Reflexión acerca de los discursos de odio que pasan de la tele a las aulas.
Jueves 6 de junio 11:21
En estas semanas se popularizaron los dichos del biógrafo de Milei, Nicolás Márquez, diciendo que la homosexualidad es insana y autodestructiva.
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Así como también se conoció el hecho estremecedor del lesbicidio de Barracas.
En este marco el Gobierno Nacional de la mano de Adorni presentó un proyecto de ley para modificar la ley de educación nacional evitando el “adoctrinamiento” de los chicos en las aulas.
Quizá es una frase trillada que las escuelas son cajas de resonancia de la sociedad, pero es así.
Luego de esta serie de acontecimientos repudiables la opinión de algunos miembros de la comunidad educativa se hizo escuchar y los discursos de odio no tardaron en llegar al cole.
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Como es sabido hace más de 12 años que se estableció la ESI como ley, la cual plantea que se puede trabajar la sexualidad de manera transversal en todas las áreas del conocimiento. En este sentido utilizar la literatura como disparador de algún tema es un recurso muy utilizado por los docentes, ya que de un tiempo a esta parte se han desarrollado muchos textos literarios que abordan la ESI. Resulta interesante que los chicos se acerquen al disfrute, al interés por la literatura y a la vez poder poner en palabras todos esos interrogantes que surgen de la sexualidad. En relación a esta idea les propuse a los chicos elegir entre dos novelas cuál les gustaría leer más. En uno de los turnos salió como ganadora “La chica pájaro” de Paula Bombara. En esta novela una chica llamada Mara, decide huir de su casa ya que sufre violencia de género, se va a vivir al árbol de una plaza y recibe la ayuda de una señora jubilada y un joven electricista que la acompañan a resolver su condición.
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Hasta acá se preguntarán ¿Qué hay de malo en todo esto? Y la verdad es que absolutamente nada. ¿Quizá la familia que se vino a quejar sobre la lectura de dicha novela crea que no es conveniente hablar de estos temas si bien es parte de los contenidos de la ESI?, ¿Quizá sean algunas de “las malas palabras” que recorren el texto? ¿Quizá sea la edad recomendada que tiene la novela? ¿Qué limite existe para que una obra sea considerada literatura infantil o juvenil?
A propósito de este debate la escritora Maite Carranza se plantea en su texto “los límites de la literatura infantil y juvenil” que a veces los argumentos esgrimidos para fijar las fronteras que separan a jóvenes y niños del universo de los adultos se escudan en instituciones, valores incuestionables o afirmaciones categóricas que constituyen clichés baratos o fórmulas arteras para ejercer el control sobre la obra autora y se pregunta …” ¿Quién fija esos valores? ¿Quién decide – y por qué motivo- cuáles son esos y no otros los límites de la literatura infantil? A modo de una primera respuesta decía “mi experiencia vivencial fue la de chocar con los límites ideológicos que imponía la censura invisible que impedía cuestionar en presente la sagrada ley de la familia, la escuela, el lenguaje y los valores morales que se asocian a la educación”.
Vuelvo a otra frese trillada ¿No es la educación un acto de rebeldía?.
Y creo que sí, que salir de los lugares cómodos, meterse en eso que pocos se animan hablar es lo que en última instancia hace que los chicos conecten con la lectura. Desafiar los límites de lo prestablecido, poner a disposición su curiosidad, sus ganas de querer saber más, estimular su espíritu crítico, que vivan la literatura como disfrute ¿Será eso lo que molesta, lo que enoja?.
Recuerdo cuando era chica y mi abuelo leía novelas. Me decía que los libros te permiten conocer el mundo por más que no hayas podido viajar a ninguna parte y pienso ¿No es vulnerar un derecho de los chicos y chicas no poder mostrarles algo de ese mundo del que no todos quieren hablar?
Porque hay que decirlo, la hipocresía y la doble moral en el discurso de odio matan a pibes en los barrios a manos del gatillo fácil, pretenden bajar la ley de imputabilidad de menores para que pibes de 13 años vayan a la cárcel, dejan de entregar comida los comedores. Y no puedo evitar pensar en los dichos del presidente “si realmente la gente no llegara a fin de mes se caería muerta en la calle” y me pregunto ¿Causa más escozor una novela para adolescentes con “malas palabras” que la violencia ejercida por el estado? El debate esta abierto.