Fue la declaración de la reconocida actriz y bailarina al diario Clarín, quién se quejó por abonar los salarios de cuarentena para que sus empleadas domésticas puedan quedarse
en su casa sin correr el riesgo por contagio de Covid-19.
Martes 19 de mayo de 2020 01:15
A partir del 19 de marzo de este año, el gobierno nacional dispuso el aislamiento social y preventivo en el marco de la Pandemia. Las trabajadoras de casas particulares fueron exceptuadas de ir a trabajar, aunque la realidad varía mucho de acuerdo a la "buena voluntad de los empleadores". Una de las últimas declaraciones polémicas sobre este tema la protagonizó Reina Reech, muy molesta con cumplir con la disposicion y la obligación de pagar el salario que corresponde por la cuarentena.
La actriz manifestó que le molesta pagar 3 "salarios", cuando cabe bien preguntarse ¿Ella puede vivir con 3 salarios de empleada doméstica por mes? Seguramente que no.
En este diario se viene reflejando la desidia hacia las mujeres que trabajan en este sector, que hacen malabares para llegar a fin de mes, muchas veces trabajan en varias casas, sus espaldas y sus manos dan cuenta del enorme esfuerzo y de la vida que dejan todos los días en el trabajo.
La mayoría no tiene obra social ni aportes, es decir, que trabaja "en negro", alrededor de 1 millón y medio de mujeres se encuentran mucho antes de la cuarentena con un salario por debajo de la canasta básica familiar que no superan los $22.000, y que como lo expresa la actriz, realizan trabajos que nadie quiere hacer y que se valora poco y sin embargo es un trabajo esencial para la reproducción de la vida humana.
Muchas son sostén de hogar y aproximadamente el 10% (según Economía Feminista) son trabajadoras migrantes con problemas incluso para cobrar el IFE hasta el día de hoy.
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Reina Reech se queja porque limpia su bañera donde seguro el agua caliente fluye cuál cascada, cuando la realidad de muchas de las trabajadoras es que ni siquiera tienen acceso al agua potable.
Un ejemplo al que remitimos de este diario es la denuncia de la muerte de Ramona, quién murió a causa del coronavirus, producto del crimen social que sucede en la Villa 31, dónde la gente vive hacinada y sin agua potable en el medio de una crisis sanitaria grave, con más de 800 contagiados hasta el momento. Ramona compartía el baño con 13 personas, ella venía denunciando la falta de agua en el barrio desde hace semanas. Esas son las condiciones en la que miles de mujeres que realizan ese trabajo tienen que enfrentar lacpandemia del COVID-19.
Algo que quedó claro en esta pandemia es que el trabajo doméstico lo hacen las mujeres, que se paga miserablemente cuando es fuera del hogar, para los ricos, y que se recarga en las mujeres trabajadoras como una tarea "natural" del género haciendo que la jornada continúe en el propio hogar hasta altas horas de la noche.
Algunos comentarios de trabajadoras domésticas:
"Trabajo en un barrio cerrado, la casa que limpio tiene 5 baños"
"Trabajo en dos casas, salgo muy temprano de mi casa y cuando llego también limpio mi hogar"
"La casa que limpio tiene 4 baños, la limpieza es diaria, y eso es solo una parte de la casa"
"Además de limpiar los baños, y toda la casa, cocino, plancho y atiendo a los chicos, todo por el mismo sueldo"
Nadie puede vivir sin hacer el trabajo del hogar, por un lado los ricos hicieron lo imposible para que sus empleadas rompan la cuarentena; certificados truchos, amenazas de despidos, encierros con aumento forzado de la carga laboral y hasta se vió como escondían a una trabajadora dentro del baúl del auto de su patrón para entrar a trabajar. Por el otro quedaron las mujeres fundamentalmente del personal de salud y docentes a quiénes se les sumó el trabajo doméstico a sus jornadas extenuantes de trabajo.
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“Un día, me arrodillé en la alfombrita del baño. Y a las mujeres, cuando nos arrodillamos, se nos ‘clavan’ las lolas. Ahora, le paso una esponjita de baño que usaba para ducharme y que quedó para limpiar la bañadera...” dice la actriz y bailarina. Y es cuestión de ingeniarse...
Ese ingenio de Reina, es la tarea cotidiana de más de un millón y medio de mujeres, quiénes muchas recorren horas para llegar a su lugar de trabajo.