Las imágenes de “la madre” siempre estuvieron presentes en la literatura, pero las voces de las madres tardaron más en llegar. Columna de Cultura en El Círculo Rojo, programa de La Izquierda Diario los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos FM 89.9.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 14 de octubre de 2022 07:29
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· El domingo es el día de la madre en Argentina. Alejado de su origen religioso, relacionado con la Virgen María, se celebra el tercer domingo de octubre con dos objetivos: que siempre fuera domingo (históricamente un día libre, aunque eso es cada vez más historia) y que se haya cobrado el sueldo (del mes o la quincena) para organizar algún festejo.
· Hoy, el día de la madre está lejos de ese significado religioso, pero conjuga cosas que siempre estuvieron relacionadas aunque la relación no sea necesaria. Por un lado, los vínculos de afecto y cuidado y, por otro, la celebración de la familia y la maternidad, como lugares que siguen siendo muy importantes para las mujeres en nuestra sociedad. Si se presenta menos como una obligación o una imposición, la maternidad y la familia siguen siendo lugares de realización para la mayoría de las mujeres.
· Hace algunos años, la socióloga Orna Donath dijo que “la maternidad era una relación humana como cualquier otra” pero estaba rodeada de mitos y prejuicios. En ese momento, se destacó como un ataque, pero lo que buscaba señalar era que la maternidad está cruzada por todas las cosas que afectan las relaciones humanas. No la hace menos disfrutable ni menos deseable, pero cosas como el trabajo, si tu salario es bueno o malo, si tenés casa o no, condicionan cómo se vive la maternidad.
Madres literarias, presentes pero silenciosas
· En la literatura, la imagen de la madre siempre ocupó lugares importantes, pero no sus voces necesariamente. La crítica literaria Nora Domínguez (autora de De dónde vienen los niños, sobre la ausencia de las madres en la literatura argentina) sostiene que las imágenes de las madres sirven a intereses estatales, discursos morales, que “son objeto y sujeto de consumo privilegiado en la publicidad, son lugares de veneración para las religiones y las culturas populares”. Son imprescindibles pero invisibles.
· Nora Domínguez explica que aparecen en memorias, autobiografías o poesía intimista, pero que su voz está bastante ausente, sobre todo por el relegamiento al espacio privado, a lo doméstico, de esa relación en particular y de las mujeres en general. Una imagen tradicional de la madre en la literatura nacional es la de Sarmiento en Recuerdos de provincia: “ la madre es para el hombre la personificación de la providencia, es la tierra viviente a que se adhiere el corazón, como las raíces al suelo ”.
· Esto cambió mucho en las últimas décadas. La voz de las madres apareció en el lugar público y muchas escritoras indagaron en esa relación, alentadas por el impacto del movimiento feminista. La última ola feminista, masiva e internacional, volvió a poner temas “viejos” en agenda, como los cuidados, la crítica a instituciones como la familia, entre otras cosas.
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Otras historias de maternidad
· La horda primitiva (Tusquest) de la escritora argentina Julia Coria es una novela policial. Juega todo el tiempo con la tensión entre cosas muy oscuras (como un asesino de embarazadas, una obstetra acusada) y otras luminosas, como el amor que se construye entre una familia ensamblada y desordenada. Los vínculos son cimientos que construyen sin necesidad de lazos de sangre o libretas de matrimonio. A su manera, habla de muchas formas de maternidad. La relación entre madre e hija adultas, con los hijos y las hijas. Las abuelas son grandes protagonistas, las matriarcas fanáticas de las novelas policiales (quienes disfrutan del género, encontrarán muchas referencias literarias), que investigan y arriesgan hipótesis mientras distraen a la Policía, preparan sanguchitos de milanesa y pastel de pollo, y se aseguran todos los días de que las personas de su horda sepan que alguien las quiere en un mundo tremendo.
· Primera persona (Marea) de Margarita García Robayo. No es un libro que hable solo sobre la maternidad, pero tiene varios artículos dedicados sobre todo a los primeros meses, los momentos que disfruta, las dificultades, siempre en un equilibrio constante. Algo muy interesante de estas crónicas es que nunca cae en la tentación de idealizar la maternidad pero tampoco reduce la experiencia a los problemas (algo que, leyendo de forma simplista hoy las preocupaciones del público, seguramente busquen las editoriales). En una entrevista, Margarita dice que si lo que más abunda (en la literatura) es el padecimiento, entonces ya no es suficiente para contar la experiencia. En crónicas como “Leche” “Leche”, habla sobre los mandatos de la “maternidad moderna”.
· Para que sepan que vinimos (Blatt y Ríos) de Marina Yuszczuk. Es la historia de una pareja y su hija en su viaje a Nueva York después de la muerte de la madre de la protagonista. El libro cuenta formas diferentes de maternidad, la de la protagonista con su mamá y con su hija, las obsesiones y las preocupaciones, pero también momentos y lugares que la hacen feliz (aunque no abandone nunca las reflexiones). En esta novela juegan un papel muy importante los fantasmas. No son un recurso para provocar miedo, como en una historia de terror, funcionan -como en la literatura victoriana, sobre todo la escrita por mujeres- como una herramienta narrativa para hablar de su vida y hacernos pensar sobre la nuestra.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.