Siete de cada diez mujeres son jefas de hogar. Las asalariadas a cargo de sus hogares mayoritariamente no tienen cónyuge y el 30% tienen trabajos precarios con un ingreso promedio de 29.900 pesos. Son responsables de sus hijos y de procurar un techo para vivir. La vulnerabilidad pone en riesgo a la niñez cuya pobreza aumenta de manera exponencial.
Jueves 22 de abril de 2021 11:59
A la crisis sanitaria acrecentada por esta segunda ola de contagios de covid-19 hay que sumar el efecto devastador en la economía. Aumentaron los índices de desocupación, pobreza y precarización laboral. En las mujeres estos indicadores impactan en mayor medida que en los varones.
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) a cargo del INDEC (tercer trimestre de 2020) indica que de alrededor de nueve millones de hogares relevados el 44 por ciento tienen jefatura mujer, que no significa que no exista en la casa una pareja o cónyuge varón. Sin embargo de este grupo, el 68 por ciento, es una mujer sola la que tiene todas las responsabilidades ya que el 47 por ciento de los hogares tienen al menos un hijo menor.
Es decir, de cuatro millones de hogares monoparentales, hay 7 de cada 10 en donde una mujer está al frente. El promedio de ingreso que tienen estos hogares apenas alcanza 38.000 pesos.
Te puede interesar:Investigación.¿Qué pasó con las brechas de género?
Te puede interesar:Investigación.¿Qué pasó con las brechas de género?
Que una mujer sola se transforme en sostén único de su familia significa por un lado garantizar el cuidado de sus hijas e hijos junto con las tareas domésticas. Pero además debe trabajar fuera de su casa en una tarea remunerada que le haga viable las responsabilidades que tiene.
En este sentido de la EPH surge que el 48,6 por ciento de las mujeres está ocupada, mientras que los varones jefes de hogar tienen una ocupación del 70,5 por ciento.
La diferencia notable en este indicador se produce porque las mujeres, sobre todo aquellas que tienen hijas e hijos a cargo, se enfrentan a mayores limitaciones de tiempo. Y justamente esta demanda para realizar las tareas del hogar se enfrenta directamente con la necesidad de tiempo para el trabajo remunerado.
Es necesario tener en cuenta que además de las tareas de cuidado que atentan con la posibilidad de conseguir un trabajo a tiempo completo, existen también las intermitencias en la inserción laboral dada principalmente por los momentos en los que las mujeres atraviesan la edad reproductiva.
De modo que, atendiendo a todas estas variantes, las ocupaciones que les permiten compatibilizar ambas cosas, el trabajo afuera y dentro de la casa, son las tareas donde se presenta la mayor informalidad, menores exigencias en cuanto a los niveles alcanzados de educación, generalmente son las áreas de cuidados y servicios.
3 de cada 10 jefas de hogares monoparentales que son asalariadas tienen un trabajo precario y el ingreso promedio en esos hogares es de 30.000 pesos
En este sentido la EPH revela que entre las jefas de hogar asalariadas, el 65 por ciento no tiene cónyuge, y que 3 de cada 10 tiene un trabajo precario. El ingreso promedio de sus hogares es de 29.900 pesos.
¿Qué relación hay entre las jefas de hogar y la pobreza en la niñez?
Si consideramos todos los factores que intervienen cuando una mujer está al frente de su hogar con hijas e hijos menores a cargo vemos una creciente vulnerabilidad que a su vez pone en riesgo a la niñez.
De acuerdo a información publicada por UNICEF la pobreza infantil en estos hogares supera el 68 por ciento, 5 puntos más que la media del país que se ubica alrededor del 62,9 por ciento.
Las condiciones en las que las mujeres deben desarrollar su vida cotidiana está condicionada por el lugar físico en donde pueden estar junto con sus hijas e hijos.
Un informe realizado por el Instituto de la Vivienda de la ciudad de Buenos Aires (2018) señala que del total de jefas de hogar el 4,5 por cientos viven en inquilinatos, hoteles, pensiones e inmuebles ocupados. En tanto el 4,2 por ciento en villas de emergencia.
Es importante remarcar que más del 50 por ciento de las viviendas con jefas de hogar ubicadas en villas de emergencia se encuentran en situación de hacinamiento.
Te puede interesar: No al desalojo.Nueva carta de las mujeres de la toma de tierras de Guernica: piden apoyo frente al desalojo
Te puede interesar: No al desalojo.Nueva carta de las mujeres de la toma de tierras de Guernica: piden apoyo frente al desalojo
En la Ciudad de Buenos Aires al 30 de septiembre del año pasado solo se había ejecutado el 44,34 por ciento del presupuesto vigente para villas. Esta situación grave en sí misma, aumenta la vulnerabilidad de sus ocupantes en un contexto de pandemia mundial donde la falta de prestación de servicios públicos básicos como el agua genera mayor exposición al contagio de covid-19.
Pero más preocupante aún, aunque no resulte novedoso, es que el gobierno de Rodríguez Larreta aprobó en el presupuesto 2021 una partida para vivienda 67,9 por ciento menor en relación al presupuesto devengado en 2019, de acuerdo al análisis realizado por la Asociación Civil por la igualdad y la justicia (ACIJ).
Una gran parte de las mujeres no disponen de ingresos propios para satisfacer las necesidades de su casa. Desde el Estado, y ante la realidad del aumento de la desocupación de las mujeres de sectores más vulnerables sumado a la necesidad de tener que quedarse en sus casas para cuidar a sus hijas e hijos dado el cierre de las escuelas, se implementó el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Sin embargo este aporte solo alcanzó al 12 por ciento de las mujeres migrantes, mientras que el 80 por ciento no pudo percibir ningún tipo de subsidio por tener dificultades para acceder a la documentación requerida.
Al día de hoy, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que encabeza Elizabeth Gómez Alcorta, sólo ha ejecutado el 5,5 por ciento del presupuesto asignado para políticas públicas.
Las mujeres destinan muchas horas diarias a las tareas de cuidado de hijos y adultos mayores. En este sentido el Estado podría socializar esta tarea con casas de cuidado o jardines maternopaternales. Asimismo implementar el IFE nuevamente ajustado a la realidad de la inflación.
Te puede interesar: Cierre de jardines maternales: ¿cómo afecta a las mujeres que trabajan fuera de sus casas?
Te puede interesar: Cierre de jardines maternales: ¿cómo afecta a las mujeres que trabajan fuera de sus casas?
Una medida importante sería también la aplicación efectiva de licencias pagas universales, algo que se menciona desde el gobierno pero su uso no se implementó de forma real.
Distintos portales y organizaciones feministas también manifestaron preocupación ante la 2da ola con conclusiones de lo pasado y esbozando propuestas. Como el portal LATFEM que propone atacar la precarización laboral y el acceso al empleo, cuenta que más de 1 de cada 10 personas buscan empleo y no consiguen pero en el caso de las mujeres jóvenes son casi 3 de cada 10 en esta situación.
También el ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) envió al Poder Ejecutivo y al MMGD recomendaciones, como aumentar y extender el IFE. Señaló la falta de políticas públicas y planes concretos para atender las tareas de cuidado. Su recomendación incluye licencias pagas, espacios de cuidado, compensaciones económicas para servicios de cuidado, que tiendan a modificar las dinámicas de empleo.
La creación de ministerios y secretarías de género no fueron hasta el momento el canal para poder activar las políticas públicas necesarias. Es momento de revisar sus programas e invertir las prioridades -como dejar de pagar la deuda- y destinar recursos.
El fin de semana pasado se realizó un encuentro de trabajadoras y trabajadores del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), ocupados y desocupados, en donde se discutió la unificación de las luchas por condiciones de trabajo y de vida. Muchas mujeres de diferentes actividades que hoy están en lucha estuvieron presentes. Una de las resoluciones surgidas de este encuentro fue la de movilizar el próximo 27 de abril cuando se trate el consejo del salario. Visibilizarlas, acompañar y fortalecerlas es una tarea fundamental del movimiento de mujeres.