El Presidente fingió no ver la destrucción de la producción y de los ingresos que viene provocando su ajuste para volver a dar el único discurso que imita desde que asumió. El “Zorro anarcocapitalista” y un “banco con intención golpista” estuvieron entre los pocos agregados de un relato que se aleja de la realidad al ritmo de la recesión. Según sus ecuaciones el país sigue destinado a ser potencia mundial en 30 años, pero nadie por fuera del gobierno afirma que las políticas actuales puedan sostenerse en los próximos meses.
Matías Hof @HofMatias
Miércoles 10 de julio 22:26
De la Argentina con una hiperinflación del 17.000 % al país potencia mundial gracias al “gigante” Milei y su equipo que es el “mejor de la historia”, podría ser el resumen del discurso que con pequeñas variantes viene repitiendo el Presidente desde diciembre del año pasado. Sin importarle si está frente al Congreso, en Davos, en los Estados Unidos, o como este miércoles ante los elegantemente trajeados operadores de la Bolsa de Comercio, Milei siempre elige leer sus apuntes sobre economía liberal y aburrir con chistes malos de ocasión. En medio de una tormenta económica, es paradójico que haya elegido hablar en la bolsa justo cuando las acciones vienen de caer junto a los bonos de deuda y los dólares paralelos no encuentran techo.
Con tal de no mencionar que 55 % de la población se encuentra sumergida en la pobreza, el Presidente explicó por qué el personaje de ficción de la serie El Zorro sería “anarcocapitalista”, afirmó que hay un banco con intenciones golpistas (sin decir cual), volvió a citar a los economistas liberales y austriacos, y le echó la culpa de la suba del riesgo país a “los degenerados fiscales” (en referencia a los diputados peronistas, radicales y otros que votaron un aumento ínfimo para las jubilaciones a principios de junio). Milei no quiere ver que su programa de un dólar oficial casi fijo con la inflación por encima del 4 % fue puesto en jaque por los grandes agroexportadores y el FMI, provocando una crisis financiera que presiona al gobierno hacia nueva devaluación.
El Presidente “traje de economista” (que le queda bastante grande) acusó a sus colegas de “pifiadores seriales” por no anticipar la baja de la inflación, el crecimiento de la producción y la recuperación de los salarios y las jubilaciones. No es que los analistas de las consultoras se hayan vuelto comunistas o sean ineptos, solamente tener que defender una gestión que está en crisis puede llevar a intentar sostener una y otra vez semejantes falsedades. Los datos son contundentes, en mayo la industria se desplomó un 14,8 % (interanual) y la construcción un 32,6 % (interanual), según el Indec y la caída de los despachos de cemento en junio del 32,8 % (interanual) en junio, según la Asociación de Fabricantes de Cementos Portland, marcan que el derrumbe continúa.
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En algún pasaje de sus diatribas intentó echar culpas hacía afuera, pero logrando sólo ser más bizarro. Afirmó que las caídas de las reservas en el Banco Central se deben a la ola polar (ocultando los pagos de deuda externa), que no hay crisis social sino inventos para atacar la lucha contra la corrupción que estaría encabezando Pettovello (no es broma) y que si la producción todavía no pegó un salto es porque las empresas se habían sobre stockeado (cuando hace años que arrastran un funcionamiento muy por debajo de su capacidad instalada).
En cuánto las siguientes fases de su plan, el Presidente aclaró que pretenden levantar el cepo cambiario cuando la inflación sea menor al 2 % o deje de existir (llegue a 0 %). Este objetivo, con las políticas actuales, implica llevar la producción a su mínima expresión lo que multiplicaría los cientos de miles de despidos que ya hubo en los últimos meses. Aunque a Milei ya lo hayamos visto disfrazado de superhéroe, no es ni un “gigante”, ni Diego de la Vega montado sobre su corcel; es un neoliberal que está atando el destino de millones de familias trabajadoras a su obsesión con la ortodoxia económica. Mientras, las centrales sindicales sólo posan indignadas y dejan pasar los ataques a las grandes mayorías, cuando es cada vez más urgente tirar abajo el ajuste del Gobierno.
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