No hay día en el calendario más importante para la historia de la comunidad politécnica que el 23 de septiembre.
Domingo 23 de septiembre de 2018
Desde que entras a la institución te inculcan y te invitan a sentirte orgulloso de pertenecer a ella, a querer sus colores y sus recintos. Al principio no me convencía del todo el porqué habría que sentirse orgulloso: el decálogo no inspira a nadie, el himno me parecía monótono, sus reglamentos son altamente punitivos; la corrupción es enorme, la formación impartida siempre me ha parecido muy cuadrada y tecnificada, donde se deja de lado la formación humanística.
Se nos decía que había que sentirse orgulloso por "haber logrado entrar", pero ¿cómo alguien puede sentir orgullo ante una realidad donde miles y miles de jóvenes y adolescentes son excluidos de la educación de este nivel y son condenados a las filas del trabajo precario? me parecía ridículo y egoísta sentir orgullo por eso.
Sus reglamentos y su régimen político son ultra antidemocráticos, la mayoría de los directivos siempre me han parecido repulsivos, algunos abiertamente priístas o panistas.
Decidí enfocar mi búsqueda de "pertenencia" a otro aspecto, y revisé la historia de esta institución, o, más bien, de la gente de esta institución. Concluí que no hay día en el calendario más importante para la historia de la comunidad politécnica que el 23 de septiembre.
Recuento
El 23 de septiembre de 1956 el ejército ocupó el entonces internado, ante un movimiento que cambiaría de fondo al IPN con la posterior creación de una nueva ley orgánica y la construcción de la Unidad Zacatenco. En ese entonces hubo estudiantes aguerridos muertos y otros más presos en Lecumberri.
El 23 de septiembre de 1968 el ejército volvió a entrar al mismo edificio, ahora sede de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB). La intención ahora era desarticular al Politécnico, que tuvo parte en el gran movimiento nacional estudiantil de hace 50 años, que cuestionaba al régimen antidemocrático y represor mexicano. Ese día todos los cuerpos policiales fueron repelidos por los estudiantes, y luego con la entrada del ejército se asesinaron a decenas de estos jóvenes.
Hoy, las dimensiones y el alcance del Instituto Politécnico Nacional no se conciben sin esas dos grandes luchas de los aguerridos y nobles estudiantes politécnicos. De esas generaciones es de lo que me siento orgulloso, esas generaciones marcan el camino. Los estudiantes de hoy tendríamos que sacar lecciones de sus luchas para poner nuestros conocimientos al servicio de las grandes mayorías de este país.
Nunca como hoy, a 50 años de la fatídica fecha, me había sentido tan orgulloso de ser "politécnico".