Este martes, el Conahcyt notificó al estudiantado de la UACh el recorte de becas al 41% de sus estudiantes de posgrado, tratando de consumar un ataque que inició desde mediados del año pasado.
Miércoles 3 de enero
Este martes 2 de enero, estudiantes de posgrado de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh) denunciaron que el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt) les quitó sus becas a 88 de sus integrantes, quienes necesitaban esos recursos para financiar sus trabajos científicos. Por lo que sólo se conservaran 122 becas de las 210 que se otorgaron históricamente, según lo que explicó Luis Carlos Hinojos, director de Investigación y Posgrado de la UACh.
El recorte se dio a pesar de que la institución interpuso un amparo el 6 octubre del 2023, que fue concedido por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa y que ordenaba la suspensión definitiva del recorte de becas que estuvo realizando el Conahcyt desde agosto del mismo año.
Pero, los recursos legales promovidos por la Autónoma de Chihuahua no detuvieron los recortes a pesar de que las instituciones judiciales determinaron que no podría condicionarse la inclusión de los programas de posgrado al Sistema Nacional de Posgrados (SNP) ni limitarse el acceso a becas a la comunidad estudiantil.
Lo que da cuenta que el Consejo encabezado por María Elena Álvarez-Buylla Roces, no tuvo reparo en desechar los reclamos de las comunidades académicas, quienes han exigido una explicación sobre el motivo por el cual sus posgrados ya no son elegibles, a pesar de que sus orientaciones no están ligadas a los negocios, la contabilidad o la administración de empresas, que fue el criterio para cercenar los recursos económicos por considéralas ciencias neoliberales.
Inicios del ataque
Estos recortes iniciaron como ya dijimos desde agosto de 2023, cuando entró en vigor la nueva Ley de Humanidades, Ciencia y Tecnología (LHCT), que afectó a más de mil programas de posgrado y a 10 mil estudiantes de todo el país, truncando las investigaciones de muchos, siendo que no podían tener un empleo para sustentarse porque, para cumplir con los requisitos que les imponía el Conahcyt, debían dedicarse de tiempo completo a esa tarea sin poder laborar.
Esto llevo a muchos estudiantes a renunciar a sus trabajos y firmar las cartas compromiso, para que al final les dijeran que, de todos modos, no les iban a dar los recursos.
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El fundamento que se dio a estos recortes de becas, se basó en que sus posgrados no tenían suficientes investigadores inscritos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), aun siendo contrario al principio humanista promovido por la 4T en la ciencia, el que iría contra el productivismo académico y de la ciencia neoliberal del antiguo régimen, preservado así, la existencia del SNI que funciona con un sistema desigual de estímulos el cual fomenta una competencia poco sana entre investigadores. Siendo este un nuevo caso que muestra las contradicciones entre el discurso del actual gobierno y la realidad.
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Ante esta situación, cuando las y los estudiantes de posgrado denunciaron los recortes de recursos económicos, -vitales para realizar sus investigaciones- fueron señalados como privilegiados y definidos como la “oligarquía académica” por las autoridades del Conahcyt. Y tal como hemos visto en distintos conflictos a lo largo del sexenio, se volvió a usar la calumnia contra sectores sociales y populares que para nada pertenecen a las cúpulas empresariales y políticas, y mucho menos a las castas que siguen en el poder de las universidades.
Ante la negativa de las autoridades de Conahcyt
Lamentablemente, las autoridades del Conahcyt se han negado a modificar su posición a pesar de las muestras de inconformidad de amplios sectores estudiantiles.
Por lo que, desde nuestro punto de vista, es fundamental impulsar la autoorganización de estudiantes, profesores y trabajadores del CONAHCYT e instituciones de educación superior, para promover una lucha conjunta, con independencia política y organizativa del régimen y sus partidos, así como de los cacicazgos universitarios y las burocracias académicas, quienes son los que al final concentran los mayores beneficios y de alguna manera terminan por ser cómplices de las medidas de recorte.
Porque al final, lo que buscamos es una ciencia al servicio de las y los trabajadores y de las mayorías, que las investigaciones sirvan para mejorar la calidad de vida de la población laborante, construyendo infraestructura, mejorando la medicina, conociendo de forma más profunda a la sociedad y no para beneficiar a empresas, altos funcionarios o integrantes de la casta política.