Si faltaba alguna prueba para confirmar que los problemas para la creación de empleo no radican en la supuesta “rigidez” o en el “costo” laboral, están los datos de un informe lapidario que publicó el Indec esta semana. En varias oportunidades, hemos repasadolos hechos que comprueban históricamente que cuando más leyes de flexibilización se impusieron, menos empleo se creó. Una conclusión que no está basada sólo en la experiencia de nuestro país, sino en la historia laboral de muchos países del mundo. Pero, por si hacía falta algo más, esta semana se publicó el informe de la Cuenta de Generación del Ingreso del Indec que expuso una realidad incontrastable que desmiente todo el discurso cada vez más extendido sobre esta cuestión: que los trabajadores son muy “caros”, que tienen muchos derechos, que trabajan poco, el sistema laboral es muy estricto etc. etc.. Un relato que va desde los capitostes de IDEA (el foro empresario) hasta Diego Brancatelli (el panelista de Intratables) que se sumó al coro de los que piden más facilidad para contratar y despedir personas. ¿Qué dice el informe? Bueno, mostró que en el segundo trimestre de este año los empresarios aumentaron cualitativamente su porción de la torta de riqueza producida en el país (el Excedente de Explotación Bruto se llama técnicamente y es un aproximado a la masa de ganancias de las empresas); aumentó hasta alcanzar el 50,9 % y es el más elevado desde 2016 cuando comenzó esta serie estadística. Un incremento de 3,94 p.p. respecto al mismo trimestre del año anterior cuando era del 47 %. “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura”; “Industria manufacturera” y “Explotación de minas y canteras”, entre otros, son los principales rubros o sectores que explican este aumento. Por otro lado, la participación de la Remuneración al Trabajo Asalariado (RTA) cayó al 40 % del Valor Agregado Bruto (VAB), es decir de la torta de riqueza producida. Es la cifra más baja desde 2016. E implicó un derrumbe de casi 10 puntos porcentuales respecto del segundo trimestre del año anterior, que fue del 49,8 %. Si excluimos el sector público y medimos esta ecuación solo para el sector privado, el resultado es tremendo: 31,1 % para los salarios contra un 58,1 % del excedente de explotación. ¿Traducido? En el último año dio un salto fenomenal la explotación de la fuerza de trabajo en nuestro país.
Pero hay más: también el informe reveló que en el segundo trimestre de 2021 los puestos de trabajo totales aumentaron un 17,2 % con respecto al mismo período de 2020: pasaron de 17.131.000 a 20.086.000. Aún está por debajo del segundo trimestre de 2019, antes del inicio de la pandemia. Sin embargo, el aumento de los puestos de trabajo se explica en su mayoría por la suba de los asalariados no registrados (+ 1.329.000) y cuentapropismo (+ 1.463.000). Los registrados subieron en 163.000. La mayoría de los puestos nuevos son precarios (sin aportes jubilatorios, estabilidad etc.) Doy un último dato: la cantidad de horas trabajadas por empleado superan a las del trimestre anterior a la pandemia. Había prácticamente medio millón más de puestos de trabajo en ese momento. Las que más crecieron fueron las horas trabajadas por los registrados. A ver, para sintetizar: se derrumbó la participación de los asalariados en la riqueza nacional, creció el excedente de explotación; se precarizó sustancialmente los nuevos puestos de trabajo creados y se intensificaron las horas trabajadas. Dicho científicamente: aumentó la extracción de plusvalía (tanto absoluta como relativa) o, lo que es lo mismo, aumentó la tasa de explotación. Para encontrar un antecedentes similares en todos los terrenos (caída de los salarios, excedente de explotación) hay que remontarse a los años 2001-2002). Bien, si damos por ciertas las teorías que dicen que se necesitan todos estos “avances” en la flexibilidad de los trabajadores y trabajadoras para que “vengan la inversiones”, con estos números tan “auspiciosos” desde su punto de vista, ¿dónde están las inversiones? Al contrario, fueron a llorar la carta a la Casa Rosada, al Coloquio de IDEA, a todos los canales de TV, exigen más, profundizar esto hasta el final y ahí sí, cuando nos estemos acercando a la esclavitud, el país va a salir adelante. Pero, lo peor no esto, en última instancia son coherentes con la defensa de sus intereses, defienden el aumento de su capital, hasta diría que lo raro sería que hicieran otra cosa. Lo más loco es lo que sucede con los comunicadores o los formadores de opinión pública que les creen, compran su discurso y lo difunden. Hace poco decíamos que estaba en curso una “campaña menemista” para crear una opinión pública a favor de despojar de derechos a las mayorías con la excusa de que así nos íbamos a desarrollar. Bueno, la campaña se comprueba y lo peor no quienes la impulsan, sino los que la compran. Ah, y como se dice por ahí, todas estas cifras que aporta el Indec son datos, no opinión.