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Red Internacional
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Música / Rock. Los Pérez García y su show en Ferro: de nuevo ocurrió la magia

La banda de Aldo Bonzi con 25 años de trayectoria ofreció un recital en el microestadio Héctor Etchart que marca un hito en su carrera. Crónica de una noche inolvidable.

Gustavo Grazioli @Discolo1714

Sábado 24 de diciembre de 2022 00:00

Fotos: Gustavo Herrador.

Fotos: Gustavo Herrador.

“¿Hoy es jueves?”, “Parece más viernes que otra cosa”, “¿No es cierto que esto tiene sabor a viernes?”, son las frases que se escucharon antes y después del show que dieron Los Pérez García este último jueves en el microestadio de Ferro. En Caballito algo se movió, el rock volvió a sudar las remeras y las banderas fueron parte de una velada muy esperada, en la que la banda nacida en Aldo Bonzi hizo delirar a sus fanáticos durante dos horas y media.

Con más de 25 años de trayectoria, Los Pérez García arribaron por primera vez a un microestadio. El sitio elegido fue el Héctor Etchart – lugar en donde el club de Caballito juega al básquet – y ahí es donde una multitud de gente se juntó para cantar a los gritos los temas del último disco, Después de la tormenta, los clásicos infaltables, bailar y saltar hasta el último acorde.

La apertura de la noche comenzó con la banda Andando Descalzo, cerca de las 20, y una hora después, saltó al escenario la banda liderada por Beto Olguín. Como prólogo del show, sonó la canción “Noche Soñada” del disco Asuntos de Familia, en la que el cantante, acompañado por un piano al estilo John Lennon en su etapa solista, dice “Hoy le ganamos a Brasil / está feliz la muchachada/ Comimos muy bien / bebimos también/ Salimos de madrugada”.

Con esa introducción, la gente entendió que estaba por empezar el show y colmó el lugar rápidamente. Terminó de comer la hamburguesa de un mordisco, dio un trago de fondo blanco a lo último de la cerveza o la gaseosa, y con el antecedente de la conquista de la copa del mundo en la garganta, se agolparon cerca del escenario al fuerte grito de “Dale, campeón”. Un leitmotiv en los intervalos entre canción y canción. Además de “el que no salta es un inglés”.

Más de 2.500 personas se acercaron a ver a la banda de Aldo Bonzi. Los fieles no dejaron de gritar ni saltar ni un segundo. Las inmediaciones retumbaron con cada canción que figuraba en la lista de temas y ese gesto de lealtad entre publico y banda, que cada vez está más afianzado, fue lo que emocionó a toda la banda. Beto agradeció todas las veces que pudo y guió distintas emociones que fueron desde el llanto hasta lo más exultante.

Hubo lugar para recordar a Tatu Garibaldi, el histórico gran percusionista de la banda – que falleció en septiembre - y eso retrotrajo distintos recuerdos que humedecieron los ojos de varios. Los pasajes de la noche fueron tomando distintos caminos, pero el destino siempre se mantuvo señalado en el mismo lugar: divertirse y festejar.

Y eso, este grupo de Bonzi lo sabe hacer sin problemas ni embrollos intelectuales. Con un gran oficio para las canciones, Los Pérez lograron plantar bandera en las fibras populares de esos fieles que danzaron en lo más profundo de la noche. La patita se soltó de aquí para allá con algunos riffes de guitarra y los corazones navegaron en las melodías cautivantes que disparó la voz de Olguin.

Por otra parte, el desembarco en el mítico club de Caballito trajo algunos tripulantes que acompañaron a la banda durante la larga lista de canciones que desplegaron. Estuvo presente Juani Rodríguez de Andando Descalzo, hizo lo suyo Piti Fernández de La Franela y después llegó el momento de los guitarristas invitados. Primero, dinamitó el escenario Pablo Guerra de Los Caballeros de la Quema y, por último, la danza del fuego quedó en las manos de Miguel de Luna Campos, más conocido como Maikel de Kapanga.

Ocurrió la magia. La gente respondió a un grupo de personas que tocó instrumentos y cantó canciones de rock. La banda de Bonzi le quitó el suero a un género que parecía sumergido en la nostalgia y saltó el paredón de los titulares mainstream en los que se vampiriza cada palabra. Los Pérez García, su núcleo duro todos amigos de la secundaria, llevan más de 25 años, siguen en pleno crecimiento y con planes de que los pedales de la guitarra sigan conectados.

Más que nunca, entonces, a propósito de todo, y como dice el propio Beto, ¡Salud!