A propósito de la galardonada noche en donde estuvieron ausentes las polémicas en este plano, intentamos reflexionar sobre el rol de las mujeres en la industria del espectáculo.
Miércoles 27 de febrero de 2019 18:15
Podemos reconocer que la ceremonia de los Oscar es la entrega de premios cinematográficos más renombrada a nivel internacional, gran espejo de opinión pública y por ende de muchas polémicas atravesadas por la política nacional e internacional, tanto en boca de los participantes del evento como por los mismos organizadores de los premios.
No olvidemos por ejemplo como en el año 2013 “la academia” le hizo un guiño al partido demócrata invitando a la propia Michelle Obama, primera dama del anterior presidente de los Estados Unidos, para que a través de un video entregara el premio a la mejor película. O en el 2015 cuando Patricia Arquette utilizo el atril como tribuna para hablar a favor de la igualdad salarial.
Sin ir más lejos, el verano pasado todas las entregas de premios renombradas se encontraron en el ojo de la tormenta del #metoo que abrió debate entre Hollywood y Cannes sobre la violencia hacia las mujeres, tanto en el ámbito del espectáculo como en la sociedad en general.
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Sin embargo, este año creo que muchos espectadores nos quedamos con sabor a poco y con ganas de escuchar intervenciones que retomaran dicha polémica en un año donde el movimiento feminista siguió expandiéndose y potenciándose en todo el mundo. Más allá de que si hubiera distintas intervenciones que denunciaran el problema del racismo o de las políticas antiinmigrantes de Donald Trump.
Los medios de comunicación que siempre le dan manija a la transmisión de la ceremonia, aunque sigan hablando de los vestidos, las joyas, los novios, las arrugas y la grasa de las actrices que no encajan con sus parámetros de belleza hegemónica, ya no pueden hacer caso omiso a los debates feministas que se cuelan en la alfombra roja. Como vimos el año pasado cuando la entrega de los Globos de Oro se vio teñida de vestidos de negros que llevaban decenas de actrices como forma de manifestarse contra la violencia de genero.
Sin embargo, estos son los medios que nos siguen presentando como modelos a seguir a las hermosas mujeres que para las mayorías de nosotras son inalcanzables, que llevan vidas muy distantes de los grandes padecimientos y preocupaciones que tienen millones de trabajadoras que a lo largo del mundo sufren la doble opresión de este sistema. Sin tener tiempo o dinero para acceder a los tratamientos de belleza, los maquillajes y la ropa necesarias para encajar en los estereotipos que nos imponen, queriéndonos hacernos sentir menos por no llegar a cumplir con sus mandatos.
En cambio, en nuestro país, desde el colectivo Actrices Argentinas visibilizaban muchos de estos problemas y como en el propio ambiente estas mujeres que nos muestran desde las pantallas como perfectas, también son víctimas de los prejuicios, la cosificación y el abuso de poder de parte de muchos hombres que mueven los hilos del espectáculo. Cuestionando el trato de los medios al ocultar las problemáticas laborales que evidencian como la violencia no es un problema individual sino social, sintetizado en la siguienye frase del comunicado publicado por el colectivo en donde sentencian: “No es una denuncia individual: es un movimiento”.
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Visibilizando con estas denuncias las desigualdades que llevan a que también en este ámbito exista una brecha salarial a favor de los hombres y grandes limitaciones para acceder a los puestos de trabajo o a ser reconocidas por sus labores.
¿Por Hollywood como andamos?
Como podemos ver en el artículo de EcoFemini(s)ta, La subrepresentación de las mujeres en el mundo del cine, donde Florencia Tundis y Maitena Minella nos muestran la escasa cantidad de nominaciones a mujeres en las ternas más importantes de los últimos premios Oscar: “Haciendo cálculos rápidos, en 9 décadas de historia, el 99,99% de los nominados en esta categoría fueron varones. Si tomamos los últimos 10 años, donde se supone que habría una mayor inclusión gracias a, como mencionamos, la incorporación de más mujeres en la Academia de Hollywood, el porcentaje apenas crece, siendo 2 nominadas mujeres y 48 varones de 2008 a 2018. Este año hay, otra vez, 100% de representación masculina en el rubro de mejor dirección.” Confirmando así los obstáculos que las mujeres y las disidencias deben afrontar en este ambiente inclusive en la actualidad.
A pesar de las mil y una discusiones que hay en la realidad, Hollywood sigue reproduciendo mayormente estereotipos inalcanzables, que hablan de un modelo que está en cuestión, tanto sobre el lugar de las mujeres, como qué temas nos interesan, qué nos preocupa, la variedad de cuerpos, objetivos, etc. Desde Hollywood se siguen escribiendo historias que hablan de una minoría de mujeres, pero el #metoo por más que tenga un límite al concentrarse solo en las denuncias en el ámbito de la industria, generó un reflejo en las críticas sobre los tipo de historias que produce y reproduce Hollywood, donde no se dice nada sobre las problemáticas de las mayorías en las que paradójicamente las denuncias de las actrices generaron un cuestionamiento a las prácticas laborales y el acoso en esos ámbitos. Algunos ejemplos de esto son las protestas en 2018 de las trabajadoras de Mc Donalds y de Google.
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La fuerza que va tomando el movimiento de mujeres a nivel internacional es indudable, pero si en la industria del espectáculo siguen persistiendo las grandes desigualdades y la cosificación de nuestros cuerpos, no es casualidad que este año tomaran la opción de esconder bajo la alfombra roja los debates feministas para que no sigan propagándose.
Esta ceremonia donde casi no hubo debates, en un lugar que hasta el año pasado estuvo atravesados por muchas discusiones, se da a una semana del 8 de marzo donde en todo el mundo el movimiento feminista va a salir a protestar y exigir por sus derechos. Apostando a que se muestre la enorme fuerza y potencial que puede tener el movimiento si hace temblar la tierra junto a las trabajadoras que están al frente de las luchas cotidianas de millones de mujeres como las maestras que se levantaron ayer Denver y día a día en cientos de lugares de trabajo alrededor del mundo.
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Cabe preguntarse entonces si esto tendrá algún impacto tanto en las movilizaciones que se den en los Estados Unidos para esta fecha, como en lo que pasará detrás de las grandes pantallas moldeadoras de opiniones.
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Brenda Hamilton
Profesora de historia (UBA). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.