En un reciente artículo de la Revista Rosa, un militante del partido Convergencia Social del Frente Amplio se pregunta ¿Por qué gana terreno el discurso anti política? De forma increíble declara que ni el F.A ni el PC, ni la MUS jugaron un rol de dirección en el proceso de la revuelta popular de octubre y tuerce su pensamiento en un complejo discurso donde lo social y lo político, serian como el agua y el aceite, para así ocultar un balance serio del rol que jugo su organización en el estado actual de las cosas.
El Frente Amplio se pregunta: ¿porque gana terreno el anti partidismo y el discurso anti política?
En un reciente artículo de la Revista Rosa,un militante del partido del diputado G. Boric, Convergencia Social (Frente Amplio), Alexander Salin, se pregunta “¿porque gana terreno el anti partidismo y el discurso anti política?”. El interés de la pregunta radica en que “el anti partidismo” seria uno de los principales límites para la formación de “un polo anti neoliberal” entre organizaciones políticas, como Frente Amplio y otras “organizaciones sociales” de cara al proceso constituyente.
En su artículo intenta explicar que el problema del anti partidismo y el “discurso anti política” en las “masas”, tiene que ver en parte con la crisis de representación de los partidos tradicionales; a la vez que responsabiliza a la izquierda chilena (donde incluye al PC, el trotskismo, el Frente Amplio y la diáspora Mirista) de lo que él define como “método de inserción social”, que devendría en problemas de “aparatismo”. El autor lo expresa así: “La inserción social generó una relación ambigua y muchas veces conflictiva entre el mundo social y el mundo político. Se instala la desconfianza hacia los partidos políticos, a los cuales se les acusaba (justificadamente o no) de instrumentalizar las organizaciones sociales.” (…)
A la vez que valiéndose de un esquematismo rígido, respecto a lo que sería lo social y que sería lo político, se les representa en una “relación negativa” que terminaría alterando la fisonomía de las organizaciones sociales, las que finalmente “asumen las tareas y funciones que le serian propias los partidos”, incluso sus “vicios”.
Pero la verdad es que el articulo completo pretende con argumentos “generales” entregar una visión abstracta y dicotómica (desprovista de toda referencia a ejemplos concretos) sobre la relación “de lo social y lo político” ocultando de esa forma un balance serio del rol que ha jugado el Frente Amplio, el PC y también la burocracia sindical en el terreno de la lucha de clases y la actividad política en el proceso de la rebelión popular de Octubre 2019. El Anti partidismo, o el discurso “anti política”, es un problema mucho más concreto de lo que no se quiere hacer cargo el Frente Amplio. Peor aún, este militante de Convergencia Social (C.S.), termina por ofrecer algunas recetas organizativas, clausulas normativas, que ayudarían a “evitar la instrumentalización” de las organizaciones sociales y ayudar a la “complementariedad” con el mundo político.
Lo social y lo político en la revuelta de Octubre
El problema de “lo social y lo político” estuvo totalmente expresado en la revuelta popular. El movimiento de masas durante al menos dos meses, se desplego de forma intensa, se organizaron e improvisaron todo tipo de acciones, con marchas masivas en todos los territorios, cortes de ruta, concentraciones, paros, huelgas nacionales y ocupaciones de plantas. En innumerables casos se crearon organizaciones de todo tipo, como los grupos de Primera Línea, las brigadas de Salud, asambleas territoriales y barriales, coordinadoras y comités de emergencia, que dieron pie a cabildos, reuniones, y asambleas, etc.
En general, lo social y lo político estuvo concentrado en la auto actividad del movimiento de masas que declaro la rebelión al grito de “no son 30 pesos, si no 30 años”, dejando claro, que la suspensión del alza del transporte no iba a solucionar nada. Al revés, solo fue “la gota que rebalso el vaso” que despertó la rabia popular acumulada durante años, y que no retrocedió ante el primer pulso con el gobierno, como fue la declaración de estado de excepción para la Santiago y sacar a los milicos a la calle para reprimir la protesta, por el contrario, la respuesta se generalizo en todo el país tomando las principales plazas, con marchas masivas y choques con la policía.
Mientras se reclamaron los cadáveres que aparecían baleados en los supermercados incendiados y con ello crecía el odio contra la policía en todo el país, la consigna “Fuera Piñera” rápidamente se puso al centro de las movilizaciones, incluso tuvieron que tomarla, a regañadientes, parte de las organizaciones de masas como los sindicatos agrupados en el Bloque Sindical de la Mesa de Unidad Social (CUT, CdP, Constramet, etc.).
De conjunto se abrió una nueva situación, marcada por el despertar político del país, poniendo como protagonista al movimiento de masas y sus múltiples expresiones, donde tras la consigna “Fuera Piñera” crecía un abanico de reclamos “contra la democracia para ricos que gobernó durante los 30 años” hundiendo la salud y la educación del pueblo, mercantilizando los derechos sociales, garantizando el saqueo, la explotación, los abusos y la impunidad para los capitalistas.
Es decir, “lo social” estuvo totalmente desarrollado por “lo político”, mostrando un movimiento creciente, que a medida que se fue extendiendo a todas partes del país, “lo social” se seguía politizando, uniéndose y ganando masividad sumando los reclamos contra el régimen.
Fue una politización de masas, algo que al parecer resulta inexplicable para el Frente Amplio, que entiende lo social y lo político, como dos mundos ajenos. Al parecer los militantes de Convergencia Social no entienden la política si no es los marcos exclusivos y estrechos del parlamentarismo burgués.
La verdad es que sus militantes a pesar de que parlotean sobre el socialismo, les es totalmente ajena la estrategia marxista que basa su accionar en el desarrollo de la auto actividad y la auto organización del movimiento de masas como condición para enfrentar capitalismo.
Ahora bien, somos absolutamente consientes que la auto actividad por sí misma es insuficiente para derrotar al régimen; y es que, así como la burguesía se vale de todo su aparato de dominación, con su propio estado mayor, sus partidos y sus dirigentes políticos, los explotados y oprimidos también necesitan combatir con “estrategia”, para eso es indispensable la construcción de su propio partido, un partido revolucionario de trabajadores y la juventud, una organización que sea capaz de aprovechar las crisis revolucionarias a favor de la movilización y demostrar que el enemigo no es omnipotente, por el contrario, que esta desgarrado por sus propias contradicciones. Que pueda aprovechar las nuevas condiciones para unir de forma decisiva toda la fuerza de los explotados contra los explotadores.
Y esta es justamente la finalidad del artículo, poner sobre relieve que en los grandes momentos históricos, como lo fue la rebelión popular de Octubre, el rol de las direcciones puede convertirse en un “factor tan decisivo como el de un comandante en los momentos críticos de la guerra. La historia no es un proceso automático, Si no ¿para que los dirigentes?, ¿Para que los partidos?, ¿para que los programas?, para que las lucha teóricas?" (1).
El rol de la burocracia sindical y política: Abortar la Huelga General y salvar a Piñera
Dicho lo anterior, llama la atención, como Alexander Salin basa su artículo en un diagnóstico en el que para justificar el discurso de lo “anti partido o la anti política” intenta eximir de toda responsabilidad política al Frente Amplio en la rebelión. Nos habla de una cierta “incapacidad de dirigir al movimiento de masas en la revuelta. el reconocimiento de que los partidos políticos, particularmente los del Frente Amplio y el PC, ni las organizaciones sociales (agrupadas en Unidad Social) pudieron darle una conducción política a la acción directa de masas que ha sacudido a Chile”. (…) Estas falencias no solo han permitido al gobierno y a la ex concertación rearticularse y retomar la iniciativa en la lucha por el control del proceso constituyente y la posibilidad de un cierre institucional al conflicto, sino que también, se han expresado en un fuerte discurso anti-partidista y anti-político que amenaza la posibilidad de construir un polo anti-neoliberal. (…)
Daria la impresión, que por la debilidad de los agrupamientos políticos y sindicales mencionados por el autor no jugaron ningún rol en la revuelta. Y que el estado actual de las cosas es una situación dada.
Pero no hay nada más falso que esta imagen que presenta Alexander Salin, que de forma intencional o no se oculta el rol que jugo su Partido, C.S. -Frente Amplio en el proceso, tampoco hay mención sobre el rol que desempeño la Mesa de Unidad Social (MUS).
Y es que mientras que el movimiento de masas tuvo decisión para combatir y logró en determinados momentos protagonizar “acciones independientes” abriendo un camino revolucionario que planteaba la posibilidad de terminar con el gobierno de Piñera, y proponerse la conquista de una verdadera Asamblea Constituyente, la burocracia sindical de la MUS y los partidos del Frente Amplio cumplieron un papel destacado para preservar el “orden social”, evitando la continuidad de la huelga general del 12 de Noviembre y firmando a espaldas del pueblo el Pacto por la Paz, garantizando la impunidad y la permanencia del gobierno de Piñera, y con esto, quiérase admitir o no, se determinó gran parte del proceso en curso, siendo en distintos planos protagonistas del desvió institucional que salvo el gobierno de Piñera. El Partido Comunista como es a su estilo, se une a la operación de desvió; con una “pata afuera y una pata adentro” solo señalara, que hubiesen preferido un pacto que incluyese a las organizaciones sociales (a la MUS) y que dedicarían sus esfuerzos a legislar para que el “proceso constituyente” sea democrático.
Es una muy mala caricatura lo que presenta Salin, que el Frente Amplio, no tuvo responsabilidad de conducción, cuando fueron justamente éstos los que en alianza con la Ex Concertación y el gobierno firmaron el pacto “por la paz y la nueva constitución”, que sello en la más turbia impunidad la muerte de decenas de personas, mutilados y procesados. Incluso, al día siguiente de haber firmado el pacto, el 15N es asesinado en Plaza Dignidad Abel Acuña, asfixiado por el gas lacrimógeno. El pacto por la paz fue el salvavidas que consiguió el régimen para limitar las movilizaciones y evitar la caída revolucionaria del gobierno mediante una huelga general indefinida. Con este pacto aseguraron el desvió de la lucha de clases abierta y pavimentaron un camino lleno de trampas y letra chica, que a través de una Convención se buscaría cambiar la constitución, donde todos los quórums y mecanismos serian zanjados entre cuatro paredes por una “mesa técnica” integrada por la oposición y el gobierno.
Es decir, no se trata solamente de poner sobre relieve lo que el autor oculta, es decir, la participación efectiva y el rol político real que jugo el Frente Amplio y el PC en el proceso de la revuelta. Si no que “la política” que desplego el Frente Amplio, fue contraria en toda línea, al desarrollo de la movilización, y a conquistar los reclamos populares de “fuera piñera”, y “Asamblea Constituyente Libre y Soberana”. Entonces, resulta increíble que el autor pretenda sobre sobre la base de “argumentos generales y abstractos” de lo social y lo político, explicar porque hay espacio para discurso anti partidista, sin tomar en cuenta el rol que jugo su propio partido contra el movimiento de masas, y que dicho sea de paso, después del “pacto por la paz” votaron a favor de las leyes que criminalizaron la protesta.
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Por otro lado, la burocracia sindical de la MUS jugo en el mismo sentido un rol traidor, abortando la perspectiva de la huelga general indefinida. Si tomamos en cuenta que la convocatoria del 12 significó un amplio frente único que involucró a las distintas organizaciones desde la CUT, la Unión Portuaria y cerca de 120 organizaciones sociales que unieron la fuerza del movimiento obrero con la de la juventud y las poblaciones. El llamado fue seguido por cientos de miles de trabajadores no sindicalizados y amplios sectores de masas. Con un paro efectivo en 25 de los 27 principales puertos del país, con la participación del 90% del sector público, en lo sectores de la salud, educación y extendiéndose en diversas industrias y plantas productivas, a la vez que el sector comercio y el sector de los transportes se vio totalmente paralizado por los cortes de calles y rutas en todas las ciudades del país que fueron el escenario de enormes movilizaciones.
Sin duda, el paro del 12N mostro el camino de la huelga general, demostrando el poder de la paralización de las posiciones estratégicas que unidas con los barrios y la juventud constituían una poderosa fuerza capaz de tumbar al régimen, sembrando el miedo en la clase dominante, apurando la “salida institucional”. La MUS no firmo el acuerdo, pero influenciada por el Partido Comunista que dirigía la CUT y la Constramet, y el Partido Humanista (Frente Amplio) desde el Colegio de Profesores se limitaron a llamar a movilizaciones cada vez más rutinarias y espaciadas que tenían la finalidad de descomprimir la rabia social, a la vez de cuidarse de no comprometer el “pacto por la paz”.
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El problema de lo social y lo político, no está en “la política”. Si no en “cual política”.
El 12N fue un punto de inflexión. No solo se abortó la huelga general, si no que la demanda de “fuera piñera” fue eliminada de los “petitorios” de la MUS y abandonada por el PC y el FA. No es casualidad, era funcional a la firma del pacto por la paz y la defensa del régimen.
En ese sentido los enormes servicios que presto el Frente Amplio, el PC y la burocracia sindical a la clase dominante Chilena, para preservar el orden institucional y mantener en pie el gobierno de Piñera son una muestra de cómo la política no opera en el vacío, si no en organizaciones sociales y políticas, en dirigentes de carne y hueso. Que en este caso, fueron totalmente útiles para montar una gigantesca operación de desvió.
El problema visto así, no es la política en general, el problema es cual política se necesita para triunfar, y cual política solo prepara la derrota.
Sobre esa base, lo social se pudo haber desarrollado de forma mucho más radical si hubiese actuado otra política, otro programa, que base su estrategia no en la defensa “de la democracia para ricos”, si no en una perspectiva anti capitalista y socialista, y que su punto de partida sea el desarrollar la auto organización de las masas, que a través de sus propias instituciones y organizaciones sea capaz de protagonizar acciones históricas independientes, como la huelga general indefinida para proponerse la caída de Piñera y que sobre la base de un gobierno provisional de los trabajadores, se pueda garantizar una asamblea constituyente realmente libre y soberana para que el pueblo pueda decidir sobre todos los problemas urgentes y estructurales que afectan al país.
Creemos que esta perspectiva sí estuvo planteada, pero falto una organización política preparada, un partido revolucionaria de la juventud y la clase trabajadora, de las mujeres y las poblaciones, un partido de los explotados y los oprimidos, que sea capaz convencer a fracciones importantes del movimiento de masas para pelear por este camino.
El Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta. Lo social y lo político y un ejemplo alternativo al rol traidor del Frente Amplio.
Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, (PTR) creemos que urgente unirnos y luchar por esta perspectiva, y buscamos aportar por todos los medios posibles a la organización del movimiento de masas en todas las ciudades donde nos organizamos.
Es el caso de Antofagasta, donde no solo acompañamos las movilizaciones, si no que apostamos y pusimos todos nuestros esfuerzos en poner en pie un Comité de Emergencia y Resguardo; una organización de coordinación de distintos sindicatos y sectores de trabajadores públicos, y privados, trabajadores no sindicalizados, juventud, agrupaciones barriales, de artistas y profesionales, que tras abrirse las puertas del Comunal del Colegio de Profesores de Antofagasta se organizaron múltiples asambleas por sector y de coordinación general, que además de improvisar una estación de primeros auxilios y coordinar brigadas de salud, coordino una agrupación de DDHH con abogados volcados día y noche en las comisarías.
El Comité de Emergencia y Resguardo (CER) siendo un organismo de coordinación, garantizaba la libertad de tendencias a través de sus comisiones y de la asamblea general en la cual se fijo un programa político de 3 puntos: Fuera Piñera, la policía y los milicos de las calles, Huelga General Indefinida y por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para que el pueblo trabajador decida.
El CER logro así ser un aporte en la lucha del movimiento de masas, buscando organizar lo espontaneo y ayudando a que se desarrolle la auto actividad, a su vez cumplió un rol destacado en el paro nacional, el día 09N en una plenaria logro reunir alrededor de 500 participantes para organizar la jornada de paro y movilizaciones, uniendo la fuerza de las poblaciones emblemáticas como la Cachimba del Agua, Miramar, Bonilla, Homero Ávila y Playa Blanca con la fuerza de los sindicatos industriales como los de SGS, ORICA, algunos sindicatos mineros, así como la Unión Portuaria y los trabajadores de la educación unidos mas allá de sus sindicatos, se logra imponer a la CUT provincial un acto unitario y una marcha central.
Creemos que fueron diversas las organizaciones, como parte de las asambleas territoriales y otras instituciones surgidas en el marco de la revuelta, que cumplieron un rol más o menos análogo o similar en la coordinación de la lucha del movimiento de masas. En muchos de estos espacios participaron militantes y personas no militantes.Pero la ausencia de una organización revolucionaria a nivel nacional capaz de influir de forma decisiva en un sector, fue un gran límite para el desarrollo del movimiento. Por el contrario, en ausencia de una organización de estas características, los viejos y nuevos referentes, los partidos reformistas junto a la burocracia sindical tradicional a través de la MUS, lograron tomar la delantera, rompieron con la parálisis y la inercia, y convocaron a las movilizaciones para encumbrarse sobre el movimiento, para después traicionarlo y desviarlo.
Entonces la relación de lo social y lo político no se soluciona con recetas organizativas y administrativas, cláusulas de “independencia” formal en las organizaciones sociales y de masas como propone Alexander Salin.
En vez de tapar el sol con un dedo, algo debería decirle por qué a los militantes de RD los “expulsaron” y “funaron” en la población Lo Hermida el 06 de Noviembre del 2020, cuando hacían un puerta a puerta, acusándolos de “que tenían las manos manchadas con sangre” por firmar las leyes anti barricada, que criminalizan la protesta, siendo que en la población habrían presos políticos.
Aunque no lo quiera admitir este militante del Frente Amplio, la propagación del discurso anti partido y el discurso anti política, crecen en la medida que el movimiento de masas se resiente con las traiciones y decepciones que le imponen sus “falsos representantes”, más aun cuando van disfrazados de “socialistas” y presentándose como “amigos del pueblo” terminan colaborando con los poderosos.
Prepararse para un siguiente asalto es fundamental. La participación de los revolucionarios en la Convención solo puede tener sentido, si está subordinada a fortalecer la lucha extra parlamentaria; porque no se trata solo de “no soltar las calles”, hay que retomarlas seriamente. La necesidad de articular un plan de movilizaciones para retomar la Huelga General no va caer del cielo, hace falta una organización política para dar esta pelea, un partido revolucionario de la clase trabajadora, que con la fuerza de la juventud y el movimiento obrero se proponga terminar con la impunidad y acabar pelea que inicio el pueblo en Octubre.
1: Clase, Partido y Dirección: ¿porque fue derrotado el proletariado Español?, L. Trotsky, España: La victoria era posible, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2014.
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