El día 20 de enero se han celebrado las primeras elecciones sindicales tras la huelga de 8 meses llevada a cabo por los trabajadores y trabajadoras de Panrico en la planta de Barcelona. He aquí las primeras reflexiones sobre sus resultados.
Viernes 22 de enero de 2016
El resultado ha sido el siguiente: en la mesa de técnicos-administrativos CCOO ha obtenido 2 delegados y UGT 3, en la mesa de especialistas y no cualificados CCOO ha conseguido 5 y el SUT 3, por lo tanto el comité queda compuesto por 7 miembros de CCOO, 3 de UGT y 3 del SUT.
Una primer valoración del resultado de las elecciones sindicales de Panrico es sin duda la capacidad de manipulación que la burocracia de CCOO y UGT tiene para mantenerse en su sillón a cualquier precio, sin importarles lo más mínimo la cantidad de acusaciones vertidas sobre ellos y demostradas documentalmente.
Ahora comienzan a entrar en juego muchas argucias que llevaron a cabo durante la huelga, como la ocultación y manejo de denuncias que posteriormente utilizan para tener atados a sus afiliados, inyectando miedo entre los trabajadores con derecho a voto para que ni se les ocurra plantearse otra alternativa sindical, en definitiva tener controlado al personal y perpetuar sus privilegios de burócratas.
Pero más allá de esto, hay que dar por aceptable el resultado, porque abre una brecha en ese monopolio sindicalista que formaban las dos grandes centrales sindicales, lo que da la posibilidad de tener una oposición que los someterá a una vigilancia.
Aun así, no podemos evitar tener la sensación agridulce de lo que podía haber supuesto un bloque que uniera todas las fuerzas opositoras y pudiera enfrentarse en mejores condiciones a estos traidores como propuse en la Carta abierta a los trabajadores de Panrico que aún siguen en activo antes de la conformación de las listas. Me refiero a un gran frente de lucha contra el inmovilismo, creo que las luchas individuales solo consiguen en el mejor de los casos victorias individuales que no conducen al objetivo real que es mandar a sus casas a estos impresentables.
Hablo de esa unidad de se dio en el conflicto, que demostró no solo ser un elemento fundamental para sostener la huelga contra la patronal, sino también contra las maniobras de la burocracia de CCOO. La unidad de los que fuimos una alternativa a la dirección de CCOO, más allá de nuestras diferencias y nuestras siglas, durante todo el conflicto. Así lo dijimos en el artículo “Lecciones de una huelga que cuestionó la burocracia sindical”.
Sigo pensando que con una verdadera voluntad de cambio se debería haber trabajado más en ese aspecto dejando de lado los corporativismos sindicales y disputas, diferencias de criterio y haber contado con todos los trabajadores que tienen ganas de trabajar aunque no estén bajo la afiliación de uno u otro sindicato.
Era a mí entender una oportunidad de oro para plantarles cara a los de siempre. Una gran coalición entre SUT, CGT y sobre todo junto a los trabajadores y trabajadoras independientes que lucharon durante ocho meses en la huelga contra la burocracia sindical, hubiera abierto un panorama distinto. Independientemente de que se pudiera haber ganado más o menos delegados, una candidatura de este tipo hubiera significado una conquista representativa, no de tal o cual sindicato, sino del colectivo que peleó durante meses.
Así lo planteamos en este artículo una vez conformadas las listas, “La ausencia de una lista unitaria que aglutine no sólo a la izquierda sindical, sino también a los trabajadores y las trabajadoras que han sido protagonistas del histórico huelgón de 8 meses, realmente limita la capacidad de actuación para enfrentarse a las maniobras y políticas de continuidad que los candidatos de siempre intentan hacer valer para que nada cambie y preservar ese espacio de inmunidad que llevan acaparando desde hace décadas.”
Es verdad que no es lo que “se suele hacer” en las elecciones sindicales. Algunos ven natural que cada sindicato mire por sus afiliados. Pero en todo el conflicto supimos hacer cosas que no “se suelen hacer” como huelga durante 8 meses, una enorme caja de resistencia, un comité de solidaridad con libertad de participación, y un largo etc.
CGT no consiguió recomponer sus líneas después del desastroso papel que llevaron a cabo sus delegados durante la huelga. El SUT hace una valoración positiva, evidentemente entra con fuerza por primera vez en un comité de empresa con 3 delegados, igualando a UGT que pese a ser nulo en fábrica, mantiene sus posiciones en administración, que no secundó la huelga como ha venido siendo habitual en conflictos anteriores.
Desde fuera seguiremos peleando, denunciando y enfrentándonos a la casta sindical y con el firme propósito de acabar con ellos. Más allá de la oportunidad perdida, esto no va solo de elecciones, y seguiremos trabajando por esa unidad que es una necesidad para luchar y sin la cual todo discurso, por más de izquierda que suene, se vuelve impotente.
Existe una enorme fragmentación sindical que hay que superar. Los sectores más combativos y de la izquierda sindical se han separado de la mayoría de la clase trabajadora que todavía confían en los grandes aparatos sindicales. Confianza que en muchas ocasiones se da por inercia, producto del recuerdo de las luchas pasadas -sobre todo de CCOO cuya génesis está en la lucha contra el Franquismo y el Sindicato Vertical- o por falta de conciencia producto de años de letargo.
Para que los trabajadores forjemos una dirección combativa, no pactista y democrática es necesario librar una cruda crítica al interior de los actuales sindicatos mayoritarios y sus direcciones, pero sin darle la espalda a sus bases, sino en un constante diálogo con aquellos trabajadores que en cada combate irán haciendo su experiencia con sus dirigentes traición tras traición. Hace falta romper con todo sectarismo y hacer esfuerzos por confluir con todos los sectores, sin importar su afiliación, que se propongan superar a las direcciones de Toxo y Méndez.