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Red Internacional
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Vacunas para todos. Las vidas de los aceiteros importan

En las fábricas aceiteras del cordón de San Lorenzo hay decenas de contagios diarios. En estos últimos días fallecieron varios compañeros por COVID-19. Ni el gobierno ni las patronales hacen algo al respecto. Esta situación tiene que frenarse, los sindicatos tienen que pelear para que los trabajadores sean incluidos en el plan de vacunación.

Lunes 7 de junio de 2021 09:06

La situación epidemiológica en el sector se profundizó en las últimas semanas, y hay compañeros fallecidos pertenecientes a varias fábricas.

En la última semana falleció Marcelo Sgrazzutti, miembro de la comisión directiva del SOEA. Se suma a otros compañeros que fallecieron por COVID en distintas fábricas.
Es el ejemplo de Pablo Olloco, compañero de la bio de Renova, que se desempeñaba como operador de planta. En Terminal 6, Vicentin, Cofco, para nombrar algunos también la situación epidemiológica está desbordada. El SOEA sacó una declaración, pero esto es insuficiente para defender la vida de los trabajadores y sus familias.

Necesitamos un plan de lucha para lograr la vacunación de todos. Para garantizar protocolos serios que puedan frenar los contagios el SOEA tiene que garantizar que los trabajadores puedan poner el pie Comisiones de Seguridad e Higiene independiente, que puedan parar las tareas riesgosas.

Los protocolos no alcanzan o son directamente inexistentes. Muchos obreros son amontonados en contenedores que sobrepasan su capacidad máxima, y los vestuarios están sobrepoblados. Las empresas toman medidas insuficientes, lejanas a las necesidades de bio seguridad que necesitan los trabajadores en plantas que en algunos casos llegan a emplear a más de 2000 personas.

El ingreso de divisas acumulado de la agroexportación en los primeros cinco meses del año superó los 13 mil millones de dólares. El monto es el mayor registrado en los últimos 18 años. Mientras las vidas de los trabajadores están expuestas a la pandemia y los contagios masivos, este sector empresarial se está enriqueciendo batiendo records históricos. Tienen el dinero suficiente para prevenir los contagios masivos.

La gestión de la pandemia del gobierno de Alberto Fernandez y Omar Perotti llevaron al colapso de la salud, manteniendo la producción a toda costa para garantizar las ganancias de empresarios, mientras que se priorizan los acuerdos con el FMI recortando el presupuesto en Salud y adquiriendo vacunas muy lentamente. Al contrario de lo que dijo Alberto Fernandez, las fábricas son focos de contagios. Las plantas aceiteras son un gran ejemplo de esto.

Vacunas para todos

No puede seguir en juego la vida de los trabajadores. Todos los días mueren trabajadores en sus puestos, empezando por los de la primera línea de la salud. Los sindicatos deben ponerse al frente de la lucha por la vacunación masiva y que se garanticen condiciones de trabajo seguras.

Los trabajadores aceiteros saben que nadie les regala nada, vienen de una conquista salarial que se logró gracias a una huelga histórica el pasado diciembre, con medidas que hicieron poner contra la cuerda a las cámaras empresariales. El método de huelga, piquetes, y coordinación con otros gremios del sector fue clave para lograr el triunfo.

Esta fuerza hay que ponerla al servicio de que no haya más trabajadores muertos: el SOEA y la Federación Aceitera tienen que iniciar un plan de lucha común para que todos los trabajadores estén incluidos en el plan de vacunación.

Es por esto que desde el Movimiento de Agrupaciones Clasistas queremos proponer que se tomen medidas con urgencia para ponerle un freno a esta situación.
El primer paso es impulsar asambleas con protocolos en todas las plantas, para que los mismos trabajadores discutan qué medidas son necesarias, y si las fábricas tienen o no que producir. Es necesario hacer una desinfección total y testear a todos los trabajadores para tener un mapa epidemiológico en el gremio y cortar la cadena de contagios mientras se vacunan a todos los compañeros. Las patronales no garantizan la salud de los trabajadores y sus familias. Tienen que ser los propios laburantes, con la ayuda de médicos y especialistas, quienes puedan votar en asambleas formar comisiones de seguridad e higiene independientes, que puedan parar las tareas riesgosas y garantizar que se respeten los protocolos.

Esta pelea sería un gran ejemplo para el conjunto de la clase trabajadora que en este momento está dejando la vida en los hospitales, escuelas, y sí, también en las fábricas. Las vidas de los trabajadores importan.