En esta 3a y última parte de la serie #NadaQueCelebrar compartimos el poema de una joven maestra de secundaria de Español, que nos cuenta el sentimiento de dolor que le generan las condiciones en las que encontramos México y su anhelo por construir una patria mejor.
Jueves 15 de septiembre de 2016
En esta 3a y última parte de la serie #NadaQueCelebrar compartimos el poema de una joven maestra de secundaria de Español, que nos cuenta el sentimiento de dolor que le generan las condiciones en las que encontramos México y su anhelo por construir una patria mejor.
No deseo idolatrar a mi patria,
no quiero venerarla,
me acuso al denunciarla.
En nombre de la patria se va a la guerra,
pero no por la patria.
Ese grito se ha vuelto en su contra,
pues ahora la guerra es interna:
entre la pobreza, la ignorancia,
el narcotráfico y los políticos a ultranza.
La patria agoniza,
¿qué hemos hecho de ella?
Exprimirla, devorarla, saquearla,
envilecerla.
¿Dónde quedaron las hazañas de nuestros héroes?
Cada vez la siento menos mía,
menos habitable,
menos soportable.
Antes, las vidas pagaban victorias
en nombre de la Historia
y hoy, la vida paga culpas del despojo
a manos de unos cuantos:
todo tiene precio y es objeto de valor y cambio.
Ante esto, ¿cómo me puedo sentir en mi patria?
Sin embargo, todavía pueden oírse
los cantos extraviados de uno que otro pájaro;
verse algunos bosques;
olerse la tierra mojada de los escasos valles.
Pero ¿por cuánto tiempo más?
Yo no lo sé.
Vivo y me duele mi patria.
Y lo único que tengo es la palabra,
por eso sueño con utopías.
“¿Y para qué sirven las utopías?
Para caminar”,
para seguir avanzando,
aunque pensemos, que todo está perdido.