Los salarios reales de los mexicanos empezaron a caer desde 1976 cuando cayó el precio del petróleo. Los políticos neoliberales mexicanos y los de todo el mundo hicieron lo que las leyes ciegas del capitalismo les ordenaron hacer: quitar subsidios al campo y permitir la competencia entre campesinos y las grandes empresas capitalistas.
Lunes 5 de diciembre de 2016
“Hasta la década de los 90 los veracruzanos habían resistido la tentación de irse al norte. El café daba para vivir, unos años bien y otros mal, de igual modo la caña de azúcar, la vainilla ancestral, el cacahuate y los cítricos. Los campesinos jarochos no eran ni ricos ni pobres, la iban pasando y eso era más que suficiente para quedarse a gusto en su terruño. Pero llegaron los políticos neoliberales al poder, se firmó el TLC, se abandonó el campo, se desató la crisis internacional del café y se negoció, de la peor forma posible, la cuota de azúcar con Estados Unidos.
Todo se vino abajo. En 1993, Veracruz aportaba 0.37 por ciento del flujo migratorio nacional y en el año 2000 saltó al quinto lugar y aportaba 5.6 por ciento del total de cerca de medio millón de migrantes. La migración creció más de 500 por ciento en tan sólo una década, y Veracruz pasó de ser un estado fundamentalmente agrícola, que fijaba a la población en su terruño, a ser un exportador neto de población.” [1]
Con el TLCAN siguió aumentando la emigración mexicana, principalmente hacia los Estados Unidos de América, pero está ya venía creciendo desde antes con la apertura comercial.
Los salarios reales de los mexicanos empezaron a caer desde 1976 cuando cayó el precio del petróleo. Los políticos neoliberales mexicanos y los de todo el mundo hicieron lo que las leyes ciegas del capitalismo les ordenaron hacer: quitar subsidios al campo y permitir la competencia entre campesinos y las grandes empresas capitalistas.
El resultado, no sólo en México, fue que los campesinos tuvieron que abandonar abruptamente su forma de vida y trasladarse a las grandes ciudades de su país o ir al extranjero como asalariados. El cambiar su forma de vida no es, en la mayoría de los casos, una decisión placentera sino una imposición violenta del capitalismo.
Entre 1970 y 2015 la población residente en los EE. UU. de origen latino creció 600 por ciento aproximadamente mientras que la población total aumentó, tan sólo, cerca del 50 por ciento como se observa en la gráfica:
En 1970 había 9.6 millones de residentes de origen latino y para 2015 ya eran 56.6 millones. [2]
Estos datos pueden ser presentados fácilmente por la derecha como una “invasión” que “explica” los problemas de los estadounidenses no latinos. Los pobres mexicanos y centroamericanos obligados a abandonar sus países por efectos de la acumulación capitalista emigran a un país rico que, a su vez, empobrece y precariza a sus propios trabajadores. Una muestra de la verdad anterior es que el fenómeno de una emigración que crece más rápido que la población es un fenómeno mundial.
Entre 1960 y 2015 la población mundial creció un poco más dos veces en tanto que los inmigrantes lo hicieron un poco más de tres veces. En el nivel mundial si resulta muy claro que la emigración se disparó con la fase capitalista neoliberal instrumentada en los años ochenta del siglo XX. Se ve en la siguiente gráfica [3] que el crecimiento acumulado de la población inmigrada supera al de la población mundial sólo en los años ochenta.
Como la inmigración es un fenómeno mundial las burguesías nacionales han hecho dos cosas: han ilegalizado la inmigración desde hace muchos años y han culpado de lo ocurrido a los propios inmigrantes. Sin el menor rastro de solidaridad humana, los burgueses amenazan, encarcelan y deportan a los inmigrantes en todo el mundo.
Mientras la acumulación se desarrolló sin tropiezos aprovecharon el flujo indocumentado para mantener los salarios bajos. En EE. UU., por ejemplo, los salarios reales medios actuales son semejantes a los de mediados de los años setenta. Al entorpecerse la acumulación usan de chivos expiatorios a los indocumentados para que los trabajadores no busquen las verdaderas causas en la estructura capitalista que precariza al trabajo mundialmente.
Hay unanimidad entre las derechas nacionales sobre la inmigración indocumentada o “ilegal” como la llaman. Una muestra de lo anterior es lo que dicen los descendientes del dictador Francisco Franco en Cataluña. Con la victoria electoral del fascista Trump, basada en gran parte en su política antiinmigrante, Plataforma por Cataluña, una agrupación ligada al Partido Popular, celebró el triunfo del multimillonario estadounidense y declaró: “Se abre una oportunidad única para frenar la globalización, las guerras por intereses económicos, la tolerancia con la inmigración masiva y la financiación al islamismo radical.” [4]
Los problemas son globales, como lo es el capitalismo; los trabajadores deberemos actuar localmente para combatirlos sin perder de vista que estamos obligados a actuar también globalmente. Los mexicanos debemos ser solidarios con los mexicanos que están aquí o en cualquier parte del mundo; pero también con los centroamericanos que cruzan nuestro país y con los trabajadores de cualquier parte del mundo que el capitalismo obliga a emigrar.
[1] .- Durand, J. “Migración y capitalismo imperfecto” La Jornada, 25-IX-2008
[2] .- La gráfica es elaboración propia con datos del PEW Hispanic Center
[3] .- La gráfica es elaboración propia con datos del Anuario de migración y remesas, SG y otras instituciones, México 2016