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Red Internacional
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PINTURA // ARTE DE LA IMAGEN. Luis Felipe “Yuyo” Noé: “El tiempo anterior a nuestro presente está presente”

Diálogo con el artista de la imagen, el pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé, a propósito de la reciente reedición de su libro ‘Antiestética’, a medio siglo de su aparición.

Demian Paredes @demian_paredes

Sábado 4 de junio de 2016

Conversar con Yuyo Noé es intenso. (Ya habíamos tenido otro diálogo, extenso, de corte autobiográfico, también publicado en La Izquierda Diario, a comienzos de 2015) Activo, lleno de planes, Noé nos muestra una mesa repleta de papeles, impresos y manuscritos –fragmentos y borradores de libros–, y conversa sobre la reciente reedición de Antiestética (por Ediciones de la Flor) y varios proyectos y actividades: nuevos libros y reediciones, nuevas muestras, y toda clase de planteos y reflexiones sobre arte, historia y política. También, brinda un recuerdo sobre Gyula Kosice, Arte concreto y Madí. Una charla con un amplio abanico de temas, donde Yuyo, a sus 83 años, sigue creando obras, y además anticipa sus próximos planes: una muestra este año, en la Galería Rubbers –su galería habitual–, y otra en el Museo Nacional de Bellas Artes, para 2017.

Yuyo, para empezar, comentá esta reedición

  •  Este libro, Antiestética, fue publicado hace cincuenta años. El año pasado se cumplieron los cincuenta años, y por eso lo reedité.

    ¿Y le cambiaste algo, le sacaste, agregaste...?

  •  No cambié absolutamente nada. Eso sí: tiene muchos prólogos esto. Está mi primer prólogo. Mi segundo prólogo, que se llama “Prólogo a la reincidencia” [de 1988]. Y este tercer prólogo, para esta edición, y dos prólogos más: uno de Cecilia Ivanchevich, colaboradora mía, y otro de [Eduardo] Stupía.

    Stupía considera que este libro es de una época. Y que es distinta la época actual. Esta reedición la ve como una cosa de concepto histórico. En cambio, Cecilia lo ve como un presente –como me lo dice mucha gente–.

    ¿Y vos cómo lo ves?

  •  Yo lo veo como presente. Como un presente que no es anecdóticamente presente. Quiero decir: acontecen muchas cosas, y uno por ejemplo las responde; pero luego acontecen otras. Pero esas otras que acontecen después, y que parecen cambiar el panorama, tienen que ver implícitamente con esas primeras. Porque todo está generado por algo. Entonces, si querés, esto es un tiempo anterior a un tiempo presente; pero el tiempo anterior a nuestro presente está presente. Y tiene que ver con mi teoría del caos. Y creo que, en cierto modo, es actual en la medida en que preveo cosas que luego han ocurrido después.

    Pero claro: es una época. Yo, cuando hice este libro, estaba haciendo obras muy caóticas, en el sentido de que eran obras complejas, que se relacionaban entre sí, pero hacían una. Instalaciones que continuaban por la pared, por el techo, por el piso... Luego, en un momento, esas cosas las tenía en Estados Unidos, porque fui con la Beca Guggenheim, en el año 65, 66...

    Es un momento donde la teoría acompañaba a la práctica

  •  Sí, sí. Y entré en crisis después. Porque se veía que algo no lo podía concretar. Porque eran obras que hacía y deshacía. Pero estaba en mi espíritu el que no me importara deshacerlas. Porque sentía que todo cambiaba y que yo cambiaba también con el tiempo. Y me fui politizando cada vez más. Fue un momento en el que después publiqué un folleto que se llamó El arte de América latina es la revolución. Como que el arte refleja una sociedad, y si la sociedad no está constituida realmente con una presencia de poder, de poder ser –“poder” en el sentido de poder ser–, no puede generar nada. ¡Si no puede generar realmente poder ser cómo va a manifestarse como es! Entonces esa era la idea de esta segunda etapa. Una segunda etapa que me llevó a escribir un libro, que no publiqué, que se llamaba El arte entre la tecnología y la rebelión. Lo escribí, estaba casi terminado. Fue entre el 67 y el 72, aproximadamente. Pero por algo no lo publiqué. Lo podría haber terminado, pero no lo publiqué porque creo que lo que planteaba lo hacía muy lúcidamente; pero las respuestas eran candorosas. O sea: lo que deseaba... Es que toda la época en torno a lo que se llama “el 68”... Más candoroso no podía ser.

    Hay una visión equivocada del 68. Primero se cree que el 68 aconteció en París. El 68 es un eco de lo que estaba aconteciendo en los Estados Unidos, en las universidades –en Berkeley, en Columbia–, y que era la resistencia la guerra de Vietnam. Más un espíritu de época que hacía como un replanteo de muchas cosas.

    Si vos ves la causa de la rebelión francesa, es totalmente mínima: era un problema del planteo de una ciudad universitaria. Si podían llevar chicas a los cuartos, porque no podían.

    Bueno, eran derechos que pedían los jóvenes estudiantes para su vida cotidiana... algo que fue parte de lo que se conoció como “revolución sexual”...

  •  Era una tontería en cierto modo, comparado con la otra cosa. Era como un teatro, como una representación. Y como toda representación, termina.

    Pero lo interesante es ese espíritu, que en cierto modo continúa, de otra manera. Siempre las cosas continúan, pero de otra manera.

    Y volviendo al libro: no lo publiqué porque las respuestas me parecían candorosas. Pero creo hay muchas cosas que las tengo todavía. Las publiqué en cierto modo, en parte, en Noescritos sobre eso que se llama arte, que tiene el material recopilado de cosas escritas por mí, del año siguiente en que escribí este libro [Antiestética]; es decir desde el 66, hasta el 2006.

    Sí, recuerdo el Noescritos..., publicado por Adriana Hidalgo. Ahí están los fragmentos de este libro que no publicaste

  •  Sí. Fragmentos de ese libro, con comentarios sobre ellos. Y también se publicaron fragmentos en mi obra de dos tomos, Mi viaje y Cuaderno de bitácora. En la parte de Cuaderno de bitácora.

    Por lo que tengo entendido, Antiestética cuando salió por primera vez tuvo bastante repercusión

  •  Mucha. En esa época tuvo muchísima. Muchísima. El prólogo de Cecilia Ivanchevich comienza diciendo [Yuyo toma el libro y lee]: “Como Luis Camnitzer señala en Dialéctica de la liberación, Antiestética (1965 y 1988) fue muy leída por los artistas jóvenes. Del mismo modo, años antes, Mercedes Casanegra en el prólogo del libro Luis Felipe Noé (1985) señalaba la vigencia de Antiestética para las nuevas generaciones de artistas. En la actualidad es indiscutible la figura de Noé como referente artístico a través de su pintura y de sus ensayos”. ¿Ves? Yo sé que soy un poco autorreferente. Pero no niego nada de esto.

    Se podría decir que la primera edición y la segunda edición, que fue en el 88, todavía tenían un cuadro de situación parecido. No era parecido, pero estaba vigente, todavía había un espíritu por el cual se comprendía totalmente el libro. Y ahora cobra nuevamente vigencia. Hay cosas que están volviendo. ¡Están de vuelta los muchachos! [Risas.] Están en eso que se llama actualmente “arte contemporáneo”, que es lo mismo que decir que no se sabe todavía de qué se trata. Porque ¿cómo van a llamar al “arte contemporáneo” cuando deje de ser contemporáneo? [Risas.]

    En la actualidad hay como una gran libertad y un gran juego de posibilidades. La gente va y toma algo del pasado. Y lo reacomoda como quiere. Pero el problema de la libertad es que la libertad también desconcierta. Y también da pie a que se digan muchas tonterías. Que “el arte ha muerto”. Que “todo es arte” (y no: no todo es arte). Y entonces viene el macaneo. Y ves cosas totalmente tontas. O cosas que son refritos. Refritos de cosas. Caricaturas de Duchamp. Etcétera.

    Sobre este libro inédito (o semi-inédito, ya que se han publicado fragmentos) se me ocurre preguntarte si estos dos términos, la rebelión y la tecnología, pueden emplearse como un marco para pensar la realidad actual del arte. ¿Será que hoy hay más tecnología que rebelión?

  •  La tecnología en ese momento estaba formulándose; pero ahora por supuesto que podemos seguir hablando del desafío que representa la tecnología en el campo del arte. Y en cuanto a la rebelión, vos sabés que en este momento no existe tanto. Pero que habría motivos para que aconteciera ¡sí, por supuesto! Porque aparte, rebelión no es revolución. Rebelión es un capítulo anterior a la revolución. Y ese capítulo anterior siempre está latente. No hay rebelión en este momento pero hay rebeliones permanentemente.

    Entiendo que ahora te referís a “rebeliones sociales”. De “cosas que pasan”, y que los artistas pueden ver o no, incorporar a su espíritu e imaginario, lo manifiesten o no luego en sus obras

  •  Ayer estaba hablando con un muchacho que es historiador, un joven, Juan Pablo Pérez. Yo le dije del asunto del libro que no publiqué. Y me preguntó por qué no lo publicaba ahora. Es decir: de repente me entró en la cabeza que si yo no lo publiqué es porque encuentro ingenuas ciertas cosas. Pero ya es historia eso. Es pasado. Y en la medida que es pasado vuelve a ser presente histórico. Nada más.
    Pero puede interesar para analizar el espíritu de fines de los años sesenta y comienzos de los setenta. Y la politización del campo artístico. Yo creo que puede servir para comprender esa época. Entonces, no sé si no lo publicaré. Todo este despelote es porque lo estoy buscando, y todavía no lo encuentro; pero sé que lo encontraré.

    Lo que está reapareciendo, lo que encuentro, es otro libro que estoy escribiendo, pero que lo paré hace años. Lo debo haber parado en el 2007.

    ¿Y tiene título?

  •  Sí. En un momento lo llamé La pintura desnuda. En otro momento El strip-tease de la pintura. Y ahora yo lo llamaría El strip-tease de la diosa, con el subtítulo La pintura desnuda. Y lo de la diosa es porque en un momento la pintura era una diosa, como ahora puede ser el cine. Un referente.

    Y esa idea, del strip-tease de la pintura, está formulada en el libro El arte entre la tecnología y la rebelión. Pero formulada, apenas insinuada. Y siempre pensé en desarrollarla. Y es algo que viene desde hace tiempo. Hablé de él. Tanto, que una vez alguien fue a una librería a pedir “La pintura desnuda”... [Risas.]

    La conversación sigue. Hablamos sobre la presentación de la Antiestética, realizada el sábado 7 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (con Cecilia Ivanchevich y Alberto Giudice), y sobre otra presentación más reciente, en Arte BA, el 21 de mayo (también con Cecilia Ivanchevich, y con Fabián Lebenglik), del volumen autobiográfico doble (Mi viaje y Cuaderno de bitácora), presentado por primera vez en el MAMBA a fines de 2015.

    Yuyo ¿y tenés más planes?

  •  Acabo de cumplir ochenta y tres años. Y mi energía está radiando. Tengo varios proyectos: haré una exposición este año. Y en agosto de 2017 pienso exponer en el Museo de Bellas Artes. No una muestra necesariamente retrospectiva, sino centrada en lo actual, pero con antecedentes. Se va a llamar justamente “Caos: hoy y antecedentes”, como eje de la exposición. Y entonces voy a tratar de dar testimonio de las instalaciones que hacía, en la época de la Antiestética. Y habrá una instalación que todavía tengo, sin destruir (con piezas que hubo que reponer). Y otras dos, que hice mucho-mucho después, con nostalgia, en el 94 y en el 2000, pero que no quise destruir. Las puedo volver a armar. Y haré una nueva para esta muestra. O sea que estoy volviendo a las instalaciones, pero no solamente eso...

    Además me interesa –me interesa de siempre– mostrar obras mías del año 61: cuadros... o incluso del año 60, como ese [señala una pared], que se llama Invitación al infierno. Yo creo que tal vez sería el cuadro más viejo que podría estar en la muestra.

    Yo al principio encaraba el caos con un clima romántico. Pero luego lo expresé en tensiones: en un mundo de tensiones y rupturas. Y después fui a hechos con estas instalaciones; una se llamaba Introducción al desmadre, es claro.

    Y entre los proyectos que tengo, está el de hacer un librito que acompañe la muestra, que es La asunción del caos. Porque es la cosa más actual en cierto modo, del libro, para mí, que hablo del caos como estructura. Y creo que eso es vigente. Lo que pasa es que acá, todavía, confundía un poco caos con desorden. Y lo seguí pensando...

    Y lo definiste mejor. Así que estás lleno de proyectos. Para este año y el que viene.
    Ahora, lo último que te quería preguntar es sobre Gyula Kosice, recientemente fallecido

  •  Kosice era como nueve años más grande que yo... Kosice era un tipo muy valioso. También escribía poesía. Muy valioso. Su obra me parece muy-muy interesante. Perteneció a toda una generación, con Madí y demás. Y todo lo que posteriormente creó, sus trabajos con el agua, ya son muy de él.

    La “Ciudad hidroespacial”, un (futuro) lugar para ir a vivir

  •  Conmigo tenía buena relación, y me traía siempre montones de libros, explicando la teoría de Madí...

    Y lo de Arte concreto-Invención, que es previo...

  •  ¡Uh!, es muy previo. De los años 50, fines de los 40 y 50, y nosotros somos de 10 años después.

    Las obras que estoy haciendo desde hace un tiempo, de forma irregular... mucha gente me dice “Es como Madí”. Parece claro ¡pero el planteo estético no tiene nada que ver! ¡Es la forma! La forma es irregular, pero está llena de caritas, personajes y cosas. No tiene nada que ver. Vista desde lejos, mi obra parece abstracta. Pero si te acercás está llena de caras y cosas así. Además, mis irregularidades están llenas de líneas rectas, hay más curvas...

    Madí había roto los marcos.

  •  Eso me parece que sigue siendo una gran lección de la concepción total de la obra.

    Cuando lo viste en su momento te gustó...

  •  Yo era un chico cuando aparecieron ellos. Mi pasión por la pintura la tuve desde chico. E iba a todas las exposiciones. Y cuando me encontraba con eso [Yuyo pone cara de asombro]: “¡Oh... Oh!”. Me parecía muy buenas.