En la conferencia matutina de este 17 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador tocó varios puntos, entre los que destacó el consumo de drogas.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Martes 17 de septiembre
“¿Por qué los jóvenes optan por la droga?”, preguntó hoy el presidente AMLO en su conferencia mañanera. Esto, en el marco de los hechos de violencia por los enfrentamientos entre bandas armadas de “Los Chapitos” y “La Mayiza” y a su vez de estas con el ejército mexicano que continuaron durante todo el fin de semana en Culiacán, Elota y la zona serrana sur de Sinaloa, por lo cual tuvieron que cancelarse las fiestas patrias en la capital, así como en otros municipios, y se ordenó la suspensión de actividades escolares presenciales hoy en unidades académicas de universidades en la región centro del Estado.
A dicho cuestionamiento, el presidente añadió otro: “¿Por qué las autoridades de Estados Unidos no hablan de la existencia de cárteles en su país?”, en un tono crítico ante el abordaje que ahí se le da a los asuntos tanto del consumo de drogas ─con la llamada epidemia de fentanilo- como del narcotráfico.
En ese sentido, AMLO dijo que el consumo se ha complejizado ya que no ha habido atención a las causas. Indudablemente la dimensión causal tanto del consumo de sustancias como propiamente de la adicción a ellas es multifactorial, aunque uno de los factores de más peso está en la parte de las condiciones materiales que configuran existencias que son percibidas como insoportables por las personas y ante las cuales se busca una fuga. Es el malestar en la cultura que impone el capitalismo, parafraseando a Sigmund Freud.
Una solución total, es decir, un mundo donde no haya absolutamente ninguna persona que consuma o que no sea adicta no la habrá jamás; un prohibicionismo encaminado a eso es absurdo, dado que la relación de la humanidad con el consumo de sustancias que alteran la consciencia nos remite hasta la prehistoria, en un momento anterior incluso al inicio de la lucha de clases.
Sin embargo, puede haber una reducción bastante amplia si se solucionan las condiciones de desempleo, superexplotación laboral, precariedad de la vida, falta de acceso a servicios dignos de salud, cultura y educación, así como que se garantizara vivienda gratuita y una renta (o ingreso) básica universal a todas las personas. Para reducir la cuestión de la violencia que se ha generalizado, es imprescindible la legalización de todas las drogas.
Impulsar y materializar esto no es algo que pueda llevar hasta el final ningún partido político o gobierno burgués, por más progresista que se diga, pues ello debe pasar porque la clase trabajadora expropie los medios de producción actualmente en manos de la burguesía, así como por la conformación de un Estado obrero verdaderamente al servicio del proletariado y sectores populares.
Por parte del cuestionamiento de AMLO hacia el hecho de que las autoridades yankees no reconozcan la existencia en suelo estadounidense de los llamados cárteles, la respuesta se encuentra en que el término “cártel” nace de las propias agencias de Seguridad Nacional de dicho país, en el marco de procesos legales que se abrieron en Nueva York contra integrantes de lo que ellas llamaron el “Cártel de Medellín” a mediados de los años 80’s. Antes de eso a las organizaciones dedicadas al narcotráfico no se les llamaba “cárteles”.
Desde el inicio el término conlleva una lógica imperialista donde se ha pintado a dichas estructuras del crimen organizado como un enemigo formidable con la capacidad de amenazar la seguridad nacional del país imperialista más poderoso del mundo y así justificar intervenciones militares, la instalación de bases y la imposición de políticas injerencistas y de militarización en las naciones donde operan dichas organizaciones.
La capacidad militar de las organizaciones que han sido llamadas “Cárteles” es más que suficiente para aterrorizar y agredir a la población civil en México o Colombia, por poner algunos ejemplos. Sin embargo, es muy discutible que representen una amenaza real a la integridad de los estados de ambas naciones o a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Además, es importante mencionar que dicha capacidad ha alcanzado las dimensiones que tiene gracias a la colusión que hay entre esas organizaciones y los gobiernos tanto estadounidenses como de los países donde operan, lo cual los ha llevado a adquirir cierta autonomía relativa para actuar en algunos momentos de su historia y en algunas regiones, en las que son bastante funcionales para impulsar contrainsurgencia, para contener estallidos sociales, generar desplazamientos forzados y garantizar el avance de megaproyectos.