Desde el sindicalismo combativo y la izquierda impulsemos asambleas y pronunciamientos por el paro general activo, hasta que se ajusten los capitalistas.
Miércoles 15 de marzo de 2017 21:04
La primera conclusión de lo que pasó el martes 7 de marzo es que la clase trabajadora está intacta para luchar. La gran movilización de ese día, más allá de la convocatoria limitada de la burocracia sindical, expresó que hay bronca acumulada después de 15 meses de ajuste y de tregua de la CGT y la CTA. Fue ese pacto el que ha permitido que los empresarios y el gobierno descarguen la inflación, los tarifazos, los despidos y suspensiones, los topes a los salarios, y todo tipo de ataques contra la calidad de vida y trabajo de millones.
Un millón y medio de nuevos pobres, 600 mil nuevos indigentes. ¿Cómo no va a dar bronca?
No se aguanta más
Se ha demostrado que la fuerza y la bronca de la clase obrera está, que lo único que falta es la decisión de enfrentar el ataque que viene sufriendo.
En esta situación, y por su complicidad con ese ataque, el 7 de marzo se abrió una crisis en la misma CGT. Lo que pasó al final del acto es solo una muestra: estamos ante una burocracia totalmente comprada por el gobierno y los empresarios, a través de distintas prebendas. Una de las muestras ha sido el escandaloso fallo a favor de la UTA que suspende la personería gremial de nuestro sindicato del Subte.
Por eso lo que hoy podemos esperar es que, si finalmente convocan a un paro para principios de abril, buscarán que sea una acción totalmente aislada. El único objetivo: descomprimir la bronca que hay entre los trabajadores. Y como intentaron hacer en la movilización del 7 de marzo, querrán poner como parte de los reclamos obreros la “defensa de la industria nacional”, o sea de los mismos empresarios que son hoy responsables de miles de despidos y ataques a las condiciones de trabajo. O a los políticos patronales “de oposición”, como las figuras del FPV-PJ o el Frente Renovador, que han acompañado el ajuste votando muchas de las leyes de Macri. Pero que además donde gobiernan hacen lo mismo. ¿O que diferencia hay entre lo que hace Alicia Kirchner con los docentes que lo que hace Vidal?
Por eso no alcanza con un paro dominguero y aislado. Necesitamos un paro general activo, con movilizaciones a los centros del poder político de todo el país. Necesitamos un plan de lucha. Necesitamos asambleas en cada lugar de trabajo, para votar esas medidas y el pliego que contenga todos los reclamos de la clase trabajadora.
Manos a la obra
Pero no se puede esperar nada de las cúpulas sindicales. Cualquiera de estas medidas tendremos que arrancárselas. Desde las agrupaciones antiburocráticas, las comisiones internas y los cuerpos de delegados recuperados, nos tenemos que proponer impulsar el debate en nuestros lugares de trabajo. Impulsar asambleas y pronunciamientos, lo que sea posible, para exigir ese paro general que necesitamos. Y que la burocracia tenga que dar explicaciones.
Allí plantearemos no solo la necesidad de medidas de fuerza. También nuestras propuestas. Que se prohíban los despidos y se reincorpore de todos los trabajadores que han quedado en la calle. Que no le pongan techo al salario, como luchan las docentes. Que se repartan las horas de trabajo sin reducción del salario, para terminar con el desempleo y la superexplotación. Que se termine la tercerización y la precarización que quieren imponer en los convenios colectivos. Queremos vivienda, salud y educación pública y de calidad para todo el pueblo.
Sabemos que no es una lucha fácil. Pero es la única que vale la pena. Por eso las agrupaciones clasistas del PTS en el Frente de Izquierda nos organizamos junto a miles de compañeros y compañeras para pelear por esta salida.