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OPINIÓN. Las elecciones en Boca y el rol que puede jugar el fútbol en la sociedad

Mientras en la ribera se elige a la nueva comisión directiva, esta semana se recordó a Sócrates, uno de los grandes impulsores de lo que se llamó la "Democracia Corinthiana". ¿Qué relación hay entre el fútbol y la política?

Javier Nuet

Javier Nuet @javier_nuet

Domingo 8 de diciembre de 2019 15:05

Esta semana se recordó a uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol brasilero: Sócrates. Su nombre apareció en los medios más importantes con motivo del octavo aniversario de su fallecimiento. Mientras tanto, el mundo del fútbol está atravesado por un evento que tiene lugar este domingo: las elecciones en Boca.

Todo en la vida tiene que ver con la política, y el fútbol no es la excepción. Más bien todo lo contrario. Tiene enormes lazos con el poder, los partidos políticos y muchos funcionarios del Estado.

Sin ir más lejos, el presidente de nuestro país fue el titular de Boca desde 1995 hasta el 2007. Matías Lammens, actual presidente de San Lorenzo, viene de ser candidato a Jefe de Gobierno por el Frente de Todos y ahora fue nombrado ministro de Turismo y Deporte por Alberto Fernández. Pero no pasa solo en Argentina: Silvio Berlusconi fue presidente del Milan desde 1986 hasta el 2017. Hacía negocios millonarios con los jugadores mejor valuados en el mercado mundial mientras gobernaba Italia.

Las elecciones en Boca también tienen implicancia en la política nacional. Alcanza con escuchar a Riquelme en la entrevista que le dio a Joge Rial esta semana, contando que lo llamó Macri -mientras el dólar se le iba a 60 pesos- pidiéndole que negocie con Angelici, para darse cuenta. El comentario de que es “el último reducto del macrismo”, aunque no es cierto, se escuchó por todos lados. Incluso los chistes sobre que Román hizo “la gran Cristina”, por formar parte de la lista opositora al macrismo (con dirigentes como Ameal, que formaron parte del macrismo en el club y empresarios como Pergolini) pero sin encabezar, fue tendencia.

Está claro que lo que hay en juego es quién controlará uno de los clubes con más caja a nivel nacional, que tiene un peso gravitante en la AFA y una barra brava que sirvió en los últimos años como fuerza de choque para reprimir a docentes y otros trabajadores en lucha, o que copó facultades de la UBA en medio de elecciones para amedrentar a los estudiantes.

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En la mencionada entrevista, Román hizo hincapié varias veces en la necesidad de que los socios vayan a votar porque “es el único día en cuatro años en el que el club le pertenece a los hinchas”. Una frase cierta, pero que da cuenta de cómo estos grandes clubes son dirigidos 364 días del año por empresarios y políticos, que buscan de mínima hacer negocios, y de máxima ocupar cargos de poder en el Estado.

Daniel Angelici es el mejor ejemplo. En cada escándalo que hay sobre los servicios de inteligencia o sobre el poder judicial aparece nombrado. Ni que hablar de Darío Richarte, quien fuera el número dos de la SIDE durante el gobierno de De La Rúa, después vicerrector de la UBA y que ahora forma parte de la comisión directiva del club.

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La intención no es meterse en la disputa entre estos dos sectores, sino abrir una reflexión alrededor de la democracia en el fútbol y el rol que pueden jugar hinchas, jugadores y directores técnicos en la sociedad. Imposible agotar un tema tan amplio en una nota, pero el propósito de estas líneas es abrir un debate. Al principio de la nota hablábamos del Brasilero Sócrates. ¿Por qué es tan recordado?

La Democracia Corinthiana y el fútbol como herramienta de lucha

En 1982, en medio de una dictadura militar que había empezado en 1964, surge una experiencia de autogestión en el club paulista Corinthians, en Brasil. Jugadores, equipo técnico, utileros, y trabajadores de mantenimiento tomaron el poder del club con la democracia directa. Decidían todo colectivamente: el voto de cada uno valía lo mismo sin importar qué rol tenían. Discutían sobre los fondos, salarios y hasta la estrategia de los partidos.

Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, o Sócrates a secas, fue uno de los grandes impulsores de esta gesta. Le decían “el doctor”, porque se había recibido de médico y antes de dedicarse al fútbol. Llegó a ser capitán de la selección nacional. Fue uno de los primeros cómplices para esta experiencia que tuvo Adilson Monteiro, un sociólogo de la Universidad de San Pablo que había quedado a cargo del fútbol del club, que en el primer entrenamiento le dijo a los jugadores: “El país lucha por la democracia. Si lo logra, el fútbol quedaría al margen porque aún en los países democráticos el fútbol es conservador. Tenemos que cambiar eso”.

Así fue como surgió la democracia corinthiana, un ejemplo de resistencia contra la dictadura. Fue algo inédito en el fútbol. Desafiaban a los militares y se involucraban en las movilizaciones que exigían elecciones libres. No tenían sponsor en la camiseta. En su lugar crearon un logo emulando a Coca Cola, con manchas rojas que simbolizaban a los caídos y perseguidos por la dictadura.

Incluso era parte del equipo Wladimir Rodrigues dos Santos, el “obrero del fútbol”, que había sido parte de las huelgas en el ABC de San Pablo, una concentración industrial enorme en esa región.

Fue una experiencia que duró solo dos años, pero durante los cuales ganaron dos veces el campeonato paulista, en el 82 y en el 83. Sócrates la recordaba diciendo: “Cuando pisábamos el césped, sabíamos que estábamos participando de algo más que un simple partido de fútbol. Luchábamos por recobrar la libertad de nuestro país”.

Quizás la nueva situación en el continente abra la posibilidad de más gestas como esa, donde los clubes no sean de los socios apenas para ir a votar autoridades una vez cada cuatro años, sino que sean un lugar de gritos no solo por los goles sino también en contra de los golpes de estado como en Bolivia, o en apoyo al pueblo chileno.

Hoy tenemos el ejemplo de los jugadores de la selección chilena, que en medio de la revuelta que está protagonizando el pueblo en ese país y por la brutal represión que desató Piñera para frenarla, decidieron colectivamente no participar en los compromisos deportivos que tenían por delante, en protesta contra el Gobierno.

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El fútbol, las creaciones artísticas, musicales, en el capitalismo son encorsetados por la lógica del mercado -cuya único motor es la sed de ganancias-. Esa lógica, de fondo, solo puede romperse con un cambio radical de la sociedad, que permita liberar de ese corset las energías creadores de todas las personas.

Pero cambios bruscos en las sociedades, motorizados por la lucha de clases, permiten el surgimiento de gestas cómo estás en las cuales los protagonistas de cada disciplina pongan su talento y su popularidad al servicio de luchas colectivas.

Hitos como la Democracia Corinthiana lo demuestran. Hay quienes decidieron poner su popularidad en función de importantes transformaciones colectivas y por eso se ganaron un lugar en la historia.

En 1983, Sócrates dijo: "Quiero morir un domingo y que Corinthians levante un título ese día". Falleció el domingo 4 de diciembre de 2011, a sus 57 años. Horas después, su club salió campeón de Brasil, al empatar sin goles con Palmeiras. En las pantallas, en las tribunas y en la cancha, el homenaje fue conmovedor y los 11 futbolistas del Corinthians saludaron como lo hacía el Doctor: con su puño derecho en alto.