Los obreros y las obreras de la cooperativa gráfica lo votamos en una asamblea. Nosotros también fuimos obligados a tomar la fábrica y ponerla a producir. Era eso o engrosar la triste lista de desocupados que hoy azota a las familias trabajadoras que toman tierras para tener un hogar.
Sábado 26 de septiembre de 2020 11:34
Cuando en marzo arrancó la cuarentena y nos quedamos sin trabajo, realizamos una asamblea general. En ella discutimos cómo encarar esta difícil situación. El coronavirus no solo se nos mostraba como un peligro para la salud, sino que nos afectaba económicamente. La preocupación era enorme. No nos resignamos.
Así como en su momento una asamblea votó poner a producir la fábrica y destinar parte de la producción a la comunidad (ahí surgieron nuestros conocidos cuadernos), nos dijimos que en esta crisis no solo íbamos a ver cómo sostenernos y llevar el sustento a nuestras familias. Íbamos a hacer que nuestra fábrica se pusiera nuevamente al servicio de las necesidades que iban a atravesar los hospitales y los barrios.
Votamos reconvertir un sector de la fábrica para producir alcohol sanitizante, máscaras faciales y barbijos. Hospitales de la zona y de la Capital han recibido estos insumos producidos por las obreras y los obreros de MadyGraf. La solidaridad no es solo de palabra, sino de hechos concretos, y eso lo aprendimos en el transcurso de los años, porque somos conscientes de que MadyGraf no se salva sola.
Ahora lo hacemos por las familias de Guernica, porque si pasa el desalojo será un mensaje claro para quienes quieran luchar, sea contra los despidos, o por un pedazo de tierra donde tener un hogar, o por no aceptar que nos quieran condenar a la miseria. Es por eso tanta saña con estas familias, y por eso votamos en nuestra asamblea que MadyGraf se transforme en un centro de acopio para mover con toda nuestra fuerza la campaña por alimentos, ropa y calzado para las familias de Guernica.
Pero además nos propusimos llamar a toda la comunidad a que junto con nosotros sea parte de la segunda delegación que se movilizará este domingo 27 de septiembre a la toma en la Zona Sur para abrazar con fuerza a las familias, los niños y niñas de la toma, porque son parte de la familia trabajadora.
Para nosotros tener un techo para vivir también es una problemática profunda que nos atraviesa como trabajadores. Muchos de nosotros alquilamos o vivimos en las casas de nuestros padres o algún familiar, no tenemos casa propia y hemos trabajado toda nuestra vida. Sabemos en carne propia lo que están viviendo esas 2500 familias que se vieron obligadas a tomar un pedacito de tierra para poder vivir. Nosotros también fuimos obligados a tomar la fábrica, y ponerla a producir, luego de que la ex Donnelley cerró en 2014, dejándonos a todos en la calle. Ocupamos y pusimos a producir. Era eso o engrosar la triste lista de despidos que nos azota.
Como a estas familias, también salieron a atacarnos, a decir que no se podía hacer lo que hacíamos. Lo que les molesta es que las familias trabajadoras tomemos en nuestras manos nuestro destino y le demos respuesta a los problemas de la desocupación, de la vivienda. Nos quieren condenar a la miseria.
En la toma de Guernica hay trabajadores que afectados por la crisis económica se quedaron sin trabajo y hoy están desocupados, peleando por un techo y un pedazo de pan para poner en la mesa.
Hay muchas mujeres escapando de la violencia de género que con esta cuarentena se vieron obligadas a vivir con su agresor. Este es un problema muy profundo, que ningún gobierno atiende. Para ellas era esto o perder la vida, o la de sus hijos, producto de la violencia machista. Esos también fueron motivos por los que en asamblea decidimos participar de la movilización que se realizó el 17 de septiembre, para unir nuestra fuerza a la de los trabajadores que salieron a las calles a manifestarse y poner en la agenda los problemas que atravesamos el conjunto de los trabajadores y trabajadoras.
Las tomas de tierras que se vienen dando son la expresión más desesperada de la precariedad en la que están nuestras vidas. Son las familias de Guernica, pero también los jóvenes a los que les están hipotecando el futuro, porque los que tienen trabajo estos son precarizados y muchos dejaron la vida pedaleando para llevar el sustento a la familia. Todos ellos como nosotros no tendrán posibilidad de tener un techo donde vivir.
Se trata de un derecho legítimo que tenemos los trabajadores, por eso hay que apoyar a las familias de Guernica y evitar con la organización que se las desaloje. Es un derecho que se nos niega y afecta a nuestra calidad de vida y la de nuestros hijos. Todos tenemos derecho a tener una casa, pero desde el gobierno nacional se le da prioridad a los negocios inmobiliarios, a los empresarios que ocupan las tierras para sus negocios.
En el caso de las familias de Guernica como en tantos otros, esas tierras se encontraban inutilizadas hasta que estas familias las tomaron, y nadie les importaba estos terrenos hasta que las familias los tomaron porque no tenían dónde vivir.
Los sindicatos están más callados que nunca y no van a hacer nada para evitar el desalojo. Pero no puede morir un solo trabajador por la inoperancia de quienes nos gobiernan y dirigen los sindicatos que les hacen el juego a los empresarios. Frente a esta problemática profunda, para todos ellos lo que prima son los negocios del patrón y la defensa de la propiedad privada.
Necesitamos sumar fuerzas para pelear por un verdadero plan de viviendas para el conjunto de los trabajadores. Necesitamos que se toquen las ganancias de los empresarios y de los más ricos en este país, a los que la crisis económica no los toca y, por el contrario, se están haciendo más ricos mientras nosotros, los trabajadores, estamos en la primera línea hoy en la pandemia.
Desde que tomamos la fábrica y la pusimos a producir mostramos que las fábricas pueden funcionar sin los explotadores, y que además pueden cumplir un rol social y no producir para las ganancias de los capitalistas. Lo hicimos con muchos principios de clase. Uno de ellos es que no queremos familias en las calles “Nunca más” y estamos cumpliendo con ello.