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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Pasan cosas: Lo que no se ve desde afuera del Instituto Nacional

Martes 10 de septiembre de 2019

En el Instituto Nacional pasan cosas locas. Como en todo colegio municipal, pero acá es algo distinto. Este es un colegio de la élite, pero no necesariamente de esa élite que nace con plata, no. Una élite porque tiene más oportunidades, y muchas veces son solo por el hecho de estar en ese colegio con tanto renombre.

Si, en el Instituto Nacional pasan cosas raras. Cuando uno llega, chiquitito, mamoncito, en séptimo básico, peinadito y con los papás orgullosos leyendo el himno del colegio en un papel que les pasan a la entrada, observa esas cosas raras, pero no es consciente de ellas hasta que sale del colegio, o a lo más hasta tercero o cuarto medio.

Terminó la ceremonia de los nuevos alumnos, y en fila todos se dirigen a sus salas para tener la primera clase de lo que serán aquellos largos años. ‘’Mira, tan bonitos que se ven, supieran sus papás que en unos años más van a pasar volaos’’, se escucha por parte de un alumno que debe ir entre segundo y tercero medio, por ahí.

‘’Ustedes desde ahora no son cualquier persona, desde ahora son institutanos y tienen que serlo siempre y desde el corazón. Están en el mejor colegio de Chile, por los tanto tienen que estar orgullosos, porque no cualquiera entra aquí, recuerden, errar es de humano, no de institutano’’. Eso es lo primero que a uno le dicen cuando entra a ese colegio, y claro, la mayoría sonreía y ponía pecho de paloma al ser tan alabados, sin darse cuenta todo lo que conlleva detrás esa frase. No somos humanos, no tenemos derecho a equivocarnos, somos robots. Si te equivocas sufre, siéntete mal, suicídate, porque no, no te puedes equivocar. Compite para ser mejor que tu compañero, sobre todo cuando empieza el ranking de notas, no se te vaya a ocurrir ayudarle a otro, porque te perjudicas a ti mismo. Todo eso y más significa esa simple frase.

Cuando van pasando los años uno va conociendo a gente como Óscar Godoy, ese mismo que salió hace poco en la tele diciendo que el colegio no puede aceptar ‘’niñitas’’ porque él educa a hombres. Es buen profe de matemáticas, en el sentido de que sabe enseñarlas, eso no se puede negar, te hace querer las matemáticas.

También muchos llegan a tenerle cariño, pero solo porque uno era cabro chico y no entendía mucho de lo ridículo que podía llegar a ser. ‘’Pobres de ustedes que los pille tomándose el colegio, si los llego a ver en eso, voy a hacer una lista con todos y cuando volvamos a clases me los voy a rajar’’, dijo una vez por el año 2013, cuando todavía se sentían las réplicas del 2011. Él era fiel a la frase aludida anteriormente, siempre la repetía. Además, decía que no podíamos tener promedio menor a 6,5.

Que a su hijo -que aparentemente estudiaba ahí-, no se lo permitía. Cuando lo dijo, todos se miraron extrañados, todos empezaron a darse cuenta de lo absurdo que era quién estaba ahí delante.

Una vez, ya en cuarto medio, estábamos rindiendo un ensayo PSU que daban todos los cursos a la misma hora. Él era el encargado de pasar sala por sala supervisando que no haya dudas y que todo se esté dado correctamente. Lo curioso era que cada alumno podía elegir, antes de dar la prueba, si esa nota iría al libro o solo saber su puntaje. Cuando pasó por nuestra sala, un compañero que había elegido que su nota fuera al libro le preguntó si podía cambiar de opción. ‘’No poh’, hay que ser hombrecito y no cambiar de opinión’’, fue la respuesta.

  •  ‘’¿Ya, y las mujeres si pueden cambiar de opinión?- dijo otro compañero.
    El profesor no escuchó.
  •  “Cállate nomás, no lo pesquí’”- fue la respuesta de otro, dando cuenta de que, a lo absurdo que decía Godoy, ya no era necesario ni discutirle, sobre todo cuando ya en cuarto medio, lo que la mayoría de los estudiantes quería era solo salir de allí.

    Otro personaje es paganini, así le decían todos, muchos creyendo que era su nombre real. Siempre caminando impotente, con esa personalidad de ‘’aquí vengo yo’’.

    A inspectoría por tener el pelo largo.

  •  ‘’Yo no sé si en tu población se ocupará el pelo así, pero acá en el Instituto Nacional no lo permitimos, ¿te lo cortai’ tú, o te lo corto yo?’’

    Un discurso clasista, en el mal sentido de la palabra. Hay muchas cosas peores que tener el pelo largo, y también muchas cosas peores a que te manden a cortarte el pelo, pero se debe hacer notar ese discurso militarizador en los colegios, posiblemente heredado de la dictadura, sobre todo de un inspector general que tenía la facultad, incluso, de cancelar matriculas a quién se le antojara.

    Por último, se encuentra Iván Torrealba, inspector de pasillo y director de la Academia de Teatro del IN. Alguien que fue funado en redes sociales, pero que las autoridades hicieron caso omiso del tema, por ende, no le pasó nada al respecto.

    Alguien que es acusado por varias situaciones de acoso a las mujeres -muchas niñas de tan solo 15 años-, quién hace comentarios misóginos respecto a las relaciones que se daban entre los propios estudiantes y que no le competían. Cuentan que en la gran mayoría de las obras introducía escenas sexuales. Por ejemplo, en los guiones hacía que las mujeres actuaran orgasmos, cuando muchas veces ni siquiera habían experimentado uno real, y que esas escenas no tenían relación con la obra, pero que él las hacía calzar, simplemente para responder a sus fetiches. No eran escenas necesarias o imprescindibles.

    Nada le pasó, sigue trabajando en la academia, en el colegio, cumpliendo su rol; con una absoluta impunidad, sin recibir ningún castigo, ninguna sanción, ni la más mínima y sin que se haya realizado ningún tipo de investigación, a pesar de ser un peligro para la comunidad escolar, sobre todo para aquellas niñas que inocentemente asisten a la academia de teatro en un colegio que no es el suyo, sin nunca pensar en ser acosadas por el mismo director de esta.

    En el Instituto Nacional pasan estas cosas. Cosas invisibles. Cosas que tal vez son mínimas en comparación a las sucedidas en otros colegios. Pero son cosas que necesitan atención.