Tanto en México como en EE. UU., las mujeres migrantes son de las más expuestas al contagio del coronavirus, teniendo que enfrentar trabajos precarios sin seguridad social en el mejor de los casos.
Miércoles 6 de mayo de 2020 12:45
Migrar en tiempos de Trump. No fue fácil estos cuatro años y no será más sencillo tras la pandemia del covid-19. En Estados Unidos, la población latina y afroamericana ha sido la más golpeada por el coronavirus, llegando a significar el 40% y hasta 60% de muertes en ciudades donde esta población no supera el 20 o 30% de habitantes, en un país donde los infectados por covid-19 superan el millón.
En el caso de la población migrante, aun regulada o con residencia, la asistencia médica frente al coronavirus se vuelve un lujo al que no pueden acceder, pues un ingreso al hospital en un país donde la salud pública no existe, puede significar un endeudamiento de por vida.
Ahora, con la amenaza de reactivar la economía sin tomar en cuenta la situación sanitaria que existe, que ya empieza a hacerse carne en varios estados de EEUU, así como en varias ramas industriales de México, las y los trabajadores temen al contagio.
Sin testeos masivos, con desabasto de equipos de bioseguridad sanitarios y sin acceso a la salud, cubrir la necesidad de un ingreso para acabar con el hambre implica un alto riesgo de contagio de quienes regresan a laborar y de sus familias.
Son mujeres las más afectadas, las que tiene los peores trabajos o ya enfrentan el desempleo, teniendo que hacerse cargo, además, de sus familias al otro lado de la frontera o de sus hijos, a quienes crían solas. Según información revelada en medios , un cuarto de los menores de 18 años en EEUU viven en hogares monomaternales.
Servicios básicos como internet, telefonía, luz, agua o garantizar un techo se están volviendo cada vez más lejanos para la población migrante, pobre y trabajadora, que se ve afectada por la paralización comercial que generó la pandemia y la falta de apoyos y políticas que se concentran en los y las ciudadanas estadounidenses, no en la población migrante.
Para colmo, el índice de desempleos se ha incrementado drásticamente tanto en México como en EEUU, en éste se aproxima a los 30 millones de despidos solo durante abril. En México se calcula que para cuando termine la pandemia el resultado serán 2 millones de empleos formales perdidos. Una gran cantidad de las aproximadamente 30 millones de personas que trabajan en la informalidad, serán golpeados por la pérdida del ingreso; la mayoría de las afectadas son mujeres.
Pero este desolador panorama aun está lejos de reflejar las todavía más crudas condiciones que enfrenta la población migrante sin papeles, en espera de poder ingresar a territorio estadounidense y que se encuentra en campamentos en las fronteras norte y sur de México. Allí, como han denunciado organizaciones de derechos humanos y activistas, la Guardia Nacional actúa como border patrol, acosando migrantes y privándolos de su libertad.
Las estaciones migratorias y campamentos se encuentran hacinados, sin garantizar acceso a la salud y con más brotes de covid-19, que ya ha cobrado la vida de varias personas. En tanto que los trámites de visa para EEUU se cancelaron por dos meses, hay miles de familias varadas en las fronteras, esperando a sobrevivir la pandemia y seguir avanzando hacia su sueño americano.
Quienes logran escapar de los campos de concentración migrante, enfrentan un crudo camino a lo largo de territorio mexicano, donde su principal riesgo es caer en manos del "crimen organizado" y las redes de trata, que continúan operando en medio de la pandemia. La violencia sexual contra las mujeres y personas LGBT+ migrantes no tiene límites.
Mientras tanto, en EEUU, la migra continúa las redadas y detenciones de migrantes, incrementando las deportaciones, a la par que se fortalecen las expresiones racistas y xenófobas de odio, incluso con nuevas movilizaciones de grupos supremacistas blancos que niegan el coronavirus y son azuzados por Trump.
Es indispensable que las organizaciones sindicales, obreras, políticas, feministas y de derechos humanos a ambos lados de la frontera, retomen la bandera internacionalista de lucha por plenos derechos para las y los migrantes y por el cese de las deportaciones. Exigimos pleno acceso a la salud para todas y todos, cortando de tajo con los negocios de la salud privada. Abramos las fronteras contra todo patriotismo. ¡Ningún ser humano es ilegal!
Tienes que leer: Trump aumenta las deportaciones desde EEUU, aumentan los riesgos para migrantes