La necesidad de una Asamblea Constituyente para cambiar toda la herencia de la dictadura está presente hoy en las masas, desde los sectores de la juventud como lo han sido los últimos años los estudiantes secundarios y universitarios (revolución pingüina el 2006 y movimiento estudiantil el 2011) abarcando sectores de las y los trabajadores (principalmente los portuarios que han estado a la cabeza), sectores altamente precarizados (como lo son los de menores ingresos y altos endeudamientos), la denominada clase media emergente y sectores acomodados (representados en el discurso institucional del FA, a través de mesas de negociaciones), las mujeres (quienes han representado una serie de hitos históricos en torno a combatir la violencia contra las mujeres, por el aborto libre, legal, seguro y gratuito, por ni una menos, entre muchos otros) y los pueblos originarios (con la lucha constante por la autodeterminación de los pueblos, la desmilitarización de los territorios, etc.).
En este artículo, queremos discutir en qué sentido se impulsa una Asamblea Constituyente, sus métodos y fines para acabar con la herencia dictatorial, discusión que hoy se pone al centro, ya que en el momento que se escribe este artículo, desde la UDI al FA firman un acuerdo entre cuatro paredes. Por ello queremos establecer argumentos que muestran que nada bueno podemos esperar de ese pacto espurio sobre nuestros muertos y que nada resolverá a favor del pueblo. Para pensar esto, hay que establecer las características económicas, sociales y políticas del Chile actual.
Los cambios estructurales y el régimen político actual.
Lo que más irrita al conjunto de la sociedad, como se puede ver en el gráfico que muestra los post en redes sociales, son cambios “estructurales” (Ver figura 1), donde números más actualizados muestran que el 75% apoya la Asamblea Constituyente (Ver figura 2). La realización de la mayoría de estas demandas, choca con los grandes negocios que se hicieron parte del capitalismo chileno, después de la transformación de la economía con el agotamiento del patrón de acumulación, el cual se expresa en el fin del milagro del modelo exportador, y esto se traduce en el fin de la promesa de “un futuro mejor” o el “mañana estaremos mejor, cuando se alcance el desarrollo”, se terminó. El capitalismo venía dejando su rostro al descubierto hace ya bastantes años en Chile, donde la realidad económica y sociopolítica en el país, hacía entrever y advertir el cómo funciona este sistema no solo en Chile, sino que, a nivel mundial, dejando en evidencia lo que miles de personas ven hoy, un sistema que actúa en contra de sus vidas y su actuar en pos de las ganancias de una minoría.
Figura 1: Importancia de las demandas por redes sociales, Fuente: Chilecracia
Figura 2: Apoyo a la Constituyente en sus diversos mecanismos, Fuente: Centro de Microdatos
Los cambios estructurales que se requieren en Chile, terminan siendo enfrentados por los capitalistas protegidos por una Constitución política en el cual se propicia un Estado subsidiario, anclado en el sistema capitalista a “la chilena” que vino a instaurar la dictadura de Pinochet, amparada por el gobierno de Sebastián Piñera y sus partidos políticos de derecha, con reformas débiles a artículos específicos por parte de la ex Concertación, quienes, mientras se encontraban en el ejecutivo y el parlamento, coartaron las posibilidades de echar abajo la constitución de la dictadura a través de la vía institucional, propiciando el mantenimiento del legado dictatorial que azota a la gran mayoría de las y los chilenos y, por supuesto, manteniendo las ganancias de unos pocos.
Los cambios estructurales de la constitución, reflejan la urgencia de acabar con la constitución de la dictadura y comenzar desde cero. El cuestionamiento a esta pesada herencia debe ser reflejado en una Asamblea constituyente que sea libre, es decir, que debe ser capaz de discutirlo todo. Las jornadas revolucionarias y la rebelión popular han expresado un profundo repudio a las AFP, a los bancos, a los políticos millonarios y a las fuerzas represivas. Una constituyente realmente libre no debería restringir su temario respecto a ninguno de estos temas ni limitarse de cuestionar la propiedad de los capitalistas, el enriquecimiento con las mineras, puertos y centros del retail, que por años nos han saqueado al pueblo. Un ejemplo básico para entender esto, es que actualmente las masas quieren incluso algo no estructural, como el castigo a quienes se coluden, así mismo, se castigue la corrupción que los empresarios tienen con el parlamento (a través de los pagos de las campañas electorales, leyes por correo, etc.), ¿Se imaginan al mismo parlamento corrupto votando contra ellos mismos?, algo así, solo podría estar en las proyecciones imaginarias e institucionales que lleva adelante el Frente Amplio y el Partido Comunista, reflejo de esto, es la Acusación Constitucional hacia Piñera, centrando la fuerza de las masas en recursos conservadores, donde desde un inicio se tenía claridad en que no tenía sentido alguno seguir promoviendo este tipo de salidas, donde ni siquiera hay votos para una acusación exitosa, fue la misma DC la que manifestó votar totalmente en contra de esta, es decir, esta “oposición” con giros hacia el centro, intenta sobreponer el parlamento frente a una fuerte rebelión popular que lo que pide, es la salida de un gobierno y, una asamblea constituyente para generar una nueva constitución.
Una de las claves de esta rebelión es que las masas saben que la legalidad y las instituciones funcionan en su contra, que los políticos y empresarios nunca pagan, y que no todos somos iguales bajo la ley, aunque algunos en el parlamento insisten una y otra vez con aquello, el fracaso está determinado de antemano, ya que la misma constitución de la dictadura los ampara. Según datos de la Encuesta termómetro social, el 70,4% de la población cree que el congreso y los parlamentarios no están dispuestos a reconocer el conflicto y las demandas, y el 70,2% cree que Piñera tampoco estaría dispuesto. Es decir, mientras más del 70% de la población reconoce una nula disposición de la institucionalidad y el poder político, sectores como el FA y el PC, insisten en la vía institucional como motor de las soluciones de las masas.
Así, los ejemplos suman: el presidente puede vetar cualquier ley, llevarla al tribunal constitucional para declararla fuera de la constitución, como ocurrió con el aborto en tres causales. También debemos recordar que el proyecto de jornada de 40 horas, fue el mismo Piñera quien amenazó con llevarla al TC, es decir, apoyarse en la constitución de Pinochet para que las y los trabajadores no puedan acortar sus extenuantes jornadas laborales.
La crisis de legitimidad y de representación política
Desde el retorno a la democracia capitalista restringida, direccionada por la ex Concertación, la falsa promesa de la prosperidad económica, ha pasado frente a los ojos de millones de chilenos y chilenas, quienes plasmaban las esperanzas de crecimiento en esta “nueva democracia” después de la dictadura.
Durante los 20 años donde la centro-izquierda estuvo en el poder político, la economía de (los grandes empresarios) Chile ha tenido grandes crecimientos, pero el modelo enraizado en el capitalismo a la chilena tejido por la dictadura, ha generado amplias desigualdades en la sociedad, es decir, el crecimiento económico solo favoreció a la elite económica.
El año 2006, fue un indicio claro de que el modelo venía a generar grandes precariedades en la gran mayoría de la sociedad, los secundarios demostraron que la educación y las propuestas de los gobiernos de la concertación, eran insuficientes para resolver las demandas de la ciudadanía amparadas en la constitución de Pinochet, sino que, esto significaba directamente la necesidad de llevar las exigencias a la calle, a través de la movilización. Pero, ¿Por qué la crisis no se resolvió en los gobiernos de la centro-izquierda?, ¿Sería posible?, son diversas las preguntas si observamos este periodo, es decir, el modelo económico era sostenido por la Concertación, mientras que los partidos políticos que la integraban, intentaban a través de sus plataformas sindicales, como la CUT llevar vía parlamento las demandas de miles de jóvenes en las calles, jugando un rol fundamental en avanzar hacia la pasividad.
La segunda vuelta presidencial del año 2010, dejaron como ganador al primer gobierno de derecha post dictadura, era la misma derecha que había apoyado el golpe de estado de Pinochet, quienes se encontraban nuevamente en el poder. Dicha situación marca un precedente, ya que sitúa directamente el rol que cumplió la centro-izquierda en el ascenso de la derecha al gobierno, actuando como los forjadores del perfeccionamiento del modelo económico heredado.
Las masivas movilizaciones estudiantiles del 2011, la aprobación de proyectos hidroeléctricos y el negocio privado de quienes se encuentran en el poder, desde el mismo presidente. Durante el segundo mandato de Bachelet, ahora en la Nueva Mayoría, donde se incluye al Partido Comunista, las movilizaciones sociales continuaron, distintos estallidos sociales de diversos sectores precarizados se tomaron las calles del país.
La crisis de legitimidad y representatividad ha ido en aumento, los niveles de desaprobación de los gobiernos, del poder legislativo y judicial, y por supuesto, de los partidos políticos tradicionales. Luego del estallido de la rebelión popular, la crisis de representatividad es evidente, según la encuesta termómetro social de octubre 2019, evidenció que las instituciones con menores índices de confianza (menos de 3) desde la sociedad, son los partidos políticos, parlamentarios/as, ministros/as y el Presidente, mientras que lo siguen (menos de 4) los empresarios, tribunales de justicia, fuerzas armadas, organizaciones religiosas y carabineros (ver figura 3).
Frente a esto, es posible decir que contamos con una crisis de legitimidad evidente, sumando a una crisis en el sistema de partidos que conllevan a que estos sean incapaces de vincularse con la ciudadanía, amparados en políticas partidistas electoralistas en pos de la mantención del poder.
Es decir, es grande la brecha existente entre las élites económicas y una gran mayoría de la sociedad chilena. La desigualdad ante la ley se hace evidente, justicia para ricos y justicia para pobres. La brecha entre vinculación de las demandas ciudadanas y la incapacidad de representación de los partidos políticos, ha demostrado el poder de los movimientos de masas, y la capacidad de auto organización de la sociedad civil apostando la fuerza en las calles y no en el parlamento.
Mientras que, sectores como el Frente Amplio y el Partido Comunista insisten en que la vía de solución es sentarse a dialogar con el gobierno, a través de la Mesa de Unidad Social, intentando nuevamente llevar por la vía institucional las demandas, amparándose en una diálogo pasivo e inerte con un gobierno que sacó a las fuerzas militares y policiales a las calles con personas muertas, heridas por perdigones, disparos, lacrimógenas, golpes, personas desaparecidas, violadas y abusadas sexualmente.
La crisis de legitimidad no afecta solo al gobierno, sino que, a todos los partidos políticos tradicionales del régimen, quienes buscan encarecidamente obtener (nuevamente) las mayores ganancias electorales a costa de la mesa de unidad social y sus burocracias, demostrando una vez más la incapacidad de representación de nuestras demandas.
La estabilidad con salarios de hambre del modelo
Si hay algo de lo que se jactaban los grandes empresarios chilenos, entre Piñera hasta hace unas semanas, era del modelo económico y fundamentalmente su estabilidad. Esta estabilidad se basaba en tres pilares fundamentales.
1) Control de la inflación manteniendo salarios de hambre: la inflación es una forma de medir cuanto puede consumir la clase obrera con respecto al conjunto de la economía y cuanto se lleva el empresariado como ahorro e inversión.
2) Lo anterior produce una contradicción, ante la mayor capacidad para invertir del empresariado, los trabajadores y el pueblo cada vez tiene menos que consumir, esto en Chile, llega al extremo de que las clases populares no tienen dinero para medicamentos, educación, o la vivienda.
3) Los empresarios buscaron usar el crédito como contra tendencia, es decir (CAE, créditos de consumo, tarjetas de crédito).
Sin duda, no es una cuestión determinista, ya que podría haber estallado en 20 o 60 años después, aunque los factores mencionados anteriormente, son fundamentales al momento de comprender el estallido actual, aunque por supuesto, no debemos olvidar que, en la historia de Chile, las crisis políticas se han ido gestando en intertantos de tiempo, pero, a partir del 2006 con los estudiantes secundarios a la calle, el 2011 nuevamente con estudiantes, movimientos de mujeres y no más AFP, se han transformado en ciclos de generaciones renovadoras y empoderadas en pos de cambios estructurales en la sociedad, lo que apuntan directamente al modelo económico y régimen político actual.
Los rasgos dependientes y semicoloniales como obstáculo para hacer transformaciones profundas
El empresariado (Chileno y Transnacional), por medio del estado, nuevamente recurrió al ejército, para reprimir una rebelión que ponía en jaque su sistema y poder. Esto se da fundamentalmente por las características del sistema económico social iniciado con la constitución del 80. La dictadura fue el inicio de un nuevo proceso de acumulación del empresariado a nivel mundial, donde Chile se abrió a los grandes capitales y al saqueo de sus recursos naturales, mientras al estado perdía un rol dinamizador de la economía. Todo esto se impuso con las armas, y hoy, se busca defender de la misma forma.
Así, el Estado es más bien un optimizador para que se lleve adelante la bestia de tres cabezas Expansión del Capital-Salarios de Hambre-Crédito. A la vez que es débil en términos económicos, la contradicción que esto produce, conjuga un Estado que no puede entregar cambios estructurales debido a su dependencia de los grandes capitales, explotación que depende directamente de la estructura de la herencia pinochetista, así, mantiene esto por medio de la fuerza militar, ocupando la coerción más que el consenso, dado su propia debilidad estructural para abrirse a algún cambio profundo en los marcos económicos actuales. En definitiva, el Estado es la expresión viva, de la relación entre las clases en Chile, un aparato o una herramienta para dirigir la sociedad fundada en una base económica y social.
Actualmente, post crisis 2009, esto se ha profundizado, la situación económica a la que nos ha llevado el capitalismo mundial, de guerra comercial, estancamiento y la incesante posibilidad de una nueva crisis, cambian los marcos en lo que los empresarios pueden moverse. Es en este marco, en el cual la derecha empresarial pretende desactivar, cediendo mínimamente al pueblo trabajador algunas posibilidades que no signifiquen desestabilizar su poder político-económico y que, lo cual a través de sus actuales marcos económicos, imposibilita abrirse a algún cambio más estructural, por ejemplo, reducir fuertemente precios de agua y luz, gas, acorde a la canasta familiar, se hace difícil ante las inversiones extranjeras en el sector, ya que, económicamente, estas transnacionales, como la multinacional ENEL, con sede en España, dejaría su producción de energética en Chile al ser poco competitiva, es decir, dejarán de obtener las ganancias que necesitan y mantenerse de forma competitiva en el mercado, debido a que la división internacional del trabajo llevada adelante desde 1980, constituyó a Chile y América Latina, como productores de energía a bajo costo para las Empresas transnacionales de materias primas, y hoy, ante la escasez de esta, es el resto de la sociedad quienes terminan pagando este costo. Si llegaran a conceder algo así, sería sin duda cuando vean que, de no hacerlo, será peor para ellos, cuando vean que perderán más si no ceden. Es claro que, en los marcos de la economía mundial, el ser Chile una economía dependiente con rasgos semicoloniales, se hace difícil hacer estos cambios que podrían sacar a los trabajadores y el pueblo de la calle.
Por otro lado, los cambios estructurales, como, por ejemplo, el terminar con el sistema de AFP, se ve como un imposible dentro de esos marcos, debido a que el modelo funda su acumulación de riqueza en esta estructura, es por esto que, el Estado chileno debe rápidamente recurrir a agentes represivos del estado, como lo es el ejército, debido a su incapacidad de resolver los problemas que son parte del ADN del modelo económico que desean mantener.
La dependencia y rasgos semicoloniales, parte por la incapacidad histórica de los empresarios nacionales de tener un proyecto de desarrollo propio, que le entrega la manija de la economía a las grandes transnacionales del cobre, fundamentalmente. Un ejemplo que pone en evidencia esto, es que Chile se ha transformado en el líder mundial del uso de ERNC, especialmente en el norte del país donde operan las más grandes empresas transnacionales de la minería. Los proyectos energéticos que se han desarrollado en Chile hasta 2018 han reducido el costo de la energía, pero esta reducción beneficia a la gran minería, mientras el conjunto de la sociedad ha visto un aumento en sus precios. Es decir, logran determinar que se hace y con qué fines, o, mejor dicho, para sus propios fines e intereses. Algo similar es posible observar con el incremento de las plantas desoladoras, buscando “alternativas” para paliar la sequía que ha producido la agroindustria y la minería en Chile, amparado en el Código de aguas de la dictadura, las cuales benefician directamente a las grandes mineras, mientras tienen en emergencia agrícola a cinco regiones a nivel nacional.
El surgimiento de ideas y métodos en los trabajadores.
Ante el marco anterior, para acabar con la herencia de la dictadura y responder a las necesidades del pueblo trabajador, la Asamblea Constituyente debe discutir sus demandas dadas las características económicas y sociales, centralmente económico estructurales, además de democráticas y sociales, pero la pregunta que se desprende de lo anterior, dada las características económicas y sociales, ¿Puede haber una constituyente que recupere los derechos que el pueblo demanda y deje tranquilo a el empresariado Chileno y Transnacional?, es decir, ¿Pueden convivir ambas?.
José Piñera hace algunos años decía en una entrevista en TVN que terminar con el sistema de AFP era terminar con el patrón de acumulación estructural del capitalismo en Chile, y tiene toda la razón, una asamblea constituyente que discuta un nuevo sistema de pensiones, solidario, necesariamente debe discutir cómo conseguimos esto.
Si tomamos la Asamblea Constituyente que fue la base para derrocar a la monarquía (clase que dirigía en una etapa pre capitalista), la convención de 1793 en Francia, que concentró al poder ejecutivo y legislativo en la asamblea, y suprimió la monarquía, aseguro derechos sociales como el sufragio universal, el derecho a la educación y el trabajo. La clave es que esto no fue solo puesto en un papel, es decir, la Asamblea Constituyente fue el medio no el fin en sí mismo, sino que fue llevado adelante por una nueva clase que podía dirigir la sociedad, es decir, una clase que tenía la posibilidad de entregar estas demandas, la burguesía, que terminó cortándole la cabeza al rey, que lo llevó adelante por la fuerza, como nuevo poder social.
El clave partir de esto para ver, qué perspectiva es necesaria buscar abrir en una Asamblea Constituyente, qué ideas y métodos resolverán los problemas de la mayoría y como los trabajadores, la nueva fuerza social que lo produce todo y para todos, puede ser el motor que lleve adelante y abra una nueva perspectiva de sociedad. Que entregue soluciones integrales y efectivas al pueblo.
Hoy, ante los problemas del capitalismo, que ya no es el joven de 1793, y ahora es más bien un viejo lastre para la sociedad, uno que ya ni pensiones puede asegurar, los métodos e ideas hoy pueden echar abajo todo lo que más irrita de este sistema, solo pueden ser llevados adelante por los trabajadores en Chile, debido a intereses e incapacidad del empresariado nacional (planteado anteriormente). Evidencia de esto, es que, al momento de escribir este artículo, Piñera plantea un Congreso Constituyente, donde entre ellos mismos, quieren discutir una nueva constitución, como una forma de amañar un cambio estructural, proponiendo un par de reformas a la Constitución de dictadura.
Una clave para esto que las y los trabajadores se muestren como la única fuerza social capaz de resolver estos problemas, y a partir de ello, plantear a amplios sectores la necesidad de un gobierno de trabajadores. La Asamblea Constituyente, representa el hacer una experiencia con la democracia capitalista para amplios sectores, para que esta experiencia se resuelva en favor de los trabajadores, es clave que en paralelo, los trabajadores se auto organicen, puedan constituir el ala que agite por la AC, con un programa llevado adelante por comités de industria, de comunidades de pobladores, comités de salud, comités de resguardo, etc., que busque reorganizar la economía con nuevas propuestas, que se presenten al pueblo de forma democrática, pero siempre buscando mostrar los límites de este programa dentro de los marcos democráticos del capitalismo. Así, en esta experiencia, debe ir creciendo la organización obrera en todo Chile, y toda organización del pueblo trabajador. Para esto, es fundamental que los trabajadores de los principales centros productivos de Chile, formen parte activa de esta lucha, que los lleve a emerger como nueva clase dirigente, demostrando su superioridad en ideas y métodos.
Sin duda la principal crítica que nos podrían hacer, sobre esto, es que hoy no existen estos organismos de auto organización, y es cierto, por eso la necesidad de que las bases de trabajadores superen los límites que hoy plantea la burocracia sindical, y que se propongan luchar por una huelga general indefinida, como una cuestión clave para que la politización de enormes masas de trabajadores se transforme hoy, en un salto de lo espontáneo hacia lo organizativo, una huelga general activa, en los lugares de trabajo, con asambleas, que discuta las necesidades del pueblo trabajador y los métodos de lucha para conseguirlos. Esto es condición necesaria para que la clase obrera se vuelva a nuclear (proceso inverso al que llevó adelante el neoliberalismo en 40 años) para constituirse en una nueva dirección embrionaria de la sociedad.
Para que esto tome carne en el 2019, y no quede como una fórmula prefabricada ni generalidades, debe tomar en cuenta los factores de estructura antes discutidos:
1) Observar las principales características y contradicciones del modelo, es decir, resolver lo que amplias masas ven como necesidad.
2) De las mismas contradicciones anteriores, debe explicar pacientemente a los trabajadores la imposibilidad de que estas demandas se resuelvan en los marcos capitalistas actuales de forma íntegra y efectiva.
3) Tomando como punto de apoyo lo anterior, debe empujar la organización de los trabajadores el pueblo, como parte activa de la resolución de sus demandas.
Desde ya, según las características de capitalismo chileno, una Asamblea Constituyente que sea libre y soberana, tiene rasgos de ir contra del estado de los capitalistas y sus ideas, es necesario que los trabajadores lleven esto hasta el final, buscando que la organización obrera de base pueda discutir cada uno de los puntos en esta perspectiva, estableciendo de manera precisa, un programa de transición, que lleve a los trabajadores a hacer una experiencia y emerger como poder, es decir, como una nueva dirección de la sociedad.
Desarrollemos esto en concreto. En el momento que se escribe esta nota la mayor demanda de masas es “fuera Piñera” o “renuncia Piñera” y, “Asamblea Constituyente”, es clave tomar esto para abrir un diálogo a las masas de trabajadores, explicar que es necesario que caiga Piñera y su gobierno porque ellos, en conjunto con el congreso, son el obstáculo para que el pueblo trabajador obtenga condiciones de vida dignas, ellos son lo que han hecho negocio con la salud, las jubilaciones, la educación, etc. Evidenciar que cualquier Constitución hecha por ellos, será amañada para cuidar sus intereses, que la única salida es una independiente de los trabajadores. Agitando una Asamblea Constituyente en una perspectiva transitoria, que discuta, por ejemplo, cómo reorganizar los fondos de pensiones en conjunto con los pensionados actuales, o que llame al conjunto de los sectores estratégicos a lucha por la expropiación de los recursos naturales en manos de los grandes empresarios, que nos niegan todo, pero ellos obtienen ganancias millonarias con nuestros recursos, cuando los podríamos ocupar para salud, educación y vivienda. Es decir, una agitación de Constituyente que se vaya convirtiendo de inmediato en su negación, empujando a los trabajadores a emerger como nuevo poder y dirección de la sociedad, que plantee que solo estos puedan resolver los problemas de la sociedad, y no un pacto del régimen, dentro de los marcos del capitalismo.
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