El confinamiento me ha permitido reflexionar sobre la inminente crisis económica y social que viene, como esta va a afectar a nuestra clase y, sobre todo, cómo tenemos que prepararnos para enfrentarla.
Sábado 9 de mayo de 2020
La inmensa mayoría de trabajadores, especialmente las mujeres, en circunstancias normales nos vemos obligados a soportar una inmensa carga de trabajo tanto por nuestra actividad laboral como por las tareas de cuidados en nuestros hogares. Una de las pocas consecuencias buenas que está teniendo este confinamiento es que a muchas nos está permitiendo tener el tiempo suficiente para reflexionar y darnos cuenta del papel que jugamos en la sociedad. Porque han sido las trabajadoras sanitarias, de los supermercados, o en general de los llamados “servicios esenciales”, quienes han cargado sobre sus hombros todo el peso de esta situación.
Al mismo tiempo es clarificador ver como la patronal está deseosa de volver a la actividad, porque precisamente la fuente de su riqueza y sus privilegios es la explotación a la que nos someten. De esta manera se rompe en mil pedazos el relato que nos intentan inculcar desde que nacemos, por el cual la sociedad funciona por esos supuestos valientes emprendedores que por su ingenio hacen funcionar la economía. Con esto se intentaba justificar la necesidad de dejar a los ricos y a las empresas corretear a su aire y que puedan ir degradando nuestras condiciones de vida.
Sin embargo, a pesar de que muchos empezamos a ser conscientes de esta situación, los capitalistas en todo el planeta se preparan para descargar todo el peso de la crisis sobre nosotros. Con una simple observación objetiva uno puede darse cuenta de las intenciones del gobierno y empresarios, con la inestimable ayuda de las burocracias sindicales, tienen para nosotros. A pesar de las pequeñas ayudas con las que quieren anestesiarnos, estas no son más que baños de agua fría.
Mientras miles y miles de trabajadores, especialmente sectores vulnerables como los inmigrantes, estamos en casa viendo como se acumulan deudas infinitas recibos que no podemos pagar, el grueso de los recursos se destina a bancos y empresas para garantizar sus beneficios y sus propios intereses.
Este gobierno que se dice “progresista” está acumulando una deuda que más temprano que tarde pasará la factura a las clases populares y traerá consigo grandes crisis que luego tendremos que pagar las y los trabajadores. Como de hecho ya se viene haciendo con los recortes en sanidad, educación, pensiones.
Entonces a pesar de toda la demagogia de los grandes medios de comunicación y del ejecutivo de Sánchez e Iglesias, ¿por qué podemos afirmar que la clase obrera va a ser la más afectada por esta crisis? Muy fácil, porque están demostrando que no se proponen tocar los intereses de los millonarios y esto tiene como consecuencias que si no son los capitalistas seremos las trabajadoras y trabajadores los que paguemos el coste de esta situación.
Si el gobierno realmente estuviera dispuesto a que esto no fuese así, tendría que confiscarle parte de los beneficios multimillonarios que tienen las grandes empresas, en lugar de avalarles y rescatarles con el dinero de todos. O también dejar de sustentar a instituciones profundamente reaccionarias y parasitarias como la Corona o la Iglesia.
Lastimosamente nos vemos nuevamente avocados a un futuro incierto. Y a pesar de que la clase obrera está demostrando que es el motor de la economía a nivel mundial y genera toda la riqueza que luego es expropiada por los capitalistas, nuestras condiciones de vida se ven empujadas hacia una mayor precariedad. Para estos empresarios los trabajadores solo somos un mal necesario, y con esta crisis pretenden solo darnos las migajas de nuestro propio trabajo.
Es debido a esto que tenemos la urgencia y la necesidad de unificar nuestras fuerzas para la lucha y el combate en contra de este sistema opresor y decadente. Sin embargo, para esta perspectiva tanto las burocracias políticas como sindicales de la clase obrera brillan por su ausencia, dejando a los trabajadores a merced de los monstruos capitalistas.
El construir una dirección genuina y revolucionaria de la clase trabajadora es uno de los grandes retos que tenemos por delante si no queremos sufrir los padecimientos que se vieron en el siglo XX, o incluso a una escala mayor. De que seamos capaces de conseguirlo probablemente dependerá lo que le va a ocurrir a una generación entera. Dedicar los esfuerzos por este objetivo, merece ampliamente la pena, no solo porque nos vaya la vida en ello, sino porque luchar por el fin de la esclavitud asalariada es una tarea apasionante al que dedicar nuestras energías en estos tiempos tan oscuros.