La Ley Trans acaba de ser aprobada en el Estado español. Tras décadas de lucha, con 185 votos a favor, 154 en contra y 3 abstenciones, se aprobó junto a la reforma a la ley del aborto. Ocurre luego de 5 denegaciones y grandes recortes. A continuación repasamos lo que supone esta conquista histórica y cómo nos seguimos peleando contra la transfobia y el sistema que la alimenta.
Sábado 18 de febrero de 2023 10:03
El jueves 16 de febrero de 2023 se aprobó de una vez la Ley Trans en el Congreso de los Diputados del Estado español, después de un importante recorte del proyecto de ley original y numerosos retrasos y denegaciones.
Esto supone un avance para el colectivo LGTBI y en especial para las personas trans, que ha sido conquistado por décadas de dura lucha, desde que esta se tenía que dar en la clandestinidad. Echemos un vistazo a cómo ha sido este rocambolesco proceso de aprobación y a las dificultades a las que se ha enfrentado.
Veamos rápidamente qué incorpora y qué no esta ley. Los que seguramente sean los avances más importantes que se han conseguido son la autodeterminación de género, para la que ahora no será necesario llevar un mínimo de dos años en proceso de hormonación para cambiar el género en el registro y el DNI, que ahora se podrá hacer de manera libre, y la posibilidad de realizar este cambio a les menores de edad, quienes podrán hacerlo desde los 16 años sin ningún tipo de permiso legal, desde los 14 con autorización paterna o judicial y desde los 12 con el aval judicial en cualquier caso. También se incluye el reconocimiento de las familias biparentales no heterosexuales ante la ley, como lo que por supuesto ya eran, familias. Concretamente el cambio aquí está en que la unión matrimonial ya no es necesaria para conseguir el reconocimiento legal como familia.
Ahora echemos un vistazo a la otra cara de la moneda, lo que esta ley dejó fuera. Los recortes al proyecto original que el Gobierno del PSOE impuso para evitar la ira de la extrema derecha (sin éxito, por supuesto) y de sus propios sectores transfóbicos, dejaron al documento en unas anémicas tres páginas de las más de veinte originales mientras, el otro componente de la coalición gubernamental, Unidas Podemos no les puso en ningún aprieto durante 5 denegaciones y recortes a lo largo de estos años.
Estos recortes han hecho que el reconocimiento de las personas no binarias no sea posible, o que directamente no se elimine la casilla sexo del documento de identidad. Esto excluye a una buena parte del colectivo trans, cuyo género sigue sin ser reconocido a nivel legal.
También se quedarán fuera las personas migrantes que no puedan demostrar la imposibilidad de hacer este cambio registral en su país de origen o cuya solicitud de asilo por persecución queda muchas veces denegada en la frontera. Incluso para las que sí lo puedan argumentar no se dice nada sobre el acceso a tratamientos de reasignación de género. El propio texto de la ley indica su acuerdo al aparato legal de Extranjería, por lo que les migrantes en situación de irregularidad quedan completamente por fuera de esta ley, cosa que ni siquiera se planteaba en el proyecto original.
Lo que tenemos que tener muy claro es que esta ley no se ha aprobado gracias a Irene Montero, se ha aprobado gracias a la presión que el colectivo LGTBI llevamos haciendo décadas y la lucha histórica contra esta sociedad capitalista y patriarcal. Y es que estos partidos del régimen están queriendo apropiarse de esta lucha para sus propios fines, casualmente en plena campaña electoral.
Las ministras progresistas se han deshecho en halagos hacia ellas mismas y hacia “las luchadoras”, completamente en abstracto, pero ellas mismas y sus grupos parlamentarios han hecho bien poco para aprobar una ley que integre verdaderamente las demandas del colectivo LGTB, especialmente de la T. No solo eso, sino que fuera de esta ley no han movido una coma en asuntos igualmente claves para nosotres, como es por ejemplo un cupo mínimo de contratación, teniendo en cuenta que la tasa de paro de personas trans en el Estado Español es del 80%, o como es también una sanidad pública gratuita y de calidad que recoja también tratamientos de reasignación de género, mientras destinan a armamento un 26% más que en los presupuestos anteriores.
Esta ley es una conquista de luchas que no van a pararse ante la desfinanciación de la sanidad pública, con graves problemas y esperas de acceso a hormonación, atención y operaciones. Que no van a pararse ante la falta de una educación sexual íntegra. No van a pararse ante la falta de separación de la Iglesia y el estado.
Y vamos a seguir, porque la histórica lucha contra la transfobia y este sistema patriarcal y capitalista ha arrancado esta ley, pero no vamos a detenernos.
La lucha debe continuar sin tener ninguna fe en que el estado capitalista y sus gestores “progresistas” como este gobierno nos vayan a regalar derechos o enfrentar a la extrema derecha. Y no puede continuar en solitario, tiene que aliarse con el resto de sectores de la clase trabajadora, especialmente con los más precarizados como son las mujeres, las personas racializadas o las migrantes, la unión de las luchas en el contexto actual es clave no solo para conquistar las demandas del colectivo LGTB sino del resto de la clase trabajadora.
La ley trans la hemos conquistado nosotres, desde la lucha en las calles durante décadas, incluso en momentos de durísima represión en los que se tenía que pelear desde la clandestinidad y con todo en nuestra contra, no han sido ni Podemos ni el PSOE. La lucha no termina aquí, esta ley es una victoria, por supuesto que lo es, pero aún nos queda camino. Vamos a seguir luchando por la vida digna que merecemos, una vida que merezca ser vivida.