Se trata de Felix Páez Molina, quien a pesar de la prohibición de despidos dejo sin trabajo a trabajadoras de limpieza durante la pandemia. También paga sueldos de 15 mil pesos a sus empleados.
Lunes 21 de diciembre de 2020 10:48
Días atrás, el rugby de Córdoba volvió a ser noticia, no por algún triunfo deportivo, sino por la acción de cuatro jugadores juveniles, entre ellos el hijo de un ex Puma, que golpearon a un chico en una fiesta de egresados. Allí, como sucedió con los tuits del capitán del seleccionado, o el brutal asesinato de Fernando López Baez en Villa Gesell, se volvieron a cuestionar los llamados “valores del rugby”.
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Para la defensa de esos “valores”, los medios locales entrevistaron al presidente de la Unión Cordobesa de Rugby y también dirigente del Jockey Club, Felix Páez Molina. Sus declaraciones generaron la indignación de empleados y empleadas de la limpieza, ya que Páez Molina, aparte de su actividad deportiva es propietario de FPM Servicios.
Páez Molina, es responsable del despido ilegal de trabajadores. En las reuniones que tuvo el empresario con las trabajadoras despedidas, señaló que los despidos se realizaron porque “les dio bronca ver en la tele que estaban en una manifestación”. Las manifestaciones a las que se refería Páez Molina era por recomposición salarial (ganan entre 15 y 20 mil pesos) y "mejores tratos hacia las personas".
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Esta actitud es la de un verdadero patrón de estancia, quienes aparte de creerse dueños del tiempo de trabajo, también se creen dueños del tiempo libre y la vida de los trabajadores. En las negociaciones, el Páez Molina señaló que estaba dispuesto a indemnizar a las empleadas en cómodas cuotas de 15 mil pesos, una burla la realizada por el patrón, quién se muestra en los medios “preocupado y dolido” por la violencia de los jóvenes. Entre las despedidas se encuentran personas que no podían presentarse a trabajar por ser personal de riesgo.
El empresario es nieto del ex gobernador durante los años 60, Justo Páez Molina, quién respondía a los sectores más conservadores del radicalismo. Recordemos que el Jockey Club Córdoba, es una de las instituciones más elitistas de la ciudad. Inclusive, en su página web señalan que la institución fue fundada en un “momento en que Argentina vivía uno de los períodos de mayor prosperidad. Eran épocas donde nuestro país era el Granero del Mundo, de aquel grupo de hombres soñadores y pujantes que conformaron la Generación del 80 logrando transformaciones de tipo ideológicas, políticas y sociales.”
Su empresa presta servicios en dependencias de Aguas Cordobesas, Ecogas y, como no, el Paseo del Jockey, propiedad del club del cuál es dirigente, entre otros lugares.
En febrero de este año, se había fotografiado con Miguel Siciliano, al firmar un convenio con la dirección de género de la municipalidad de Córdoba, para la “capacitación en prevención de violencia”. Se ve que lo que pregona el empresario para los medios y el deporte, no lo práctica en su ámbito privado.
Algo que había llamado la atención en su momento, de las series de despreciables tuits realizados por algunos de Los Pumas, era su obsesión con denigrar de manera clasista a las empleadas de limpieza. Parece que el desprecio de clase no son patrimonio exclusivo de algunos exabruptos juveniles, sino que también llegan a algunos de los más altos dirigentes del deporte.
Paéz Molina se encuentra en su segundo mandato como presidente de la Unión Cordobesa de Rugby, luego de haber sido reelecto a través de una asamblea virtual a mediados de este año.