En el siguiente artículo, intentaremos abordar la problemática de la vivienda y el Derecho a la ciudad, que no conoce de fronteras y se expresa con sus diferencias y similitudes en todo el mundo. Además, conversamos con Andrés Garcés, corresponsal de Klasse gegen Klasse, la sección alemana de la red internacional de La Izquierda Diario, sobre el plebiscito realizado en Berlín hace unas semanas.
Sábado 16 de octubre de 2021 12:55
La cuestión del acceso a la tierra y la vivienda es un problema estrechamente ligado a las condiciones de vida del pueblo trabajador, que contrastan con las políticas pro mercado de los Estados capitalistas. Reconocido por la ONU, "la vivienda se ha convertido en un factor de especulación motivado fundamentalmente por sectores inmobiliarios privados quienes han trabajado solamente bajo la lógica del rendimiento económico.” Y agrega que “en tal sentido se ha desregularizado el mercado y se ha debilitado el Estado". Deteniendonos en esto, lo que hay que señalar, matizando con la ONU, es que no se "ha desregularizado" el mercado, sino que se regularizó para favorecer los intereses y negociados de las grandes empresas y son los mismos Estados los promotores y garantes de facilitar la especulación inmobiliaria.
Mil millones de personas de la población mundial, según la ONU, viven en condiciones de precariedad, en viviendas inhabitables, indignas y hacinadas. Para 2020, sólo en las zonas urbanas, la cifra era de 889 millones. Estos índices, tienen sus picos más altos en África, Asia y América Latina respectivamente.
El crecimiento territorial y poblacional de las ciudades hacia las periferias y al interior mismo de estas, avanzando sobre los espacios verdes y públicos, nos presenta la enorme contradicción que tiene el capitalismo para resolver el problema de la vivienda, servicios básicos y el transporte en relación a las condiciones de empleo. A medida que las ciudades se expanden y aumentan su densidad poblacional, la calidad de vida de las personas se pauperiza más y más. La pérdida de poder adquisitivo lleva a poblar lugares más accesibles económicamente que conduce a viajar más horas para ir al lugar de trabajo, menor acceso a educación, salud, servicios y cultura. Cuando David Harvey habla del “Derecho a la ciudad” plantea varias aristas que hacen a este:partiendo del acceso a una vivienda y transporte público de calidad, a servicios básicos como energía, agua, gas, internet, etc, tener un trabajo formal, y también el acceso a la salud, la educación, la cultura y el ocio. Poniendo en el eje la participación efectiva del pueblo sobre las decisiones políticas que refieren al urbanismo.
Este derecho a la ciudad, está privado para una gran porción de la sociedad y es una problemática que a lo largo del tiempo se fue profundizando y no encuentra una respuesta de fondo dentro de los marcos del sistema actual. Por otro lado, también la degradación de las ciudades al interior, sea avanzando sobre espacios verdes o públicos, en abandonos de algunos sectores por “baja rentabilidad” o con la homogeneización normativa del uso del suelo, que convierte a determinados lugares de la ciudad y en determinado horario en zonas fantasmas debido a que estas zonas se utilizan exclusivamente para comercios, fábricas o centros financieros.
Para las nuevas generaciones y las antecesoras, acceder a una vivienda propia es inimaginable, hasta pareciera de otra época muy lejana y se expresa a lo largo y ancho del planeta como mencionamos más arriba. Dónde ni los países imperialistas y desarrollados le pueden escapar a esta problemática y muestran la incapacidad o, más bien, la irracionalidad del capitalismo para resolver esta cuestión estructural para la vida misma.
Esta irracionalidad, la podemos ver en un sector reducido de grandes empresas ligadas a la especulación inmobiliaria, acaparan decenas y hasta cientos de miles de propiedades, controlando así las reglas del mercado, elevando los precios a niveles expulsivos y poniendo trabas burocráticas de todo tipo. Estas empresas no actúan en el vacío, sino que lo hacen con la complicidad y el aval político de los gobiernos
Esta problemática recorre el mundo.
En las últimas semanas el tema de la vivienda fue el centro de atención en el mundo. Con el ejemplo de Evergrande apareció nuevamente una crisis de las burbujas inmobiliarias mediante mecanismos de endeudamiento financiero especulativo, donde millones de personas no recibieron sus viviendas.
Los patrones de inversión de las grandes empresas en las últimas décadas, es la construcción de grandes emprendimientos inmobiliarios, en función de la especulación financiera a través de ciclos de endeudamiento que, como en el caso de Lehman Brothers, explotó la burbuja financiera donde el gobierno estadounidense salió al rescate de los bancos y dejó a los hipotecados sin sus casas. En el caso de Evergrande, por el momento no está claro cómo se resolverá, lo que sí podemos afirmar, es que el PCCh salió al rescate de Evergrande, dejando en evidencia el aval político del Estado a este mecanismo de especulación a partir de burbujas financieras.
Europa tampoco le escapa al problema de la vivienda, el 24% de la población destina el 40 por ciento de sus ingresos a pagar su alquiler. Tomando como ejemplo el Estado Español subieron desde el 2015 en Barcelona y Madrid subieron el 60% de los alquileres y en plena pandemia 400mil personas se encuentran en riesgo de desalojo. Anticapitalistas lanzó una campaña para pedir un referéndum sobre la expropiación de viviendas ociosas y la nacionalización de las empresas eléctricas, que desde nuestra organización hermana la CRT, saludamos y proponemos impulsar de forma unitaria en todo el Estado Español, planteando la importancia de no tener “ni un ápice de confianza en el gobierno”, llamando a fortalecer la organización y la movilización social y señalando el ejemplo de Berlín, donde la conquista del plebiscito no fue una concesión gubernamental, sino que se logró con organización y una larga pelea.
En el ejemplo de Berlín donde el 80% de la población es inquilina, se ve una contratendencia a negociados de los especuladores. El plebiscito no vinculante celebrado el pasado 26 de septiembre, planteaba la posibilidad de expropiar las viviendas ociosas de las principales empresas inmobiliarias que acaparan 240 mil viviendas en la ciudad. Esta expresión surge de un movimiento de inquilinos en 2018, que luego de sortear trabas burocráticas logró que este proyecto de plebiscito sea ganado con el 56,4% de los sufragios.
A pesar del resultado favorable, el gobierno ya está buscando la forma de no ponerlo a votación o bien, modificarle el contenido. Para conocer más sobre esta experiencia de lucha, conversamos con Andrés Garcés, militante de RIO, partido hermano del PTS en Alemania, que es parte de este proceso, para que nos cuente qué perspectivas y peleas hay por delante. Además nos contó de algunas cuestiones específicas sobre la vivienda en Berlín:
En Alemania las familias trabajadoras son expulsadas de las ciudades a través de distintos mecanismos: en Europa se habla sobre la gentrificación y Berlín es un caso ejemplar de este proceso. Los barrios más pobres se vuelven lugares atractivos para sectores con un poco más de recursos, como artistas y estudiantes que van cambiando la imagen del barrio. Esto atrae a los especuladores que invierten en estos barrios y a través del aumento de los alquileres, expulsan a todo aquel que no pueda pagar sus precios y son generalmente las personas que viven allí hace más tiempo.
En Berlín el alquiler promedio es alrededor de 7 euros por m2 y el salario promedio es alrededor de 2500 euros. Para los sectores que no tienen trabajos de tiempo completo, que representan un porcentaje grande de la población, sobre todo en la juventud precarizada, acceder a un alquiler implica entre el 40 y el 50% del salario. Todo esto sin contemplar los servicios de luz, agua, gas, internet etc. De marzo a septiembre de 2020, el gobierno frenó los desahucios temporalmente porque decían que no se podía echar a la gente a la calle en medio de la pandemia, pero luego de septiembre comenzaron de nuevo. Esto se volvió una situación muy difícil durante la pandemia, la gente intenta encontrar una casa a las afueras de la ciudad y si no lo consiguen, se van a otra ciudad. Muchos jóvenes estudiantes tuvieron que volver a la casa de sus padres.
Otro fenómeno nuevo en Alemania que da cuenta de la expulsión constante de la clase trabajadora y los sectores populares son las urbanizaciones privadas. En Berlín no se manifiestan en countrys como en el conurbano bonaerense, sino que son edificios sobre espacios verdes cercados por rejas para hacer de uso exclusivo estos parques mientras en su interior hay piletas, gimnasios, etc. algo que es inimaginado para la gran mayoría de la población. Si bien no se están atacando los espacios verdes directamente porque afectaría la imagen de la ciudad verde atrayente para los ricos, estos están siendo privatizados, especialmente en la cercanía del río donde se construyen torres de lujo en la orilla que limita el acceso al mismo. Andrés nos cuenta: “anteriormente quisieron avanzar sobre algunos espacios verdes por los cuales se luchó. Cerca de mi casa está el caso del aeropuerto de Tempelhof que era el aeropuerto de Berlín occidental antes de la caída del muro y cuando lo cerraron hace 15 años, se convirtió en un parque. El gobierno proyectaba construir edificios ahí pero nos unimos en las calles, realizamos un plebiscito y logramos que se mantenga como parque.”
Sin embargo, estos fenómenos mencionados anteriormente son consecuencia de la relación que existe entre los gobiernos y los negociados de los especuladores inmobiliarios que se expresan de distintas maneras. Un caso claro que explicaba Andrés, fue la privatización de decenas de miles de viviendas sociales hace aproximadamente 15 años, en Berlín. El senado en ese momento lo conformaba SPD (Partido Socialdemócrata) y Die Linke (La Izquierda), un senado de “izquierda”, pero que más bien es reformista, privatizó estas viviendas sociales y las vendió a precio muy barato a estas grandes empresas que ahora la mayoría de la población quiere expropiar. Estas decisiones políticas fueron claras que no iban a beneficiar a ningún inquilino y por presión del movimiento, el gobierno tuvo que volver a comprar algunos de esos departamentos por cinco veces más plata de lo que lo vendió. Literalmente le regalan plata a estas empresas.
Otro ejemplo destacado que generó revuelo este último tiempo es la construcción de la fábrica de Tesla más grande de Europa en Grünheide, región periférica de la ciudad que se caracteriza por ser una zona seca. Activistas ambientales ya advirtieron que va a ser un problema ecológico grande para la región pero aún así, Elon Musk junto al alcalde de Berlín y los partidos gubernamentales están a favor de construir esta fábrica.
En este sentido, tomando el ejemplo de organización de los inquilinos en Berlín y la iniciativa del referéndum firmado por alrededor de 250.000 personas, le preguntamos a Andrés cuáles son las peleas por delante en cuanto al problema de la vivienda:
«“Hay que luchar para que el senado trate una ley con el contenido que se votó, sin embargo este plebiscito tiene el mismo mandato que un proyecto del senado de Berlín, es decir que lo pueden modificar o lo pueden cajonear. En este sentido depende mucho de los movimientos que haya en la calle y del rol que jueguen los partidos reformistas y los sindicatos. Todo esto en medio de las negociaciones para conformar la coalición de gobierno, luego de la salida de Merkel. A priori, algunos sindicatos como el metalúrgico y el de servicios que cuentan con más de un millón de afiliados, apoyaron el plebiscito pero no tomaron medidas de acción concretas. Entonces es fundamental también presionar sobre estas organizaciones para que tomen un rol activo.
Hay otras luchas también por viviendas ocupadas, que durante los últimos años el gobierno ha atacado muy fuertemente y es importante apoyarlas frente a los desalojos, además que se acerca el invierno y hay mucha gente que vive en la calle que también sufre de desalojos por parte del gobierno. Unir estas peleas en un plan de lucha mayor para pasar a la ofensiva, junto a la pelea por que se haga efectivo el mandato del plebiscito.”»
El problema de la vivienda en Argentina.
Todo este recorrido nos permite trazar algunas semejanzas y diferencias con respecto a Argentina, donde el problema de la vivienda viene de décadas atrás, la expansión del tejido urbano que hoy conocemos como AMBA, comienza a partir de los años 30, con la migración interna de las provincias del interior hacia Buenos Aires en busca de empleo. Con ello surgen lo que hoy conocemos como villas, que durante las décadas siguientes se fueron expandiendo y también conformando nuevos asentamientos y barrios populares.
La pandemia exacerbó la crisis habitacional en la que está sumida tanto la CABA como el conurbano bonaerense. Al inicio de la cuarentena el debate estuvo alrededor de la falta de acceso a agua potable, sistemas de cloacas, los niveles de hacinamiento y la limitada oferta de centros de salud gratuitos y de calidad. También se vieron expresiones de acción directa como las tomas de tierras en el conurbano bonaerense como Guernica, Los Ceibos, en el interior del país como en Neuquén y Santa Fe o mismo en la Villa 31 dentro de la CABA con la toma Fuerza de Mujeres.
La crisis económica que atraviesa el país con la deuda externa, con un gobierno que ajustó durante la pandemia a medida del FMI y las condiciones de vida de las mayorías se vieron aún más pauperizadas a lo que quedaron luego del gobierno Macrista. Ante esto, la emergencia de este tipo de tomas, es la expresión viva del ajuste y el aumento de la pobreza y desempleo en nuestro país.
Las respuestas frente a esta problemática “cerró la grieta” a ambos lados de la Av. Gral. Paz. Tanto en la Provincia de Buenos Aires gobernada por Axel Kicillof, como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por Horacio Rodriguez Larreta, la respuesta fueron topadoras y represión, dejando a las familias en la calle nuevamente. La grieta también se cerró cada vez que en la Legislatura porteña se votó la venta de tierras públicas para desarrollos inmobiliarios, como señaló Myriam Bregman el miércoles pasado en el debate de los candidatos a diputados: «de las 500 hectáreas privatizadas, el peronismo le votó alrededor de 300» Además el FDT en plena pandemia,le votó leyes a Larreta para favorecer a las grandes constructoras y cadenas gastronómicas multinacionales.
Paralelamente a esto, se ve un avance sobre los espacios verdes públicos como ocurre en la Ciudad de Buenos Aires, en beneficio de los pulpos del desarrollo inmobiliario especulativo. Por ejemplo en la CABA, hay tan solo 6 m2 de espacios verdes por habitante (contabilizando canteros y plazoletas) cuando lo recomendado por la OMS es de entre 10 a 15 m2. La defensa de los espacios verdes frente a los depredadores inmobiliarios es una batalla central.
En 2020 se votó una ley de alquileres, que en los papeles se presentaba como progresiva. Pero el mercado salió a responder, reduciendo la oferta en un 30% y aumentando sideralmente los precios de los alquileres. Lo que deja claro que si el gobierno no vela por su aplicación redunda en que en la realidad, más allá de las intenciones, no se aplica. Porque lógicamente es más fuerte ese mercado inmobiliario que una familia que necesita alquilar una vivienda.
La prohibición de los desalojos y la urbanización integral de los barrios populares es tarea urgente, brindando todos los servicios, desde energía, agua potable, saneamiento, acceso a la salud y la educación pública. En un país donde hay más de 2,5 millones de viviendas vacías y una gran parte de ellas está en manos de inversores privados, donde más de 6 millones de viviendas presentan déficit habitacional, sea por falta de servicios, precariedad de la construcción, hacinamiento, etc.
En el marco de una crisis social y económica, la crisis habitacional en el país tiende a empeorar cada vez más. Es necesario levantar un programa en ruptura con el capitalismo, para terminar con los negociados de los especuladores inmobiliarios y así dar una resolución de fondo para el pueblo trabajador. Para eso hay que pelear en las calles por imponer un desconocimiento soberano de la deuda, nacionalizando la banca y poner las reservas del país para brindar créditos baratos que permitan acceder a un inmueble y un plan de obras y servicios públicos, que contemple viviendas de calidad, hospitales, escuelas y espacios de recreación y ocio, para dar solución a estas problemáticas y además generaría cientos de miles de empleos genuinos, atacando otra de las problemáticas estructurales del país donde hay más de 2 millones de desocupados.
Hay que terminar con la especulación inmobiliaria, mediante la expropiación de las viviendas ociosas sin pago, un impuesto permanente a la gran propiedad y grandes propietarios.
Las distintas experiencias de lucha en nuestro país y en el mundo, son una fuente inspiradora para preparar una fuerza social que se proponga pelear para imponer estos reclamos de manera organizada, junto a los sindicatos, centros de estudiantes y organizaciones sociales, independiente de los partidos del régimen que tienen ataduras a las grandes corporaciones inmobiliarias y de esta forma dar una salida de y para el pueblo trabajador, a lo largo y ancho del planeta.