Estaba pensando, escuchando las intervenciones, que vamos a ir tomando distintas cuestiones de Lenin. No sé si podremos entre todas las intervenciones dar una lectura global del pensamiento de Lenin, pero ésa es una de las dificultades que se presentan cuando se conversa sobre Lenin, que es un personaje multifacético, sobre el cual podrían discutirse muchas cuestiones y quizá no se terminaría de redondear el tema, porque Lenin ha intervenido sobre múltiples problemas, tanto teóricos como políticos y siempre queda alguna cosa en el tintero para debatir.
En mi caso particular, yo quería aportar, si se quiere, un capítulo latinoamericano en las lecturas de Lenin. Quizás no tanto sobre cómo leer Latinoamérica desde Lenin sino cómo se le leyó en América Latina, particularmente en el caso de José Carlos Mariátegui que, como ustedes saben, es uno de los marxistas más importantes que hubo en América Latina y, a mi entender, uno de los marxistas más importantes a nivel internacional, por lo menos de la primera mitad del siglo XX.
Dentro del trabajo teórico que hizo Mariátegui ─teórico, publicístico, de reflexión política y político-organizativo─ Lenin es una referencia importante, aunque quizá Mariátegui no tiene una lectura o, mejor dicho, no ha escrito trabajos de análisis teóricos detallados sobre las elaboraciones de Lenin, sino que, más bien, las ha utilizado como un recurso o como una caja de herramientas para pensar problemas.
Entonces yo quería, por un lado, plantear algunas cuestiones que Mariátegui analizó sobre la propia figura de Lenin, o sea, Lenin como personaje histórico, como dirigente de la revolución rusa y como dirigente del partido bolchevique; y, después referirme un poquito a lo que podemos llamar, de manera un poco dubitativa, el leninismo de Mariátegui, porque hay mucha discusión sobre hasta dónde Mariátegui siguió o no a Lenin, en qué medida lo siguió o en qué medida se separó de él y esto también es una cuestión que es interesante y que hace a la riqueza del legado de Lenin.
Entonces, en primer lugar, sobre Lenin como personaje histórico, me parece que es interesante señalar que, para Mariátegui, Lenin es como una especie de arquetipo de un cambio de época. Él señala en sus conferencias sobre historia de la crisis mundial pero también en otros lugares, que son todos trabajos de los años 20, ya que él murió en 1930, muy joven; él señala que el capitalismo anterior a la guerra mundial se caracterizaba por una ideología del progreso evolutivo gradual y por una hegemonía ideológica del cientificismo y del positivismo.
Y ve a Lenin como uno de los emergentes de un cambio de época, la época del imperialismo, de la guerra y de las revoluciones, donde Lenin aparece como alguien que, no tanto teóricamente, y esto es algo importante acentuarlo porque después va a haber modificaciones en la lectura que hace Mariátegui, pero no tanto teóricamente sino sobre todo en la práctica, en el hacer concreto de la revolución, muestra lo que es la nueva época, una época heroica, una época con una ideología voluntarista, con una forma de pensar relativista, que cuestiona el cientificismo, que cuestiona el positivismo, y Lenin es uno de los arquetipos de esto. Y el otro, aunque parezca insólito, Miguel de Unamuno ─quizá sí hay mucha gente joven en el auditorio no van a saber de quién estoy hablando, pero vamos a decir algo así como un existencialista católico español, más o menos cercano a la socialdemocracia, si se quiere─ que escribe un libro, con un lindo título, no tiene que ver con el marxismo, La agonía del cristianismo y es un libro que Mariátegui reseña en 1926. Reivindica la idea de la agonía como lucha y como combate, que ése es el sentido de la palabra y emparenta a Unamuno con los bolcheviques; dice que la fe combativa de las masas es la que genera las revoluciones, porque la burguesía ya no tiene mitos que movilicen a las masas, que entusiasmen a nadie y, en cambio, el proletariado tiene el mito de la revolución social.
Y ahí hace un paralelismo muy extraño entre Miguel de Unamuno y los bolcheviques, que después va a aparecer en otras escrituras de Mariátegui nombrando, específicamente, a Lenin porque Unamuno en algún lado de ese libro dice algo así como que hay que reivindicar a Lenin, porque cuando alguien dijo que lo que quería hacer Lenin iba contra la realidad éste había contestado “bueno, entonces peor para la realidad”.
Entonces, ahí Lenin aparece, en realidad, en Mariátegui como una consumación de la voluntad política, que es lo característico de la época y lo característico en el marxismo de esa época que se abre con la guerra, que se abre con la revolución.
En segundo lugar, Mariátegui rescata de la práctica del pensamiento, de la práctica de Lenin y de lo que es la experiencia de la revolución rusa, la creación de una nueva forma de democracia, que es algo que plantea el propio Lenin también; es decir, la conformación de un Estado de trabajadores y campesinos ─y todos los sectores oprimidos, las mujeres y los pueblos oprimidos por el zarismo─ basado en organismos de democracia directa, implica un cambio en la historia universal, dice Lenin, creamos una nueva forma de organización política que no existía y que es completamente diferente del parlamentarismo burgués o del corporativismo medieval y, podríamos decir, también diferente de cualquier forma de organización social que haya existido en América Latina en épocas anteriores a la Modernidad.
Ahí tenemos igual en Mariátegui el tema de la comunidad indígena, sobre del cual después me voy a referir, pero como formación estatal la comunidad indígena estaba subordinada a un sistema tributario estatal, una casta sacerdotal y guerrera que cobraba tributos. Entonces el soviet, el consejo, es una forma de organización que plantea otro tipo de democracia, que no solamente es la democracia para la decisión política, sino también para las decisiones de cómo se organiza la producción; es decir, es una democracia política e industrial simultáneamente. Mariátegui a esto lo llama de una manera un poco extraña: el Estado sovietal; que hasta donde yo sé es la única persona que lo nombra de esta forma, en general se habla de estado soviético o de la república soviética. Él se refiere al estado sovietal y es algo que vincula mucho con Lenin, es algo que parte de la experiencia de las masas, pero es algo que para Mariátegui está muy vinculado a la manera en que Lenin pensaba la política, que es una política de y para las muchedumbres, en la cual el partido no puede actuar como un aparato que da órdenes, sino que es el que puede interpretar lo que está ocurriendo en las masas y en eso cumple una función similar, son funciones parecidas aunque no exactamente las mismas o, mejor dicho, las funciones son distintas, pero la forma de relacionarse es similar entre el partido y lo que son los consejos, porque es la manera de poder captar cuáles son los estados de ánimo, cuáles son las aspiraciones y de esta manera vehiculizar la toma de decisiones de un modo mucho más democrático, más efectivo y más rápido que a través del sistema parlamentario burgués.
Entonces, recapitulo hasta acá, para la mirada de Mariátegui, Lenin como arquetipo, como figura de lo que es una nueva época, como realizador o como alguien que facilitó el surgimiento de este tipo de nueva democracia de las masas en un marco de crisis del parlamentarismo burgués y como reemplazo de ese parlamentarismo y, también, como alternativa frente a los corporativismos de derecha como los fascismos y otras formas de estatismo burgués.
Y una cuestión fundamental, en la mirada de Mariátegui, Lenin es sobre todo un práctico, es un realizador, no es un ideólogo, esto lo dice en un artículo de septiembre de 1923 que se publicó en la revista Variedades y, después, se republicó en 1930 en la revista Amauta, que se llama “Lenin” justamente. Es anterior a la muerte de Lenin. Después, en la conferencia que hace posterior a la muerte de Lenin, que está en sus conferencias de "Historia de la crisis mundial", dice algo parecido, no cambia mucho, pero es un Lenin esencialmente político y práctico, aunque siempre aparece con cierta óptica filosófica, en el sentido de que más allá de si es un filósofo, lo que hizo tiene porte ideológico. Y de ahí este paralelismo con Miguel de Unamuno.
Posteriormente, Mariátegui va a profundizar un poco esta lectura y va hacerla, para mí, menos unilateral, que sobre todo a partir de su propia experiencia como intelectual marxista, y en determinadas elaboraciones que tiene que acometer, a las que me voy a referir después, pero puntualmente alrededor de una polémica con un socialdemócrata belga que era Henri de Man, que después en la guerra mundial se va a transformar en un colaborador de los nazis, pero este hombre a fines de los años 20 había escrito un libro que se llamaba Más allá del marxismo en el que planteaba que en el movimiento obrero el marxismo estaba superado, identificando el marxismo con la socialdemocracia belga, prácticamente, y planteando que había que ir a otro tipo de teoría que no fuera determinista, economicista y cuestiones por el estilo, lo cual, por otro lado, muestra que muchos de los cuestionamientos que se hacen hoy día al marxismo no son, especialmente, novedosos.
Discutiendo con este hombre, Mariátegui va a decir que es un error querer presentar al marxismo como una teoría del determinismo económico y, por una serie de razones de las que no voy a ahondar en todas porque no es el tema de la discusión, pero sí va a insistir mucho en la cuestión de que, en el marxismo, la constatación de la necesidad económica no reemplaza el rol de la voluntad política. Y ahí plantea otra vez la importancia de Lenin, pero es Lenin acompañado de otra gente, no es sólo Lenin. Y esto también es interesante, porque durante mucho tiempo los estalinistas plantearon como que Marx era un teórico que sentó las bases teóricas, pero era más o menos abstracto, y que Lenin fue, realmente, el que hizo en la práctica lo que se propone el marxismo, cuando se hablaba también del leninismo como el marxismo específico de la época del imperialismo de una manera un poco unilateral, oponiendo a Lenin con Marx.
Mariátegui va a decir, que en el marxismo hay una nueva forma de intelectualidad, que es la del ideólogo realizador o ideólogo organizador y, acá, él está uniendo las dos figuras que en su momento opuso cuando hizo su reivindicación de Lenin en 1923. En 1923, en este artículo que yo comentaba antes, Mariátegui decía “Lenin no es un ideólogo, es un realizador” y en Defensa del marxismo esas dos figuras están unidas, y quien inicia esta tradición es Marx, pero es Marx, es Lenin, es Lunacharsky, es Trotsky, es Rosa Luxemburg, que son pensadores teóricos, pero que son también políticos e, incluso, reivindica que Lenin, junto con la obra de la revolución rusa, deja escrito su Materialismo y empirocriticismo, que conociendo un poco la forma de pensar de Mariátegui, no le debe haber parecido un libro muy atractivo, porque Mariátegui es mucho más cercano al irracionalismo, si se quiere, de lo que podría haber estado nunca Lenin. Pero bueno, me parece que eso es interesante también, porque en la propia lectura de Mariátegui sobre Lenin hay una cierta evolución. Con una "evolución", no quiero decir que evolucione de algo que antes era peor a algo que es mejor, sino que hay un cambio en el sentido de que primero lo ve esencialmente como un político práctico y después lo presenta de una manera más amplia como un pensador que es práctico y teórico simultáneamente.
Y en buena medida, toda la reflexión de Mariátegui incluye, como una cuestión central, el impacto que tienen las acciones históricas fundamentales en el desarrollo de la teoría y la ideología de Lenin en el pensamiento –no sólo en el pensamiento específicamente teórico, sino también en la forma de pensar de las masas–. Y, por último, en esta polémica que hace en este libro Defensa del marxismo, que en realidad Mariátegui publicó dos libros en vida, Los siete ensayos y La escena contemporánea y este libro lo había dejado preparado como para publicar, pero bueno, se publicó póstumamente.
De todas maneras, eran artículos que se habían ido publicando antes, en partes, durante 1928 y 1929. En este trabajo Defensa del marxismo, acorde a estas cuestiones que yo estaba señalando, Mariátegui va a plantear que Lenin es uno de los principales actores en la restauración de una concepción revolucionaria en el marxismo ante la crisis del evolucionismo socialdemócrata, del reformismo y de las concepciones gradualistas.
Ahora bien, pensemos un poco el tema del leninismo en Mariátegui; es un tema de discusión. La figura de Mariátegui ha pasado por múltiples interpretaciones y usos y, sobre todo, la manera de leerlo que es predominante en América Latina, pensar a Mariátegui como un marxista latinoamericano, yo creo que es acertada hasta cierto punto, porque el tema es qué entendemos por latinoamericano. Si latinoamericano es alguien que solamente habla de América Latina, ya se puede decir que Mariátegui en ese sentido no es latinoamericano; es decir, habla por supuesto muchísimo de la realidad peruana y latinoamericana, pero es alguien que pensó los problemas de la realidad internacional, incluso con un nivel de detalle que es llamativo, pensando en las deficiencias que podían tener en los años 20 del siglo pasado las comunicaciones, donde te informabas, esencialmente, a través de los cables de noticias o de revistas que llegaban con mucho tiempo de retraso desde que eran publicadas o lo mismo con diarios extranjeros.
Entonces Mariátegui es un marxista latinoamericano, pero no es un particularista de lo latinoamericano. En ese sentido, creo que merece hacerse una lectura un poco más amplia, pero en cualquiera de las lecturas que se hagan siempre hay un cierto ruido en la cuestión del leninismo. Primero, porque hay una discusión específica sobre hasta dónde Mariátegui incorporó o no ideas de Lenin y después porque también está en discusión qué es leninismo. Si leninismo es repetir fórmulas de Lenin y gritar viva Stalin, bueno, eso no es lo que nosotros, que somos trotskistas, consideraríamos leninismo –y me atrevo a decir que tampoco era lo que Mariátegui consideraba leninista– pero me parece que vale la pena también, porque muchas veces las lecturas latinoamericanistas buscan prescindir de las vinculaciones del marxismo de nuestro subcontinente con los debates internacionales, un poco en la tónica de lo que decía antes, vale la pena ver lo que Mariátegui incorpora de Lenin. Entonces, vamos a comentar un poquito eso como para ya terminar.
Bueno, la primera cuestión es el tema del imperialismo. Es un tema central en el pensamiento de Mariátegui, el proyecto de programa del Partido Socialista peruano, que escribió Mariátegui, comienza con ese problema, señalando que el carácter internacional de la economía en el contexto del imperialismo impide, a cualquier país, que se pueda sustraer de las principales corrientes de la lucha de clases contemporánea y, en ese sentido, al Perú le caben las condiciones generales de lucha contra el imperialismo e, incluso, por el socialismo sin desconocer determinadas tareas nacionales. También el problema del imperialismo aparece en los análisis de Mariátegui en torno a la importancia que tienen los monopolios en la economía contemporánea, lo cual impacta de muchas maneras desde el punto de vista de las relaciones entre países centrales y países periféricos, pero también desde el punto de vista de las formas del Estado.
Para Mariátegui el peso que tienen los monopolios es algo determinante en los cambios que tienen las formas estatales; por ejemplo, en Europa durante el período de entreguerras o, también, en la fisonomía que tiene el sistema político y la sociedad norteamericana. Entonces, el imperialismo y la cuestión de los monopolios son como dos temas fundamentales que toma Mariátegui, me parece que pueden destacarse.
Después la cuestión del análisis concreto de la situación concreta, que obviamente es algo que Mariátegui toma de lleno, aunque también se lo atribuye a Marx, por ahí hay alguna intervención de él, el mensaje al segundo congreso obrero donde dice que el marxismo no es hacer una fórmula para aplicar a todo por igual, sino que tiene que adaptarse a la situación concreta a los distintos climas y contextos; o sea, que el análisis concreto de la situación concreta para Mariátegui quizá no sería algo exclusivamente de Lenin, sino que sería algo propio del marxismo, porque para poder hacer teoría marxista hay que poder también pensar los contextos concretos, tomando el marco internacional pero comprendiendo el contexto nacional.
De alguna manera los Siete ensayos cumple una función similar en Mariátegui a la de Lenin en los trabajos sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia. Hay un intento de Mariátegui de hacer un estudio, con las comillas del caso ─que Mariátegui las hubiera puesto también, pero no tantas─ científico de la realidad peruana, comprender cuales son las fuerzas sociales que intervienen en esa realidad, cuáles son las vías para desarrollar una revolución, por qué no está vigente el tema de hacer una revolución burguesa, aunque el país tenga una estructura, como se decía en ese momento, atrasada.
Bueno, todos esos son temas en que Mariátegui es profundamente leninista, aunque no pone citas de Lenin, investiga la realidad peruana, lo cual también es muy leninista porque Lenin nunca citó a Lenin, quiero decir, más allá de que en algún momento Lenin habrá dicho “tal día yo dije tal cosa”. Lenin no pensaba que se pudiese sustituir el análisis de la realidad con referencias a textos o autores, que también se pueden usar, pero no sirven para las mismas cosas. Entonces el análisis concreto de la realidad nacional, sin perder la perspectiva internacional, es un punto fuerte tanto de Lenin como de Mariátegui también.
Dos cuestiones más, tenemos un punto de diferencia que me parece interesante, que es que en Mariátegui no hay concepto de hegemonía. Para Lenin es un concepto central el de la hegemonía, no tanto un concepto ultra desarrollado en el sentido específicamente teórico, pero sí como un concepto que organiza el pensamiento político de Lenin. Incluso en algún momento dice, cuando tenía algún debate con Trotsky antes de que tuvieran una confluencia mayor, en algún momento Lenin dice algo así “las diferencias que hemos tenido en el movimiento revolucionario ruso de 1903 en adelante no son por el problema de la organización partidaria exclusivamente (la famosa división de mencheviques y bolcheviques), dice, la división esa no es solamente por la cuestión de cómo funciona el partido, es también por el problema de la hegemonía del proletariado, sí o no, dice, los mencheviques nunca quisieron luchar por la hegemonía del proletariado respecto al campesinado y regalaban eso a los liberales, entonces ahí había un problema central”.
Y bueno, obviamente la figura de tribuno del pueblo es una figura que está asociada a una idea de hegemonía, no sólo levantar las demandas puntuales económicas de la clase trabajadora, sino incorporar todas las demandas de los oprimidos. En el caso de Mariátegui ese problema está pensado de otra forma, que es, me parece a mí, la continuidad o la relativa hibridación entre la cuestión de clase y la cuestión indígena. Mariátegui va a tomar esa idea que planteaban los intelectuales del grupo Resurgimiento donde estaban Valcárcel, autor de Tempestad en los Andes, un libro maravilloso, de que la mayoría de las masas en Perú eran indígenas, eran las dos terceras partes, por lo que el socialismo no podría ser peruano si no las toma en cuenta. Entonces, en esa idea, Mariátegui incluye todo; es decir, no es el proletariado abstracto sin ninguna condición étnica y el campesinado indígena, para él los obreros también son indígenas.
Entonces ahí, en esa condición común de distintos sectores populares, esa condición incluye a la clase obrera. Mariátegui piensa una continuidad entre la lucha obrera y la lucha indígena, y la lucha obrera y la lucha campesina, por eso las reivindicaciones indígenas estaban en el proyecto de programa de la Central General de Trabajadores del Perú; es decir, no es que la central general solo reclamaba salarios para los asalariados y que “los indígenas que se arreglen, que hagan su propio sindicato o su propia asociación”, estaban incluidas sus demandas. Y en distintos trabajos, como El problema de las razas de América Latina y otros, también se plantea esta necesidad de que la lucha que se da en las comunidades, en las escuelas, en los ámbitos, en las asociaciones indígenas, en los ámbitos indígenas y rurales tenga continuidad en la ciudad y en el ámbito obrero y viceversa. Entonces, esta idea es como una idea más de vinculación de la lucha de la clase trabajadora con otro tipo de luchas y de distintos actores sociales, pero no es un modelo teórico tan armado como el de la hegemonía, es más laxa la forma en que Mariátegui piensa cómo se pueden vincular esas luchas.
Yo no sé si es mejor o peor que la de Lenin, solamente estoy señalando que es distinta. Y esto es un tema que lo he debatido con gente que me dijo "bueno, pero vos ponés como que los indígenas se subordinan al movimiento del proletariado". No, no sólo porque eso no está en el libro que escribí sobre Mariátegui, sino que además Mariátegui nunca dijo eso. Mariátegui más bien creía que eran actores que tenían que estar en un relativo pie de igualdad, sí. Me parece que eso es importante para tener en cuenta porque creo que el problema de la hegemonía es un problema muy actual en América Latina.
En el capitalismo actual me parece que más bien la hegemonía es una cuestión secundaria, o sea, funciona más a base de ideología que de hegemonía. Ésa es por lo menos la imagen que yo tengo; es decir, el capitalismo hace ideología del consumo y de que podés ser un sujeto que se realiza a través del consumo o de creer que vas a consumir tal o cual cosa y puede hacer eso con más facilidad que recrear determinados sistemas políticos y sociales a través de los cuales la gente le otorga un cierto consenso. Por eso, pienso que también, junto con esta idea de que hay más ideología que hegemonía, también hay más resignación que legitimación si se quiere o consenso o un apoyo activo o entusiasta de la clase trabajadora y los sectores oprimidos a las formas diversas de dominación capitalista.
Entonces, en un contexto así, yo creo que es fundamental pensar el problema de la hegemonía de una manera abierta, pensar sus formas elementales, qué vinculación tiene con la independencia de clase, que es algo que es mucho más elemental, pero que va en un sentido de generar algún tipo de hegemonía alternativa. Este tema de cómo se pueden encontrar denominadores comunes entre distintos tipos de luchas, sobre todo entre la cuestión indígena y la de clase es algo muy vigente hoy en América Latina. Está la cuestión de la autodeterminación de los pueblos-nación, que en distintos pueblos originarios de América Latina se reclama la autodeterminación en algunos casos y en otros no, en otros casos son demandas sociales o de otro tipo, no específicamente de autodeterminación nacional, pero más allá de la forma concreta, léase programa, según la realidad de cada pueblo, sí podemos decir que en las últimas décadas había un protagonismo muy fuerte de los pueblos originarios en América Latina, y si se confirma este tema de que van grandes potencias y grandes consorcios empresarios multinacionales a batallas por el litio, por el agua y todo tipo de bienes comunes naturales o recursos naturales, como gusten llamarlos, la cuestión de los pueblos indígenas va a seguir teniendo mucho peso, como un sujeto potencialmente anticapitalista, más allá de que no reemplace el rol que tiene la clase trabajadora en el mecanismo de la producción.
Y bueno, yo ahí creo que Mariátegui colabora siendo leninista sin citar a Lenin desde el punto de vista de que no tomó una fórmula de Lenin y la quiso aplicar a las patadas a la realidad de su país, sino que pensó el mismo problema con otras herramientas. Y por eso me parece también que en Mariátegui es fuerte la idea de la muchedumbre, porque la muchedumbre puede ser clase, puede ser pueblo; lo importante es que está en movimiento, que es una idea que Mariátegui utiliza mucho a lo largo de sus análisis sobre las revoluciones del periodo de la primera posguerra y, en la cual, Lenin aparece también de alguna forma: está pensando cómo esa muchedumbre confluye en revoluciones con objetivos comunes, aunque sus objetivos inmediatos sean distintos.
Bueno, y lo último porque si no se me hace muy largo esto. Hay una discusión después sobre el tipo de partido si intentó Mariátegui, una discusión en el movimiento comunista oficial que consideraba un grave error la idea de hacer un partido socialista en vez de un partido comunista. Mariátegui funda el Partido Socialista de Perú y él, creo que lo dice en una carta a César Vallejo, cuando estaban ahí haciendo las preliminares para la fundación, dice “va a ser el primer partido de masas y de ideas en la historia del Perú moderno”.
A mí me hace acordar mucho a un socialista argentino que no era marxista, que es Juan B. Justo, porque Juan B. Justo decía que el partido socialista iba a ser el primer partido moderno de Argentina. ¿Por qué? Porque no existía partido, lo que había era caudillaje y lo que él llamaba la política criolla, algo parecido a los caciques del PRI que ustedes deben conocer mejor que yo. Pero ¿qué está pensando Mariátegui? No hay tradición socialista en el país, la gente no entiende la diferencia entre socialista y comunista, la corriente más fuerte en el movimiento obrero ha sido el anarcosindicalismo. Entonces no tiene sentido hacer un partido comunista si ni siquiera la gente sabe lo que es el socialismo. Hagamos un partido socialista y desarrollemos un movimiento de masas, así es como pensaba Mariátegui y ése es el debate que tienen los delegados peruanos en la primera Conferencia comunista latinoamericana en 1929 que se hizo en Buenos Aires.
Entonces por supuesto todos le criticaban, tanto el delegado internacional, Jules Humbert Droz como Vittorio Codovilla, el delegado del PC argentino le cuestionaban esta idea, “no podés hacer otra cosa distinta de un partido comunista organizado como decimos nosotros”, que era monolítico, sin libertad de discusión, con todas las características que tenían los partidos comunistas ya a fines de los años 20, en el proceso de consolidación del estalinismo, que igual es un estalinismo mucho más blando que el que va a ser después en el furor de los años 30, los juicios de Moscú y todo eso. En ese momento, tenían métodos burocráticos, pero dejaban que se plantease la discusión, aunque querían imponer su política, que es lo que terminaron haciendo después de la muerte de Mariátegui. Pero yo sí encuentro que la idea de Mariátegui era relativamente acertada. No tomaría la idea de Mariátegui de partido como partido laxo necesariamente para hacerla en la actualidad, pero sí me parece que se adaptaba bastante a la realidad de Perú de ese entonces, en la cual no había una tradición partidista revolucionaria socialista y él está tratando de dar un primer paso, o sea, está fundando la central sindical y el partido al mismo tiempo. Y en ese sentido, él no ve que sea viable querer hacer un partido comunista que sea una especie de caricatura de lo que había sido el partido bolchevique, porque además el partido bolchevique tuvo características específicas vinculadas al tipo de lucha que tuvieron que hacer los bolcheviques en la Rusia zarista, por eso lo que dijo Massimo al comienzo que dijo “no supimos traducir, hicimos este modelo de organización que es muy ruso, lo dice Lenin en el cuarto Congreso de la Internacional Comunista.
Así que ahí tenemos entonces dos puntos divergentes, si se quiere, o distintos de Mariátegui respecto de Lenin que son la ausencia de una concepción de hegemonía, que no es tan clave como en el caso de Lenin que, hago un paréntesis, para Mariátegui esto está vinculado a las potencialidades comunistas de la comunidad indígena, yo lo di medio por sobreentendido, pero ustedes saben que Mariátegui consideraba que había una tradición comunista autóctona en América Latina, que era la de la comunidad que existía ya desde antes que el imperio incaico y que el sistema incaico había utilizado en su beneficio, y que eso de diversas maneras había sobrevivido a través de la Colonia y de la república liberal y eso le da una potencialidad al campesinado indígena que quizá no vieron al mismo nivel otros marxistas; entonces, en ese sentido no hay un concepto de hegemonía tan desarrollado en Mariátegui como en Lenin y sobre la cuestión del partido, seguramente, se encontraría en Mariátegui un partido más laxo que el pensado por Lenin.
COMENTARIOS