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Red Internacional
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Opinión. Lucia Perez: crónicas de una llaga abierta y un caso bisagra

Luego del Jury que absolvió a los magistrados que intervinieron en el primer juicio sobre el caso, un análisis de los laberintos judiciales. Los privilegios del poder, y el debate sobre una salida.

Domingo 24 de noviembre 16:03

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Era un día indiscutiblemente primaveral. Corría cierto viento, y el sol estaba, pero no molestaba.

Era rara la combinación en una sola escena. Por un lado, sol, viento y primavera. Por el otro lado, abogados de traje, olor a humo, urbanidad, dolor y bronca.

Sobre la vereda, fotos. Cientos de rostros. Todas aquellas jóvenes que dejaron de tener voz, pero siguen hablando. Miran e interpelan. No lo hacen solas. Hay mucha gente atrás.

“Por eso llegamos hasta acá” comenta Guillermo. Agrega “por nuestra lucha”. Afirma con la cabeza varias veces. Mira fijo ratificando su convicción.

Guillermo es el papá de Lucia Pérez Montero. Esa joven de 16 años que salió de su casa de Mar del Plata para ya no volver. Pasaron 8 años, y la lucha inevitablemente continua. Él lo dijo: llegamos hasta acá por su lucha, que es la nuestra también.

Luego de un fallo plagado de misoginia, en que se absolvió a los imputados respecto del femicidio de Lucia, varios años después finalmente hubo una sentencia condenatoria por parte de otro Tribunal.

Sin embargo, en esta ocasión se debatía algo elemental. En pleno centro platense, corría el segundo día de audiencia en el Jury respecto de los jueces de aquel primer fallo: Pablo Viñas y Facundo Gómez Urso. Carnevale (el tercer juez) accedió a la jubilación anticipada, con autorización de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, evitando de esa manera exponerse a ser enjuiciado. Otra vez los amigos del poder.

Matías, el hermano de Lucia, cumplía 28 años ese mismo día. “No hay reparación” afirmó. Sus ojos transparentes concentran todo su dolor, pero sobre todo su indignación. Se indigna por Lucia, por los laberintos recorridos en busca de justicia, pero también por los privilegios del poder. Los detalla y desarma uno a uno en su discurso. Una doña pasa caminando. Pregunta que pasa. Por qué tantas personas, con banderas, chalecos ¿Por qué las fotos? Le pregunta a Matías. El inspira. Pensara por dónde empezar. Y le cuenta. La fuerza en su tono de voz la hipnotiza. La doña escucha atenta y se indigna. Otra indignada más.

Habla de muchas cosas más que pasan en su vida, y el la escucha pacientemente. Le aconseja, hablan de las complicidades, lo que pasa en los barrios, los jubilados, la policía. Se va diciendo que lo apoya, y que esto se tiene que terminar.

Hubo dos días de audiencias. En la primera jornada de testimonios la familia contó acerca de la llaga viva, ese dolor inexplicable, que no cesa, y que el Poder Judicial se encargó de remover una y otra vez. Luego fueron los alegatos. La parte acusatoria fue taxativa: esto no fue un error. No fue un simple error.

Finalmente, en el tercer día, el veredicto.

Esperábamos vernos nuevamente en su lectura. Era un día muy importante, claro está. La expectativa nos atravesaba. Sin embargo, esto no ocurrió. El veredicto fue virtual: minutos a través de una pantalla. Minutos, y una pantalla, para absolver a dos jueces responsables de un fallo misógino, sin perspectiva de género, sin considerarla a Lucia como una adolescente que requería de un trato especial, aun no estando físicamente. Todo eso faltaba, pero todos los estereotipos sobre Lucia sobraron.

Se les absolvió, aun a expensas de reconocerse el tratamiento reprochable del caso, y eso fue porque hay mecanismos institucionales que lo permiten. El jurado de enjuiciamiento estuvo encabezado por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Daniel Soria. Los legisladores fueron el senador marplatense Ariel Martínez Bordaisco (UCR), las diputadas Maite Alvado y Susana González (Unión por la Patria), senadores Gabriela Demaría y Gustavo Soos (Unión por la Patria). En representación de abogados de la matrícula, Leandro Benito, Carlos Valdez, Guillermo Sagues, Ramiro Alonso López y Diana Fiorini.

El caso de Lucia, como decimos muchas veces, es bandera y al mismo tiempo bisagra. “Fallos como estos se darán mucho más si no va a pasar nada” reclama Marta, la mama de Lucia, y agrega “si no sos la victima perfecta, te mereces la muerte”.

Los 8 años de esta lucha ejemplar de la familia de Lucia, de tantos familiares de víctimas de femicidios que acompañaron, y de diversas organizaciones sociales, no habrán sido en vano.

Ahora, nuestra principal tarea es seguir el ejemplo de la lucha y la movilización, y discutir profundamente cual es el camino para combatir un Poder Judicial misógino y clasista.

Cabe preguntarse, por ejemplo, que hubiese dicho un jurado compuesto por las mismas personas que viven en los barrios cada día, que conocen la realidad de la juventud, del negocio narco y de las pibas como Lucia ¿No debería ser la misma sociedad que sufre los fallos misóginos la que decida en instancias como un Jury, en vez de que la resolución este definida entre pares?

Es necesario pensar en la potencialidad de los juicios por jurado, tomando las discusiones que se están dando en la misma experiencia. Es un debate abierto, pero lo que sí es seguro es que deben existir mecanismos de democratización de las decisiones: revocabilidad de los jueces, voto popular. Mecanismos que permitan combatir el corporativismo y la rosca política.

Pero inclusive, más profundamente, sabiendo que estamos en un momento histórico donde se discute sobre una reforma judicial, podemos pensar ¿Qué implicaría esta reforma, si al salir de los grandes palacios de Tribunales la pobreza crece cada vez más, recayendo particularmente en las mujeres y diversidades, mientras los grandes negocios de unos pocos del poder se acentúan? Claramente, los intereses que representa este sistema, no son los de las mayorías. Por eso la importancia de seguir luchando en perspectiva por un cambio de raíz.

La familia de Lucia sabe que no se trata solo de un caso aislado. A partir de su historia se han comprometido en la lucha por los derechos humanos, y en diversas instancias donde hay que poner el cuerpo y el corazón.

Tomemos su ejemplo. Discutamos los mecanismos institucionales, creados y reproducidos para sostener los intereses de unos pocos. Debemos poner todo en cuestión, denunciarlo y organizarnos para combatirlo.

No nos conformemos con molestar, vayamos hasta el final. Por Lucia, y por cada vida que este sistema se lleva. Nos boxeamos con el sistema, otra vez.

En vísperas de un nuevo 25 de noviembre, sabemos que la lucha contra la violencia a mujeres y diversidades es -sobre todo- la lucha contra todas las formas de opresión que el Estado promueve y materializa.

Mañana movilizaremos en las plazas de todo el país, y volveremos a gritar bien fuerte ¡Lucia presente! ¡Ahora y siempre!