El terreno para que el nuevo gobierno PRO dé este obvio y directo ataque a la cultura, fue "poéticamente" sembrado por el kirchnerismo. Eso sí, todo muy artístico. Subsidios y grandes producciones nacionales para una élite y autogestión y gorra para la mayoría de los artistas.
Martes 26 de enero de 2016
Durante los doce años de kircherismo en el gobierno, pudimos ver grandes producciones nacionales, tanto en el cine como en el teatro y la televisión, que contaban con elencos de famosos artistas. Mientras tanto, la realidad de la mayoría de las y los trabajadores del arte fueron las calles y la gorra como taquilla o las salas independientes y autogestivas. El trabajo genuino para los trabajadores del arte y la cultura es responsabilidad del Estado.
Ni un contrato, ni un salario, ni ART, ni obra social, ni licencias ni jubilación, ni ningún otro derecho laboral le cabe a estos artistas que pueblan las calles con distintas propuestas, o los que producen espectáculos artísticos, en la inmensa mayoría de los casos, sin recibir subsidio alguno por parte del Estado (ésto es, además del producto artístico en sí mismo, hacerse cargo económicamente, de la técnica, del vestuario, la escenografía, la difusión, la misma sala, etc.).
Podríamos preguntarnos ¿qué le queda por hacer a Macri y su gobierno de CEOS en este camino?
Repasemos. Durante el 2015, cuando aún se desempeñaba como Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el actual presidente cerró cerca de 20 centros culturales y 500 talleres del Programa Cultural en Barrios, dejando a cerca de 20.000 personas sin actividades y alrededor de 250 docentes sin trabajo.
Es esta misma gestión de gobierno, la responsable de que muriera un joven obrero en el 2013 por la falta de mantenimiento en el histórico Teatro Colón que mantiene a sus trabajadores en lucha por por salarios y condiciones dignas para trabajar. O el caso de los trabajadores de la Dirección Gral. de Música del gobierno porteño que exigían en el 2015, además de cuestiones salariales y contractuales, que se reconociera la carrera y las funciones que ya contaban con años de antigüedad en el sector y que livianamente el macrismo quiso desconocer.
Una lógica de mercado para pensar el arte y la cultura
Así, el macrismo ha dejado claramente sentada cuál es su política en relación a esta materia y lo mismo está haciendo ahora en los distintos espacios en que gobierna y con las bases que dejó el gobierno anterior.
Podemos verlo en los más de 500 despidos que el actual ministro de Medios, Hernán Lombardi quiere ejecutar en el Centro Cultural Kirchner y en las recientes declaraciones de Darío Lopérfido al responder a la BBC sobre la gratuidad del mismo, diciendo que “en el largo plazo no es posible sostener un lugar de excelencia de manera gratuita”.
¿Qué les queda entonces a las y los trabajadores de la cultura que ni siquiera son reconocidos como tales?
Mientras durante el gobierno anterior se naturalizó el carácter independiente y empresarial de las y los productores del arte y la cultura y se mantuvo por parte del Estado la lógica de subvención de la gestión privada (como sucedió en Educación, Salud y Vivienda); en este período que se inicia bajo el signo de cambiemos, estos artistas autogestivos están siendo borrados de un plumazo de los espacios públicos que ocupaban anteriormente.
El trabajo artístico no puede ser medido con la vara del mercado. El Estado debe hacerse responsable de las y los artistas en su carácter de trabajadores con todo lo que ello implica. Desde su formación profesional, pasando por su inserción en el mundo laboral hasta las condiciones en que lo haga, teniendo en cuenta los recursos y espacios que necesita para su desempeño. Ni el kirchnerismo, ni ahora el macrismo, tienen esta política. Será en las calles exigiendo que podremos ganar estas demandas.