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Necesitamos un gran partido de trabajadores revolucionario, antiimperialista y socialista en México

Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas

Necesitamos un gran partido de trabajadores revolucionario, antiimperialista y socialista en México

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Publicamos este llamado a abrir el debate en torno a la construcción de una gran organización revolucionaria en México.

Este 2020 estuvo marcado por la pandemia y la crisis económica. La política sanitaria del gobierno de Andrés Manuel López Obrador trajo consecuencias desastrosas, con más de 100 mil muertos, entre ellos muchos trabajadores de la salud. Los despidos y la pérdida de puestos de trabajo alcanzaron a 15 millones de personas, a lo que debe sumarse el aumento en la precarización laboral, reducciones salariales y recontrataciones en peores condiciones, así como el recorte drástico del presupuesto en distintos rubros sociales y culturales.

El Morena y la derecha no son alternativas para las y los trabajadores

Esto no fue consecuencia natural de la pandemia. Es resultado de una política gubernamental que, ante la crisis, privilegió los intereses de los grandes empresarios —como Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y otros—, y se negó a utilizar la capacidad instalada de los laboratorios privados para garantizar la salud de la población.

Las muertes obreras en las maquiladoras del norte del país, consideradas como empresas “esenciales” por el gobierno, son un ejemplo de que a éste le importan más las ganancias de los capitalistas.

Esto no puede ser ocultado por las medidas paliativas (o de supuesta “democracia participativa”) llevadas adelante por el gobierno, como los planes sociales —los que además enfrentan recortes en el presupuesto de ingresos y egresos para el 2021—, o aquellas orientadas al “combate a la corrupción neoliberal”, como la consulta popular para el enjuiciamiento de los expresidentes.

El gobierno de AMLO, que en 2018 contó con el apoyo de millones que lo votaron por considerarlo una alternativa a los partidos neoliberales, no ha resuelto las aspiraciones populares por una verdadera transformación. Lejos de eso, ha continuado con políticas de los gobiernos anteriores, como el despido de cientos de miles de trabajadores del sector público.

La militarización del país, lejos de acabarse, como prometió en su campaña, se profundizó: con la creación de la Guardia Nacional, el control de las Fuerzas Armadas de los puertos, carreteras y aeropuertos y el intento reiterado de legitimarlas. Siguen impunes la masacre de Tlatlaya y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, perpetradas bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, por el mismo ejército que AMLO pretende hacer pasar por “pueblo armado”.

El movimiento de mujeres, que el 8 de marzo tomó las calles del país, es criminalizado y reprimido, como vimos el pasado 28 de septiembre.

El mismo AMLO, que en el 2017 criticó aspectos puntuales del accionar del presidente yanqui, terminó rindiéndole pleitesía: lo llamó “amigo” de México y llevó a cabo sus órdenes, con las brutales acciones de la Guardia Nacional para impedir que los migrantes que huyen de la miseria y la violencia en sus países de origen lleguen a territorio estadounidense. Esta subordinación al imperialismo yanqui continuará con cualquiera que triunfe este 3 de noviembre en las elecciones por la presidencia de Estados Unidos.

Para todo esto, el supuestamente “progresista” Morena contó y contará con la colaboración inestimable de sus aliados, como el impresentable PVEM, el conservador PES (que fue premiado con su nuevo y reciente registro) y el flamante Redes Sociales Progresistas, de la charra Elba Esther Gordillo; así como también el Partido del Trabajo, más allá de la distancia que éste pretende marcar ahora respecto de algunas políticas oficialistas.

Por su parte, los partidos de la derecha “opositora”, como el PRI, el PAN o el PRD, así como el club de gobernadores de la Alianza Federalista, quieren recuperar el terreno perdido y superar la crisis que les abrió su derrota estrepitosa en el 2018. Su política es profundamente reaccionaria y conservadora, están alineados con los sectores más rancios del empresariado y contra la clase trabajadora. El PAN y el PRI -y su grupo de choque el FRENA- militan activamente contra los derechos de las mujeres y la comunidad LGBT+.

Hay que decirlo: esta derecha no es ninguna alternativa favorable a los intereses de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Si crece, es porque aprovecha el desgaste que el gobierno enfrenta entre sectores de la población, por haberse negado a afectar ni en lo más mínimo los intereses de los patrones ante la pandemia, y permite que estos descarguen la crisis económica sobre el pueblo trabajador y las clases medias empobrecidas. Es porque en lugar de imponer impuestos a las grandes fortunas y dejar de pagar la deuda externa, AMLO redujo el presupuesto social, sin ninguna medida para garantizar el empleo para millones en el país. Las políticas nada progresistas de AMLO, le abren el paso a la derecha, que con un discurso cínico y demagógico se monta en la creciente desilusión de sectores de la población.

Ante esto, necesitamos urgentemente avanzar en construir una herramienta política, alternativa a la derecha como al partido de gobierno y sus aliados, con un programa que luche por los intereses y las demandas de las y los trabajadores, junto a las mujeres y los jóvenes combativos.

Crisis y lucha de clases, en México y en el mundo

Lo que sucede en México no es ajeno a lo que ocurre en el resto del mundo. La crisis sanitaria y económica mostró el carácter decadente del capitalismo contemporáneo, que solo puede ofrecerle a las masas trabajadoras más explotación y opresión. Los gobiernos, tanto imperialistas como de los países oprimidos, actúan -sean neoliberales o “progresistas”- en defensa de los grandes empresarios. En muchos casos demostraron su carácter autoritario y desplegaron medidas represivas como el toque de queda.

Antes y durante la pandemia, en distintos países, se hizo sentir la lucha de clases. Motorizados por demandas económicas, políticas o de corte democrático, presenciamos grandes movilizaciones, por ejemplo en Hong Kong, Francia, Bielorrusia, Chile y Ecuador. Hace pocos meses, vimos en Estados Unidos una rebelión impresionante contra el racismo estructural y la violencia policial. Y en América Latina asistimos ahora a la apertura de un nuevo momento, signado por los cambios bruscos y las oscilaciones a derecha e izquierda -como muestran los recientes hechos en Bolivia y Chile- y a una mayor lucha de clases, como se ve en Colombia, Costa Rica o Ecuador.

En México, en los meses previos, también vimos significativas expresiones de descontento: en las maquiladoras del norte del país y otras industrias; entre las y los trabajadores de la “primera línea” en el sector salud; en las protestas de los repartidores y otros sectores altamente precarizados; así como entre los docentes y trabajadores de la educación. Esto mientras continuaron luchas resistentes como las que llevaron adelante las y los trabajadores del SUTNotimex y los profesores precarizados de la UACM, entre otras.

Estos procesos de lucha de clases, en México y en el mundo, no solamente enfrentan a los capitalistas, sus gobiernos y sus partidos. También tienen en su contra a las burocracias sindicales y políticas, que conscientemente actúan para fomentar su aislamiento y evitar se generalicen y avancen en adoptar un programa y una estrategia para triunfar ante las instituciones del Estado burgués.

Esto lo vemos claramente en México. Por una parte, los charros de la priista CTM ratifican su carácter absolutamente pro-patronal. En tanto que las direcciones sindicales otrora “opositoras” están en un pacto de no agresión con el gobierno, con algunos posicionamientos “críticos” pero funcionales a la política de AMLO, como es el caso de la Unión Nacional de Trabajadores y la Nueva Central de Trabajadores. Un ejemplo de las nefastas consecuencias de esto, es que la UNT, a la cual está afiliado el SUTNotimex, no ha convocado —¡ni una sola vez en más de 8 meses!— a sus decenas de miles de afiliados a manifestarse en apoyo a esa importante huelga.

Esta tregua de hecho queda clara si miramos que a más de 7 meses de pandemia y tras los duros ataques a la clase trabajadora, no han llamado a un plan de acción para enfrentar la crisis y las políticas patronales que afectan en primer lugar a millones de trabajadores precarizados. Crisis como la actual muestran el rol de las burocracias sindicales al frente de los sindicatos estatizados.

Una política activa para enfrentar a los capitalistas y sus partidos

Ante eso, desde el MTS consideramos fundamental impulsar la unidad y coordinación de las luchas y los sectores de trabajadores que en México se organizan contra las políticas del gobierno federal y los estatales “opositores”, ya que a pesar de las disputas mediáticas todos están de acuerdo en priorizar la producción y las ganancias de los capitalistas por encima de las vidas obreras.

Es necesario coordinar la resistencia y que no haya una sola lucha aislada más. Hay que llamar a las centrales sindicales —en particular a aquellas que se reclaman democráticas y que tienen una fuerza considerable— a que abandonen la tregua que sostienen, en los hechos, con AMLO. Esa tregua es la que ha permitido al gobierno de la 4T negarse rotundamente a resolver las demandas de los sectores que se movilizan.

Los socialistas del MTS planteamos que es necesario un gran Frente Único Obrero —que unifique a sindicalizados y no sindicalizados, empleados y desempleados, basificados con los precarizados que no tienen ningún derecho— con sus organizaciones sindicales al frente, que se movilice contra el ataque de los empresarios, el gobierno y la derecha. Hay que recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical, para transformarlos en herramientas para la lucha contra la crisis y los capitalistas, con independencia del estado, los gobiernos y los partidos patronales.

Para soldar esta unidad requerimos un programa que recoja las demandas de los explotados y oprimidos y plantee que la crisis deben pagarla los capitalistas. Que llame a luchar por la prohibición de los despidos, el outsourcing y la precarización laboral, junto a demandas como el reparto de las horas de trabajo con un salario igual o mayor a la canasta básica que se ajuste automáticamente de acuerdo a la inflación. Que ante la pandemia luche en defensa de la vida del pueblo trabajador —afectando los intereses de los grandes laboratorios y hospitales privados—, y enfrente el ataque contra la salud, la educación y la cultura impulsando impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa, retomar e impulsar los reclamos más sentidos del movimiento de mujeres, la juventud y el conjunto de los sectores oprimidos de campo y la ciudad, entre otras demandas.

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Como una política activa para fortalecer esta perspectiva, desde el MTS y las agrupaciones obreras que integramos en magisterio, trabajadores universitarios, y otros sectores (como la Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase, Desde las Bases, o Contracorriente) participamos del Movimiento Nacional contra la Precarización Laboral y los Despidos (MONAPRED), el cual impulsamos junto a sindicatos y organismos de trabajadores —como la Asamblea de Profesores en lucha de la UACM—, trabajadores de la industria, la educación, la salud, repartidores y servicios, así como diversas organizaciones políticas y sociales Es un importante primer paso, que busca reagrupar a sectores de la clase obrera, tras una política combativa y alternativa a la burocracia sindical.

El MONAPRED ya realizó un primer Encuentro con cientos de participantes donde se acordó un llamado a las centrales sindicales y varias acciones callejeras, así como la conformación de comités en distintos centros de trabajo. Acordó también desplegar importantes campañas de solidaridad con los conflictos en curso, como en el caso de SutNotimex o en defensa de la educación pública básica, media y superior.Quienes impulsamos este movimiento, participamos en varias de las luchas y procesos de organización que se han dado este 2020, así de la lucha por la reinstalación de las compañeras estatales durante el 2019.

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En nuestro país, la lucha contra el Estado y las instituciones de los capitalistas que es necesario desarrollar, requiere que forjemos una gran alianza combativa e independiente, entre el movimiento obrero y los demás sectores oprimidos del campo y la ciudad, encabezada por la clase trabajadora. Uno de los actores centrales de los últimos años ha sido el movimiento de mujeres, que con potentes movilizaciones en el país puso en el centro la lucha contra la opresión que perpetúan el capitalismo y el patriarcado y por demandas fundamentales contra la violencia, por el derecho al aborto y contra la precarización laboral.

Por eso, la agrupación de mujeres y la comunidad LGBT+ Pan y Rosas -que impulsan militantes del MTS e independientes- participa unitaria y activamente en el movimiento de mujeres, para que seamos millones en las calles tras una política combativa e independiente del gobierno y la derecha; buscando unificar sus demandas con las de la clase trabajadora, donde las mujeres son las más precarizadas y explotadas, y quienes sufren de forma más cruenta la violencia.

Pan y Rosas propone una perspectiva anticapitalista, socialista y revolucionaria para el movimiento de mujeres: cientos de compañeras se han sumado a las actividades impulsadas por Pan y Rosas, desde los talleres sobre “Feminismo y Socialismo”, hasta las movilizaciones como el 8 de marzo. Actualmente impulsan comités con decenas de compañeras en diversos estados de la república.

De igual forma, desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista impulsamos una política de unidad obrero-estudiantil, participamos activamente de las luchas y procesos de organización en la juventud estudiantil y trabajadora, como entre los trabajadores de las apps o los estudiantes y profesores de la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga. Queremos impulsar al interior de la juventud la lucha por el futuro, que nos busca arrebatar este sistema que solo nos ofrece explotación, crisis y devastación ambiental y que atenta contra nuestros derechos elementales como la educación y la cultura.

Al servicio de estas luchas y para hacer llegar esta política a todo el país, es que impulsamos La Izquierda Diario México -que es parte de la red internacional de diarios digitales- que durante la pandemia llegó a más de 1 millón de accesos; junto al programa Desde La Izquierda. LID Mx difundió las voces, las luchas y los reclamos de los trabajadores, la juventud y las mujeres, expresado en cientos de denuncias obreras que expusieron las condiciones de explotación que reinan en el país, lo cual despertó enconadas reacciones y ataques de empresarios y partidos patronales.

Por un partido revolucionario de los explotados y oprimidos

Desde el MTS, consideramos que para cambiar de raíz el orden existente, necesitamos mucho más que la movilización y la lucha por reivindicaciones parciales.

Necesitamos poner en pie una gran organización de la clase obrera, superior a todo lo existente hoy. Hay que poner todo al servicio de construirlao y sumarse a esta tarea.

Como decíamos al inicio, en México, requerimos de una real alternativa al Morena, que bajo una retórica “progresista” defiende los intereses capitalistas, y que congruente con esto integró a sus filas a ex panistas y priistas y se alió con los evangelistas. Y que a la par, nos permita superar la experiencia de las distintas formaciones políticas reformistas y populistas que, junto a las burocracias sindicales, han sido soporte —a veces “críticos” y otras ni siquiera— de partidos burgueses “antineoliberales”, como el PRD y el Morena.

Se trata entonces de poner en pie una organización política, que luche decididamente al interior del movimiento obrero, en la juventud y el movimiento de mujeres, contra el gobierno y el régimen de los capitalistas, así como contra sus agentes, las burocracias sindicales y políticas.

Esto requiere abrir el debate, entre las organizaciones y compañerxs que se reclaman de la izquierda socialista, así como los activistas obreros y juveniles que quieren asumir esta tarea, respecto a cómo construir un gran partido revolucionario que nuclee a los sectores más avanzados de la clase trabajadora del país.

Un partido que organice a las y los trabajadores de la industria que enfrentan la dictadura patronal en sus fábricas; a los trabajadores precarizados al servicio del Estado que están bajo peligro constante de contagio y a quienes están en la primera línea de la lucha contra la pandemia y enfrentan la criminal política sanitaria en los hospitales.

Un partido para sumar a sus filas a las y los jóvenes que sufren la precarización laboral de las apps y los call centers; a las maestras y trabajadores de la educación en todos sus niveles que enfrentan el incremento de las cargas de trabajo y los recortes presupuestales.

Una organización revolucionaria también para la juventud, las mujeres, los desempleados y los demás sectores oprimidos del campo y la ciudad, que enfrentan las consecuencias de este orden de explotación y miseria y que en el momento político actual levante una política y un programa como el que desarrollamos en los apartados previos.

Desde aquí, invitamos a los cientos de trabajadores, estudiantes y mujeres que participan en círculos y comités junto al MTS, que han asistido a los talleres virtuales o colaboran en La Izquierda Diario, a abrir un proceso de profunda discusión, con el objetivo de organizarse y sumarse al impulso de esta apasionante tarea.

Se trata, en definitiva, de construir un gran partido que sostenga una estrategia claramente socialista, antiimperialista y revolucionaria, que combata cualquier ilusión en que es posible reformar el capitalismo y convivir con la opresión imperialista —lo cual implica una clara independencia política respecto al “progresismo” mexicano y latinoamericano y las distintas variantes políticas antineoliberales y reformistas—.

Una estrategia cuyo objetivo sea transformar de raíz el orden social y conquistar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, ya que —a diferencia de las corrientes autonomistas— consideramos no es posible resolver las demandas obreras y populares sin atacar el poder de los capitalistas. Y a partir de allí, expropiar a los expropiadores e iniciar la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados.

Esta lucha la planteamos con un norte estratégico: la lucha por el comunismo, una sociedad sin clases ni estado, donde el alto desarrollo técnico y tecnológico alcanzado por la humanidad ya no esté al servicio del enriquecimiento de un puñado de parasitos capitalistas, sino del máximo desarrollo del ser humano. Una sociedad de libres productores asociados, en la cual cada quien trabaje de acuerdo a sus posibilidades y reciba de acuerdo a sus necesidades.

Esto, sólo puede conquistarse acabando con el capitalismo a escala internacional. Por eso, la organización que queremos construir es profundamente internacionalista, apostando activamente al desarrollo de la lucha de clases y al triunfo de la lucha de la clase obrera y los oprimidos contra el imperialismo y los gobiernos capitalistas en todo el mundo, desde Estados Unidos y Francia hasta Chile, Bolivia y Argentina. Y, a la par, tomando en nuestras manos la construcción del partido mundial de la revolución social que necesitamos para eso. Esta tarea, desde el MTS, la llevamos adelante desde la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, junto a organizaciones hermanas de América Latina, Europa y Estados Unidos.

En México, además, esto implica, por ejemplo, ante el TMEC, oponerle la lucha por una integración regional, política y económica, internacionalista y socialista, dirigida por las y los trabajadores de América del Norte, perspectiva que planteamos conjuntamente con las y los compañeros de Left Voice.

Abramos el debate entre los socialistas

Publicamos este llamado, en momentos en que se prepara un nuevo proceso electoral en México para el 2021, en el cual una vez más buscarán restringir la participación de las organizaciones obreras y de izquierda, así como fortalecer las distintas variantes patronales en las elecciones.

Ante eso, el MTS, el Movimiento al Socialismo (MAS) y la Liga de Unidad Socialista (LUS), acordamos conformar un frente político electoral tras un programa obrero y socialista, que queremos presentar unitariamente ante millones de trabajadores, mujeres y jóvenes, aprovechando para eso la tribuna que son las elecciones. Buscaremos conquistar una candidatura independiente, que es la única posibilidad que permite la antidemocrática legislación electoral, enfrentando las trabas que impone el INE.

Este acuerdo se trata de un importante paso, ya que permitirá expresar, en el terreno político-electoral, una perspectiva alternativa al gobierno y la derecha, y puede fortalecer la lucha por desarrollar un polo de independencia de clase frente a Morena y los partidos de derecha. Este Frente está abierto a la incorporación de otras organizaciones socialistas y revolucionarias que acuerden con el programa, así como a las y los trabajadores combativos que luchan contra los planes del gobierno, a quienes invitamos que se sumen al impulso conjunto de esta candidatura.

Creemos que este acuerdo logrado plantea la posibilidad y necesidad de debatir, entre quienes nos reclamamos socialistas revolucionarios —y en particular quienes estamos impulsando este frente y sostenemos una política de independencia de clase-, respecto a las vías para construir un partido revolucionario en México.

Eso sin duda requiere discutir en torno a nuestras coincidencias y diferencias tanto en el plano nacional como en el internacional, a la par que desarrollar una intervención en común en la lucha de clases Invitamos a las organizaciones y colectivos de la izquierda socialista y revolucionaria, así como activistas obreros y populares, a abordar la discusión en torno a las bases, el programa y la estrategia de lo que necesitamos imperiosamente los explotados y oprimidos de México, un gran partido revolucionario, socialista, internacionalista y revolucionario.


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