El libro es una revisión detallada de los negocios que la generación Piñera hizo desde los años ’80 de la mano de la dictadura primero y luego de la libertad que les dio la democracia pactada para seguir haciéndose ricos.
En el libro “Piñera y los leones de Sanhattan”, lanzado por la Editorial Planeta en agosto del 2018, el periodista Sergio Jara, hace un repaso de como Sebastián Piñera y su generación, ligada a la PUC y a la escuela de Economía de Harvard, se encumbraron en el incipiente sistema financiero del país.
Con un relato ameno de sus propios protagonistas se cuenta este ascenso como una aventura de lujo, en donde comprar barato y vender caro, a toda costa, es un principio vital. Son traders de finanzas, llaman por teléfono para concretar negocios, manejan autos caros, defraudan, son pinochetistas, liberales, ladrones de cuello y corbata que quedan impunes, toda una caricatura que es desnudada por Sergio Jara en los 7 capítulos del libro.
Con un relato crudo, Jara nos muestra la película del auge de esta elite de corredores de bolsa que hizo negocios en dictadura, pero que vio una oportunidad en la transición a la democracia, se exhibe en el libro como la política se une a los negocios:
“Entre 1986 y 1987, junto a Edward Dreyfus y la jefa de relaciones públicas del Citicorp, Elena Serrano, Piñera se reunió, según cuenta el mismo Dreyfus, en varias oportunidades con los principales líderes de la oposición a la dictadura de Pinochet. También con grandes inversionistas que comenzaban a mirar nuevamente al país. Las reuniones no fueron públicas ni debían serlo. Para la época, eran peligrosas, pero entregaban valiosa información”.
“Pero más que para acercar a los dos sectores, lo hicimos porque la matriz del Citi en Nueva York nos pidió que nos acercáramos a la oposición, pues era probable que ganara el plebiscito. Ellos no se habían preparado para la derrota de otras dictaduras en Argentina y Brasil, y no querían que pasara lo mismo en Chile. Mal que mal, eran los principales acreedores de la deuda externa en América Latina”, se comenta en un pasaje del libro.
Otro importante capítulo es el “Auge de las AFP”, donde se muestra como se abrió un enorme fondo de inversiones para los negocios empresariales mediante los primeros cambios regulatorios de los fondos de pensiones “Ese año (1991) las AFP ya contaban con 3,7 billones de pesos bajo administración y podían invertir en las acciones de cuarenta y nueve sociedades anónimas. Así, una década después de que José Piñera – el hermano de Sebastián – creara las AFP, el sistema previsional ya había sufrido reformas que relajaron su política de inversión y permitieron que acumulara una caja considerable. Era, por si solo, el mayor inversionista con el que un corredor de bolsa podía contar y el sueño de los operadores de mesa, que se habían pasado toda la década anterior aburriéndose en el mercado de renta fija. Esos traders ahora estaban listos para comprar acciones, venderlas y comprarlas de nuevo, como si todo fuera parte de la ruleta de un gran casino de juegos. La adrenalina de la bolsa, del timbeo diario, podía olerse en el ambiente. Había una larga lista de empresas a disposición y las AFP aprovecharían esa nueva política para invertir compulsivamente en acciones”.
Así mismo se hace un repaso por grandes negocios del empresariado que se hicieron a espaldas de la población en las alturas financieras, casos como la venta fraudulenta de Colbún o el caso Chispas, que involucró a José Yuraszeck.
Reaccionarios hasta la médula
Quiero destacar un pasaje interesante del libro, en entrevista con Daniel Thenoux, gerente de estrategia de la corredora de bolsa Tanner y actual dueño de la financiera THX Capital relata íntimamente quienes son esta elite.
“La vida entera de los corredores en los últimos veinte años no ha cambiado mucho. En general, siempre han sido un poco así, desfachatados en las ventas y conservadores en lo personal. Eso se nota en lo religioso, por ejemplo. Hay algunos lugares en los que hay concentraciones de judíos y hay otros en los que hay concentraciones de miembros del Opus Dei. Pero no es como una huevada de la empresa, sino como de subsectores dentro de la misma. A cierta área llega una cabeza que trae a puros tipos de su cofradía. Eso se hace mucho.
También hablamos de política. Sabemos de política. Bueno, algunos. Mis amigos, al menos, si saben. Yo te diría que todos esos tipos no votan por Piñera, votan por la derecha. Si les pusieran a otro, votarían por otro. En las primarias había una frase dando vueltas como en una cadena de WhatsApp. Era algo así como “no se dé el gustito de votar por Kast, hay que asegurar a Piñera”. Era como que todos preferían a Kast, pero les advertían que no votaran por él porque podía transformarse en una carta débil para la segunda vuelta”.
A lo largo del libro podemos observar el desarrollo y protagonismo de diversos personajes del mundo financiero. Piñera y su paso por el Banco de Talca y el Citigroup, su historia como trader y diversas anécdotas. Lo mismo respecto de Leonidas Vial o el oscuro Julio Ponce Lerou, quienes son desnudados por la mano del autor con sus diversos escándalos, desde el los primeros años de la bolsa en Chile hasta el estallido del escándalo de SQM o los cobros ilegales en La Polar.
Finalmente, una muestra de la composición de esta elite, del relato de Ricardo Wurgaft, se describe que “Les hemos entregado el sistema financiero a los menos evolucionados. Es una elite casi analfabeta, que se enorgullece de no tener idea de otros temas. En definitiva, la cultura es vista como una forma de debilidad porque significa estar abierto a puntos de vista diferentes y tener una actitud receptiva, como escuchar, tratar de entender. Acá la actitud es totalmente distinta, es estar cerrando para imponer tu punto de vista. No creo que haya ética. Todas las veces que vi a un gerente ante un problema ético, siempre optó por aumentar su propia jerarquía o reinado. Como Alcalde en la Polar (lo cual es relatado en otro capítulo del libro)”.
Aunque debiera llamarse Piñera y los cerdos de Sanhattan, el libro es una excelente crónica de lo podrido del mundo financiero, como jóvenes millonarios empezaron a abultar sus riquezas personales, Piñera, Leonidas Vial y todo el resto de grandes traders de Santiago. Sagaces hombres de negocios que a punta de audacia e inescrupulos se hicieron millonarios en base a la deuda de la población y sus pensiones, de como escalaron y zafaron de la cárcel con simples multas.
El libro no alcanza a captar el tragicómico fin de estos escándalos, que obviamente terminaron todos en impunidad. Si durante el auge financiero las corredoras sólo respondieron con multas, en los tiempos de la crisis de PENTA y SQM los involucrados pagaron con clases de ética. Negocio redondo.
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