Ante el escenario electoral en la Comunidad de Madrid, no tiene sentido seguir repitiendo una y otra vez lo mismo y esperar resultados diferentes. Lo lógica del “mal menor” implica que siempre hay un “mal peor” ante el cual hacer renunciamientos. Tras la completa asimilación de Podemos e Izquierda Unida al Régimen, es necesario ensayar otras hipótesis. Esto no es fácil, pero para empezar hay que volver a confiar en nuestras propias fuerzas.
Martes 16 de marzo de 2021
Madrid ha sido este año el epicentro de una crisis sanitaria y social sin precedentes. Las residencias de mayores convertidas en focos de la tragedia, producto de gestiones privatizadas, desinversión y trabajos precarios. Los hospitales colapsados, en una de las Comunidades autónomas más golpeadas por la pandemia y que menos invierte en sanidad pública, donde uno de cada dos profesionales sanitarios carece de plaza fija y de derecho a indemnización por despido. En Madrid el desempleo alcanza nada menos que a medio millón de personas (un 57% de las cuales son mujeres) y según un informe de mediados del 2020, un 7.8% de la población madrileña se encuentra en una situación de pobreza extrema.
Pero esta crisis no es igual para todos. Algunos de los distritos con mayor renta por habitante del Estado español también se encuentran en Madrid, como La Moraleja, Somosaguas en Pozuelo de Alarcón, Salamanca y Aravaca. En La Moraleja, la renta promedio supera varias veces la de quienes viven en Vallecas-Entrevías, uno de los barrios más pobres. Una Comunidad con servicios públicos arrasados por las políticas neoliberales de los Gobiernos del PP, pero también por las políticas privatizadoras y de recortes de los presupuestos que han llevado adelante, de forma conjunta, el PP y el PSOE en todo el Estado español.
En este marco, la crisis política abierta por la ruptura entre Ciudadanos y el PP ha provocado una nueva convocatoria a elecciones, donde Ayuso buscará revalidarse de la mano de Vox. La llegada de Pablo Iglesias al escenario político de Madrid ha convertido las elecciones del 4M en una disputa política con varios frentes que van más allá de los límites de la Comunidad. Iglesias intenta recrear la mística del "Podemos de los orígenes", y lograr una remontada electoral para Unidas Podemos, después de obtener muy malos resultados en varias Comunidades autónomas. Detrás del relato de la "lucha por Madrid" para frenar a la derecha y la extrema derecha, quiere que olvidemos que el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, en más de un año de gobierno, no ha llevado adelante ninguna de las medidas más elementales para que la crisis no la paguen los trabajadores y sectores populares, como derogar las reformas laborales, regularizar a las personas migrantes, terminar con las externalizaciones o expropiar las viviendas vacías en manos de los bancos y frenar la subida de los alquileres o las tarifas de la energía.
En el escenario de la Asamblea de Madrid, tanto Unidas Podemos como Más Madrid intentarán convertir a Gabilondo del PSOE en nuevo presidente de la Comunidad, algo que también puede incluir hasta el apoyo de Ciudadanos. Otra vez el "mal menor" con el PSOE, que no significará ninguna mejora en las condiciones de vida de la mayoría de la clase trabajadora madrileña, las personas migrantes y la juventud precaria.
La lógica infinita del “mal menor”
La posibilidad de que el PP forme gobierno en la Comunidad de Madrid con Vox, una formación de extrema derecha homófoba y racista, es por completo repudiable. Todas las encuestas indican que ese escenario es el más probable, y, ante ello, rápidamente han salido las voces pidiendo “unidad de la izquierda”. Y aunque por el momento se mantienen tres candidaturas separadas entre Unidas Podemos, Más Madrid y el PSOE, todos tienen un solo objetivo: encumbrar a Ángel Gabilondo como nuevo presidente de la Comunidad de Madrid, acompañado por el resto de los grupos parlamentarios, incluso de Ciudadanos (o lo que queda de él).
Y aunque estas variantes tienen pocas posibilidades de prosperar, la presión “malmenorista” aumentará en las próximas semanas, tratando de convencer a toda costa de que es necesario “votar con la nariz tapada” y tragarse el sapo de Gabilondo del PSOE para frenar a la derecha y la extrema derecha.
Por eso es importante decir las cosas claramente: un Gobierno del PSOE, ya sea en solitario o en alianza con Más Madrid y Unidas Podemos, no es ninguna salida progresiva para el pueblo trabajador… es más de lo mismo. ¿Acaso no es el PSOE el que garantiza a los empresarios del IBEX35 sus ganancias, mediante millonarias ayudas públicas, mientras los trabajadores ven caer sus ingresos? ¿Acaso no es el PSOE quien, desde gobiernos autonómicos o el Gobierno central, ha recortado los presupuestos, para cumplir las directrices de la UE, dejando en estado de coma a los servicios públicos? El PSOE es responsable, también, junto con el PP, de haber votado la Ley 15/97 que abrió el campo a la privatización de la sanidad, algo que ha tenido nefastas consecuencias en la Comunidad de Madrid y en todo el Estado.
Y cuando hablamos de Gabilondo, su problema no es que “no hace nada” cuando está en la oposición, como dicen algunos. El mayor problema de Gabilondo es lo que hace cuando está en el Gobierno. Recordemos su currículum: se trata del mismo Gabilondo que defendía el “plan Bolonia” en las universidades mientras miles de estudiantes se manifestaban en contra, y quien abrió las puertas de las universidades públicas a la banca y las grandes empresas como el Santander cuando ocupó el cargo de rector de la UAM y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). El mismo Gabilondo que fue ministro de educación en el Gobierno de Zapatero con sus recortes. Y quien, en reiteradas campañas electorales a la Comunidad de Madrid durante los últimos años aseguró que no revertiría los contratos de privatización de la sanidad, sino que solo revisaría “sus aspectos más lesivos” para que se “cumplan” los contratos con las empresas privadas.
El PSOE no ha gobernado la Comunidad desde 1995, pero su política hay que verla en el espejo del Gobierno central, así como en el resto de las Comunidades autónomas y Ayuntamientos que gobierna el PSOE. En todos los casos, muy poco se han diferenciado en la aplicación de las políticas neoliberales respecto del PP. Pelotazos urbanísticos, políticas nocivas con el medio ambiente, privatizaciones, desinversión de los servicios públicos, leyes de precarización como las reformas laborales y persecución a las personas migrantes, son un legado no solo del PP, sino también del PSOE. Aunque del otro lado se asome la amenaza de la derecha aliada con Vox, no debemos caer en la trampa del “mal menor”. Además, un gobierno del PSOE sería, también, un camino para el fortalecimiento de la derecha, ante la decepción que seguramente causará entre amplios sectores.
El viejo cuento del "mal menor" por parte del neorreformismo
Unidas Podemos, después de llamar a enfrentar a la “casta”, ha terminado asistiendo como muleta a la recomposición del PSOE, ese partido monárquico y pilar del Régimen del 78. Su papel en el Gobierno central es un relato permanente de la impotencia: “no podemos hacer más”, “queremos cambiar las cosas, pero solo tenemos 35 diputados”, “llegar al gobierno, no es controlar el poder”, y así todo el tiempo, para justificar todos los sapos que se han tragado en este primer año de Gobierno de coalición.
Este es el resultado de una politica que privilegió “asaltar” los despachos de los ministerios para gestionar los asuntos de los capitalistas antes que defender un programa en favor de las trabajadoras y los trabajadores. Los líderes del nuevo reformismo son parte de una nueva casta. El viaje de Vallecas a Galapagar de Pablo Iglesias e Irene Montero es quizá la metáfora más gráfica de este recorrido.
Después de haber generado tantas expectativas, sólo se han cosechado desesperanzas y desmoralización para muchos activistas y sectores de izquierda. Porque la llegada de Podemos e Izquierda Unida al “Palacio” ha sido paralela a la desactivación de la calle, con la que han colaborado, tanto como las burocracias de los sindicatos mayoritarios y de muchos movimientos sociales. Por eso, si queremos luchar por un futuro que valga la pena ser vivido, es urgente revertir esta situación. En primer lugar, necesitamos reconstruir la unidad para la lucha en la movilización, detrás de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores y el pueblo pobre. Esa es la “unidad” que necesitamos, y no la repetición de la trampa del mal menor, con la “unidad” de diferentes formaciones socialdemócratas y reformistas para erigir a Gabilondo como presidente de la Comunidad de Madrid, el viejo cuento del recambio bipartidista.
Hace falta otra izquierda
No tiene sentido seguir repitiendo una y otra vez lo mismo y esperar resultados diferentes. Lo lógica del “mal menor” implica que siempre hay un “mal peor” ante el cual hacer renunciamientos. Unidas Podemos primero denunciaba al PSOE como casta, pero después llamó a aceptar ese “mal menor” contra la derecha de Ciudadanos y el PP. Ahora parece que una alianza con los liberales derechistas de Ciudadanos -que no olvidemos, gobiernan con Vox en Andalucía- es un “mal menor” para frenar a Ayuso y Monasterio… y así continúan, siempre desplazando el eje hacia la derecha, mientras adoptan desde el Gobierno las políticas de esa misma derecha que dicen querer frenar.
Tras la completa asimilación de Podemos e Izquierda Unida al Régimen, es necesario ensayar otras hipótesis. Esto no es fácil, pero para empezar hay que volver a confiar en nuestras propias fuerzas, en la fuerza de las trabajadoras y los trabajadores, de la juventud combativa que lucha por la libertad de expresión, de las mujeres autoorganizadas que enfrentamos las prohibiciones y la represión de este “gobierno progresista”, de la lucha de los barrios contra los recortes en los servicios públicos y los desahucios, de las precarias que han estado en la “primera línea” durante la pandemia, y que se están organizando como en Amazon, las trabajadoras del hogar, las limpiadoras de hospitales, las cuidadoras de residencias, enfermeras, profesoras y muchas más. Es momento de apostar por organizar la fuerza de la juventud, la que siente que no le debe nada al capitalismo, la que lucha contra las políticas de las multinacionales que están destruyendo el planeta, de las jóvenes antimonárquicas que no quieren aguantar más las mordazas ni las corruptelas de los borbones, de las que se movilizan por la libertad de todos los presos y presas políticas, de las que están hartas de la represión policial, de los CIES y las redadas racistas en los barrios, de las que verdaderamente quieren combatir a la extrema derecha. No basta con “mover ficha”, hay que romper por completo el tablero.
Por un frente anticapitalista y de clase
Pablo Iglesias vuelve a mover ficha en un juego que terminará con un gobierno del PSOE, y hasta es posible que con Cs. Lo que hay que hacer es construir una alternativa política para romper el tablero. Necesitamos un frente anticapitalista y de clase, con un programa para dar respuesta a las reivindicaciones más urgentes de la mayoría de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud. Un programa articulado por la premisa de que esta crisis no la debemos seguir pagando nosotros, sino quienes la generaron: los capitalistas. Que se proponga terminar con la precariedad y el desempleo, luchando por derogar las reformas laborales y reducir la jornada laboral sin reducción salarial, para que puedan trabajar todos. Que asuma las reivindicaciones del movimiento de mujeres para enfrentar la violencia machista, no mediante un aumento del punitivismo y a golpe de Código penal, sino con planes integrales contra la violencia de género, con alternativas habitacionales y de empleo para las mujeres, además de planes de educación sexual en todos los niveles educativos para combatir el machismo, la homofobia y la transfobia, separando a la Iglesia del Estado. Un programa que, ante la grave crisis sanitaria, se proponga aumentar los presupuestos de sanidad y educación, y la intervención de todos los recursos de la sanidad privada que sean necesarios para combatir esta crisis, contratando a más personal y pasando a contrato fijo a todo el personal temporal e interino. Un Frente anticapitalista que defienda que la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental está ligada a luchar contra las multinacionales contaminantes, por estatizar las empresas de energía y reforzar el transporte público.
Hacemos este llamamiento en primer lugar a compañeras y compañeros activistas sindicales, estudiantiles, del movimiento de mujeres y los colectivos antirracistas, que han llegado a la conclusión de que la vía del “mal menor” que vuelven a proponer Unidas Podemos y Más Madrid no son ninguna alternativa real, que hace falta una izquierda combativa, junto a las trabajadoras y trabajadores, a las mujeres, las migrantes y la juventud. Extendemos este llamado en particular a las compañeras y compañeros de Anticapitalistas, que rompieron en 2019 con Podemos tras su entrada al gobierno central pero hoy, en palabras del exdiputado Raúl Camargo, llaman a que este 4M se vote en general contra la derecha. ¿Proponen votar a alguno de los partidos que investirán un gobierno de los social-liberales del PSOE con el apoyo de derecha de Cs? Contra esta versión del “mal menor”, les emplazamos a ser parte de la reconstrucción de otra izquierda que supere esta lógica. También dirigimos este llamamiento a las y los impulsores del Sindicato de Estudiantes, a organizaciones como Corriente Roja, y a aquellos grupos e individuos que desde una perspectiva anticapitalista y de clase se propongan luchar por esta perspectiva. No hay tiempo que perder.
*Declaración actualizada el 16 de marzo