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México

Elecciones 2018. Por qué ofrece AMLO perdón a Salinas de Gortari y Peña Nieto

Poco queda del discurso de la “la mafia del poder”. Mientras florece su corte de expriistas, experredistas, expanistas, López Obrador propone impunidad para los presidentes del saqueo y la entrega de México. La conciliación con los poderosos es su estrategia para llegar al poder.

Jueves 25 de enero de 2018 03:37

El precandidato presidencial del Morena sostiene que no le gusta vivir con odios en entrevista con el periódico Tabasco Hoy.

Le preguntaron si estaría dispuesto a perdonar a estos políticos, a los que López Obrador ha criticado por "dañar" al país y liderar lo que él llama "La mafia del poder", el tabasqueño respondió: "sí, no es mi fuerte la venganza, lo que importa es sacar adelante a México”.

Explicó "No odio, yo no podría vivir con odios, soy muy feliz. Vamos a poder entendernos con todos" y que aunque promueve nuevas reglas de “cero corrupción y cero impunidad”, eso no implica que promoverá persecuciones de políticos.

“No voy a necesitar legitimarme con medidas espectaculares, cuando un presidente no tiene el respaldo del pueblo, tiene que actuar de forma espectacular, tiene que buscar con golpes publicitarios, ganar legitimidad. Yo no voy a tener necesidad de eso. Ponerme a ver desde el primer día cómo meter a la cárcel a personajes de la mafia del poder, no. No va a ser así, no necesitamos eso”, subrayó López Obrador.

Así se posiciona el líder del Morena y precandidato presidencial de la coalición de la
que también son parte el Partido Encuentro Social (PS) y el Partido del Trabajo (PT).

La estrategia electoral de AMLO: conciliación con los poderosos

Pinta su raya y da señales de su disposición a sostener la unidad nacional con Salinas de Gortari, quien gobernó entre 1988 y 1994, fue el campeón de las privatizaciones y firmó el TLCAN -que sentó las bases para un nuevo periodo de saqueo de México- y con Peña Nieto, promotor de las reformas estructurales para profundizar aun más la entrega de recursos y generalizar la precarización laboral.

Con su oferta de perdón a Peña Nieto, López Obrador tiende la mano a uno de los principales responsables políticos de la desaparición forzada de los 43 de Ayotzinapa y de la masacre de Nochixtlán.

No es nueva su posición. Ratifica lo dicho desde agosto de 2016, en su participación en las ponencias “ERA Familiar Princess 2016”. Y es consecuente con el reclutamiento sistemático de empresarios, exmilitantes del PRI, del PAN y del PRD, partidos con probada experiencia en degradar las condiciones de vida de las mayorías, vínculos con el crimen organizado y el saqueo de las arcas públicas.

La otra cara de sus propuestas es la cancelación de la reforma educativa y de las pensiones para los expresidentes, cuestiones que despiertan sentidas ilusiones en amplios sectores de trabajadores, mujeres y jóvenes hartos de los atropellos de la “casta política”. Lo que es necesario analizar es si se puede acabar con la corrupción si no es arrancando de raíz los privilegios de los altos funcionarios de gobierno y si se puede cancelar la reforma de la mano de los charros de Elba Esther Gordillo, como su nieto René Fujiwara Montelongo, que acaba de sumarse a la campaña del Morena luego de renunciar al partido Nueva Alianza.

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El líder del Morena da señales de su moderación, de la estabilidad que está dispuesto a garantizar para quienes gobiernan al servicio de las trasnacionales y el imperialismo estadounidense.

La estrategia de Andrés Manuel López Obrador no tiene como objetivo resolver los problemas de las mayorías. Sólo busca reformar este régimen político donde los ricos y los poderosos dominan. No pretende derrotar los planes de las trasnacionales y el imperialismo para aumentar la tasa de explotación de la clase trabajadora. Sólo buscar “suavizarlos” un poco, reformarlos.

La conciliación con los partidos de los empresarios que proponen AMLO y Morena no es la salida. Para preparar la defensa contra los ataques que se vienen de las trasnacionales y el imperialismo, es necesaria la independencia política de la clase trabajadora y forjar un instrumento político que defienda los intereses de las mayorías.