Trabajadores y trabajadoras de pymes que no se resignan a perder sus puestos y ponen a funcionar sus plantas; toma de la planta de una multinacional; surgimiento de una coordinadora de trabajadores en lucha en la zona sur: hechos novedosos que muestran un camino opuesto al de la resignación.
Walter "Pata" Moretti @patamoretti
Viernes 4 de octubre de 2019 00:13
Los trabajadores de la papelera Ansabo -ubicada en Quilmes- exigen la reconexión de la luz y el gas para poner a producir la planta, mientras la custodian para evitar un vaciamiento patronal como ocurrió en la fábrica de baterías Ran-Bat en Burzaco; sus trabajadores, contaminados por el plomo que absorben cotidianamente en la planta, habían logrado la reincorporación de todos los despedidos. Esa fue la respuesta patronal, con el guiño del municipio dirigido por Mariano Cascallares del Frente de Todos, contra la primera arremetida obrera. En La Matanza las trabajadoras de Mielcitas ya comenzaron a producir bajo su control, sin patrones.
A su vez otros papeleros, los de la multinacional Kimberley Clark, en los últimos días de la semana pasada realizaron una permanencia en la planta de Bernal para enfrentar el plan de despidos masivos y reconversión de la empresa que quiere imponer la patronal vía la presentación de un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC). El viernes cortaron la autopista Buenos Aires - La Plata y durante el fin de semana realizaron en los portones de la planta un plenario obrero y un festival solidario. La Coordinadora de Trabajadores en Lucha de la Zona Sur participó de esas acciones; cada semana se suman trabajadores de más sectores a las reuniones que realizan en Ansabo.
Ninguno de ellos se resigna a ser parte del ejército de desocupados que en el conurbano ya alcanza el 12,7 % de las personas en condiciones de trabajar. No están dispuestos a ser traicionados por la burocracia que permitió el cierre de miles de pymes, ni respetan el pedido de Alberto Fernández de “abandonar las calles”. El que sí cumple a rajatabla la orden de Alberto es el candidato a gobernador por el Frente de Todos, Axel Kicillof; en su campaña dice que él “habla con todos”, pero a las luchas mencionadas ni se asomó. Parece que el Google Maps del Clío solo marca el camino hacia las patronales del campo y de la industria, es decir hacia muchos de los que hoy realizan cierres fraudulentos para capear la crisis a su favor, dejando a cientos de trabajadores en la calle. Con ellos se reúne junto a Sergio “Panqueque” Massa, un ferviente defensor de las patronales pyme que, en algunos casos como el de Ran-Bat, fueron capaces de aprovechar un feriado para vaciar completamente la planta; ni un tornillo dejaron.
A la vez surgió otro hecho muy novedoso. Al calor de estas peleas en defensa de las fuentes de trabajo, desde hace un mes se comenzó a conformar la Coordinadora de Trabajadores en Lucha de la Zona Sur, que agrupa a los trabajadores de Ansabo, de Ran-Bat, de la fábrica de aceites automotores Petronas junto a trabajadoras y trabajadores de Siam; a los despedidos de Coca Cola que junto a su Comisión de Mujeres luchan por la reincorporación. También participan los tercerizados de Latam (aeronáuticos de Ezeiza) y MCM (ferroviarios). Se trata de una experiencia embrionaria, que despierta simpatía en otros sectores en lucha y que por ahora reúne a trabajadores y trabajadoras que defienden su fuente de trabajo en la última trinchera. Pero esta experiencia inicial, de continuar y desarrollarse, puede estar adelantando nuevas experiencias que vayan en el sentido de las Coordinadoras Interfabriles del Gran Buenos Aires, surgidas en 1975.
Por eso no se puede descartar que luego de las elecciones del 27 de octubre, con el triunfo asegurado, el peronismo se lance para desorganizar esta experiencia incipiente de coordinación y desmovilizar a los trabajadores.
Las Coordinadoras Interfabriles de 1975
Aquellas coordinadoras reunían a centenares de fábricas y a miles de obreros; los grandes batallones que se extendían lo largo de los tres cordones industriales del estratégico GBA, en la principal provincia del país.
Vinieron a representar un nuevo tipo de organización donde las comisiones internas y los cuerpos de delegados eran su corazón; desafiaban a las conducciones burocráticas de los sindicatos, y por lo tanto apuntaban contra el dominio peronista de la clase obrera. La liberación del control policíaco que ejercía la burocracia alimentaba a las coordinadoras como organismos de democracia directa de las bases.
Las comisiones internas y cuerpo de delegados que las nutrían eran a su vez una organización poderosa en la propia organización fabril que garantizaba una cierta “democracia de los nervios y los músculos”.
Esa fuerza concentrada en las principales fábricas permitió que las coordinadoras se convirtieran en las organizadoras de una amplia vanguardia existente en el conurbano que desde el año 1974 venía desafiando al Pacto Social impuesto por Perón junto a la burocracia sindical y los empresarios, con luchas duras que tendían a unificarse. Esa fuerza obrera organizada en las coordinadoras fueron allanando el camino, a través de duras luchas parciales, hacia la primera huelga general contra el peronismo en el poder; una huelga que fue impuesta desde las fábricas y que dejó contra las cuerdas al gobierno de Isabel Perón. Por su corporativismo de limitar la lucha económica contra el ajuste del ministro Celestino Rodrigo, impidió, a pesar de derrotar el plan económico e imponer la renuncia de López Rega -instigador de las bandas fascistas de la Triple A- que aquellas se convirtieran en una alternativa política.
A lo largo y ancho del GBA llegaron a existir cuatro coordinadoras: la que agrupaba a los establecimientos de la Zona Norte, la de la Zona Oeste, otra que reunía a los distintos sectores de La Plata, Berisso y Ensenada; y la de la Zona sur.
Sobre esta última podemos destacar que reunía unos 30 establecimientos que sumaban casi 18 mil trabajadores y trabajadoras. “Centralmente agrupaba fábricas y establecimientos de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela (todos distritos que integran la zona sur del segundo cordón industrial) y se extendía además hasta Avellaneda y la zona sur de CABA en el barrio de Barracas”, se explica en el libro Insurgencia Obrera en la Argentina 1969-1976.
Hoy gran parte de los conflictos que se vienen desarrollando lo hacen en la misma franja del segundo cordón del GBA. Pero esta casualidad geográfica no nos puede hacer perder de vista las grandes diferencias entre el segundo cordón en los años 70 y el actual.
El segundo cordón está integrado por los partidos de Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Esteban Echeverría, Ezeiza, Almirante Brown y la parte este de La Matanza, junto a otros nueve distritos del oeste y de la zona norte del conurbano. Se empezó a conformar en los años sesenta, con la instalación de una industria pesada y de la población sobrante del primer cordón. Pero los saqueos del FMI bajo la dictadura y con el gobierno de Menem convirtieron al segundo cordón en un lugar donde prima el cordón del óxido, una mayor desocupación y más altos niveles de pobreza. No por casualidad fue desde esta franja que surgieron los mayores movimientos de desocupados en la crisis del 2001.
Tener en cuenta este cambio altamente regresivo es muy importante para destacar que en la actualidad las coordinadoras tienen que incorporar a los movimientos de desocupados para afianzar la unidad de las filas obreras. También a los precarizados y tercerizados. Una cuestión que no estaba planteada en los años 70 por la baja desocupación.
Las coordinadoras y el peronismo
La historia nunca se reproduce de manera idéntica. Pero es muy factible que cuando las expectativas que generó el peronismo con su propuesta supuestamente “industrialista” y de “la vuelta al trabajo” corran el telón, aparezca el acuerdo con el FMI que alienta Alberto Fernández.
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Es probable que el futuro próximo traiga una nueva experiencia con el peronismo en el poder y como parte de ella se desarrollen nuevas batallas donde tiendan a surgir nuevas coordinadoras o organizaciones de Frente Único Obrero para potenciar la lucha de clases. Pero otro factor latente es que lleguen a disputarle los sindicatos a la burocracia para avanzar en la unidad de las filas obreras, hoy fragmentada entre ocupados en blanco, tercerizados, diversidad de contratos basura y desocupados. Las coordinadoras no pueden mantenerse aisladas de la lucha por recuperar los sindicatos.
De la importante experiencia de las coordinadoras interfabriles de 1975 hace falta sacar dos grandes conclusiones, fundamentales para enfrentar al futuro gobierno peronista.
Por un lado, si bien las coordinadoras se van configurando con la unidad de distintas luchas reivindicativas y este hecho es importante, su objetivo último no puede ser la lucha corporativa.
Hace falta que la coordinación de las luchas se convierta en un primer paso para que las coordinadoras puedan convertirse en una alternativa política, es decir en organismos de frente único obrero no ya solo para la lucha económica defensiva sino como un organismo que levante un programa obrero de salida a la crisis y le dispute el poder político a los capitalistas para ir preparando el camino hacia un gobierno de los trabajadores. Para ello hace falta que desde el mismo inicio de las coordinadoras se vaya fogueando y organizando un agrupamiento clasista y socialista que luche por esa estrategia.
La experiencia actual de coordinación puede ser la forma embrionaria de lo consciente, si a la vez preparamos una gran fuerza militante que fortalezca al Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC) y al PTS en el FIT Unidad como una alternativa de clase y revolucionaria capaz de proponerse derrotar al peronismo. Superar al peronismo y a la burocracia en su propio bastión será fundamental para la transformación social del país.
Walter "Pata" Moretti
Junta Interna de ATE - Ministerio de Desarrollo Social PBA