Tras meses de crisis política e institucional recién esta semana se pudo formar gobierno en Italia. A la cabeza del ejecutivo quedará el populismo euroescéptico, otro avance de la nueva derecha que se abre paso.
Domingo 10 de junio de 2018
Este pasado primero de junio la coalición entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la xenófoba Liga Norte (LN) por fin lograron armar gobierno para intentar ponerle fin a la crisis política que desde las elecciones legislativas del 4 de marzo tenía al país sin ejecutivo.
A la cabeza del gobierno, como Primer Ministro, está Giuseppe Conte, una figura consensuada entre los líderes de ambos partidos de gobierno, Luigi di Maio,el líder del M5S, y el jefe de la LN, Matteo Salvini - quienes además oficiarán de ministros muy cercanos a Conte, Di Maio como ministro de Desarrollo Económico, Trabajo y Políticas Sociales, y Salvini, como ministro del Interior.
Además, el reparto del gabinete entregó al M5S los ministerios de Sanidad (Giulia Grillo), Cultura y Turismo (Alberto Bonisoli), Defensa (Elisabetta Trenta), Justicia (Alfonso Bonafede), Asuntos para el Sur (Barbara Lezzi) y Infraestructuras (Danilo Toninelli) y Relaciones con el Parlamento (Riccardo Fraccaro) y Mediambiente (Sergio Costa). Por su parte la LN quedó con el ministerio de la Administración Pública (Giulia Bongiorno), Asuntos Regionales (Enrica Stefani), Discapacidad y Familia (Lorenzo Fontana), Agricultura (Gianmarco Centinaio) y Educación (Marco Bussetti). La mano derecha de Salvini, Giancarlo Giorgetti, será nombrado subsecretario a la presidencia del Gobierno.
Esta será la primera vez que grupos de extremaderecha y de la derecha populista ascienden al poder en un país fundador de la Unión Europea, con un marcado discurso euroescéptico (revitalizando un Brexit a la italiana que ya descartaron llevarlo hasta el final) y cerniendo sobre Italia una amenaza reaccionaria y xenófoba.
El escenario quedó así tras el hundimiento electoral de los partidos tradicionales y la debacle de Berlusconi, castigados por 25 años de administración de neoliberal y austeridad, y como resultado del malestar social derivado de la crisis económica.
El programa que han acordado impulsar, llamado “Gobierno del cambio”, puso en primera línea la expulsión masiva de inmigrantes – prometiendo la expulsión de 500.000 refugiados -, bajar impuestos a los empresarios, reestructurar el gobierno de la Unión Europea y acabar con las sanciones a Rusia.
Además, según su programa, promoverán un registro de musulmanes y rever el financiamiento a mezquitas (las que "serán cerradas en caso de propagar un credo radical o de ser construcciones ilegales"), en materia delictual quieren aumentar las penas y reducir la edad de imputabildiad.
En toda línea este futuro gobierno promete, con sus políticas reaccionarias, racistas y liberticidas, nuevos ataques hacia los trabajadores, mujeres, migrantes y jóvenes, pero disfrazadas demagógicamente, lo que podría despertar al movimiento obrero para la defensa de derechos democráticos a los que el gobierno pretenderá cortar.
Los trabajadores deberán prepararse para estas batallas sin confiar en proyectos neoreformistas a lo Syriza o Podemos, que como en Grecia y España han terminado como furgón de cola de las instituciones financieras de la eurozona, o subordinados a los partidos tradicionales, para, con un discurso “alternativo”, terminar aplicando las mismas políticas neoliberales y antiobreras que los partidos tradicionales.
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