El pasado seis de septiembre se dieron a conocer los nombres de los contendientes a la Rectoría de la UNAM, dentro de ellos se encuentra Imanol Ordorika, actual titular de la Dirección General de Evaluación Institucional y académico de tiempo completo en la UNAM, que presenta su campaña con el slogan “Cambiar la UNAM Ya”.
Martes 26 de septiembre de 2023
En la trayectoria del candidato a la rectoría, destaca su participación en la huelga de 1986 y 1987 que derivó en la conformación del Consejo Estudiantil Universitario, mejor conocido como CEU (el cual se convirtió en una burocracia estudiantil subordinada al PRD que desvió los procesos estudiantiles de la siguiente década), así como en la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el impulso de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. En el terreno de la investigación se ha dedicado a temas relacionados con la educación superior y la universidad en México y América Latina.
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En el marco de la disputa por la rectoría con personajes como Luis Álvarez Icaza o Leonardo Lomelí, representantes del más alto estrato de la casta dorada de la universidad que junto a otros contendientes han declarado que las condiciones laborales de los docentes están bien tal como están; Ordorika podría ser visto como una alternativa para la izquierda universitaria que busca un cambio en dicha institución.
Por esto, quienes militamos en la Agrupación Juvenil Anticapitalista y en Desde las Bases, agrupaciones impulsadas desde el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas, consideramos necesario entablar un diálogo sobre las distintas problemáticas que aquejan a la universidad y cómo transformarlas. Por ello, comenzamos en esta nota un primer debate sobre las propuestas planteadas por Ordorika.
En esta primera entrega nos concentraremos en lo que hace a los puntos programáticos frente a la cuestión laboral de las y los docentes. Las y los trabajadores administrativos brillaron por su ausencia en el proyecto de propuestas presentado por el candidato.
Un plan de tres puntos
En una entrevista con Rompeviento, Ordorika desarrolló entre otras propuestas, las referentes a la la situación de precarización que vive la planta docente de asignatura y el contraste que existe en la realidad con los sueldos de los funcionarios (dentro de los cuales se incluyó), aunque dijo que la diferencia “no es increíblemente grande”. Para ejemplificarlo afirmó que el gasto total de salarios de los 20 mil profesores de asignatura es de 1,660 millones de pesos, mientras que para los sueldos de 6 mil funcionarios se gastan 2,700 millones de pesos. El funcionario no clarificó si este gasto es anual o mensual, sin embargo, al contratar lo que se invierte en el sueldo de un funcionario con el sueldo de un docente de asignatura la relación es de cinco a uno, que es en realidad una diferencia “increíblemente grande”.
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Como lo explicamos en esta nota Ordorika percibe una cantidad mensual de $94 mil 430.29 pesos como Investigador Titular C de Tiempo Completo, en la Unidad para el Desarrollo de Planes y Programas que sumado con los $84 mil 376.00 pesos que gana como Director General de Evaluación Institucional de la UNAM, se embolsa mensualmente unos nada despreciables $178 mil 806.29 pesos.
Frente a esta situación, el candidato a rector presentó tres propuestas. La primera es incrementar el ingreso de los docentes de asignatura aumentando las horas–mes (las horas frente a grupo que ejercen al mes) en un 15 o 20%. En términos reales esto significaría que un docente que da nueve horas de clase a la semana por las cuales percibe 4,762 pesos al mes, tendría un incremento de 952 pesos. Aún con este incremento sería un sueldo de miseria que seguiría sin alcanzar para cubrir la canasta básica.
Para acabar con la incertidumbre que viven las y los docentes de asignatura semestre tras semestre, propone transparentar los procesos y criterios mediante los cuales se otorgan las materias y las materias mismas que se abrirán así como acabar con la discrecionalidad en los exámenes de oposición.
La tercera propuesta implica que a partir de cierta cantidad de horas que imparta un docente de asignatura, se le asigne una hora liberada por cada ocho horas frente a grupo, esto quiere decir que por ocho horas trabajadas se le retribuyan nueve. Según la propia información brindada por Ordorika, esto beneficiaría a aquellos y aquellas docentes que tienen un aproximado de 40 horas de clases a la semana, aproximadamente 3 mil docentes del nivel bachillerato, es decir menos de una sexta parte de la planta docente de asignatura.
Esto porque según el funcionario, 13 mil docentes que dan clases en la UNAM lo hacen “por el prestigio o por retribuir a la universidad” pues tienen otro trabajo prioritario como profesionistas independiente por lo que sus ingresos no dependen de la docencia.
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La figura de docente de asignatura se justifica precisamente alegando que se trata de un trabajo auxiliar para retribuir a la universidad sin embargo esta está lejos de ser la realidad que viven las y los docentes de asignatura pues los trabajos de profesionistas independientes son cada vez más escasos y peor retribuidos, es a penas un pequeño sector el que puede sobrevivir con un solo sueldo como profesionista.
Las múltiples formas de contratación que existen en la universidad tienen la principal función de dividir a la planta docente y pulverizar la posibilidad de la defensa colectiva de los derechos laborales, lo cual se garantiza con la ausencia de un sindicato real que defienda un Contrato Colectivo de Trabajo que repelente los intereses de las y los docentes.
En el periodo de Narro se estableció un programa de rejuvenecimiento de la planta académica que incluía un plan de jubilación que da una compensación adicional a la del issste, empezó con 300 personas al año, este año han sido 150, porque no hay suficiente cupo. Adicionalmente a los tres puntos anteriores, el investigador propone ampliar el alcance de este programa.
No solo es completamente insuficiente el incremento salarial que plantea Ordorika y cubre apenas a un pequeño sector de la planta docentes, sino que no resuelve el problema de fondo que es que mientras más del 70% de la docencia en la UNAM vive en condiciones de precariedad, un pequeño sector cuenta con estabilidad laboral, estímulos y prestaciones.
¿Qué proponemos?
En primer lugar consideramos que la división misma que existe entre docentes de carrera y docentes de asignatura así como las múltiples variaciones en la contratación y condiciones laborales de la planta docente, deberían desaparecer. La docencia no puede ser considerada un trabajo auxiliar, por eso es necesario un incremento al salario acorde a la canasta básica y a la inflación, tanto para docentes como para trabajadores administrativos. Además, para las y los docentes debe reconocerse por cada hora frente a grupo, el pago de una hora de preparación de clases.
Es necesario ponerle fin al régimen actual de contratación mediante el cual cada docente debe pelear por sus derechos laborales de manera individual. Proponemos la afiliación masiva de docentes al STUNAM para terminar también con la división que existe entre trabajadores administrativos y trabajadores académicos y que de esta forma derechos básicos como la jubilación no sean simplemente un programa para unos cuantos, sino una realidad para el conjunto de las y los docentes como lo es para las y los trabajadores de la UNAM. Esto debe estar acompañado de una pelea de docentes y trabajadores administrativos por la democratización del sindicato para ponerla al servicio de su base.
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Al mismo tiempo es necesario que se garanticen plazas permanentes para toda la planta docente y que los exámenes de oposición respondan a las necesidades específicas del profesorado en cada facultad, escuela y bachillerato, para lo cual es necesario una encuesta-diagnóstico. Los comités que deliberan en dichos exámenes de oposición deberían estar confirmados por docentes especialistas en la materia en cuestión y estudiantes elegidos de manera democrática.
Por último es necesaria también la ampliación de la planta docente de manera que pueda también ampliarse la matrícula estudiantil y garantizar el acceso irrestricto a la universidad, para lo cual es indispensable un incremento al presupuesto a la educación de por lo menos el 10% que provenga de reducir a cero el dinero destinado a la militarización del país y de impuestos progresivos a los empresarios que además de beneficiarse del trabajo precario de la juventud que carece de acceso a la educación, lucran con este derecho básico.