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Red Internacional
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Debate. Post plebiscito: ¿La solución a las demandas de octubre se resuelven si cambiamos la Constitución?

Lo que debemos hacer como pueblo trabajador es retomar la organización y movilización, para que con la fuerza de la coordinación desde abajo y los organismos de lucha de los explotados, podamos imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que esté por sobre las cenizas de todas las instituciones del régimen y en la cual se puedan discutir acerca de todos los temas, esto en la perspectiva de una sociedad socialista donde gobiernen las y los trabajadores.

Martes 19 de diciembre de 2023

Este domingo la opción “En contra” se impuso frente a la opción “A favor” en el plebiscito constitucional que definía si la nueva propuesta constitucional elaborada principalmente por el Partido Republicano de Kast sería la constitución que regiría al país de ahora en adelante.

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Tras haberse truncado el plan de Republicanos de que se aprobase su propuesta de Carta Magna, todos los partidos políticos tradicionales, desde el PC a la ultraderecha, salieron a confirmar que en Chile se acabaron los procesos constitucionales, por lo menos durante los años próximos. Ahora lo que buscan todos -o casi todos- es una línea de consensos y acuerdos, para, a lo más, realizar reformas a la Constitución de Pinochet, que según los personeros de “la izquierda”, ahora es solamente la constitución de Lagos, pues hicieron campaña por el “En contra” diciendo que “en realidad no era tan mala”.

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Un poco de contexto

Pero como sabemos, este proceso constitucional comenzó debido a que hubo una rebelión durante el 2019 por la cual toda la casta política se reunió para buscar darle una salida institucional a la crisis. De ahí nació el “Acuerdo por la Paz”, al que se sumaron desde sectores del Frente Amplio hasta la UDI. El PC si bien no puso su firma, también fue parte de “mantener la paz”, ya que al dirigir los principales organismos de trabajadores, como la CUT, los mantuvieron en la completa pasividad y llegaron incluso a sacar la demanda de “Fuera Piñera” del pliego de demandas de la “Mesa de Unidad Social”. De todas formas luego se subieron totalmente a la ola de la Convención Constitucional.

Este acuerdo institucional fue un completo desvío de la movilización, fueron nada más ni nada menos que ilusiones que les brindaron a quienes estaban en la calle prometiéndoles que con esta nueva constitución se obtendrían todos los derechos que se exigían en la revuelta. Finalmente esta propuesta fue rechazada, por lo que todos los partidos -ahora sí con la firma del PC- se sumaron al “Acuerdo por Chile”, mucho más antidemocrático que el anterior, con una comisión de expertos que eligió el podrido Parlamento y al que luego se le sumaron los Consejeros Constitucionales, que eran gran parte del Partido Republicano.

¿Los cambios se realizarán por medio de una nueva Constitución?

Con el rechazo a ambas propuestas constitucionales, y con todos los partidos políticos tradicionales alineados en que “no habrá más procesos”, ¿qué queda? Desde la izquierda “extraparlamentaria” se habla de que “este país solo va a cambiar cuando sea el pueblo quién tome sus decisiones y no los políticos de siempre”, como indicó el ex-dirigente de la ACES Víctor Chanfreau, quién indica algo correcto, pero que sin embargo no deja de ser una simple generalidad.

Por otro lado vemos al presidente del PC(AP) Eduardo Artés, quién indicó que lo que necesitamos es “una constitución nacida de una Asamblea Constituyente”. Es decir, hay quienes siguen planteando que la única salida para los pesares y miserias de las masas trabajadoras vendría siendo la escritura de una Nueva Constitución.

La constitución actual de Pinochet -y profundizada por Lagos- representa una de las formas con las cuales la dictadura militar buscó mantener en pie todo su régimen instaurado durante años. Efectivamente, muchos de los cambios democráticos que se han querido realizar durante largos años, han chocado con que son inconstitucionales.

Asimismo, partidos como el PC y el FA, durante años también tuvieron una política de aplazar las luchas y las demandas “porque primero había que cambiar la Constitución” y luego pensar “ir más allá”.

Sin embargo estos procesos constitucionales demostraron que ningún proceso constitucional , tanto uno liderado por la “izquierda” progresista, como por la derecha ultra-conservadora, son una salida para los problemas reales de la clase trabajadora y el pueblo. Estos cuatro años solo confirman que desde el principio fueron una farsa que tenía por objetivo sacar a la gente de las calles y separar entre los manifestantes “buenos” y “malos”.

Pero ahora que todo este proceso constituyente se acabó, como defienden incluso desde “la pata izquierda del régimen”, es decir, el Partido Comunista, ¿qué es lo que viene? ¿Van a seguir aplazando las demandas de las y los estudiantes, de los trabajadores, de las mujeres, de la diversidad, del pueblo mapuche, etc? ¿O van a someter todas las demandas a la buena voluntad de los acuerdos con la derecha en el Parlamento, mientras se subordinan a la agenda securitaria racista y xenófoba? Esta experiencia ya demostró que la línea de los acuerdos con la derecha y la ex-concertación neoliberal ya fracasaron por completo, como era de esperarse.

Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana

La Constitución de un Estado es meramente las reglas con las cuales la clase capitalista regimenta su juego con el cual explotan a la clase trabajadora de la forma más beneficiosa posible para sus bolsillos. Es una institución que no tiene nada que ver con los intereses del pueblo pobre y, por lo tanto, nunca las demandas puestas en la calle durante la revuelta serán resueltas por las mismas reglas que impone la burguesía.

Todo este proceso pactado por arriba y llevado adelante por las mismas instituciones del régimen demuestran que los cambios constitucionales sólo son un callejón sin salida para la clase trabajadora, donde siempre triunfarán los dueños del capital.

La lección que debemos sacar de este proceso es que la única forma de garantizar que se cumplan las demandas tan sentidas como el fín al robo de las AFP, del negocio de la salud y la educación; conquistar sueldos que sirvan para vivir y no sobrevivir, la conquista del aborto legal, libre, seguro y gratuito; las demandas de la diversidad sexual, etc., será profundizando el camino de la organización y la movilización que nos mostró el 2019, luchando contra toda la herencia de la dictadura y su modelo de explotación y saqueo, incluyendo su constitución, impulsando la coordinación desde abajo de la clase trabajadora y todos los sectores oprimidos, para que con la fuerza de la movilización y los organismos de lucha de los explotados, podamos imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana -que no tenga por tarea escribir una Constitución- sino que sea una instancia que esté por sobre las cenizas de todas las instituciones del régimen, que esté por encima de los poderes constituídos y en la cual se puedan discutir acerca de todos los temas, como por ejemplo qué hacer con los recursos naturales que son propiedad de capitales extranjeros, esto en la perspectiva de una sociedad socialista donde gobiernen las y los trabajadores.


Benjamín Vidal

Periodista - Universidad de Chile