Mientras millones en las calles dicen #FueraPiñera y exigen una Asamblea Constituyente, la respuesta del régimen ha sido buscar sofocar con represión o desviarla con migajas y trampas. En estas jornadas se ha evidenciado el verdadero carácter autoritario, empresarial y retrógrado de la democracia capitalista chilena. ¿Cuál es la única salida favorable al pueblo trabajador?
Ya van 25 días desde que comenzó el estallido y la rebelión popular, no por 30 pesos, sino por 30 años. La alegría que prometía el retorno a la democracia capitalista restringida (pactada con la dictadura) llegó, pero solo para el gran empresariado internacional y nacional. El crecimiento económico y la reducción de la pobreza del cual se vanagloria la ex Concertación, el empresariado y la derecha, esconde una aberrante desigualdad donde solo una pequeña minoría de la sociedad se ha beneficiado a costa de la precarización de las grandes mayorías.
La rebelión popular es el repudio masivo en las calles a esta herencia, su “modelo” y sus defensores. El odio contra este régimen desató la mayor crisis política y social de la democracia capitalista desde su retorno.
Las jornadas de lucha han removido las conciencias de cientos de miles, que han visto que sus aspiraciones no serán satisfechas en este régimen, ni de la mano de un gobierno asesino. Es por ello que las consignas de #FueraPiñera y Asamblea Constituyente se han tomado las calles y las redes sociales.
La brutal represión y las migajas no han logrado apagar la rebelión, la burguesía se preocupa por la “paz social”, que no es otra cosa que la paz sólo para ellos, en base al sometimiento cotidiano del pueblo trabajador al yugo de la explotación y la opresión. Demagógica e hipócritamente hablan de estar abiertos a cambios constitucionales, para cuidar la democracia capitalista autoritaria, empresarial y retrógrada.
Y es que las fuerzas políticas todas, según las fracciones de clase que representen, se ponen a disposición de darle una salida a la crisis favorable a sus intereses. La prensa y la televisión han estado plagadas de fórmulas y recetas, estos liberales y politólogos hacen caso omiso, porque no les conviene decirlo abiertamente, que nada se resolverá por fuera de la lucha de clases y la pugna de esos intereses.
Es fundamental tener claro esto, para pensar una salida independiente, que dé una respuesta favorable a las aspiraciones del pueblo trabajador.
Las salidas del régimen: Chile Vamos y la ex Concertación
La burguesía tiene distintas fracciones y por ende representaciones políticas: la derecha con Chile Vamos y la centro izquierda en la ex Concertación, cada conglomerado con sus propios matices, pero que en lo fundamental expresan las salidas políticas de los sectores que se enriquecieron a costa del “modelo”.
Chile Vamos
Conglomerado de gobierno, lleno de personeros de la dictadura cívico-militar y representantes del sector más despótico del empresariado chileno, ha ido cambiando el “tono” y el diálogo debido a los resultados de la correlación de fuerzas, que esquemáticamente identificamos en tres momentos:
1.- Al principio con una línea sólo represiva, desde llenar el metro de carabineros y palos frente a la evasión masiva, hasta decretar estado de emergencia y toque de queda con el conocido “estamos en guerra”. Buscaron ahogar con represión, pero terminaron echando bencina sobre la chispa ya encendida que marcó la tónica de los días 18,19,20 y 21 de octubre.
2.- Su cambio fue una combinación entre concesiones y represión: el objetivo estratégico era dividir para aislar los elementos más revulsivos, a vez que intentaban cocinar un desvío parlamentario de la mano de la ex Concertación, para sacar el eje las calles. De ahí el discurso de manifestaciones pacíficas y las violentas, los “buenos” y los “vándalos”, para separar a la periferia más pauperizada de las clases medias. Este momento empieza con el anuncio de la agenda social y desmilitarizando paulatinamente las calles.
3.- Hicieron un ensayo de fuerza con el discurso de la vuelta a la normalidad y la ofensiva criminalizadora con el anuncio de la agenda de seguridad y la reunión del Consejo de Seguridad Nacional, organismo creado en dictadura. Pero la normalidad no había vuelto y el rechazo en las calles a la agenda represiva fue masivo. Frente a esto salieron con una nueva maniobra haciéndole un guiño a la Concertación: estar dispuesto a reformar la constitución por medio de este congreso, diciendo demagógicamente “nueva constitución”.
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La salida que ensaya la derecha ahora es “modernizar” la Constitución, es decir, la herencia de la dictadura para dejar sus pilares intactos, mientras siguen criminalizando, para restablecer “la paz social”, que no es más que su paz. Pero como ha sido la tónica, el “tono” y mano de la derecha dependerá de la correlación de fuerza y no de la voluntad de este sector que no le tiembla un pelo en reprimir a sangre y fuego, como ha quedado demostrado.
La ex Concertación
Ha sido el salvavidas directo del gobierno, se ha limitado a criticarlo tibiamente sobre los “excesos”, sobre la “mala administración” del estado de emergencia, o ahora con el “siempre llega tarde”, pero en lo fundamental ha estado al lado del gobierno. Cuando en las calles estaban militarizadas corrieron a sentarse al diálogo dándole legitimidad, fueron parte de la conformación de la “agenda social”. Han sido parte activa de la criminalización y la división entre “pacíficos” y “vándalos”.
Su salida a la crisis consiste en sostener al gobierno, para que no se profundicen los problemas de “gobernabilidad”, celebraron la “Nueva Constitución” de Piñera, pero con un pequeño matiz, diciendo que no bastaba la participación del congreso, sino que “tenía que tener participación ciudadana”, que para ellos se lograría bajo la convención constituyente de Bachelet, que no es más que una farsa de participación ciudadana mientras se mantienen las viejas instituciones del régimen.
El mismo empresario, de mano del timonel de la CPC, Alfonso Swett, ha mostrado su acuerdo con esta línea que en lo fundamental comparte la derecha y la ex Concertación: restablecer la paz social, “ser parte de la solución” para que no sea desfavorable a ellos, y estar abiertos a modificar la constitución. Y es que como decía Trotsky “la burguesía cede algo solo cuando está amenazada de perderlo todo”.
El reformismo: el Partido Comunista y el Frente Amplio
Ambas fuerzas políticas no sólo son una fuerza parlamentaria, sino que también dirigen la mayoría de los grandes organismos estudiantiles y de trabajadores, que se concentran en la Mesa de Unidad Social.
Si bien denunciaron y repudiaron el estado de emergencia y la violación a los derechos humanos, el centro de su política se ha centrado en canalizar el descontento volcado en las calles por las vías institucionales del régimen, lo que antes en momentos de mayor normalidad era jugar al “desgaste” parlamentario de la derecha, en momentos de crisis y luchas de clase ha significado oxigenar al gobierno, y con ello al régimen de conjunto. ¿Cómo? Veamos...
1.- En un primer momento planteado desarrollar una “huelga parlamentaria” en el marco que estaban los militares en la calle, medida mínima que no llevaron adelante, y que rápidamente cambiaron pos de un “diálogo sin exclusiones”, es decir, sentarse a negociar con un gobierno asesino si se incluía a la Mesa de Unidad Social.
2.- La decisión en las calles de millones por #FueraPiñera, la buscaron canalizar con una Acusación Constitucional que nació muerta, mientras la sacaban del pliego de las y los trabajadores de Chile que convocaba a “huelga General” por parte de la Mesa de Unidad Social.
3.- La bronca por la impunidad con la que se ha reprimido el derecho a manifestarnos, buscaron canalizarla con un acuerdo transversal de la “oposición parlamentaria” en una Acusación Constitucional contra Chadwich, cuya comisión está compuesta por cuatro representantes de Chile Vamos y uno de la ex Concertación, que en el caso hipotético de proceder su única consecuencia sería imposibilitarlo de ocupar un cargo público durante 5 años. Abandonando en los hechos la perspectiva de juicio y castigo contra los responsables políticos y materiales de las violaciones a los derechos humanos.
4.- Saludaron el cambio de tono del gobierno expresado en su cambio de gabinete, y al otro día se alinearon tras su el discurso de diferenciar las manifestaciones pacíficas de las violentas en conjunto con la derecha y la ex Concertación.
5.- Levantaron junto a sectores de la ex Concertación pedirle a Piñera que levante un "plebiscito", supuestamente "democrático" para que el pueblo decida. Sin embargo, para que se realice, se necesita una reforma constitucional de que cuente con 2/3 del congreso, quedando en manos de Chile Vamos y la ex Concertación.
6.- Fueron parte del acuerdo transversal (que va desde la derecha hasta ellos) realizado en la Asociación Chilena de Municipalidades de llamar a una consulta nacional sobre una nueva Constitución, que es algo meramente consultivo.
Su salida a crisis es “diálogo sin exclusiones” y Asamblea Constituyente. Toman sólo un aspecto de lo que reclaman las calles, dejando completamente fuera el que se vaya Piñera. El problema reside en quién convoca esa Asamblea Constituyente. El PC y el FA tiran arenas a los ojos, haciendo pensar que sin derrocar al gobierno y el régimen es posible una A.C, si para congelar la tarifa y entregar concesiones migajeras el gobierno dejó decenas de muertos; si ya se cerraron rotundamente a la posibilidad de una AC y de sacar los balines de las calles ¿Qué les hace creer a estos filántropos que con un “diálogo sin exclusiones” harán entrar en razón a los defensores del régimen? Como si se tratara de un problema de entendimiento y no de intereses materiales.
Que se conquiste una Asamblea Constituyente, libre, soberana y democrática, depende de un factor de fuerza en la lucha de clases, no de voluntades, el pueblo trabajador ha expresado su voluntad por más de 25 días y Piñera y el régimen siguen en pie. El empresariado, la derecha y la concertación han demostrado que su “espíritu democrático” se acaba cuando le tocan sus intereses. Cualquier política que vaya en contra de fortalecer la propia fuerza de las y los trabajadores, que busque amansarlos y los lleve al torrente del régimen que se quiere voltear, se transforma en un obstáculo en su camino. Así, solo levantan ilusiones falsas y embellecen este régimen.
Esta salida que se limita a los estrechos marcos de las reglas dejadas por la dictadura reduce el rol de la acción de las masas a ser una mera presión en las calles, dejando a los poderes reales tranquilos, para que después se delibere todo por arriba (como por ejemplo quien convoca a una AC); no ofrece una salida favorable al pueblo trabajador.
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La única salida favorable al pueblo trabajador
En un país como Chile, donde la gran burguesía transnacional y nacional se ha enriquecido a costa de este “modelo” dependiente de los capitales extranjeros, de la sobre explotación de la fuerza de trabajo, la privatización de los recursos, los servicios básicos y el endeudamiento. Es una utopía pensar en la conformación de “nuevo pacto social” favorable a las masas trabajadoras, más aún en uno que se desarrolle por los mismos mecanismos jurídicos que han sido el mejor garante de este régimen económico, político y social.
Ninguna resolución favorable al pueblo trabajador se dará sin una lucha consecuente contra los poderes reales que sustentan y defienden este régimen: las transnacionales, el gran empresariado nacional, sus personeros políticos (la derecha y la ex Concertación), su estado, y las fuerzas de orden que han demostrado estar al servicio de sus intereses.
No embellecemos la democracia de los ricos, pero siendo revolucionarios, peleamos por cada derecho democrático que pueda arrancar la clase trabajadora a sus explotadores. Sabemos que no habrá juicio y castigo a los responsables políticos y materiales de las violaciones de los derechos humanos si Piñera y este régimen siguen en pie.
Por tanto, la primera tarea planteada es sacar a Piñera, que es un clamor popular, lo que será irrealizable, como se ha visto hasta acá, por fuera de los métodos de la lucha de clases. Así como el inicio de esta rebelión hubiese sido imposible sin sus rasgos más revulsivos.
Pero para ello es fundamental dar un salto, y pasar de una revuelta, donde la clase trabajadora actúa atomizada como “ciudadano”, a su acción independiente como clase que plantee una salida a la crisis hegemonizando otros sectores. De otra manera, la salida a la crisis quedará en manos de las variantes burguesas. Por eso, la tarea de la huelga general, efectiva, real, continua y organizada democráticamente, que impulse los organismos de autoorganización toma un carácter esencial.
Esa es la única perspectiva que podría hacer realizable la exigencia de #FueraPiñera, por medio de derrocar este gobierno y este régimen, que abra un camino efectivo para poder imponer a sus detractores una Asamblea Constituyente, realmente libre, soberana y democrática, donde ningún poder se imponga sobre ella: sin el poder casi monárquico de la figura presidencial, ni el congreso. Para que sea una instancia que verdaderamente pueda expresar la voluntad popular.
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Sabemos que cualquier medida que vaya en contra de los intereses del gran empresariado, será resistida por los capitalistas con todos los medios que cuentan, y que no se restringirán a la legalidad para imponerse como ya lo han hecho antes. Por eso es necesario contraponer un verdadero poder de clase desarrollado por sus organismos de autoorganización tipo soviético.
No engañamos a nadie, peleamos por una perspectiva revolucionaria, por un gobierno de las y los trabajadores en ruptura con el capitalismo, que pueda defender las conquistas en contra de la resistencia capitalista por medios armados.
Sabemos que la gran mayoría de los trabajadores y el pueblo no comparten hoy una perspectiva revolucionaria, porque aún confían en la democracia parlamentaria. Pero sí amplias mayorías comparten la necesidad de una Asamblea Constituyente que verdaderamente exprese la voluntad popular. Esta consigna puede cumplir un importante papel pedagógico en la experiencia con la democracia capitalista, la clave está, es si alrededor de ella, o en defensa de sus resoluciones en el caso de concretarse, es posible derrotar al estado burgués y desarrollar los organismos de poder de la clase obrera (soviet, milicias, o más cercano a la experiencia en Chile cordones industriales) capaz de sustituirlo.
Pero esto no se dará de manera espontánea, hace falta una organización política revolucionaria fogueada en la lucha de clase, que conquiste un peso suficiente en la clase trabajadora que sea capaz de moldear a una vanguardia desde una perspectiva soviética y bajo un programa para enfrentar el conjunto del régimen capitalista. Es por esta perspectiva que luchamos las y los militantes del Partido de Trabajadores Revolucionarios, y a nivel internacional junto a nuestras compañeras y compañeros que son parte de la Fracción Trotskista-Cuarta internacional con quienes levantamos la red internacional La Izquierda Diario.
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