Fotografía: Antofagasta. 12 de noviembre del 2019. Más de 25mil personas participan del acto organizado por el Comité de Emergencia y Resguardo en la "Plaza de la Revolución".
Con encuentros realizados en Santiago desde el Comité de Salud y Seguridad del Hospital Barros Luco, y el reciente encuentro realizado en Antofagasta por el Comité de Emergencia y Resguardo, consideramos importante responder aquí la siguiente pregunta ¿por qué el PTR está impulsando estos encuentros en los lugares en los que está, haciéndose parte de las convocatorias levantadas por estos organismos? Lejos de una lógica autoproclamatoria, queremos responder a esta pregunta desde el análisis que hacemos quienes conformamos parte de esta organización, a modo de lectura pública de nuestras perspectivas y horizontes estratégicos.
Encuentros y preparación activa frente a los ataques del régimen
La pandemia actual que vivimos estuvo lejos de desaparecer del mapa y de la memoria lo que fue la rebelión de octubre -popularmente conocida como estallido social-, es más, lo único que logró fue acrecentar las miserias que vive y que enfrenta la población, como el desempleo, el hambre, el contagio, la muerte. Es por esa razón que la consigna “Salud, pan, techo y trabajo” cobra relevancia en el momento en el que nos encontramos.
Sin embargo, con las calles medianamente vacías -pues una porción enorme de trabajadoras y trabajadores deben seguir yendo del trabajo a la casa y viceversa- muchos se preguntan cómo mantener viva y presente la llamarada de rebelión y acción que significó el estallido social frente a los abusos y los ataques del gobierno y del neoliberalismo en Chile, sumado a una serie de problemáticas como el machismo, la opresión al pueblo mapuche, a la infancia, entre otros. Frente a esta pregunta sumamente válida -y estratégica- es que surgen estos encuentros. Es decir, el encuentro realizado en Santiago el lunes 22 de junio convocado por el Comité de de Salud y Seguridad del hospital Barros Luco bajo la consigna de “Salud, pan y trabajo”, se plantó con el objetivo de trazar un plan de acción y medidas se requieren para que la crisis la paguen los grandes empresarios y no la clase trabajadora y el pueblo.
A este encuentro le siguió el realizado en la capital minera: Antofagasta, el cual fue organizado y convocado por el Comité de Emergencia y Resguardo, adhiriendo a la consigna anteriormente nombrada, pero también con el objetivo de trazar un verdadero plan de acción enfocado en la libertad de las y los presos políticos de la revuelta, y enfocado también en la necesidad de un paro regional en la zona norte del país, de todos los trabajos no esenciales, incluyendo a la minería, en el contexto en el cual la región de Antofagasta se ha convertido en una real zona de sacrificio de vidas trabajadoras a costa de mantener intactas las ganancias de los empresarios mineros. A la par de volver a traer al terreno de la acción política consignas claves del estallido social como “#FueraPiñera y Asamblea Constituyente Libre y Soberana, y para que todas las ganancias que se producen en las mineras se destine para paliar la crisis sanitaria y económica, es lo mínimo tras años de saqueo en la región del cobre” [1] tal y como comenta Patricia Romo, presidenta del comunal del Colegio de Profesores en Antofagasta, y una de las figuras claves para el surgimiento del Comité de Emergencia y Resguardo.
De igual manera son bastante ilustrativas las palabras de Lester Calderón, presidente del Sindicato 1 Orica Chile, e integrante del Comité, quien afirma que:
el encuentro llevado adelante por el Comité de Emergencia y Resguardo colocó como punto urgente la coordinación y organización de las y los trabajadores, estudiantes, poblaciones y diversas organizaciones sociales y políticas, para luchar por el impulso de un paro regional contra el manejo catastrófico de la pandemia del gobierno de Piñera, que hoy arrebata la vida de miles. Contra los golpes del gobierno y los empresarios a los bolsillos de las familias con suspensiones y despidos, defendiendo un programa para que la crisis la paguen los empresarios y no el pueblo trabajador. [2]
Es decir, no sólo se trata de una tensión de coordinación activa para mantener viva la llama del espíritu de rebelión que abrió en millones el estallido social, sino que de preparase y levantar una coordinación y una fuerza que supere la vara alta que dejó el estallido social, en medio de una situación en la que el gobierno y los empresarios buscan profundizar sus ataques, implementando un Estado policial, aumentando la vigilancia, y la represión, sumado a los incrementos de despidos, hambre y pobreza. Se trata de un escenario muchísimo más crudo que el que vivimos en octubre, con más de 9 mil fallecidos a causa del fracaso de la estrategia del gobierno, y más de 2 millones de familias que desempleadas no tienen qué comer en medio de la pandemia. Chile pasó de ser el espejo de las contradicciones del neoliberalismo y la represión, a ser el país más golpeado por el COVID-19. Es en estos marcos en los que se debe dar una respuesta.
La razón que hay detrás: La autoorganización como un pilar estratégico
Para nosotros la autoorganización es la unidad de las fuerzas de la clase trabajadora, y los sectores en lucha, en organismos que se propongan potenciar y amplificar su lucha, escapando de los marcos institucionales del régimen, formando así un germen de nueva “institucionalidad” obrera y popular. Es por eso que, para pensar en términos estratégicos -siendo la estrategia definida como el arte de vencer e imponer nuestra voluntad al enemigo-, la autoorganización es un pilar fundamental para un proyecto político que se proponga acabar con el gobierno de los ricos y poderosos sobre los sectores marginados de la sociedad.
Es por esto que para entrar a responder interrogante, nos parece ilustrativo traer al presente -con sus propios alcances- una cita del general prusiano, Karl von Clausewitz, quien a partir de las guerras napoleónicas desarrolló una conceptualización del arte de la estrategia militar, afirmando que:
La mejor estrategia es ser siempre fuerte, primero en general, y luego en el punto decisivo. De ahí que, aparte del esfuerzo que crea la fuerza, y que no siempre parte del general, no haya una ley superior y más sencilla para la estrategia que ésta: mantener unidas las fuerzas. [3]
Ahora, ¿qué sentido tiene traer al presente una cita de un general que falleció hace casi 200 años en medio de los tiempos que vivimos? Justamente que a partir de este principio de la estrategia, el de mantener unidas las fuerzas, es que se sitúa la intención de los encuentros, y la razón por la cual como organización hemos dispuesto de nuestras fuerzas para levantarlo en conjunto a diversas organizaciones, coordinadoras, sindicatos, asambleas, personalidades e independientes.
Es decir, frente a un escenario en el cual el gobierno apuesta a dividirnos física y políticamente, a través de las cuarentenas obligatorias -y su intención de que la población se contagie a través de lo que llamaron “estrategia de rebaño”- y de responsabilizar a la gente de las altísimas cifras de contagios de la catástrofe que ellos mismos provocaron, llaman a dejar de lado las diferencias con su llamado de unidad nacional; un anzuelo que organizaciones como Revolución Democrática y el conjunto de la exConcertación no han dudado en morder, contribuyendo a la dispersión de fuerzas de la población a favor del gobierno, es necesario trazar un plan de unidad en la acción, que permita mantener viva la coordinación de las luchas de los distintos sectores, como el conjunto de la clase trabajadora, la juventud, los sectores populares, pueblos originarios, migrantes, entre otros. Dicho de otra forma: unir lo que el gobierno quiere dividir.
Lejos de tratarse de una intención antojadiza esto responde a uno de nuestros principios estratégicos: la unidad de la clase obrera, en alianza con sectores populares, radicalizados y referenciados en una acción anticapitalista, socialista y revolucionaria, para de esta forma las masas en lucha logren sacar a los dirigentes vendidos y a las burocracias sindicales y políticas de sus sillones y mesas de diálogo, y con la presión de la lucha los pongan en las calles para que se hagan cargo de dirigir la lucha en contra de los capitalistas y su régimen político. Esto no como una manera de rescatar a estos dirigentes que con su acción -o pasividad más bien dicho- terminan jugando a favor de las empresas y el régimen, sino que para que los sectores en lucha, y sobre todo la clase trabajadora, pueda hacer una experiencia, viendo en la calle misma los límites de estas organizaciones, dirigentes y corrientes políticas, con el objetivo de que cada vez más personas en la lucha despierten a una consciencia revolucionaria referenciada en un programa radical y anticapitalista.
Este es un factor imprescindible para una estrategia que se proponga la derrota del capitalismo, pues las revoluciones las hacen las masas, y no los partidos. Sin embargo, toda organización revolucionaria debe proponerse, a través de la intervención activa en los conflictos de la lucha de clases, proveer de la mayor experiencia en la realidad y con el Estado capitalista y sus guardianes, y las mayores lecciones a la clase obrera para avanzar en una conciencia revolucionaria, como afirmamos anteriormente. Sólo compartiendo trinchera en la lucha un partido revolucionario puede ganarse para confianza para dirigir políticamente a sectores de la clase obrera.
El partido no puede sustituir artificialmente la acción de las masas en su camino hacia la victoria. No pretendemos conquistar el poder para nosotras y nosotros, sino para toda la clase trabajadora, puesto que la base de la construcción de un nuevo Estado, de los trabajadores y el pueblo en el camino a una sociedad libre es la autoorganización de masas. Esa es nuestra idea de gobierno de trabajadores y trabajadoras, de ruptura con el capitalismo, cuyas bases están en esa autoorganización, en esos organismos, que mañana podrán ser quienes dirijan la sociedad, a eso aspiramos. [4]
En definitiva, se trata de mantener nuestro centro en la potencialidad de la propia lucha de estos sectores explotados y oprimidos, la de buscar levantar una organización con centralidad en el combate y organización obrera y popular, como herramienta de acción y transformación histórica para echar abajo todos los cimientos y pilares bajo el cual se sustenta el capitalismo y el neoliberalismo, ya que creemos firmemente en que la autoorganización es una herramienta primordial no sólo para la deliberación de las amplias mayorías frente a un gobierno de una minoría de la sociedad, sino que también se puede transformar en una punta de lanza para unir las demandas y las luchas en contra de enemigos en común, como lo son Piñera y sus secuaces, así también como Carabineros de Chile, y el conjunto de los empresarios que buscan hacer del norte y del conjunto del país un cementerio de pobres bajo el cual construir sus empresas e imperios de fortunas.
En este sentido, plantear la unidad de las luchas es un elemento primordial para la consecución de la victoria en contra del régimen, pero esto debe pasar por elementos concretos de organización. Es decir, el de levantar espacios físicos y concretos de reunión, organización y planificación de las campañas y combates a dar y desarrollar en pos de vencer a quienes mantienen este “orden” de privilegios para el 1% de la población. Esto es lo que aspiramos a construir a lo largo del país y lo que queremos potenciar en los lugares en los que estamos.
Respecto a la unidad de las luchas como un motor de unidad de las filas obreras Lester Calderón introducía ya esta tensión estratégica con otras palabras en la edición del 31 de mayo:
El foco actual es dar respuesta a despidos, levantando una voz disidente que plantee que la resistencia es necesaria, generando un polo político con un programa que responda ante la crisis actual; nuestra acción ante la pandemia la llevamos adelante también con la elaboración de insumos y participación en la alimentación y abastecimiento. Si la gente vuelve a la calle, queremos volver a ser un núcleo organizador. Creo que es posible establecer nueva tradición en el movimiento obrero y los sectores populares. Veo elementos de continuidad del trabajo del Comité de Emergencia y Resguardo en cuestiones como las comisiones de higiene y seguridad que impulsamos en Orica, fábrica en la cual trabajo, pero también en el sindicato siglo XXI del hospital de Antofagasta. O ahora en los comités de huelga que impulsaron trabajadores de Guanaco y Francke, o en la lucha contra los despidos en LATAM. También en la lucha común de SGS y Bureau Veritas. Es la misma idea: unidad y solidaridad de clase, para mí eso es parte de una misma tradición. [5]
Es a través de esta experiencia en común que las y los trabajadores adquieren confianza en sí mismos, se reconocen como hermanas y hermanos de clase, en donde los centros de autoorganización pueden cumplir un rol fundamental al ser un laboratorio no sólo de deliberación política, sino que también de avances y conquistas. De esta manera los centros de autoorganización pueden ser los pilares de un futuro gobierno de las mayorías, de la unidad obrera y popular, en combate con el orden de los empresarios, ricos y poderosos.
En este sentido nos hemos hecho parte de las iniciativas que el Comité ha levantado en medio de la pandemia, demostrando que la clase trabajadora, en unidad a sectores populares y en lucha, puede dar respuesta a las problemáticas de la sociedad en independencia de los sectores empresariales y de los políticos burgueses, buscando demostrar con esta acción un germen de autoorganización no sólo frente a problemas concretos como la pandemia, sino que también frente a la planificación de la sociedad:
Entre la revuelta y la pandemia existe una continuidad en su práctica. El núcleo sector sindical se amplió. Han impulsado activamente una política contra los despidos, y por elaboración de mascarillas, alcohol gel, apoyando a las poblaciones, ampliando la capacidad sindical de responder ante las necesidades populares. El núcleo sindical sacó una declaración contra la tregua de la CUT con el gobierno, señalando los críticos ataques que está realizando la administración de Sebastián Piñera y la nula respuesta de la central sindical más importante del país. Han impulsado acciones contra los despidos, y desde las trabajadoras de la educación y la salud han mantenido la relación con pobladores, levantando ollas comunes, y buscando resolver desde abajo el problema de la alimentación. [6]
Este combate es una tarea ineludible, pues no pueden coexistir dos modelos de sociedad completamente opuestos en un mismo tiempo y lugar, lo que pone también sobre la mesa la necesidad de una preparación estratégica de los combates, pues la “aniquilación de las fuerzas enemigas y el sometimiento del poder enemigo sólo se produce por los efectos del combate” [7], y es aquí en donde los organismos de autoorganización pueden articularse como verdaderos bastiones de lucha, que amplifiquen y catapulten la fuerza y la concentración de la unidad de los sectores en lucha en contra del orden capitalista, racista y patriarcal. Ejemplos históricos de esto fueron los soviets de 1917 en el proceso de revolución rusa, o lo que fueron los comités de fábrica en Italia, o como pudieron desarrollarse los Cordones Industriales en nuestro país. Hoy nosotras y nosotros queremos traer esa tradición libertaria, insurrecta, obrera y socialista al presente para desarrollar un nuevo orden favorable a las mayorías. Pero sobre esta idea volveremos más adelante.
Pero para que los organismos de autoorganización se transformen en los pilares de una nueva forma de organización de la sociedad, primero debe desarrollarse una serie de experiencias y tareas preparatorias. Una de ellas es, nuevamente, la concentración de fuerzas. Es aquí en donde las propias resoluciones votadas en el encuentro del Comité de Emergencia y Resguardo pueden servir como un verdadero articulador frente a puntos en común para avanzar en la lucha de las familias trabajadores y pobres. Hoy es esa perspectiva la que buscamos desarrollar: Un plan en común que se transforme en una bisagra entre estos distintos sectores que articule una lucha común sólida para futuras batallas.
Es decir que la autoorganización:
[se] refiere a los procesos de articulación y acción política gestados sin ceñirse a la institucionalidad establecida; expresa la iniciativa de las masas y no se limita a los márgenes que le impone el régimen político: es la organización en manos de la propia clase trabajadora y sectores oprimidos, desde las bases, de forma democrática, sin ningún corporativismo, creando un órgano de combate que también puede avanzar a convertirse en un órgano de poder del proletariado. [8]
Con esto no pretendemos decir que el Comité de Emergencia y Resguardo, por dar un ejemplo, sea una fachada del PTR, o que le pertenezca o algo por el estilo; en lo más mínimo. Sin embargo, quienes formamos parte de esta organización, dispondremos de todas nuestras fuerzas para fortalecer estas instancias, pues de ellas radica en gran medida la victoria de las masas frente a las injusticias, los abusos, la represión, y la explotación.
Sin embargo, al igual que la autoorganización y el levantamiento de sus propios centros y espacios de coordinación, deliberación y lucha, también una tarea preparatoria es la de preparar una organización revolucionaria, un partido revolucionario como “voluntad colectiva” y no como una organización autoritariamente vertical y sin espacio a divergencias y libertad de tendencias y opinión, que actúe con una unidad común y de propósitos hacia fuera. Se trata de una militancia cotidiana que se la juegue por hacer de cada exigencia, cada reivindicación, por más mínima que sea, una verdadera escuela de combate, para que a través de esta lucha se haga una experiencia con todos los límites del sistema, y que desde esta lógica busque ubicarse en las posiciones estratégicas del capitalismo, para por un lado paralizar la producción -que es lo que a los capitalistas les importa-, pero también para desbaratar el aparataje estatal, uniendo todas las fuerzas y reivindicaciones a través de estos organismos, con el propósito de organizar una huelga general, combativa, para cambiar el curso de los acontecimientos, y abrir paso a un nuevo tipo de sociedad, la cual se torna imposible sin el factor de autoorganización. Se trata de un engranaje entre organización de la clase trabajadora, de una verdadera expresión política que lleve adelante un programa obrero y revolucionario, y de una dirección de a dónde apuntar las fuerzas, para hacer de estas acciones un golpe de gracia para el capitalismo.
El fortalecer la autoorganización es prepararnos para tomar nuestro futuro en nuestras propias manos
Quizás para la persona que se encuentre leyendo este artículo puede pensar que peca de redundante la frase “tomar nuestro futuro en nuestras propias manos”, sin embargo, en una sociedad en donde el dinero es ley, y quienes se levanten contra este orden son recibidos con represión, persecución y balas, el futuro parece estar custodiado bajo 7 llaves, y sólo estar restringido a la conveniencia de las clases dominantes. La vida misma se encuentra así en una cuarentena obligatoria, presa de las leyes del capital.
Consideramos que la autoorganización es no sólo una clave para romper el silencio y la normalidad de quienes gobiernan, sino que una herramienta que abre el horizonte para la construcción de un nuevo modelo de sociedad. Es decir, la autoorganización y sus expresiones concretas, lleven el nombre que lleven los organismos -ya sean soviets, consejos de fábrica, comités de huelga, etc-, pueden pasar las piedras angulares sobre las cuales construir un gobierno de las y los trabajadores, y las amplias mayorías; una verdadera trinchera para arrebatarles no sólo el futuro, sino que el poder a quienes gobiernan a costa del trabajo y la vida de la sociedad.
Es aquí en donde es necesario levantar organismos que escapen de la institucionalidad del régimen, completamente estrecha y viciada por el régimen capitalista, el cual sólo puede ser utilizado para denunciar sus trampas y fortalecer la lucha de las masas y la propia acción directa en los momentos de rebelión. Hoy hay quienes se dejan cegar por la fantasía de cambiar el régimen desde dentro, cuando en verdad el mismo régimen los ha cambiado a ellos, favoreciendo al mismo régimen y otorgándole mayores rangos de acción para atacar y engañar al pueblo. Expresión de eso es hoy no sólo el Partido Comunista, sino que también el Frente Amplio, quienes lejos de apostar a fortalecer los propios organismos que pongan énfasis en el poder que puede desarrollar la unidad obrera y popular, han dispuesto de sus fuerzas en mesas de diálogo y negociaciones con el gobierno, o con declaraciones con mucho discurso, pero un inexistente plan de acción para darle credibilidad a sus palabras, aumentando la desconfianza de los sectores en lucha, abandonando toda perspectiva de autoorganización, y, por consecuencia, dejando nuestro futuro a la suerte de lo que decidan quienes gobiernan.
Para nosotras y nosotros, la importancia de estos organismos radica en que:
Creemos que de extenderse y profundizarse estos mecanismos, pueden ser la palanca que no sólo desestabiliza el régimen, sino que lo echa abajo, colocando de una manera más potenciada, con una conciencia de experiencia única entorno a la revuelta, a obreras y obreros, como sujetos políticos generadores de cambios, capaces de encargarse de sus necesidades incluso cuando existe un estado de catástrofe como lo es la pandemia, porque “no puede aprenderse el arte de la táctica y la estrategia, el arte de la lucha revolucionaria, más que por la experiencia, por la crítica y la autocrítica”. [9]
Se trata de una articulación bajo un programa anticapitalista y revolucionario para acabar con el Chile de los poderosos y de los históricos abusos, que hoy se propone rescatar el bolsillo de los empresarios a costa de 9.000 muertos en el país por COVID-19.
Concentrar las fuerzas bajo un programa de unidad y de confrontación al orden de los empresarios, bajo los métodos históricos de la lucha de clases, es parte de asumir esta tarea, y son estos tipos de organización y de auto-actividad la que nos permite: 1) Actuar en unidad, 2) aumentar la experiencia y la confianza de los sectores en lucha, sobre todo de la clase trabajadora, 3) otorgarle voz y capacidad de decisión a los sectores explotados y oprimidos de la sociedad, expresando su diversidad de posturas y pensamientos en una organización democrática y 4) marcar el camino para un horizonte de un propio gobierno obrero y popular, pasando de levantar organismos de autoorganización a preparar las propias instituciones de organización y decisión de este nuevo orden social.
Como afirma Clausewitz:
hay que reconocer que la superioridad numérica es el factor más importante en el resultado de un combate, sólo que tiene que ser lo bastante grande como para guardar el equilibrio con las demás circunstancias que intervienen. La consecuencia inmediata de esto es que hay que poner en combate el mayor número posible de tropas en el punto decisivo. [10]
Sólo este horizonte de organización y lucha puede hacer la perspectiva de una sociedad favorable para las amplias mayorías, en completa ruptura con el capitalismo, una política real y concreta. La autoorganización y la lucha común pueden transformarse en las piedras angulares de esta nueva sociedad.
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