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Red Internacional
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Reducción de la jornada laboral: ¿una propuesta ambiental?

La tecnología está para facilitar nuestras vidas pero ¿por qué trabajamos cada vez más horas y con peores condiciones? Reducir la jornada laboral, una propuesta que responde a las demandas de las y los trabajadores el Subte para dejar de afectar su salud, mejorar su calidad de vida, unirse a las exigencias de miles de jóvenes precarizados y que nos permite pensar un futuro donde el desarrollo tecnológico sirva a la calidad de vida y trabajo de las grandes mayorías.

Domingo 25 de junio de 2023 16:25

Primero, la salud

Desde el Observatorio, estudiantes y docentes universitarios de diversas disciplinas decidimos usar nuestros conocimientos para abordar cualquier serie de acontecimientos que implican una relación de perjuicio entre el ambiente y quienes lo habitamos. Es con ese espíritu que nos acercamos a los trabajadores y usuarios del subte para charlar acerca de la problemática del asbesto que ya provocó la muerte de tres trabajadores y más de 85 afectados. Es en este marco que en solidaridad con su lucha los acompañamos en las distintas medidas de fuerza convocadas y dimos inicio a un extenso relevamiento de las condiciones de salubridad en dicho transporte.

Este último trabajo reveló las deplorables condiciones a las que están sometidos más allá de la presencia del asbesto. Con solo un franco a la semana, los trabajadores del subte se encuentran completamente privados de la luz solar y conviven con vibraciones y ruidos excesivos durante la totalidad de su jornada. Son múltiples las consecuencias a su salud que esto acarrea, presentando desde pérdidas auditivas y desórdenes del sueño, hasta consecuencias en su salud mental producto de la severa alienación.

La salud es un concepto que excede la esfera de lo físico; más bien está interrelacionado a elementos materiales y sociales que nos atraviesan, tanto en la cotidianeidad como en el sentido estructural de la vida de una persona. En el caso del subte esto se manifestó en trabajadores preocupados alrededor del estrés, en su imposibilidad de alimentarse mejor debido a los tiempos laborales, en las madres trabajadoras; que luego de la jornada laboral en el transporte tomaban tareas domésticas no remuneradas, y el “no tengo tiempo para descansar” se volvió una tendencia.

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Otra de las denuncias recurrentes ante la interrogativa respecto a las condiciones laborales, refería a que el sueldo no alcanza para más que pagar el alquiler y algunos gastos mínimos e indispensables.

Desde ya los salarios se encuentran muy por debajo de la inflación y en el caso del subte es urgente el reclamo por la apertura de paritarias que se encuentran vencidas desde fines de febrero, pero nos preguntamos; ¿Acaso un mejor salario implica la posibilidad de un mejor acceso a la salud? Todas las demandas antes expresadas por los trabajadores; la exposición al asbesto, a ruidos y vibraciones incesantes, la privación de luz solar, el frágil estado de su salud mental y sus pésimos hábitos alimenticios responden a lógicas más profundas de precarización en el trabajo asalariado y sólo podrían atenderse en lo inmediato con la reducción de su jornada laboral.

En los hechos, y por poner un ejemplo, con un mejor salario uno puede elevar su calidad de vida en lo que respecta a su situación habitacional, su dieta alimentaria y hasta las actividades culturales pagas por fuera del trabajo. Pero de nada sirve pelear por mejorar estas condiciones cuando el trabajo nos absorbe la totalidad del día y no queda tiempo concreto para disfrutarlas. Son luchas que no deben desligarse y tenemos que realizarlas a la par si efectivamente queremos aspirar a mejorar nuestra relación con el trabajo. Los trabajadores del subte tienen claro esto, dado que su trabajo supone un perjuicio diario a su salud y la posibilidad de exponerse a una sustancia que pondría en riesgo hasta su propia vida. El martes 30 de mayo el Observatorio acudió a una audiencia pública en la Legislatura porteña en apoyo a la lucha contra el asbesto en la que las palabras de Juan Pablo Riggio, trabajador del taller rancagua, fueron contundentes: “Esto es algo que hay que decirlo porque, además, acá se habla mucho del tema no solamente como uno quiere vivir, sino también como elige morir, y hasta eso te sacan. O sea, te sacan hasta esa chance, no solamente te sacan la chance como decía el compañero, de futuro de cómo uno se proyecta, sino hasta eso, te sacan, ni siquiera puedes elegir eso.”

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Esto muestra la importancia de seguir denunciando las insalubres condiciones laborales a las que están sometidos en el subte y la total negligencia por parte de la empresa. Durante el relevamiento, un trabajador comentó que la empresa Emova no se responsabiliza de pagar los estudios anuales de intoxicación por asbesto a todos los laburantes, atendiendo por el momento sólo a quienes trabajan en los talleres, alegando que son los únicos que presentan una exposición problemática a la sustancia. Sin embargo, hay formaciones en circulación contaminadas con asbesto y, por ende, sus estaciones también lo están. Estos estudios deberían estar completamente garantizados para la totalidad de los empleados como todo tipo de estudios que releve el acceso a la higiene, los tiempos de descanso, los días de estudio, viáticos, entre otros. Derechos que tanto a ellos como a las nuevas generaciones, nos quedan cada vez más lejanos gracias al avance del pluriempleo.

Y LA JUVENTUD, ¿QUÉ?

Si nos detenemos a observar las demandas que levantaron los trabajadores del subte, podemos notar que no son para nada ajenas a nosotres. Desde el Observatorio, como estudiantes y trabajadores precarizados, sabemos que la salud mental, el ocio y la crisis habitacional son preocupaciones cada vez más compartidas por la juventud. Hoy las nuevas generaciones han abandonado la idea de acceder a una vivienda propia y están normalizando el pluriempleo; teniendo que recurrir a dos o tres trabajos para tan solo cubrir el alquiler y necesidades básicas.

A las prolongadas jornadas y el pluriempleo se nos suma la presión productivista del sistema. Hablamos del miedo al “fracaso académico” y de la necesidad imperante por estar “haciendo algo” y entendernos productivos hasta en el poco tiempo libre que nos queda. Estos fenómenos son sólo entendibles en la agenda neoliberal donde domina la búsqueda por una felicidad individualizada que no cuadra en el marco de nuestras propias vidas, con los límites de una situación política completamente inestable, una pérdida de la confianza en el poder político gobernante, y un marco inflacionario que ataca nuestros salarios día tras día.

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Entonces, ¿por qué apoyamos la reducción de la jornada laboral?

Desde el Observatorio opinamos que la reducción de la jornada laboral, sin afectar el salario, de la mano de la desasbestizacion del 100% del medio de transporte, es una medida que daría solución a gran parte de los problemas centrales de salubridad de los trabajadores del subte. Consideramos también, que ésta medida es aplicable a la mayoría de las grandes empresas de la Argentina porque permitiría redistribuir la jornada laboral para que todxs tengamos trabajo. Dando así respuesta a unos de los problemas principales de Argentina, que es la desocupación. Hoy por hoy, cuando el desarrollo tecnológico de las últimas décadas debería tender a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, resulta especialmente paradójico que el malestar producido en el ámbito del trabajo se acreciente en lugar de reducirse. Es una paradoja que permite dilucidar una causa común a los problemas que venimos tratando. ¿Por qué trabajamos cada vez más (y peor), si cada vez producimos más en menos tiempo? Hay que pensar a quiénes está beneficiando el desarrollo de la técnica, y por qué perjudica a las grandes mayorías. Estos avances, que son patrimonio de la humanidad entera, deberían estar al servicio de transformar por completo la vida cotidiana y productiva. Creemos que, en este sentido, implementar la reducción de la jornada laboral servirá para efectivamente acortar la brecha entre el trabajo humano y el desarrollo tecnológico, en beneficio de las mayorías trabajadoras.

A su vez, el amplio desarrollo de las fuerzas productivas nos permiten pensar en que se maneje de otra forma la producción y el transporte. Como estos medios claramente estarán limitados por los intereses de las empresas que los poseen, nos parece necesario reforzar la idea de que la medida de reducción de la jornada laboral, tanto en el caso del subte como en cualquier otro espacio laboral, solo se dará bajo el impulso consciente de los laburantes de cada espacio: abogando por la unión de las luchas en curso, organizándose en pos de elevar las expectativas de vida, construyendo una fuerza política que permita hacerle frente a los intereses mezquinos de las patronales y gobiernos cómplices.

Proponemos tender un puente desde los reclamos y luchas inmediatas para reivindicar el tiempo de trabajo en el mismo orden en el que se revindicará el tiempo para el ocio, la familia, las amistades, el estudio, la cultura, el desarrollo intelectual y formación: para pensar la vida, así como la economía, la política y su gestión. Pensar las contradicciones a las que nos expone el capitalismo, para revalorizar los distintos elementos que componen la actividad humana, dando vuelta la visión común del trabajo propia del sistema de producción.Tomando en nuestras manos la propuesta de que los medios de producción sean planificados y gestionados por quienes lo producen diariamente, para producir lo necesario, redistribuir entre todxs y en relación armónica con el ambiente. Destinando así, el avance de la tecnología al servicio de la clase trabajadora.