Crónica del concierto que ofreció el compositor y músico uruguayo Leo Maslíah, presentando nuevo disco y nuevo libro en Café Vinilo, el pasado sábado 16 de enero.
Demian Paredes @demian_paredes
Viernes 22 de enero de 2016
Prolífico, con unos 40 años de trayectoria artística (lo que incluye 50 discos –grabados en estudio y en vivo; de música con letras, instrumentales y “académicos”, además de una ópera basada en el Maldoror de Lautréamont– y 41 libros –de novelas, relatos y cuentos, teatro y poesía–), el uruguayo Leo Maslíah es un “viejo” habitué de la Argentina: visita nuestro país desde la década de 1980 (recorriendo gran parte de su geografía), dando sus recitales acompañado de piano y/o guitarra, leyendo sus cuentos y fragmentos de novelas, y a veces acompañado de músicos –como banda– y otros invitados a sus shows, verdaderos deslumbramientos de música, ingenio e inventiva. La calidad interpretativa de Maslíah (un excelso pianista que recorre los motivos de la música erudita –llamada “clásica”–, la popular y la contemporánea) se combina con un afilado sentido del humor que recurre a la parodia, a la ironía, al retruécano y demás herramientas que le son habituales al “género”.
El ingenio, la originalidad de Maslíah pasa –entre otras cosas– por transformar algo de “lo cotidiano”, de lo habitual de nuestra vida diaria (rutinas y rituales; lo que conforma el establishment o statu quo de la cultura –pensamientos de “sentido común”, consumos, hábitos, etc.–), en motivo de sorna, para proveer así no sólo la oportunidad de la risa y la carcajada, sino también el pensamiento (abierto a la posibilidad de ser crítico) acerca de lo que nos rodea, somos y hacemos.
Presentando su último disco, Luna sola, y su nuevo libro, El bobo del pueblo y otras incorrecciones, Maslíah ofreció dos conciertos en Café Vinilo, en el barrio de Palermo, los pasados días 15 y 16 de enero. Lo que sigue es una suerte de racconto de lo que fue el show del sábado 16.
Maslíah comenzó su concierto con “La historia de Noelia”, relato (musicalizado) de lo avatares de un novio de una electa reina de la vendimia... de un pueblo sin vendimia, para finalizar explicando que “nomás” pudo musicalizar “hasta ahí”, habida cuenta de ¡las más de mil páginas! que, dice, tiene la novela.
Hubo también momentos de lo que ya son “clásicos” de Maslíah sobre otros clásicos: su versión de “La metamorfosis”, de Kafka, por ejemplo, o la “alteración” de Mozart (“Pequeña serenata nocturna” rearmonizada... y tarareada), y la incorporación de letras a obras de Bach. También hizo la graciosa letra que incorpora a “Donna Lee” de Charlie Parker (“Yo creo que debía ser una mujer bastante complicada si nos guiamos por la melodía que le hizo Charlie Parker”) y, a tono con lo que “se escucha mucho” actualmente, hizo un tema con letra de un ferviente, obsesivo, defensor del reguetón.
Una versión de aquel viejo hit global de Los del Río escuchado ad nauseam “Macarena” –al ritmo de un suave, “canchero” y pegadizo ritmo de jazz– permitió, también, oír (rever) la futilidad de su letra. Y “Acordes”, uno de los temas del nuevo disco, es un simpático tributo –en su letra– a aquello que sostiene a la música y a su creador.
También sonaron otros clásicos de Maslíah, como “Superman” (de su disco Desconfíe del prójimo) y “Corriente alterna”, graciosa (y veloz) historia de un amor contrariado por las “ideas y vueltas”.
Maslíah también leyó el relato “El bobo del pueblo”, y una tanda de horóscopos. Volviendo a la música, interpretó otro tema nuevo “Zamba del desfasado” (donde los tiempos verbales se “incorrectan”) y el gracioso “Compositor contemporáneo”, donde se ríe a partir de la construcción del lugar común de un “vanguardista” que hace algo “que no se entiende” y desprecia las melodías tradicionales, típicas (salvo que le salgan por casualidad). Hacia el final “Argumentos tendientes a una fundamentación de por qué te amo” y “Respuestas a un joven poeta” hicieron aún más hilarante la velada. (Por supuesto, se podrían mencionar infinidad de temas y relatos de Maslíah que no se hicieron, y que también habrían sido del deleite de toda la audiencia: “La moto”, “Cerrajería”, “Casinos”, “La cita”, “Juntapuchos” o “La chusma”, por sólo nombrar unos pocos.)
Entre lo último, la lectura de “Tabla de salvación” –un speech que pone de relieve “los valores” que postula Hollywood con las películas de Harrison Ford (alguien ya postulado como “ejemplo” en otra novela de Maslíah, Signos)– y la interpretación de “Luna sola”, tema del nuevo disco, dejaron a las 100 personas que entraron en Café Vinilo aplaudiendo y vivando al músico y cantautor. Un lúcido creador, donde la intertextualidad y la intermusicalidad son su marca de fábrica; donde el humor abarca, con sutileza e inteligencia, la infinidad de “puntos ciegos” que hay en la vida.