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Las guerreras del Siglo XXI

Alejandra Decap

Las guerreras del Siglo XXI

Alejandra Decap

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Mayoría mujeres, muchas de ellas migrantes, todos y todas trabajadoras del aseo. Se enfrentaron a un gigante del subcontrato. Y ganaron.

Que la prestación de servicios de aseo es un rubro altamente feminizado no resulta una novedad para nadie. La división sexual del trabajo nos ha asignado, en nuestra ocupación en el mundo laboral, tareas ligadas a la reproducción de la vida y la fuerza laboral. En Chile, el 23% de las trabajadoras [1] están concentradas en el área de servicios. Amplia es nuestra participación en las empresas de aseo. Sin embargo, resultan tremendamente invisibilizadas las veces en las que, en dichas empresas, mayoritariamente ligadas al subcontrato, las mujeres se rebelan frente al yugo de la precarización laboral y emprenden luchas activas contra esas condiciones.

La realidad de abuso y precariedad, vuelven la lucha una necesidad. Los salarios de las mujeres son bajos: el 50% de las trabajadoras en Chile gana menos de 350.000 pesos [2], y para muchas, es el principal sostén de sus hogares. Casi el 60% de las mujeres no puede sacar a su familia de la pobreza, según la Fundación Sol [3]. Este es el marco en el cual, en el norte del país, se desarrolló una lucha sindical que tomó importante peso en la región de Antofagasta. La mayoría mujeres, muchas de ellas migrantes, todos y todas trabajadoras del aseo. Se enfrentaron a un gigante del subcontrato. Y ganaron.

El Hospital regional de Antofagasta subcontrata los servicios de aseo mediante la Operadora Siglo XXI, parte de la Concesionaria Siglo XXI, que integra el grupo Sacyr, compañía multinacional española con negocios en más de 20 países. Operan en Chile mediante la figura del multirut.

Según nos cuenta Silvana González, presidenta del Sindicato nº 1 de la Operadora Siglo XXI, desde hacía ya bastante tiempo existía constancia de abusos y reiteradas prácticas contra los derechos de los y las trabajadoras por parte del grupo Sacyr. Las trabajadoras de Siglo XXI estuvieron enfrentando las malas condiciones laborales en medio de la pandemia, despidos antisindicales y ahora, las expresiones del trabajo precario. Antes de la huelga, además, hubo varios enfrentamientos en la Inspección del Trabajo por las vulneraciones del grupo Sacyr. Las jefaturas emprendieron una verdadera “campaña del terror” contra la organización de los y las trabajadoras frente a los abusos. Echaron a correr rumores y amenazas de despidos. No lograron amedrentarlas.

Iniciaron la huelga el 13 de septiembre, exigiendo como principal demanda un salario mínimo de 500 mil pesos. En su segundo día de huelga fueron golpeadas por los guardias del Hospital. Exigían hablar con el director del Hospital. Pese a no estar contratadas directamente por el Hospital, la huelga de las trabajadoras del aseo afectaba directamente el funcionamiento del centro de salud, ya que, como consignaron las mismas trabajadoras “sin aseo no hay salud”. Para ellas, reclamar un mejor salario, y mejores condiciones de trabajo, implicaba garantizar una mejor atención a los usuarios. Con su lucha, ponían en entredicho la salud de mercado, ya que el funcionamiento de los hospitales está condicionado a las lógicas del lucro de las concesionarias, así se precariza el trabajo y la salud pública.

Al ser trabajadoras de la primera línea contra la pandemia, la solidaridad despertó en distintos sectores que apoyaron la huelga, tanto organizaciones sociales, sindicales, como políticas, acompañaron la pelea de las guerreras de Siglo XXI. Guerreras, porque el 90% del sindicato son mujeres. Muchas de ellas mayores, jubiladas, otras de ellas madres solteras, de los campamentos. También muchas mujeres migrantes, provenientes de países como Colombia, Venezuela, Haití, Perú y Bolivia.

Fueron esas mujeres las que se pusieron a la cabeza de la movilización, molestas con las situaciones de abuso, de los problemas con jefaturas y la vulneración de derechos, y por la sobrecarga laboral. Levantaron marchas y ollas comunes, se manifestaron en las afueras de la municipalidad y la gobernación. Fue tal su garra que a los 10 días de huelga, y con todo en contra, el 84% de las trabajadoras decidieron rechazar la propuesta de la empresa y seguir la pelea. Y no solamente reivindicaron sus demandas salariales: durante la huelga, las trabajadoras de Siglo XXI marcharon en solidaridad con las personas migrantes. También cuestionaron abiertamente el modelo de concesiones en la salud pública.

La concesionaria no quería dar su brazo a torcer, pero fue ahí donde se demostró que quienes hacen funcionar el mundo son las y los trabajadores: debido a la huelga, el Hospital estaba en una situación de crisis sanitaria. El día 12 de la huelga, las trabajadoras cerraron la lavandería, denunciando un caso de COVID variante Delta y generando repercusión a nivel regional; esto terminó de presionar a la empresa, conquistando así las trabajadoras la mayor parte de sus demandas.
Era un triunfo.

Silvana González relata sobre estas mujeres:

“las compañeras del sindicato eran impresionantes, había compañeras que se venían a pie a la huelga, estaban sin dinero, sin comer, estábamos en la incertidumbre; cuando ganamos, las compañeras lloraban de emoción, de alegría, estábamos muy contentas por el triunfo, por el aumento de sueldo, porque es atroz la sobrecarga de trabajo”.

Una de las principales lecciones que extrae Silvana del proceso es que

“Si vale luchar; sí se puede (...) primera vez en la vida que estoy a cargo de un sindicato, encabezando una huelga tan complicada, que no sabíamos si le íbamos a doblar la mano a Sacyr, y seguimos con fuerza, levantando el ánimo, siendo consciente de nuestras palabras y nuestras acciones (...) en cada aspecto ha sido super intenso y a la vez una emoción y una alegría. Es una experiencia que a mí me demostró que realmente sirve organizarse como clase trabajadora. Si tan solo supiéramos el poder que tenemos... la unión de las trabajadoras puede lograr muchas cosas, que nunca más permitamos que nos vulneren, no tenerle miedo a los jefes, si nosotras somos la fuerza... ha sido una emoción fuertísima, con enseñanzas muy buenas. Han despertado otras cosas en nosotras, perdimos el miedo, nos convencimos que nos merecíamos ganar más e ir más allá, que tenemos la fuerza para hacerlo”.

Las trabajadoras del aseo del Hospital de Antofagasta mostraron que con organización y lucha se puede derrotar a enemigos poderosos. La lucha del Sindicato Siglo XXI es una demostración viva de los procesos subterráneos de lucha de clases que se gestan en este momento constitucional, que es muy probable que se multipliquen. Pero no sólo eso: encarna a las guerreras de nuestro siglo: al nuevo proletariado con rostro de mujer que sale a pelear, y que tiene la potencia subversiva de cambiarlo todo.


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