En junio murió una de cada siete personas que intentaron cruzar el Mediterráneo. Alemania, Austria, Italia y otros países fortalecen las políticas xenofobas.
Sábado 7 de julio de 2018
Las cifras son escalofriantes. Mientras en el mismo período del año 2017 falleció una de cada 38 personas, este año, moría una cada siete de las que intentaban cruzar el mediterráneo para llegar a Europa.
El portavoz de ACNUR, Charlie Yaxley, dijo en una rueda de prensa que a pesar de que las llegadas totales a Europa a través del Mediterráneo han disminuido este año, la tasa de mortalidad ha aumentado.
Según los datos registrados por esa agencia, 45.700 solicitantes de asilo y migrantes cruzaron el Mediterráneo y alcanzaron las costas europeas en los primeros seis meses de 2018, “lo que representa un importante descenso respecto a los años anteriores”. Sin embargo, a pesar de esta reducción, “hombres, mujeres y niños siguen muriendo en el mar, en números proporcionalmente mayores”.
Hace unas semanas, Italia prohibió el desembarco del barco Aquarius, con 630 inmigrantes a bordo rescatados por varias ONGs en el Mediterráneo. Las ONGs denunciaron después que desde el centro de salvamento de Roma no les avisan a tiempo cuando hay llamadas de auxilio. Priorizan que intervengan las autoridades libias, ya que una vez que recogen a los inmigrantes los llevan de nuevo a ese país. Por esta vía intentar desalentar a las embarcaciones que realizan tareas de salvamento de los inmigrantes.
El portavoz de ACNUR subrayó que esas tareas de salvamento son "claves y necesarias" ya que su actividad representó el 40 % de las operaciones con desembarque en Italia que se llevaron a cabo entre enero y abril de este año. Además, recordó que julio es el inicio de "la temporada alta" por lo que "el salvamento de vidas debe ser una prioridad".
Los gobiernos europeos, muy por el contrario, están reforzando las fronteras y las leyes migratorias, implementando medidas para cerrar los flujos migratorios del Mediterráneo.
El ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, planteó con gran cinismo que “el objetivo es que no llegue más una sola persona en barcaza, que quien tenga derecho de llegar a Italia lo haga en avión, quizá hasta en primera clase".
Para bloquear la ruta mediterránea desde Libia, abogó este jueves por levantar el embargo de armas a ese país, para que las autoridades libias puedan “combatir a las mafias”. Salvini explicó que este es uno de los puntos de colaboración acordados en un encuentro en Roma con el vicepresidente del Consejo Presidencial del Gobierno libio de Unión Nacional en Trípoli, Ahmed Maitig, reconocido por la ONU.
A su vez, celebró que en este momento no haya ninguna embarcación de "pseudoasociaciones humanitarias" frente a Libia, después de que decidiera cerrar los puertos italianos a las ONG que hasta hace poco rescataban inmigrantes en el Mediterráneo central.
Consultado por los periodistas por las duras condiciones que se viven en los centros para inmigrantes en Libia, Salvini aseguró que Italia "tratará de ayudar a las autoridades libias a hacer lo más agradable posible la estancia en los centros de acogida", aunque sin especificar cómo. Italia busca conseguir que Libia juegue el mismo papel de “gendarme” de las fronteras europeas que ya está jugando Turquía, después del pacto que cerró la Unión Europa con Erdoğan.
Por su parte, los tres partidos que integran la coalición de gobierno en Alemania -los conservadores de la CDU y la CSU junto a los socioliberales del SPD- han llegado a un acuerdo para endurecer más las políticas hacia los inmigrantes. Este llega después del que alcanzaron el martes la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel y sus socios, los bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU), tras una crisis interna que amenazó con partir su alianza y hacer caer al gobierno.
Se trata, dijo la presidenta de los socialdemócratas, Andrea Nahles, de un "nuevo ordenamiento de la política de asilo". Según este acuerdo, los inmigrantes que lleguen a Alemania sin papeles serán llevados temporalmente a las instalaciones de la policía federal. Los conservadores de la CSU han conseguido que a esos inmigrantes se les aplique un protocolo similar al que se emplea en los aeropuertos, de manera que legalmente no se considere que han entrado en territorio alemán.
A cambio de esto, los socialdemócratas han logrado que salga adelante su propuesta de ley de inmigración. Esta ya estaba recogida en el acuerdo de coalición sellado por estas tres fuerzas el pasado marzo. Su objetivo es habilitar vías legales para la migración, especialmente en referencia a cupos de "estudiantes y trabajadores cualificados". Al mismo tiempo, permitirá acelerar la expulsión de los inmigrantes “no deseados” hacia los países europeos donde hayan sido registrados por primera vez al ingresar a Europa.
Esto último, sin embargo, dependerá de que los países europeos afectados cooperen y reciban de vuelta a los inmigrantes retenidos en la frontera con Alemania. Algo que desde Austria e Italia ya han advertido que no piensan aceptar.
Los próximos 12 y 13 de julio se reunirá un consejo informal de ministros de Interior de la UE en la ciudad austríaca Innsbruck. Las posiciones están cada vez más tensadas entre los diferentes países, que amenazan con tomar medidas unilaterales de cierre de fronteras, algo que puede terminar llevándose por delante las frágiles costuras de la Unión Europea. Pero todos tienen acuerdo en una cosa: la Europa del capital se blinda cada vez contra los inmigrantes.