Tras meses de lucha, con huelgas, manifestaciones y acampadas de por medio, el Comité de Empresa de Nissan compuesto por (CCOO-UGT-USO-CGT), llegó a un acuerdo con la patronal nipona que supone el cierre de la fábrica en un año.
Miércoles 26 de agosto de 2020
Fotografías de Martí Segura Ramoneda (@segraam).
Este cierre de fábrica pactado en un año con una transición que favorece la división de los trabajadores directos e indirectos y desarticula de este modo la lucha en favor de la paz social. El acuerdo deja completamente fuera a los 25.000 trabajadores y trabajadoras de las empresas subcontratadas, como Acciona, Magneti Marelli o Lear que ya amenazan con despidos “objetivos” y cierres.
El pacto alcanzado con la dirección de Nissan ha sido celebrado por los diferentes actores que participaron de algún modo en las negociaciones, especialmente las direcciones sindicales de CCOO, UGT, USO y también por parte de CGT. “Lo valoramos positivamente”, anuncian desde CCOO, por su parte UGT se vanagloria de que el acuerdo cumple “con la mayoría de nuestras demandas”. Sin embargo, este acuerdo es claramente una derrota anunciada a pesar de la movilización de los trabajadores y trabajadoras, ante la falta de un plan de combate de las direcciones sindicales. Del “Nisssan no se cierra” a este cierre pactado que se quiere presentar como un triunfo por los grandes sindicatos, la CGT ha sido parte de esta traición.
Como parte del acuerdo de cierre, los sindicatos se comprometen a mantener “la paz social en el seno de la Empresa Nissan. Asimismo las partes harán los mayores esfuerzos para contribuir a la paz social respecto de los proveedores”
Una derrota a la medida de la patronal de la mano de la burocracia sindical
Desde el inicio del conflicto, que se remonta a principios de año con los primeros rumores de cierre de la planta de Nissan para, en una primera instancia, finales de este mismo 2020, el CE de la automotriz buscó un pacto a la desesperada con la dirección de la patronal. Alcanzar un acuerdo con las mejores condiciones de indemnización para la plantilla.
En el plan del CE de Nissan no hubo nunca espacio ni para los 25.000 trabajadores y trabajadoras de las subcontratas ni para planes de lucha alternativos, como la pelea por la nacionalización de la fábrica para mantener los puestos de trabajo. Desde un inicio se partía de una derrota asumida y sellada, el cierre de Nissan y la pérdida de los puestos de trabajo.
Tal como destaca CCOO en su valoración, el acuerdo se centra en tres ejes: garantía de empleo, mesa de reindustrialización y mejores indemnizaciones. No obstante, poca victoria se esconde detrás de estos acuerdos. La garantía de los puestos de empleo, se debe añadir como máximo hasta el 2021, hasta ahí llega la garantía. Contando que la empresa ya ha iniciado el chantaje sobre la plantilla de Nissan. Desde la dirección garantizan “favorecer la contratación” de aquellos trabajadores que soliciten la baja voluntaria de aquí a diciembre del 2021. Así es como esperan evitar “despidos traumáticos”.
La mesa de reindustrialización no es garantía de nada. Las inversiones de una empresa privada suenan a cuento de hadas en el medio de esta gran crisis económica en ciernes. De hecho el acuerdo ya procura cubrirse bien las espaldas señalando que “en caso de no poder garantizarse cobrarán las cantidades pendientes de percibir con un mínimo de 25.000 euros.” El acuerdo pone un precio asumible para el cierre a esta multinacional.
Respecto a las indemnizaciones, que han sido mejoradas en relación a la propuesta inicial, es una falsa salida individual que se traduce en una derrota colectiva. Los ejemplos pasados han demostrado que las indemnizaciones son “pan para hoy y hambre para mañana”, además en un marco, el actual, definido por una crisis sin precedentes.
Haber vendido las conquistas de años de lucha y organización de la clase trabajadora es la gran victoria para la burocracia sindical y la patronal, pero no para los trabajadores, ni de Nissan, ni mucho menos de las subcontratas y el resto de la clase trabajadora. La lucha de Nissan era más que la lucha dentro sus cuatro paredes, era la lucha que espera a la clase trabajadora en el futuro próximo para la defensa de sus condiciones laborales y sus puestos de trabajo.
El balance que deja ahora para la patronal es la total sintonía de las burocracias sindicales con sus objetivos además de la colaboración de los diferentes Gobiernos, tanto el estatal del PSOE y Unidas Podemos, el catalán de Torra, como del municipal de Ada Colau ante tal ataque.
En la línea de la unidad de acción que mostraron entre los diferentes “agentes sociales” para pactar los ERTEs y las ayudas multimillonarias a las empresas al principio de la pandemia.
CGT fue cómplice de la derrota
En este marco es lamentable el rol de CGT, miembro del CE de Nissan. En ningún momento el sindicato alternativo se mostró como tal. Siguió a pie juntillas los comunicados y la estrategia de las burocracias sindicales de CCOO y UGT.
Una mal entendida unidad de acción sindical que le ha llevado durante todo el conflicto a pactar y unirse por arriba con las burocracias de CCOO y UGT mientras permitía la división impuesta entre la plantilla de Nissan y las subcontratas y condenaba a la derrota cualquier alternativa a la dirección impuesta por el CE. Sirva de ejemplo la acampada realizada por trabajadores de CGT en Acciona a las puertas de la fábrica en Zona Franca que fue boicoteada y aislada insistentemente por el CE de Nissan.
Esta actitud no solo ha sido de “puertas hacia dentro” sino también de “puertas hacia afuera”. Más allá de comunicados a favor de la nacionalización de la fábrica o en favor de la acción de los trabajadores de Acciona por parte de CGT Catalunya, no han habido acciones reales que sustentaran esas palabras, ni desde la federación ni desde el sindicato, que pasaran por la movilización de los afiliados y por acciones unitarias de apoyo. En definitiva, levantar una verdadera fuerza material para plantar cara a los planes del CE y de una patronal que ha contado con cerca de 200 millones de ayudas en subvenciones públicas.
Desde CGT ahora apuntan que se abre un “nuevo periodo de lucha” donde la reindustrialización de Nissan y el futuro laboral de las plantillas de las subcontratas son prioridad. Como si este acuerdo alcanzado no fuera a tener un impacto en la organización de los trabajadores y desligado por completo el devenir de la planta de Nissan al futuro de las subcontratas.
En esta línea se han expresado recientemente Juanjo Álvarez y Daniel Mulero en un artículo titulado “La Lucha de Nissan en el horizonte colectivo” y publicado por el diario Público. Álvarez, militante de Anticapitalistas y Morelo, también militante de Anticapitalistas y sindicalista de CGT Catalunya señalan que “la próxima batalla del conflicto será evitar la cascada de despidos y EREs que habrá en las empresas subcontratadas”, ligando a este escenario la tarea pendiente de “armar una plataforma común entre trabajadores de Nissan y demás empresas”.
Sin lugar a dudas la falta de unidad entre los trabajadores de Nissan y las subcontratas es una lección que deja el conflicto pero lo que carece de sentido es que esta afirmación la firme un militante de CGT Catalunya sin realizar ni una sola crítica al rol de su sindicato.
Tal y como hemos señalado anteriormente la división impuesta entre las plantillas de Nissan y las subcontratas ha sido parte central de la estrategia de la burocracia sindical de CCOO y UGT a la cual durante todo el conflicto se ha plegado CGT, y esta también es una lección grave que deja el conflicto y la cual se debe criticar.
Obviar el rol de la CGT sería un tremendo error ya que jugaría precisamente en contra de avanzar y construir esa unidad entre las diferentes plantillas. Plantear una estrategia alternativa a la de la burocracia de CCOO y UGT y no señalar que el sindicato que tenía el deber y la posibilidad de impulsarla, CGT, no lo ha realizado, es echarse piedras sobre el propio tejado.
Organizar la resistencia de las subcontratas
Exigir la nacionalización de las fábricas sin pago y bajo control de sus trabajadores a las instituciones y pelear por su reconversión era y sigue siendo la única vía para garantizar el futuro de todos los puestos de trabajo derivados de Nissan y ofrecer una salida de conjunto a los cerca de 30.000 trabajadores y trabajadoras afectadas.
Pero esto pasa por una unidad de los trabajadores, por la pelea en común de Nissan y sus subcontratas, avanzar en una coordinadora democrática que supere las políticas burocráticas y unifique todas las luchas desde abajo para enfrentar la situación que viene y hacer del conflicto una verdadera causa social y política que sea rodeada de verdadera solidaridad activa, es decir, lo contrario a lo que han hecho desde CCOO, UGT, USO y CGT.
Esta es la única perspectiva realista y en favor de la clase trabajadora para enfrentar la ola de cierres y despidos que amenaza a nuestra clase.