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Red Internacional
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Mientras el Gobierno despide. Pintada al óleo: la CGT solo se mueve para negociar una reforma laboral

Parte de la conducción burocrática busca consensuar un proyecto legislativo con un sector de la oposición patronal. En el mismo sentido, hace semanas, Cristina Kirchner había hablado de “actualización laboral”. La diputada nacional Myriam Bregman (PTS-FITU) dijo que “sería un cambio regresivo como el que sueñan las patronales desde hace tiempo”.

Jueves 4 de abril 19:34

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El periodista Mariano Martín informó este miércoles que parte central de la conducción de la CGT está impulsando un proyecto de reforma laboral. Entre los principales impulsores estarían Héctor Daer (Sanidad); Armando Cavallieri (Comercio) y Gerardo Martínez (Uocra).

El proyecto supondría una serie que modificaciones que afectan tanto a las indemnizaciones como a las multas que pagan las patronales por no regularizar empleados. Según el periodista, se apuntaría por un lado a extender el sistema de Fondo de cese laboral, que rige actualmente en la construcción (Uocra), hacia otros sectores de la economía. Ese modelo elimina la indemnización y la reemplaza por un sistema en el que el propio trabajador aporta mensualmente a un fondo con el que se le pagaría en caso de eventual despido.

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Esta opción sería "optativa". Sin embargo, la experiencia indica que las patronales van a empujar en el camino de precarizar aún las condiciones laborales para hacer más barato el despido. Las conducciones sindicales, con este proyecto, facilitan esa presión.

Una medida de este tipo viene en agenda desde hace tiempo entre los empresarios. Supone una reducción de lo que consideran “gastos” y abarata los despidos. Es decir, facilita a las patronales contratar y despedir con mayor facilidad. En lugar de aportar estabilidad al empleo, lo hace más vulnerable.

El segundo aspecto que se abordaría en el proyecto sería una eliminación o reducción de las multas a los empleadores por registración irregular de sus trabajadores. Esta medida también implica entregar derechos de la clase trabajadora. Facilita, en los hechos, el empleo informal e irregular, porque las patronales tienen menos exigencias para proceder al llamado blanqueo.

Esta situación aporta, también, a la inestabilidad laboral. Para las patronales se vuelve más sencillo quitarle derechos a trabajadores y trabajadoras en la informalidad. Se vuelve más fácil no dar aumentos de salario o incluso quitarlos. Y, lógicamente, se vuelve más sencillo despedir.

La CGT presentaría estos cambios como una reforma laboral “light”, en oposición a la reforma dura que impulsa el Gobierno nacional y las grandes patronales. Se trataría de entregar algunas conquistar para no perder aún más.

Sin embargo, esa misma lógica nos trajo a esta situación. La CGT, las CTA y las centrales sindicales permitieron el ajuste del Frente de Todos porque era la opción “menos mala” en relación a la derecha. Así se entregaron salarios y poder adquisitivo. Así creció la pobreza y la precarización del empleo.

Conocida la información, la diputada nacional Myriam Bregman (PTS-Frente de Izquierda) definió que “si ese es el contenido, no es una reforma, es una contrarreforma, un cambio regresivo como el que sueñan las patronales desde hace tiempo, más allá de los grados que quieran unos y otros”.

La lucha contra los despidos

Los gremios estatales hoy están en el centro de la escena. El caso de UPCN es realmente escandaloso. Andrés Rodríguez fue, junto a Héctor Daer, quien planteó ante el empresariado norteamericano de la AmCham que podía consensuarse una reforma laboral. Es decir, adelantó la iniciativa que ahora toma estado público. Al mismo tiempo, su respuesta frente al despido de miles de estatales es dividir los reclamos e intentar negociar por dependencia. Un camino que claramente debilita la lucha.

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En el caso de las dos CTA, las conducciones sindicales actúan de manera disgregada en muchísimas ocasiones. En los hechos, representan a una parte muy importante de los trabajadores del Estado. Sin embargo, se actúa con la misma fragmentación de la CGT. Esta semana asistimos a un paro de ATE nacional el miércoles 3 de abril y a un paro nacional de Ctera el jueves 4 de abril. Mañana viernes habrá otra medida de ATE.

Garantes del ajuste

Ahora, en lugar de enfrentar el plan de guerra de Milei, el FMI y las grandes patronales, la mayoría de la conducción de la CGT ofrece una rendición voluntaria. Además de negarse a darle continuidad a las medidas de lucha, acepta negociar la agenda de las patronales, que implica quitar derechos y flexibilizar aún más las condiciones de trabajo de la clase trabajadora.

En este sentido, siguen los lineamientos de lo que había planteado Cristina Kirchner en su carta de 33 páginas, publicada el 14 de febrero. En aquel texto, la ex vicepresidenta había hablado de la necesidad de avanzar en una "actualización laboral". Eso implica, en los hechos, abrir a la agenda de ataque a las conquistas obreras que vienen planteando el gran empresariado y sus voceros políticos y mediáticos desde hace años.

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En la conducción de la CGT aparecen sectores con un discurso más combativo y que incluso hablan de medidas de fuerza. Sin embargo, hasta el momento solo dan peleas sectoriales en lugar de convocar a medidas de fuerza que enfrenten el ajuste en su conjunto. Por ejemplo, Pablo Moyano habla de un eventual paro nacional de Camioneros. Pero esa medida se limitaría a la pelea por la homologación del convenio salarial del sector.

Otros dirigentes aparecen dando cierto apoyo a la dura pelea abierta en estatales, como es el caso de Sergio Palazzo (bancarios) o Abel Furlán (UOM). Sin embargo, no convocan desde sus gremios a organizar una pelea nacional de conjunto contra el ajuste. Limitan su accionar a las declaraciones contra el Gobierno o a medidas de lucha por sector.

Bronca contra el ajuste hay. Fuerzas para enfrentarlo también. Se vio el 24 de Marzo, con cientos de miles de personas en las calles de todo el país. Se ve en cada reclamo y en cada pelea que se lleva adelante contra el ajuste y sus consecuencias. Hay que organizar esa fuerza desde abajo, de manera democrática en cada lugar de trabajo, de estudio y en cada barrio, coordinando entre todos los sectores en lucha y combativos. Solo así se puede imponer a la CGT romper la tregua escandalosa e ir en el camino de un nuevo paro nacional y plan de lucha que solo puede derrotar el conjunto del ajuste avanzando hacia la huelga general. Una huelga general que permita desplegar la fuerza del conjunto de la clase trabajadora, hoy limitada por estas conducciones burocráticas.