presidente cuando reconoce que hoy en día tener una casa propia es un “privilegio”) ocultan al ojo popular la realidad de la mayoría de las personas que se dedican al arte.

El sociólogo Pierre Bourdieu, estudioso de lo que llamaba “campos de la producción cultural”, decía que artistas y trabajadores de la cultura constituyen mayormente el “ejército de reserva intelectual” de un país, porque realizan un trabajo intelectual escasamente retribuido y en muchos casos no retribuido. Una gran cantidad de artistas, escritorxs, bailarinxs, cineastas, teatristas, etc., labura de “otra cosa” al mismo tiempo que labura en su tiempo libre para escribir una novela o montar una obra e incluso paga para montar su obra y, si consigue un subsidio, jamás llega a cubrir los gastos y siempre termina poniendo dinero de su bolsillo y mucho más laburo.

La batalla cultural que proclamó el kirchnerismo fue más relato que batalla: nunca modificó esta realidad y, de hecho, si expandió la producción cultural, lo hizo expandiendo a su vez la precarización de trabajadores y trabajadoras de la cultura. Y de ahí en más todo fue para peor: Macri, el fiasco de Alberto y Massa y ahora un Milei que amenaza engrosar las filas del ejército de reserva intelectual para que esté integrado no solo por artistas sino también por científicos del CONICET, profes universitarios e intelectuales de todo tipo.

Pero esos artistas que ahora cuentan monedas a ver cómo pagan el alquiler, la luz, el transporte, tienen algo a favor. También lo decía Bourdieu: han cultivado un “arte de vivir” sin atender demasiado a los códigos de conducta del capitalismo. Por necesidad han tenido que afirmar el valor de su trabajo más allá del dinero, han aprendido a rebuscárselas sin dinero ni fama, han realizado con orgullo trabajos difíciles, de toda una vida, a cambio de cero pesos, y por eso ahora se levantan como enemigos naturales de un régimen que quiere estrangular la vida para fugar sus exhalaciones en forma de pagos al Fondo Monetario y dólares para las casas matrices de los verdaderos privilegiados en este lío.

El germen de la resistencia está leudando. Esta semana Unidxs por la cultura, coordinadora que agrupa a un sector importante de este movimiento cultural, lanzó comisiones de danza, escritura, cine, teatristas, yendo a la base de cada uno de los sectores, y la cantidad de personas organizadas por la comunidad se multiplicó. Será cuestión de hallar un horno propicio para que la masa siga leudando y eventualmente sea pan. Y entonces resuena la vieja consigna que los estudiantes del Mayo del ’68 estamparon en las fábricas para propiciar la huelga general: tomen las banderas de nuestras débiles manos, ustedes, trabajadores, que pueden parar la producción, parar el país, golpearlos a donde más duele: tomen, tomen las banderas…